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El Realismo Real

Silverio Lanza


Cuento


Dos cartas y un cuento

La pena es consecuencia fatal del delito. Dios perdona a los reos castigados por el Código; y los hombres hacen justicia porque no conocen con exactitud las leyes de la naturaleza.


Al enemigo que huye
puente de plata,
al que a traición ofende
traidor le mata.

Primera carta

San Francisco de California, á tantos de tantos de tantos.


Mi buen amigo Silverio: Estamos disgustadísimos contigo, porque hace seis meses que no nos escribes, y esto no está bien que lo hagas con unos amigos que tanto te quieren.

Margarita te recuerda constantemente, y consentiría que la volvieses á llamar Margot, con tal que estuvieses aquí y fueses el consejero de nuestro Enriquito, que ya tiene tres años.

Dice ella que tú sabes entretener á los niños y á los viejos, y supongo que también te ocuparía en entretenerme, porque mis sesenta y tres años, que han estado tan llenos de contrariedades, me agobian con su terrible pesadumbre, y daría los que me restan de vida á cambio de volverme joven. En fin, no quiero hablar más de esto, que tú adivinarás perfectamente.

Mis negocios van muy bien, aunque esto no sea Jauja; y si muero te suplico que vengas enseguida á ponerte al frente de mis asuntos.

Tengo una alegría muy grande que comunicarte, y es que vamos á tener otro chiquitín, que nos hacía mucha falta, porque siempre estábamos pensando qué sería de nosotros si perdiésemos á Enriquito, ¡no lo quiera Dios!

Margarita está de cinco meses, y tienes tiempo, si quieres, de venir á ser el padrino. ¿A que no te atreves?

He leído todos los libros que me enviaste, y todos te los agradezco, pero singularmente La Estátua, de nuestro querido Urrecha.

Es un libro admirable, que para mí es interesantísimo.


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Dominio público
4 págs. / 8 minutos / 57 visitas.

Publicado el 28 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Cuento Inverosímil

Silverio Lanza


Cuento


Confúndete, pues, cuando te honran sin merecerlo, y procura hacer verdad lo que de ti creen los otros; y cuando lo merecieses, da la gloria á Dios que te dió aquéllo, porque te honran.

Fr. Luis de Granada.


Antón Perulero,
Cada cual atienda a su juego,
Y aquél que no atienda
Pagará una prenda.


En una población... aquí, donde yo señalo en el mapa, está el Gran Casino de Cherry-Cheeks.

Muy hermoso, con muchos dorados, muchas losas de mármol, muebles forrados de terciopelo, espejos altísimos, tocadores muy bien provistos de perfumes, un comedor ¡qué comedor! cuadras anchas y limpias, cocheras que parecen palacios, nada de escultura ni de pintura, en la biblioteca los tomos de la Gaceta, un diccionario geográfico, dos docenas de novelas estúpidas, cinco de novelas pornográficas y algunos periódicos.


Son las tres de la madrugada y Eduardo Lara, marqués de Valfermoso, se levanta de la mesa de baccarrat, le rodean sus amigos, y todos se sientan en el saloncito inmediato.

Se recuerdan y se comentan las jugadas raras. Hizo muy bien en pedir, porque ganó en el segundo teniendo el primero completamente perdido... Además les quitó un nueve para la jugada siguiente. Desde entonces quedó la suerte cambiada. El pobre Guerrero se había empeñado en abatir y no lo había conseguido, y Olot quería pedir con seis. Nada, que se habían vuelto locos...

Un dependiente del casino trajo en una bandeja de plata la cantidad ganada por el marqués; más de once mil pesetas.

A las diez de la mañana el marqués concluía de bañarse en casa de una de sus queridas, y ésta salió á la calle, incomodada, al parecer, con su amante, porque no le daba cuatro mil reales.


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Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 98 visitas.

