Textos más populares esta semana de Rubén Darío | pág. 4

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autor: Rubén Darío


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Amar Hasta Fracasar

Rubén Darío


Cuento


Hablábamos varios hombres de letras de las cosas curiosas que, desde griegos y latinos, han hecho ingenios risueños, pacientes o desocupados, con el lenguaje. Versos que se pueden leer al revés tanto como al derecho, guardando siempre el mismo sentido, acrósticos arrevesados, en losange; y luego, prosas en que se suprimiera una de las vocales, en largos cuentos castellanos.

Entonces yo les hablé de una curiosidad, en verdad de las más peregrinas, que hice insertar, siendo muy joven, en una revista que dirigía, allá en la lejana Nicaragua, un mi íntimo amigo. Es un cuento corto, en el cual no se suprime una vocal, sino cuatro. Vais a leerlo. No encontraréis otra vocal más que la a. Y os mantendrá con la boca abierta. ¿Su autor?, sudamericano, seguramente, quizás antillano, posiblemente de Colombia. Ignoro e ignoré siempre su nombre. He aquí la lucubración a que me refiero:

AMAR HASTA FRACASAR

Trazada para la A

La Habana aclamaba a Ana, la dama más agarbada, más afamada. Amaba a Ana Blas, galán asaz cabal, tal amaba Chactas a Atala.

Ya pasaban largas albas para Ana, para Blas; mas nada alcanzaban. Casar trataban; mas hallaban avaras a las hadas, para dar grata andanza a tal plan.

La plaza, llamada Armas, daba casa a la dama; Blas la hablaba cada mañana; mas la mamá, llamada Marta Albar, nada alcanzaba. La tal mamá trataba jamás casar a Ana hasta hallar gran galán, casa alta, ancha arca para apañar larga plata, para agarrar adahalas. ¡Bravas agallas! ¿Mas bastaba tal cábala?. Nada ¡ca! ¡nada basta a tajar la llamada aflamada!


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3 págs. / 6 minutos / 2.833 visitas.

Publicado el 20 de julio de 2016 por Edu Robsy.

Autobiografía

Rubén Darío


Biografía


Tuttí gli uomini d’ogni sorte, che hanno fatto qualque cosa che sia virtuosa, o si veramente che le virtu somigli, dovrebbero, essendo veritieri e da bene, di lor propria mano descrivere la lora vita; ma non si dovrebbe comincíare una tal bella impresa prima que passato l’etá de quarant’anni.

(La vita de Benvenuto de M.º Cellini, Florentino).

I

Tengo más años, desde hace cuatro, que los que exige Benvenuto para la empresa. Así doy comienzo a estos apuntamientos que más tarde han de desenvolverse mayor y más detalladamente.

En la catedral de León, de Nicaragua, en la América Central, se encuentra la fe de bautismo de Félix Rubén, hijo legítimo de Manuel García y Rosa Sarmiento. En realidad, mi nombre debía ser Félix Rubén García Sarmiento. ¿Cómo llegó a usarse en mi familia el apellido Darío? Según lo que algunos ancianos de aquella ciudad de mi infancia me han referido, un mi tatarabuelo tenía por nombre Darío. En la pequeña población conocíale todo el mundo por Don Darío; a sus hijos e hijas por los Daríos, las Daríos. Fué así desapareciendo el primer apellido, a punto de que mi bisabuela paterna firmaba ya Rita Darío; y ello, convertido en patronímico llegó a adquirir valor legal, pues mi padre, que era comerciante, realizó todos sus negocios ya con el nombre de Manuel Darío, y en la catedral a que me he referido, en los cuadros donados por mi tía Doña Rita Darío de Alvarado, se ve escrito su nombre de tal manera.

El matrimonio de Manuel García—diré mejor de Manuel Darío—y Rosa Sarmiento, fué un matrimonio de conveniencia, hecho por la familia. Así no es de extrañar que a los ocho meses más o menos de esa unión forzada y sin afecto, viniese la separación. Un mes después nacía yo en un pueblecito, o más bien aldea, de la provincia, o, como allá se dice, departamento, de la Nueva Segovia, llamado antaño Chocoyos y hoy Metapa.


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Dominio público
120 págs. / 3 horas, 31 minutos / 462 visitas.

