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Medicina Rústica

Silverio Lanza


Cuento


—Medita, Mariano, lo que me propones, y verás que es una infamia.

—¿Por qué, Silverio?

—¡Hombre de Dios! Si yo fuese médico, y fuese a reemplazarte en Navadebolos, siempre quedaría el hecho penable de que te reemplazaba para que te casases burlando a tu suegro, que es el alcalde del pueblo donde ejerces.

—¡Discutible!

—Además, quieres que vaya a reemplazarte no siendo yo médico, y esto es gravísimo.

—Di que no quieres contribuir a mi boda con Remedios, aunque sabes que su padre es rico, y que esta boda es necesaria porque estamos enamorados, y contamos con la madre, la señora alcaldesa, y con toda la familia, menos con don Remigio, porque se ha empeñado en casar a Remedios con el chico del tío Judas solamente para unir las dos lindes de la vereda por donde atajan los de Cuatezones cuando vienen a Navadebolos. Y no sabe el muy animal que, aunque are la vereda, y aunque cerque a una las dos tierras, le tirarán las tapias, abrirán dos boquetes, pasará por ellos la gente, pisarán el sembrado y los surcos, y reconstituirán la vereda los Cuatezones. Y don Remigio y Judas se quedarán más cuatezones que sus vecinos.

—¡Qué lástima!

—¡Sí que lo es! El domingo saldrá Remedios con su madre camino de un balneario que la he recomendado yo mismo a doña Rosalía, de acuerdo con ella y con mi novia. En la capital se hospedarán en casa del cura don Facundo, que es tío de Remedios, yo me hospedaré en una fonda, escribiremos a don Remigio, le ocultaremos el sitio donde estamos, y vendrán las negativas, las insistencias y la concesión y las amonestaciones.

—¡Un sainete que pudiera ser tragedia!

—Entonces es inútil que oigas a mi novia.

—¿La tienes escondida aquí?

—No, pero tengo de ella un retrato que te dedica, y una carta (que también firma su madre) pidiéndote que me complazcas en el favor que te pido.


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31 págs. / 55 minutos / 83 visitas.

Publicado el 11 de enero de 2022 por Edu Robsy.

El timo del inglés

Silverio Lanza


Cuento


Solo había una mesa desocupada en el vagón-comedor del tren expreso del Sur. A ella nos acercamos al mismo tiempo otro viajero y yo.

—Usted—le dije en francés, invitándole á que se sentase.

—Usted—me dijo en inglés, haciéndome la misma invitación.

Y nos sentamos ambos.

Se acerco el sirviente, y el inglés pidió once huevos cocidos y agua fresca.

¡Que extravagancia! pensé; y resuelto á aforar al inglés, y convencido de que á los ingleses solo se les coge siguiéndoles, pedí al mozo que me diese la lista de los postres. En ella estaba escrito á mano: «Nueces frescas españolas.»!Inagotable fantasía francesa!

Me trajeron las nueces y observe que los viajeros y los criados nos contemplaban con curiosidad: les pareceríamos dos locos.

El inglés vió las nueces, me miro, y con el indice de su mano derecha señalo al suelo. ¿Qué quería decirme? Supuse que me preguntaba si las nueces eran francesas, y en inglés le dije que eran españolas.

—¿Es usted inglés?

—No, señor; soy español. ¿Y usted?

—Yo soy de la tierra.

Aunque dicha en inglés, esta frase castellana indicaba que aquel sujeto era de la tierra donde estábamos.

—¡Ah! Es usted francés.

—No, señor, soy de la tierra; earth's man.

—Todos somos del polvo y á él volveremos.

—Iremos de encima de la tierra adentro de la tierra.

—Under ground (debajo de tierra) dijo el poeta.

—Necesito hablar con usted.

—Estoy á su disposición.

—¿Cuándo?

—Cuando usted guste.

—Digo que ¿Cuándo iremos debajo de tierra?

—Pues también cuando usted guste—dije con energía, creyendo que iba á proponerme un desafío aquel anciano.

