Textos más populares esta semana de Platón | pág. 3

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autor: Platón


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Hipias Mayor

Platón


Diálogo, Filosofía


SÓCRATES, HIPIAS

SÓCRATES. — Elegante y sabio Hipias, ¿cuánto tiempo hace que no has venido a Atenas?

HIPIAS. — No tengo tiempo, Sócrates. Cuando Élide tiene que negociar algo con alguna ciudad, siempre se dirige a mí en primer lugar entre los ciudadanos y me elige como embajador, porque considera que soy ef más idóneo juez y mensajero de las conversaciones que se llevan a cabo entre las ciudades. En efecto, en muchas ocasiones he ido como embajador a diversas ciudades, pero las más de las veces, por muchos e importantes asuntos, he ido a Lacedemonia; por lo cual, y vuelvo a tu pregunta, no vengo con frecuencia a estos lugares.

SÓC. — Esto es ser de verdad un hombre sabio y perfecto, Hipias. Lo digo, porque tú eres capaz de recibir privadamente mucho dinero de los jóvenes y de hacerles un beneficio mayor del que tú recibes, y también porque eres capaz, públicamente, de prestar servicios a tu ciudad, como debe hacer un hombre que está dispuesto a no ser tenido en menos, sino a alcanzar buena opinión entre la mayoría. Ahora, Hipias, ¿cuál es realmente la causa de que los antiguos, cuyos nombres son famosos por su sabiduría: Pitaco, Bias, Tales de Mileto y los de su escuela, e incluso los más recientes hasta Anaxágoras, todos o casi todos, se hayan mantenido alejados de los asuntos públicos?

HIP. — ¿Qué otra razón crees, Sócrates, sino que eran débiles e incapaces de llegar con su espíritu a ambas cosas, la actividad pública y la privada?

SÓC. — Luego, por Zeus, así como las otras artes han progresado y, en comparación con los artesanos de hoy, son inhábiles los antiguos, ¿así también debemos decir que vuestro arte de sofistas ha avanzado y que son inferiores a vosotros los antiguos sabios?

HlP. — Hablas muy acertadamente.


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Publicado el 12 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Cármides

Platón


Diálogo, Filosofía


Sócrates: Habiendo llegado la víspera de la llegada del ejército de Potidea, tuve singular placer, después de tan larga ausencia, en volver a ver los sitios que habitualmente frecuentaba. Entré en la palestra de Taureas, frente por frente del templo del Pórtico real, y encontré allí una numerosa reunión, compuesta de gente conocida y desconocida. Desde que me vieron, como no me esperaban, todos me saludaron de lejos. Pero Querefon, tan loco como siempre, se lanza en medio de sus amigos, corre hacia mí, y tomándome por la mano:

—¡Oh Sócrates! dijo, ¿cómo has librado en la batalla?

Poco antes de mi partida del ejército había tenido lugar un combate bajo los muros de Potidea, y acababan de tener la noticia.

—Como ves, le respondí.

—Nos han contado, replicó, que el combate había sido de los más empeñados, y que habían perecido en él muchos conocidos.

—Os han dicho la verdad.

—¿Asististe a la acción?

—Allí estuve.

—Ven a sentarte, dijo, y haznos la historia de ella, porque ignoramos completamente los detalles.

En el acto, llevándome consigo, me hizo sentar al lado de Critias, hijo de Callescrus. Me senté, saludé a Critias y a los demás, y procuré satisfacer su curiosidad sobre el ejército, teniendo que responder a mil preguntas.

Terminada esta conversación, les pregunté a mi vez qué era de la filosofía, y si entre los jóvenes se habían distinguido algunos por su saber o su belleza, o por ambas cosas. Entonces Critias, dirigiendo sus miradas hacia la puerta y viendo entrar algunos jóvenes en tono de broma, y detrás un enjambre de ellos:

—Respecto a la belleza, dijo, vas a saber, Sócrates, en este mismo acto todo lo que hay. Esos que ves que acaban de entrar son los precursores y los amantes del que, a lo menos por ahora, pasa por el más hermoso. Imagino que no está lejos, y no tardará en entrar.