Publicado el 16 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Viaje a Nicaragua

Rubén Darío


Viajes


I

Tras quince años de ausencia, deseaba yo volver a ver mi tierra natal. Había en mí algo como una nostalgia del Trópico. Del paisaje, de las gentes, de las cosas conocidas en los años de la infancia y de la primera juventud. La catedral, la casa vieja de tejas arábigas en donde despertó mi razón y aprendí a leer; la tía abuela casi centenaria que aun vive; los amigos de la niñez que ha respetado la muerte, y tal cual linda y delicada novia, hoy frondosa y prolífica mamá por la obra fecundante del tiempo. Quince años de ausencia... Buenos Aires, Madrid, París, y tantas idas y venidas continentales. Pensé un buen día: iré a Nicaragua. Sentí en la memoria el sol tórrido y vi los altos volcanes, los lagos de agua azul en los antiguos cráteres, así vastas tazas demetéricas como llenas de cielo líquido.

Y salí de París hacia el país centroamericano, ardiente y pintoresco, habitado por gente brava y cordial, entre bosques lujuriantes y tupidos, en ciudades donde sonríen mujeres de amor y gracia, y donde la bandera del país es azul y blanca, como la de la República Argentina.

Me embarqué en un vapor francés, La Provence, en el puerto de Cherbourg, y llegué a Nueva York sin más incidente en la ruta que una enorme ola de que habló mucho la prensa. Según Luis Bonafoux, la caricia del mar iba para mí... Muchas gracias. Pasé por la metrópoli yanqui cuando estaba en pleno hervor una crisis financiera. Sentí el huracán de la Bolsa. Vi la omnipotencia del multimillonario y admiré la locura mammónica de la vasta capital del cheque.


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Dominio público
69 págs. / 2 horas / 240 visitas.

Publicado el 12 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Cabezas

Rubén Darío


Crítica, Biografía


PENSADORES Y ARTISTAS

JACINTO BENAVENTE

Cuando Jacinto Benavente entró a la Real Academia Española, se preguntaron muchos: «¿A qué va Benavente a la Academia?» Contestaron algunos: «A hacer lo que todos los académicos hacen; limpiar, fijar y dar esplendor».

No, no iba a eso. En tal recinto, e intelectualmente hablando, para limpiar, necesitaría la representación de Hércules; para fijar, la de Minerva; para dar esplendor, la del mismo Apolo. Iba sencillamente a demostrar que, por opinión general, quien había logrado todos los triunfos populares merecía también todos los honores oficiales. He dicho populares, porque, aunque Benavente sea un autor de élite su nombre es famoso en todas partes en donde se habla nuestro idioma y aun en otras.

Benavente representa para España lo que un Capus o un Bernstein para Francia, o mejor, lo que un Bernard Shaw para Inglaterra. Y aun, en condiciones especiales, es el único que haya logrado dar verdadero brillo y resonancia a las Máscaras castellanas.

Poco avisados los que le juzgan con el oído puesto al Boulevard. El mundo en que se mueven sus tipos, en la mayor parte de sus comedias, es ese mundo universal que tiene por norma, desde luego, más o menos aplicada a sus medios respectivos, la vida parisiense; y si no, fijaos en las escenas de los comediógrafos italianos del día. Ese mundo es le monde. Mas los personajes benaventinos que se mueven y expresan en el ambiente de Madrid, son de la legítima descendencia clásica; y sus diálogos chispeantes del ingenio que les presta su creador, no son sino los antiguos discreteos de Calderón o Lope modernizados.


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Dominio público
78 págs. / 2 horas, 16 minutos / 238 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Tierras Solares

Rubén Darío


Viajes


Tierras solares

Barcelona

Después de algunos años vuelvo a Barcelona, tierra buena. En otra ocasión os he dicho mis impresiones de este país grato y amable, en donde la laboriosidad es virtud común y el orgullo innato y el sustento de las tradiciones defensa contra debilitamientos y decadencias. Salí de París el día de la primera nevada, que anunciaba la crudez del próximo invierno. Salí en busca de sol y salud, y aquí, desde que he llegado, he visto la luz alegre y sana del sol español, un cielo sin las tristezas parisienses; y una vez más me he asombrado de cómo Jean Moreas encuentra en París el mismo cielo de Grecia, el cual tan solamente da todo su gozo en las tierras solares. Bien es cierto que el poeta se refiere más al ambiente que a la luz, más al respirar que al mirar. Pero la bondad de este cielo entra principalmente por los ojos y los poros, abiertos al cálido cariño del inmenso y maravilloso diamante de vida que nos hace la merced de existir.