—Yo soy Vault (5), es deber mío decírselo á usted.


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6 págs. / 11 minutos / 79 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Pisto Legislador

Silverio Lanza


Cuento


El tío Pelé arrienda una tierra al tío Melé, para que este la siembre de patatas; y Pisto (juris consultor del pueblo), en una pared de la taberna de Cisco, escribe con lápiz el contrato de la siguiente manera:

Asta 50 arrobas media quartiya por arroba

Asta 100 arrobas una idén idén

Caso que más á medias


* * *


El tío Melé coge 123 arrobas, y dice al tío Pelé:

—¿Quiere usted cobrar á dinero ó especie?

—A dinero.

—¿A cuánto las ponemos?

—A lo que esté.

—Se han medido á ocho perras arroba.

—Pues á eso.

—Pues luego traeré el dinero á la taberna.


* * *


Melé, ante Pisto y demás contertulios, entrega á Pelé 24 pesetas y 20 céntimos.

—¿Cuanto es mi cuenta?—pregunta Pelé á Pisto.

—Cuarenta y nueve pesetas con veinte céntimos.

—¿Por qué?—dice Melé.

—Porque en pasando de 100, se iba á medias: conque la mitad de 123 son 61 y media, que á 80 céntimos, valen 49 con 20.

—No, señor—replica Melé.—Se dijo que hasta 50 media cuartilla por arroba, ó sean seis arrobas y cuartilla; de 50 á 100, una cuartilla, ó sean 12 arrobas y media, y de 100 á 123, la mitad de las 23, ó sean 11 y media, conque todo suma 30 arrobas y cuartilla, que valen 24 pesetas y 20 céntimos.


* * *


Pelé y Melé han llegado á un acuerdo; han partido la diferencia, y le han dado dos bofetadas á Pisto para que no escriba leyes el que no sepa escribirlas.


* * *


¡Que cunda el ejemplo!


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1 pág. / 1 minuto / 38 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Cuento Inverosímil

Silverio Lanza


Cuento


Confúndete, pues, cuando te honran sin merecerlo, y procura hacer verdad lo que de ti creen los otros; y cuando lo merecieses, da la gloria á Dios que te dió aquéllo, porque te honran.

Fr. Luis de Granada.


Antón Perulero,
Cada cual atienda a su juego,
Y aquél que no atienda
Pagará una prenda.


En una población... aquí, donde yo señalo en el mapa, está el Gran Casino de Cherry-Cheeks.

Muy hermoso, con muchos dorados, muchas losas de mármol, muebles forrados de terciopelo, espejos altísimos, tocadores muy bien provistos de perfumes, un comedor ¡qué comedor! cuadras anchas y limpias, cocheras que parecen palacios, nada de escultura ni de pintura, en la biblioteca los tomos de la Gaceta, un diccionario geográfico, dos docenas de novelas estúpidas, cinco de novelas pornográficas y algunos periódicos.


Son las tres de la madrugada y Eduardo Lara, marqués de Valfermoso, se levanta de la mesa de baccarrat, le rodean sus amigos, y todos se sientan en el saloncito inmediato.

Se recuerdan y se comentan las jugadas raras. Hizo muy bien en pedir, porque ganó en el segundo teniendo el primero completamente perdido... Además les quitó un nueve para la jugada siguiente. Desde entonces quedó la suerte cambiada. El pobre Guerrero se había empeñado en abatir y no lo había conseguido, y Olot quería pedir con seis. Nada, que se habían vuelto locos...

Un dependiente del casino trajo en una bandeja de plata la cantidad ganada por el marqués; más de once mil pesetas.

A las diez de la mañana el marqués concluía de bañarse en casa de una de sus queridas, y ésta salió á la calle, incomodada, al parecer, con su amante, porque no le daba cuatro mil reales.


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7 págs. / 13 minutos / 100 visitas.

Publicado el 28 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

El Realismo Real

Silverio Lanza


Cuento


Dos cartas y un cuento

La pena es consecuencia fatal del delito. Dios perdona a los reos castigados por el Código; y los hombres hacen justicia porque no conocen con exactitud las leyes de la naturaleza.