Publicado el 28 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

El timo del inglés

Silverio Lanza


Cuento


Solo había una mesa desocupada en el vagón-comedor del tren expreso del Sur. A ella nos acercamos al mismo tiempo otro viajero y yo.

—Usted—le dije en francés, invitándole á que se sentase.

—Usted—me dijo en inglés, haciéndome la misma invitación.

Y nos sentamos ambos.

Se acerco el sirviente, y el inglés pidió once huevos cocidos y agua fresca.

¡Que extravagancia! pensé; y resuelto á aforar al inglés, y convencido de que á los ingleses solo se les coge siguiéndoles, pedí al mozo que me diese la lista de los postres. En ella estaba escrito á mano: «Nueces frescas españolas.»!Inagotable fantasía francesa!

Me trajeron las nueces y observe que los viajeros y los criados nos contemplaban con curiosidad: les pareceríamos dos locos.

El inglés vió las nueces, me miro, y con el indice de su mano derecha señalo al suelo. ¿Qué quería decirme? Supuse que me preguntaba si las nueces eran francesas, y en inglés le dije que eran españolas.

—¿Es usted inglés?

—No, señor; soy español. ¿Y usted?

—Yo soy de la tierra.

Aunque dicha en inglés, esta frase castellana indicaba que aquel sujeto era de la tierra donde estábamos.

—¡Ah! Es usted francés.

—No, señor, soy de la tierra; earth's man.

—Todos somos del polvo y á él volveremos.

—Iremos de encima de la tierra adentro de la tierra.

—Under ground (debajo de tierra) dijo el poeta.

—Necesito hablar con usted.

—Estoy á su disposición.

—¿Cuándo?

—Cuando usted guste.

—Digo que ¿Cuándo iremos debajo de tierra?

—Pues también cuando usted guste—dije con energía, creyendo que iba á proponerme un desafío aquel anciano.

—Yo soy Vault (5), es deber mío decírselo á usted.


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Dominio público
6 págs. / 11 minutos / 78 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

La Flor del Matutero

Silverio Lanza


Cuento


—Serrana, ponte el pañuelo,
que está la espiga de trigo
envidiosa de tu pelo.


—Miente, miente, pa jaserte de querer.


Si hubiera el mentir condena,
ya estaría en un presidio
el gachó que me camela.


—La jonjana pa el campo y jaz mutis, que te saco las cinco cuerdas.

—Pues si tu no cantas ni miquis; como no cante la agüela.

—Agüela, saque osté argo, asín que sean los posos.

—¡Ay, hijo, ni pa acompañar al grillo!

—Pues venga un pasito.

—Jamugas que me pusieran en la borrica y no levantaba yo los pies del suelo.

—Canta tú, pelmaso.

—Le voy á despavilar el insómnico á tu madre.

—Si no me duermo.

—Don Insónico lo ha mentao.

—Don Insónico es un bruto, mejorándote á ti.

—Vaya unos términos que te traes.

—Yo he dicho insómnico.

—¡Ay! si paese que te da hipo.

—¿Quién?

—Ese.

—Lo que tu buscas son dos gofetás.

—El Cid matando mujeres.


El Cid con tanto valor.


Pero ¿acompañas ó no acompañas?

—Si paeces un reuma que tan pronto da en un lao como en otro.

—Pues ya ves que salgo por jaleo.

—Pa la jorca debías de salir.


—No me quites la mirada.


—Y ahora por solea.

—Pues sígueme, hombre, que detrás del coche van los perros.

—Adiós, carretela.


—No me quites la mirada,
mira que me estás poniendo
como una cueva cerrada.


—Agüela, tápese usted la visión pa que no vea usted lo que va á pasar.

—¡Bah! La intensión no ha perdió á ninguna mujer.

—Pues por la intensión se condena.


—Por la intensión se condena,
yo me condeno al quererte,
porque mi intensión no es güena.


—La mía como er agua bendita.