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Dominio público
113 págs. / 3 horas, 19 minutos / 176 visitas.

Publicado el 7 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

La Caravana Pasa

Rubén Darío


Crónica, Ensayo


Libro primero

I

Desde el aparecer de la primavera he vuelto a ver cantores ambulantes. Al dar vuelta a una calle, un corro de oyentes, un camelot lírico, una mujer o un hombre que vende las canciones impresas. Siempre hay quienes compran esos saludos a la fragante estación con música nueva o con aire conocido. El negocio, así considerado, no es malo para los troveros del arroyo. ¿Qué dicen? En poco estimables versos el renuevo de las plantas, la alegría de los pájaros, el cariño del sol, los besos de los labios amantes. Eso se oye en todos los barrios; y es un curioso contraste el de que podéis oir por la tarde la claudicante melodía de un aeda vagabundo en el mismo lugar en que de noche podéis estar expuesto al garrote o al puñal de un terror de Montmartre, o de un apache de Belleville. Mas, es grato sentir estas callejeras músicas, y ver que hay muchas gentes que se detienen a escucharlas, hombres, mujeres, ancianos, niños. La afónica guitarra casi ya no puede; los pulmones y las gargantas no le van en zaga, pero los ciudadanos sentimentales se deleitan con la romanza. Se repite el triunfo del canto. Las caras bestiales se animan, las máscaras facinerosas se suavizan; Luisa sonríe, Luisón se enciende. El mal está contenido por unos instantes; el voyou ratero no piensa en extraer el portamonedas a su vecino, pues la fascinación de las notas lo ha dominado. Los cobres salen después de los bolsillos, con provecho de los improvisados hijos de Orfeo—o de Orfeón—. El cantante sigue su camino, para recomenzar más allá la misma estrofa. La canción en la calle.


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Dominio público
181 págs. / 5 horas, 18 minutos / 995 visitas.

Publicado el 13 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

La Isla de Oro

Rubén Darío


Artículo, viajes


Divagaciones

He aquí la isla en que detiene su esquife el argonauta del inmortal ensueño. Es la isla de oro por la gracia del sol divino. Vestida de oro apolíneo la vieron los antiguos portadores de la cultura helénica, y los navegantes de Fenicia que, adoradores de Hércules, le alzaron templos en tierras españolas; y que al llegar a esta prodigiosa región creyeron sin duda encontrarse en lugar propicio a los dioses fecundos y vivificadores. Aquí puede repetir todo soñador la palabra del latino antiguo que ha hecho vibrar en nuestros días los labios del prestigioso D'Annunzio y que se ostentan en las armas de la germánica Bremen: «Navigare necesse est, vivere non est necesse». Y así evoca una lírica decoración de Cellini, gráfico intérprete d'annunziano, en la cual de manera arcaica se representa el vuelo de un barco de los prodigiosos tiempos odiseos sobre las aguas armoniosas en que a flor de espuma se alegran de la vida, entre delfines y bajo la gloria solar, sirenas de flancos voluptuosos y tritones que hacia el firmamento lanzan el clamor de sus caracoles sonoros:

Re del Mediterráneo, parlante
nell maggior corno della fíamma antica,
parlami in questo rogo fiammeggiante!

Questo vigile fuoco ti nutrica
il mio voto, e il timone e la polena
del vascel cui Fortuna fu nimica

o tu che col tuo cor la tua carena
contra i perigli spignere fosti uso
dietro l'anima tua fatta Sirena,

infin che il Mar fu sopra te richiuso!

La dama inglesa fue la que recitó esos versos del óptimo poeta. Recitaba sin acento el idioma de Italia, tal como habla el francés y el castellano.


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Dominio público
36 págs. / 1 hora, 3 minutos / 485 visitas.

Publicado el 1 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Bajo las Luces del Sol Naciente

Rubén Darío


Cuento


Era el país de oro y seda, y en el aire fino como de cristal volaban las cigüeñas, y se esponjaban los crisantemos del biombo. Los cerezos florecían, y entre sus ramas alegres se divisaba un monte azul. Una rana de madera labrada era igual a las ranas del pantano. Sobre la laca negra corría un arroyo dorado. Muñecas de carne, con la cabellera atravesada por alfileres áureos, hacían reverencias sonrientes, y gestos menudos. En las casas de papel, en la ignorancia feliz del pudor, se bañaban las niñas. Cortesanas ingenuas servían el té en tacitas de Liliput. En los «kimonos» historiados se envolvían cuerpos casi impúberes e inocentemente venales. Se hablaba de un viejo llamado Hokusai, que se llamaba a sí mismo «el loco del dibujo». Floreros raros se llenaban de flores extrañas ante los budhas risueños. Nobles daimios hacían lucir al sol curvos sables de largo puño. Los «netskes» y las máscaras reproducían faces joviales o aterrorizadas, caras de brujas o regordetas caras infantiles. Al amor de una naturaleza como de fantasía, se vivía una vida casi de sueño.