Al enemigo que huye
puente de plata,
al que a traición ofende
traidor le mata.

Primera carta

San Francisco de California, á tantos de tantos de tantos.


Mi buen amigo Silverio: Estamos disgustadísimos contigo, porque hace seis meses que no nos escribes, y esto no está bien que lo hagas con unos amigos que tanto te quieren.

Margarita te recuerda constantemente, y consentiría que la volvieses á llamar Margot, con tal que estuvieses aquí y fueses el consejero de nuestro Enriquito, que ya tiene tres años.

Dice ella que tú sabes entretener á los niños y á los viejos, y supongo que también te ocuparía en entretenerme, porque mis sesenta y tres años, que han estado tan llenos de contrariedades, me agobian con su terrible pesadumbre, y daría los que me restan de vida á cambio de volverme joven. En fin, no quiero hablar más de esto, que tú adivinarás perfectamente.

Mis negocios van muy bien, aunque esto no sea Jauja; y si muero te suplico que vengas enseguida á ponerte al frente de mis asuntos.

Tengo una alegría muy grande que comunicarte, y es que vamos á tener otro chiquitín, que nos hacía mucha falta, porque siempre estábamos pensando qué sería de nosotros si perdiésemos á Enriquito, ¡no lo quiera Dios!

Margarita está de cinco meses, y tienes tiempo, si quieres, de venir á ser el padrino. ¿A que no te atreves?

He leído todos los libros que me enviaste, y todos te los agradezco, pero singularmente La Estátua, de nuestro querido Urrecha.

Es un libro admirable, que para mí es interesantísimo.


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4 págs. / 8 minutos / 57 visitas.

Publicado el 28 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

La Ausencia del Diablo

Silverio Lanza


Cuento


El antiguo casino tenia un salón cuya tertulia no olvidaré jamás.

Lo que voy á contar ocurría el año 187 en el saloncito indicado y en


Una noche de Enero tormentosa


como dice un poetilla que firma con mi nombre.

D. Manuel es hombre rico y culto. Gruñón. Está definido. Un hombre que gruñe solo se parece á sí mismo. Se había quedado soltero por no parecerle bien ninguna de las mujeres casaderas que había conocido. No tenia amistad íntima con nadie. Cambiaba de criados mensualmente. Renegaba de su cocinera y comía en la fonda. Maldecía de los restaurants y nos suplicaba le invitásemos á comer en nuestras casas.

Era el ave Cinglo; á todas partes llevaba el mal humor.

Sin tener color político era siempre de oposición para satisfacer la sed de gruñir á que le obligaba su carácter.

Una tarde me encontró en la calle.

—Gracias á Dios que le veo á V. vestido á la española. ¡Siempre de gabán! Esa capa le está á V. muy bien. Ustedes, por parecer franceses, hasta en eso.

Satisfecho del cumplido me embocé para dar mayor belleza á la prenda alabada. Pero al embozarme estornudó D. Manuel.

—Caramba. Ya podía V. tener más cuidado. Al menos con el gabán no hacía V. tanto viento.

Dichos estos antecedentes concedamos la palabra á D. Manuel.

—Señores: Villaverde no viene porque está rezando el rosario.

—¿De veras?

—Si, señores. Ahora se va á convertir. Mientras tanto estará su señora en casa de Sepúlveda cantando la romanza de Roberto.

—D. Manuel, tiene V. lengua de hacha.

—¿Por qué? ¿Por que digo las verdades?

—Sí, señor; por eso ó por lo otro.

—Pues mire V., bastantes disgustos tengo yo al cabo del día para que venga V. ahora á sermonearme.

—Quisiera yo saber los disgustos que V. tiene.

—¡Si le parecen á V. flojos! Con sólo el alza de estos días tengo bastante...


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5 págs. / 8 minutos / 51 visitas.