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3 págs. / 6 minutos / 52 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

La Fe

Silverio Lanza


Cuento


Para ir á la Meca, no puede el marido impedir á la mujer que vaya, sino que si el no quiere ir, ella toma otro que la acompañe por todo el tiempo que dure el viaje; y si viene del viaje preñada, lo que para, siendo hombre, es gerifo, que quiere decir, pariente de Mahoma, porque dicen concurre Mahoma á la generación...

El P. Castillo (devoto peregrino).


Pues bien; Aniceto es gerifo. Su madre era una hermosísima mujer cuando la conocí.

Un día, durmiendo entre altos trigos, á orillas de una vereda que conduce desde el pueblo á la ermita de San Juan, alegróse mi vista con la repentina presencia de la lugareña. Hizo ella súbitos ademanes de inquietud y asombro así que me vio, más yo la tranquilice con la mesura de mi palabra y lo respetuoso de mi continente, y de este modo la anime á conversar conmigo.

—Buenas tardes, Bibiana.

—Buenas las tenga usted, señorito.

—¿Va usted de paseo?

—Sí, señor.

—¿Hacia donde?

—Pues... hacia la ermita.

—Quiere usted sentarse y descansar.

—No, señor, no. Es muy tarde y voy de prisa.,

—Diga usted, ¿esa ermita es de San Juan?

—De San Juan, si.

—¿Y está el santo dentro de la ermita?

—Ya lo creo.

—¿Cuándo es su fiesta?

—Dentro de doce días; el veinticuatro de este.

—Entonces es San Juan Bautista. ¿Y que fiesta le hacen al santo?

—Pues se le hace mucha.

—Usted perdone; la estoy molestando con mis preguntas y usted lleva prisa.)

—¡No faltaba mas! Usted pregunte lo que quiera.

—Pues, se lo diré á usted andando.

Y efectivamente empezamos á caminar hacia la ermita.

Mientras yo hablaba iba Bibiana recogiendo piedrecitas del camino, las cuales guardaba debajo del delantal.


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2 págs. / 4 minutos / 92 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Astronomía Legal

Silverio Lanza


Cuento


El alcalde de Villaruín está satisfechísimo con su nueva casa, que es la única mejora del pueblo.

Llega el mes de Noviembre, y la señora alcaldesa traslada el lecho conyugal al dormitorio de invierno.

A la mañana siguiente se levanta Don Máximo, y se dispone á contemplar desde la ventana el pueblo que gobierna.

Se asoma, y...

—Es estraño; desde que vivo en esta casa siempre ha salido el sol por mi derecha, y ahora sale por mi izquierda. Ordenemos un bando de buen gobierno.


* * *


El maestro de escuela queda encargado de explicar el fenómeno científicamente y gratis.

—Una de dos: ó el sol ha empezado á caminar rápidamente y en la dirección que rota la tierra, lo cual no es posible, ó ésta ha girado en el sentido de un meridiano, lo cual tampoco es posible.

—Lo que no creo posible es que haya un maestro más bruto que usted. ¡A la carcel!


* * *


Así se creo en Villaruín la costumbre de celebrar dos fiestas anuales: cuando Don Máximo cambiaba de dormitorio.


* * *


Murió el maestro extenuado por el ayuno y por la prisión; y antes de morir, dispuso que le enterrasen con la cabeza hacia levante; pero, como no es fácil mover cada seis meses el cadáver, continua sin sepultar.


* * *


Yo, temeroso de estar sepultado en vida é insepulto en muerte, como el maestro de Villaruín, me reduzco á consignar que, mientras los hombres no se acostumbren á vivir sin amo, les saldrá el sol á los pueblos por donde le salga al alcalde.


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 175 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

La Cuestión Social

Silverio Lanza


Cuento


Mi amigo Publícola había pasado en vela la noche del 3. Al amanecer casi era cadáver.

Unid el hambre con el sueño y se verificará una combinación química que dará por resultado un compuesto que se tiene por simple: el derecho á la existencia.