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Publicado el 12 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Segundo Alcibíades

Platón


Diálogo, Filosofía


(Texto atribuido a Platón)
 

Sócrates: Alcibíades, ¿vas a orar en este templo?

Alcibíades: Sí, Sócrates.

Sócrates: Te advierto meditabundo y fijos tus ojos en tierra, como el hombre que reflexiona.

Alcibíades: ¿Qué necesidad hay en este caso de reflexiones tan profundas, Sócrates?

Sócrates: A mí me parece que hay materia para pensar seriamente, porque, ¡en nombre de Júpiter!, ¿no crees que entre las cosas que pedimos a los dioses, sea en público, sea en secreto, hay unas que se nos conceden y otras que se nos niegan, y que tan pronto atienden como desechan nuestras súplicas?

Alcibíades: Sí lo creo.

Sócrates: Y bien, ¿no te parece que la oración exige mucha prudencia, porque sin saberlo, pueden pedirse a los dioses grandes males, creyendo pedirles bienes, y los dioses no encontrarse en disposición de conceder lo que se les pide? Por ejemplo, Edipo les pidió en un arrebato de cólera, que sus hijos decidiesen con la espada sus derechos hereditarios, y cuando debía pedir a los dioses que le libraran de las desgracias de que era víctima, atrajo sobre sí otras nuevas; porque fueron escuchados sus ruegos, y de aquí esas largas y terribles calamidades, que no necesito referirte aquí al pormenor.

Alcibíades: Pero, Sócrates, me hablas de un hombre que deliraba. ¿Puedes creer que un hombre de buen sentido hubiera dirigido semejante súplica?

Sócrates: ¿Pero el delirio te parece lo contrario del buen sentido?

Alcibíades: Sí, ciertamente.

Sócrates: ¿No te parece que los hombres son unos sensatos y otros insensatos?

Alcibíades: Seguramente.

Sócrates: Pues bien; tratemos de distinguirlos bien. Estamos conformes en que hay hombres sensatos, otros insensatos y otros que deliran.

Alcibíades: Sí, conformes.


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Publicado el 28 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

Hipias Menor

Platón


Diálogo, Filosofía


ÉUDICO, SÓCRATES, HIPIAS

ÉUDICO.— Tú, Sócrates, ¿por qué guardas silencio tras esta exposición de Hipias que ha tratado de tantas cosas, y no te unes a nuestra alabanza de lo tratado o refutas algo, si crees que no ha sido bien dicho? Sobre todo, cuando nos hemos quedado solos los que pretendemos especialmente interesarnos en emplear nuestro tiempo en la filosofía.

SÓCRATES. — Ciertamente, Éudico, hay algunos puntos, de los que ahora Hipias ha hablado acerca de Homero, sobre los que yo le preguntaría. En efecto, yo he oído decir a tu padre, Apemanto, que la Ilíada era un poema de Homero más bello que la Odisea, tanto más bello, cuanto mejor era Aquiles que Odiseo. Decía, en efecto, que los dos poemas habían sido compuestos, el uno en honor de Odiseo, el otro en honor de Aquiles. Sobre este tema, si Hipias está dispuesto a ello, me gustaría preguntarle qué piensa él de estos dos hombres, cuál de los dos dice que es mejor, ya que nos ha expuesto otras muchas ideas de todo tipo sobre los poetas y en especial sobre Homero.

ÉUD. — Es evidente que Hiptas no rehusará responderte, si le preguntas algo. ¿No es cierto, Hipias, que si Sócrates te hace alguna pregunta, tú le responderás? ¿O que harás?

HIPIAS. — Ciertamente, Éudico, obraría yo de modo inconsecuente, si, yendo siempre desde Elide, mi lugar de residencia, a Olimpia, a la fiesta solemne de los griegos, cuando se celebran las Olimpíadas, allí en el santuario me ofrezco a ampliar, cuando alguien lo quiere, lo que he preparado para mi exposición y a contestar a lo que cualquiera desee preguntarme, y ahora evitara las preguntas de Sócrates.