Publicado el 31 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

P. P. y W.

Silverio Lanza


Cuento


Durante mi vida no se ha cesado de criticar mi boda con Matea. Es de advertir que ésta fué mi sirvienta antes de ser mi esposa. Creo llegado el momento de dar algunas explicaciones acerca de este asunto.

En el día tal, del año tantos, me hallaba en la Exposición de Bellas Artes examinando con enojo una figura en mármol que había obtenido el primer premio sin tener cualidad alguna que mereciera tan gran distinción.

Hallábase á mi lado un venerable anciano de barba blanca. Comprendimos ambos, por nuestros respectivos gestos, que pensábamos de igual manera. Entonces empezamos á cruzar algunas palabras.

—Esto es atroz.

—De muy mal gusto.

—Esa cabeza no está en su sitio.

—Pero, además, repare V. que si empezase á andar esta estátua resultaría un Jacob cojo.

—¡Ah! ¿Representa á Jacob?

—Sí, señor.

—Entonces será Jacob después de encogérsele el endón.

—Buena ocurrencia.

—¿Usted es aficionado?

—Sí, señor.

—¿Acaso será esta su carrera?

—También es cierto.

—¿Es indiscreción preguntar á V. su nombre?

—No, señor. Me llamo Fulano de Tal.

—¡Hola! ¿Es V. el autor de la magnífica estátua que guarda el duque de Cuál?

—¿Lágrimas amargas?

—Esa.

—Sí, señor.

—Me felicito de este encuentro.

—Usted no debe ser del arte. Yo le conocería á usted.

—Soy un aficionado.

Seguimos hablando de esta manera, y salimos juntos de la Exposición. Él me invitó á subir á su coche, pero yo me negué resueltamente. Recordé lo mezquino de mi traje, y por no parecer su criado no quise figurarme su amigo. Entonces el caballero me dió su tarjeta y me suplicó le visitase. Se lo prometí así y nos despedimos.

El cartoncito decía: «Primitivo Dios.—Ventas del Espíritu-Santo.»


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7 págs. / 12 minutos / 39 visitas.

Publicado el 30 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

La Galatea

Silverio Lanza


Cuento


Con este nombre se conocen muchas obras literarias y dramáticas y no pocas tradiciones. No las citaré por no presumir de erudito.

Hace tiempo asistí á una de las representaciones que obtuvo una zarzuela española que alcanzó gran éxito. Cantaba una tiple que me produjo enojo. ¡Qué falta de mímica, de expresión y de voz! En fin, la ausencia del arte. Pero en una de las escenas, el galán, joven pescador, ofrece á la dama una preciosa joya. La metamorfosis fué completa.

Era de ver la actitud de aquella señora y eran de oír las purísimas notas que su garganta daba al aire.

Al salir del teatro recordé el cuento que voy á referir, cuento vulgarísimo que todos conocen y cuentan.

En una ciudad de Italia existía un escultor, asombro de las gentes, no sólo por sus talentos artísticos sino también por su fealdad física. Ambas cualidades se decía haberlas heredado de su padre el célebre Forgio.

Contrariado en sus empresas amorosas el tal Santino, resolvió hacerse una mujer á gusto suyo, empresa fácil para escultor tan insigne. La obra se terminó. Las timoratas gentes encontraron inmoral el asunto y el objeto, pero Santino les enseñó el texto de un soldado de Garibaldi que disculpa tales aficiones, y la hermosa mujer desnuda empezó á llamarla atención y al cabo se ofrecieron grandes sumas por aquellos contornos del mármol.

El artista empezó á adelgazar notablemente, luego se le oyó por las noches dar voces pidiendo á la estátua que correspondiese á sus caricias, después se le tuvo por loco.

Santino cerró el taller y empezó á vender las obras que tenía terminadas.


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1 pág. / 2 minutos / 52 visitas.

Publicado el 31 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

La Muerte de la Verdad

Silverio Lanza


Cuento


Fui un estúpido.

Quizás no.

Desde que tuve aquella pesadilla he cambiado de ideas.