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6 págs. / 11 minutos / 348 visitas.

Publicado el 25 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

Primavera Apolínea

Rubén Darío


Cuento


I

Una copiosa cabellera. Unos ojos de ensueño y de voluntad. Juventud, mucha juventud: un poeta. Habla:

—Yo nací del otro lado del Océano, en la tierra de las pampas y del gran río. Desde mi pubertad me sentí Abel; un Abel resuelto a vivir toda mi vida y a desarmar a Caín de su quijada de asno. Afligí a mis padres, puesto que muy temprano vieron en mí el signo de la lira. Se me rodeó de guarismos en el ambiente de las transaciones, y salté la valla. De todo el himno de la patria sólo quedó en mi espíritu, cantando, un verso: ¡Libertad! ¡libertad! ¡libertad! Y me sentí desde luego libre por mi íntima volición.

Y conocí a un hermano mayor, a un compañero, que tendiéndome la diestra me señaló un vasto campo para las luchas y para los clamores, me inició en el sentimiento de la solidaridad humana, aquel joven bello y atrevido de vida trágica y de versos fuertes. Mi bohemia se mezcló a las agitaciones proletarias, y aun adolescente, me juzgué determinado a rojas campañas y protestas. Fraseé cosas locamente audaces y rimé sonoras imposibilidades. Mi alma, anhelante de ejercicios y actividades, fluctuó en su primavera sobre el suburbio. No sabía yo bien adonde iba, sino adonde me llamaban lejanos clarines. Me imbuí en el misterio de la naturaleza, y el destino de las muchedumbres, enigma fué para mí, tema y obsesión. Ardí de orgullo. Consideréme en la solidaridad humana, vibrantemente personal. Nada me fué extraño, y mi yo invadía el universo, sin otro bagaje que el que mi caja craneana portaba de ensueños y de ideas.


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3 págs. / 6 minutos / 249 visitas.

Publicado el 25 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

Cuento de Pascua

Rubén Darío


Cuento


I

Una noche deliciosa en verdad... El «réveillon» en ese hotel lujoso y elegante, donde tanta belleza y fealdad cosmopolita se junta, en la competencia de las libras, los dólares, los rublos, los pesos y los francos. Y con la alegría del champagne y la visión de blancores rosados, de brillos, de gemas. La música luego, discreta, a lo lejos...

No recuerdo bien quién fué el que me condujo a aquel grupo de damas, donde florecían la yanqui, la italiana, la argentina... Y mi asombro encantado ante aquella otra seductora y extraña mujer, que llevaba al cuello, por todo adorno, un estrecho galón rojo... Luego, un diplomático que lleva un nombre ilustre me presentó al joven alemán políglota, fino, de un admirable don de palabra, que iba, de belleza en belleza, diciendo las cosas agradables y ligeras que placen a las mundanas.

—M. Wolfhart, me había dicho el ministro. Un hombre amenísimo. Conversé largo rato con el alemán, que se empeñó que hablásemos castellano y, por cierto, jamás he encontrado un extranjero de su nacionalidad que lo hablase tan bien. Me refirió algo de sus viajes por España y la América del Sur. Me habló de amigos comunes y de sus aficiones ocultistas. En Buenos Aires había tratado a un gran poeta y a un mi antiguo compañero, en una oficina pública, el excelente amigo Patricio... En Madrid... Al poco rato teníamos las más cordiales relaciones. En la atmósfera de elegancia del hotel llamó mi atención la señora que apareció un poco tarde, y cuyo aspecto evocaba en mí algo de regio y de elegante a la vez. Como yo hiciese notar a mi interlocutor mi admiración y mi entusiasmo, Wolfhart me dijo por lo bajo, sonriendo de cierto modo:


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Dominio público
9 págs. / 16 minutos / 236 visitas.

Publicado el 25 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

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