Publícola al sentirse falto de vida comprendió por primera vez que tenía derecho á vivir. Pero la hora no era oportuna para despertar al Presidente del Consejo ó del Supremo y exponerle estas teorías. Por otra parte, la propaganda de ciertas ideas siguen el mismo movimiento que el humo de la pólvora: sale de abajo y llega arriba.

Publícola empezó su campaña en una buñolería. Convenció al dueño de que no era burgués, supuestas las diferencias que existen entre las explotaciones de las dos masas blancas: la masa humana y la de los buñuelos. Llamó Santo Jonás al señorito de la casa, calificativo que oyó con inocente satisfacción la abultada buñolera.

Después habló con los bohemios de la asquerosa simonía de nuestros gobernantes; con los aguadores del sudor de su frente; con los carboneros del negro pan del trabajo; con las criadas del amor libre, y con los soldados del ensangrentado látigo de los déspotas y los cabos.

Resultado práctico: tomó siete buñuelos, dos churros y cinco copas de aguardiente.

A las nueve opinaba mi amigo que se puede vivir á costa del país teniendo el sistema de servir al que paga.

De modo, que á las cuatro de aquella mañana, el Presidente no pensaba como Publícola, y á las nueve pensaba Publícola como el Presidente.

Pero á las nueve y media el alcohol había exagerado la secreción de jugos, y los buñuelos estaban disueltos, descompuestos y repartidos con una asimilación insignificante.

A las diez las opiniones de Publícola discrepaban algo de las del señor Presidente, á las once volvió á acordarse del derecho á la vida.


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Dominio público
6 págs. / 10 minutos / 69 visitas.

Publicado el 15 de enero de 2022 por Edu Robsy.

Heredípeta

Silverio Lanza


Cuento


Primera parte

Por lo demás, era deber mío asistir á aquel viejo en sus últimos momentos. Sobre todo, le debía dinero, y sabido es con cuánto cuidado acompañamos nuestros ingleses al sepulcro. El señor Conde había hecho la campaña de Italia con mí abuelo; había obtenido para mí padre sus mejores empleos. Había sido mi curador. Había, y principalmente yo la debía algunas cantidades que nunca me recordaba. Teniente general, millonario, Grande de España, y ya casi decrépito, tuvo la extravagante idea de tomar en matrimonio una deliciosa jovencita, sobrina y heredera de la marquesa de Romancos. La suerte parecía perseguir al señor Conde. A los tres meses de matrimonio murió su tía política, y nuevos capitales aumentaron el de la casa. La joven condesa era tan bella como bondadosa; pero á pesar de todos pus encantos la murmuración llegó á las puertas de su honra y no encontró pretexto para seguir adelante. Conchita había sido perfectamente educada por su tía: sus sentimientos religiosos eran sinceros.

Odiaba la sociedad como todo lo desconocida cuyo mérito deseamos que se niegue. Con estas condiciones forzosamente debía ser virtuosa la linda condesita. Á mí me miraba con mirada maternal. En la expresión de sus ojos habla algo de regañona condescendencia, á menudo solía reprenderme por mis bromas y se inquietaba por mi salud si me veía formal y serio. Aquella niña se me impuso de todas veras. Ella era mi madre, y el general mi abuelo. De todo lo dicho provenía mi entrañable cariño á esta familia.

En la mañana del 22 de Enero del año tantos recibí un recado de Conchita advirtiéndome que el señor Conde habla pasado muy mala noche y se encontraba bastante enfermo. En seguida me presenté en la casa. Efectivamente el general estaba en estado grave. El médico había hecho su diagnóstico; según él, una pulmonía fulminante me dejaría huérfano.


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Dominio público
16 págs. / 28 minutos / 64 visitas.

Publicado el 15 de enero de 2022 por Edu Robsy.

Apunte de Economía Política

Silverio Lanza


Cuento


—Y usted, Jesús, ¿qué espera de este Gobierno?

—Yo, nada.

—Ni yo. Entre paréntesis, ¿ha bajado el cuatro?