Ya no encuentro gusto ni á la Federación ni al tabaco.

¡Horrible pesadilla!

No sé cómo me encontré en una larga tabla inclinada que unía la cumbre de una montaña con el fondo del valle. Me deslizaba con la rapidez de las revoluciones.

—¡Al valle! ¡Al valle! —gritaba yo.

—¡Al valle! ¡Al valle! —respondían detrás de mí.

Me separé de la tabla y me sostuve en el aire para ver quien me seguía, pero en un instante pasaron por delante de mí muchos miles de personas.

Después creí ver á un amigo que me debe dinero y poniéndome sobre la tabla me deslicé tras él.

—¡Al valle! ¡Al valle! —se gritaba por todas partes. Ya divisé al mal pagador, llegué á alcanzarle y me dispuse á cobrar.

¡Veintitrés reales no se deben perder! Volví la cabeza; detrás de mí venía mi vecina del entresuelo. Entonces grité á mi amigo. «¡No huyas! Todas las cantidades que me debes te las perdono.»

—¡Al valle! ¡Al valle!

Pero yo me separé de la tabla porque ví un ángel rubio que aguardaba en el espacio teniendo de la brida un caballo blanquísimo.

—¿Eres Dios? —me preguntó el ángel.

—Acaso lo sea.

—¿Eres el demonio?

—Lo he sido.

—A tí espero.

Y monté sobre aquel corcel más hermoso que el de Santiago. El ángel se sujetó á la cola del caballo, y como esto me pareciera poco elegante, dile orden de caminar delante de mí. Tampoco esto lo hallé bien, y entonces hice de él una brillante estrella y la coloqué en mi frente.

Hermosas mujeres, con rostros de serafines, cubrieron mi cuerpo y el de mi tordo.

Beatriz se posó en mis labios y el Dante puso sus espaldas para que mi caballo apoyase en ellas las pezuñas.


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10 págs. / 17 minutos / 69 visitas.

Publicado el 13 de enero de 2022 por Edu Robsy.

El Verdadero Timo del Entierro

Silverio Lanza


Cuento


La ponderación de fuerzas en el Ayuntamiento de Valdezotes traía pensativos al diputado, á los concejales y á los peores contribuyentes.

Con Riñones ó con Quedito; este era el problema. La solución fué elegir concejal y alcalde al tío Meterio, y nombrar al tío Quedito primer teniente, porque se avino á la solución. Riñones protestó indignado y se sentó á la izquierda.

Emeterio tenía cincuenta fanegas de tierra mala, un par de mulas malas, una casa mala y vieja, una mujer vieja y mala, y un hijo que era lo peor que Emeterio tenia.

La vara de alcalde lleno á la señá Niceta y á Tolico de satisfacción y de orgullo. Emeterio quedó asombrado y temeroso.

Se celebro la toma de posesión, y el día siguiente se hallaba enfermo el señor alcalde. Se llamó al medico de Zarzabronca, é hizo ante la familia y Quedito este diagnostico: «Pulmonía doble infecciosa con atonía del corazón, hipertrofia del hígado y congestión renal. Situación gravísima: conviene que se confiese y reciba los Santos Sacramentos. No se debe perder la esperanza; yo y la Ciencia tenemos recursos.»

Emeterio se quejaba rabiosamente, y Valdezotes se disponía á un caso extraordinario: á enterrar un alcalde. Quedito reunió al Cabildo municipal; hablo de la urgencia; recordó que la caja, los cirios, la música y las coronas estaban á nueve leguas de distancia, y se comisiono al síndico para que, en unión del secretario y de las caballerías necesarias, fuese á la ciudad y se trajese lo preciso para enterrar dignamente al primer alcalde que en Valdezotes moría mandando.

Al amanecer se había Emeterio descargado de los bollos, de las aves, del cordero, de la bebida y de todo lo que había ingerido el día de la toma de posesión. Y satisfecho de si mismo, porque había obrado bien, se durmió tranquilamente.


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Dominio público
1 pág. / 2 minutos / 112 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

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