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Publicado el 12 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Crátilo

Platón


Diálogo, Filosofía


HERMÓGENES, CRÁTILO, SÓCRATES

HERMÓGENES. —¿Quieres, entonces, que hagamos partícipe también a Sócrates de nuestra conversacion?

CRATILO. —Si te parece bien…

HERM. — Sócrates, aquí Crátilo afirma que cada uno de los seres tiene el nombre exacto por naturaleza. No que sea éste el nombre que imponen algunos llegando a un acuerdo para nombrar y asignándole una fracción de su propia lengua, sino que todos los hombres, tanto griegos como bárbaros, tienen la misma exactitud en sus nombres. Así que le pregunto si su nombre, Cŕatilo, responde a la realidad, y contesta que sí. «¿Y cuál es el de Sócrates?», pregunté, «Sócrates», me contestó. «¿Entonces todos los otros hombres tienen también el nombre que damos a cada uno?». Y él dijo: «No, no. Tu nombre, al menos, no es Hermógenes ni aunque te llame así todo el mundo». Y cuando yo le pregunto ardiendo en deseos de saber qué quiere decir, no me aclara nada y se muestra irónico conmigo. Simula que él lo tiene bien claro en su mente, como quien conoce el asunto, y que si quisiera hablar claro haría que incluso yo lo admitiera y dijera lo mismo que él dice. Conque si fueras capaz de interpretar de algún modo el oráculo de Crátilo, con gusto te escucharía. O aún mejor: me resultaría aún más agradable saber qué opinas tú mismo sobre la exactitud de los nombres —siempre que lo desees.


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Publicado el 13 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Menón

Platón


Diálogo, Filosofía


MENÓN, SÓCRATES, SERVIDOR DE MENÓN, ÁNITO

MENÓN. — Me puedes decir, Sócrates: ¿es enseñable la virtud?, ¿o no es enseñable, sino que sólo se alcanza con la práctica?, ¿o ni se alcanza con la práctica ni puede aprenderse, sino que se da en los hombres naturalmente o de algún otro modo?

SÓCRATES. — ¡Ah… Menón! Antes eran los tesalios famosos entre los griegos tanto por su destreza en la equitación como por su riqueza; pero ahora, por lo que me parece, lo son también por su saber, especialmente los conciudadanos de tu amigo Aristipo, los de Larisa. Pero esto se lo debéis a Gorgias: porque al llegar a vuestra ciudad conquistó, por su saber, la admiración de los principales de los Alévadas —entre los que está tu enamorado Aristipo— y la de los demás tesalios. Y, en particular, os ha inculcado este hábito de responder, si alguien os pregunta algo, con la confianza y magnificencia propias de quien sabe, precisamente como él mismo lo hace, ofreciéndose a que cualquier griego que quiera lo interrogue sobre cualquier cosa, sin que haya nadie a quien no dé respuesta. En cambio, aquí, querido Menón, ha sucedido lo contrario. Se ha producido como una sequedad del saber y se corre el riesgo de que haya emigrado de estos lugares hacia los vuestros. Sólo sé, en fin, que si quieres hacer una pregunta semejante a alguno de los de aquí, no habrá nadie que no se ría y te conteste: «Forastero, por lo visto me consideras un ser dichoso —que conoce, en efecto, que la virtud es enseñable o que se da de alguna otra manera—; en cambio, yo tan lejos estoy de conocer si es enseñable o no, que ni siquiera conozco qué es en sí la virtud».


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Publicado el 13 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Eutidemo

Platón


Diálogo, Filosofía


Critón: Sócrates, ¿quién era aquel hombre con quien disputabas ayer en el liceo? Me aproximé cuanto pude para oíros, pero la apretura de la gente que os rodeaba, era tanta, que no pude entender nada. Me empiné entonces sobre las puntas de los pies, y me pareció que la persona con quien hablabas, era un extranjero: ¿quién es?

Sócrates: ¿De quién quieres hablar? Critón. Porque allí había más de un extranjero; eran dos.