—Hoy, no.

—¿Y el cinco?

—Bajo ayer.

—Hoy subirá.

—o no: según se presente la cuestión de Africa.

—Pero yo creía, Jesús, que eso no tenía importancia de cierta especie.

—Pues hay algo.

—¡Si yo fuese dueño de Africa...!

—¿Qué haría usted?

—Lo primero allanar...

—Perdone usted que le interrumpa, Don Ignacio. ¿El Banco le merece á usted confianza?

—Completa.

—Pues yo no la tendría.

—¿Qué teme usted?

—¡Quién lo sabe!


* * *


Calle del Bastero, numero 303; casa vieja, anterior á la venida del caciquismo; portal muy grande que termina en un patio, por cuyas paredes trepa la escalera y se extienden los corredores.

Jesús, zapatero remendón, trabaja en su oficio y conversa con Don Ignacio quien, sentado en un banco que oscila, mueve las manos para sostener un cigarro de la Tabacalera, y las descansa sobre el abultado vientre.

Africa llega de la calle. En la acera se ve al 5, Tostón, que venía tras la moza; y en el corredor aparece el 4, Rubiales, que la estaba esperando.

—Buenos días, señor Jesús.

—¡Hola, vecinal

Don Ignacio se pone erguido, señala al busto de la barbiana, y dice:

—Tiene usted un punto en el jersey.

—Haga usted otro.

—¿Qué?

—Que haga usted punto.

—Sabe usted más que Merlín.

—Y más que usted: como que usted no sabe lo antipático que se cría.

—Por ser cosa de usted, me quedo con ella.

—Póngala usted donde la vergüenza para que no se la vea nadie. Conque, adiós Jesús.

—Adiós, vecina.

—Y para la compañía, que soy yo, na.


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Dominio público
1 pág. / 2 minutos / 263 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Una Ecuación con Dos Incógnitas

Silverio Lanza


Cuento


(Una solución)


Diálogo en la cervecería del Quebec's Inn entre un Exchange-broker y su hijo.

—Dí, papá; ¿vamos á estar en este país mucho tiempo?

—Quizás estemos poco... quizás estaremos siempre.

—¿Y mámá?

—Ha muerto.

—¡Muerta!...

—Un agente de policía la dió un culatazo. ¿Oyes? un culatazo. Oyelo bien.

—¿Y de qué murió?

—El médico creyó que de una meningitis: un magistrado dijo que la había matado la rabia, y yo creo que murió de vergüenza... Porque nos avergüenzan... Ya lo sabes.

Un minuto de silencio.

—Oye, papá; ¿por qué bota la pelota?

—¿Por qué preguntas eso?

—Contéstame.

—Pues bien; al dar en el suelo se oprime el aire que hay dentro de la esfera de goma; este aire trata de recobrar su volumen primitivo, y este esfuerzo de reacción se efectúa en todos sentidos: la fuerza hacia abajo se neutraliza con la resistencia del suelo, y la que va hacia arriba puede con la pelota y la levanta en el aire... Y basta.

Otra pausa.

—Contesta, y no te incomodes

—Di.

—De modo que si la doy con mucho empuje botará mucho.

—Sí, hijo, sí.

—¿Y si la diese con mucha fuerza... con la fuerza de toda la pólvora que hay en Inglaterra?

—¿Qué es eso?

—Sí, papá; yo la empujo con todo mi cuerpo, y con toda esa fuerza...

—Pero entonces darías de bruces en tierra y te estrellarías.

—Bueno; me estrellaría, pero la pelota subiría mucho, mucho... ¿Hasta dónde?

—No sé.

—Subiría hasta el cielo; hasta donde está mamá.

—¿Qué dices, hijo?

—Calla, calla, papá. Ya ves que oía cuando me contaste lo del culatazo.


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1 pág. / 1 minuto / 51 visitas.

Publicado el 13 de enero de 2022 por Edu Robsy.

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