Critón: Te pregunto por aquel que estaba sentado el tercero a tu derecha; el hijo de Axioco estaba entre vosotros dos. Advertí que ha crecido bastante, y que es poco más o menos de la misma edad que mi hijo Critóbulo; pero éste es de constitución delicada, mientras el otro es más robusto y de mejores formas.

Sócrates: Ese por quien preguntas se llama Eutidemo. Su hermano, que se llama Dionisodoro, estaba a mi izquierda, y también tomaba parte en la conversación.

Critón: Ni a uno ni a otro conozco, Sócrates.

Sócrates: Al parecer son de los nuevos sofistas.

Critón: ¿De qué país son y qué ciencia profesan?


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Publicado el 13 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Menéxeno

Platón


Filosofía, Diálogo


SÓCRATES, MENÉXENO

PRÓLOGO

SÓCRATES. — ¿De dónde viene Menéxeno? ¿Del ágora, o de algún otro lugar?

MENÉXENO. — Del ágora, Sócrates, y de la sala del Consejo.

SÓC. — ¿Y qué asunto te llevó, precisamente, a la sala del Consejo? Está bien claro que crees haber llegado al término de la educación y de los estudios filosóficos y que piensas, convencido de que ya estás capacitado, inclinarte hacia empresas mayores. ¿Intentas, admirable amigo , a pesar de tu edad, gobernarnos a nosotros que somos más viejos, para que vuestra casa no deje de proporcionarnos en todo momento un administrador de nuestros intereses?

MEN. — Si tú, Sócrates, me permites y aconsejas gobernar, ése será mi mayor deseo; en caso contrario, no. Concretamente, hoy he acudido a la sala del Consejo porque sabía que la asamblea se disponía a elegir a quien ha de pronunciar el discurso sobre los muertos; pues ya sabes que tienen intención de organizar una ceremonia fúnebre.

SÓC. — Perfectamente; pero ¿a quién han elegido?

MEN. — A nadie; han dejado el asunto para mañana. Creo, sin embargo, que serán elegidos Arquino o Dión.


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Publicado el 13 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Político

Platón


Diálogo, Filosofía


SÓCRATES, TEODORO, EXTRANJERO, JOVEN SÓCRATES

SÓCRATES —En verdad, te agradezco mucho, Teodoro, el haberme hecho conocer a Teeteto y también al Extranjero.

TEODORO —Pero, tal vez, Sócrates, tendrás que triplicar tu agradecimiento: tan pronto acaben su presentación del político y del filósofo.

SÓC. —¡Vamos! ¿Tamaña cosa, mi querido Teodoro, tendremos que decir que se la hemos oído a quien es el más avezado en materia de cálculo y de geometría?

TEOD —¿Qué quieres decir, Sócrates?

SÓC. —Que has puesto igual precio a cada uno de estos hombres, quienes, por su valor, distan entre sí más de lo que pueda expresar la proporción de vuestro arte.

TEOD —¡Bravo! ¡Por nuestro dios, Sócrates, por Amón! ¡Con cuánta razón y con qué buena memoria, además, acabas de achacarme mi error en los cálculos! Ya buscaré cómo desquitarme contigo en otra oportunidad. Por el momento, tú, en cambio, Extranjero, por nada dejes de complacernos: ya mismo elige, para empezar, al hombre político o al filósofo, al que tú prefieras, y tan pronto hayas escogido comienza sin más tu explicación.

EXTRANJERO —Eso es, Teodoro, lo que haré. Porque, una vez que hemos logrado tener este asunto entre manos, no es cuestión de darnos por vencidos antes de haber acabado con ellos. Pero, veamos: con Teeteto, que está aquí con nosotros, ¿qué debo hacer?

TEOD —¿A qué te refieres?

EXTR. —¿Le damos una tregua, reemplazándolo por este su condiscípulo, Sócrates? ¿O qué es lo que tú propones?

TEOD —Como acabas de decir, reemplázalo; dada su juventud, de seguro soportarán mejor la faena si se toman ambos un descanso.


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Publicado el 25 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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