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El Club de los Negocios Raros

Gilbert Keith Chesterton


Cuento


Las extraordinarias aventuras del comandante Brown

Se diría que Rabelais, o su fantástico ilustrador, Gustave Doré, han tenido algo que ver en la creación y trazado de los pisos de las casas de Inglaterra y Norteamérica. Hay algo verdaderamente gigantesco en la idea de economizar espacio amontonando unas viviendas sobre otras, con sus correspondientes puertas y fachadas. En el caos y la complejidad de estas calles perpendiculares puede ocultarse o sobrevenir cualquier cosa, y creo que es en una de ellas donde el curioso puede encontrar las oficinas de «El Club de los Negocios Raros». A primera vista podría creerse que semejante título tendría que interesar y chocar forzosamente al transeúnte, pero nada choca ni interesa en estas confusas y monstruosas colmenas. El transeúnte concentra la atención en su prosaico objetivo —la Agencia de Embarque de Montenegro o la Delegación londinense de «El Centinela de Rutland»— y se desliza por los oscuros pasillos de igual manera que se atraviesan los sombríos corredores de un sueño. Si los Thugs establecieran en uno de los grandes edificios de Norfolk Street una Compañía para el Asesinato de Extranjeros y colocaran en la oficina a un amable señor encargado de facilitar informes, podéis estar seguros de que nadie iría a pedirlos. Así pues, El Club de los Negocios Raros impera oculto en un gran edificio, como un fósil escondido en un gigantesco conglomerado de fósiles.


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146 págs. / 4 horas, 16 minutos / 324 visitas.

Publicado el 13 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Autobiografía

Gilbert Keith Chesterton


Biografía


I. Testimonio de oídas

Doblegado ante la autoridad y la tradición de mis mayores por una ciega credulidad habitual en mí y aceptando supersticiosamente una historia que no pude verificar en su momento mediante experimento ni juicio personal, estoy firmemente convencido de que nací el 29 de mayo de 1874, en Campden Hill, Kensington, y de que me bautizaron según el rito de la Iglesia anglicana en la pequeña iglesia de St. George, situada frente a la gran Torre de las Aguas que dominaba aquella colina. No pretendo que exista ninguna relación significativa entre ambos edificios y niego rotundamente que se eligiera aquella iglesia porque yo necesitara para convertirme en cristiano toda la energía hidráulica del oeste de Londres.


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349 págs. / 10 horas, 11 minutos / 377 visitas.

Publicado el 14 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Lo Que Está Mal en el Mundo

Gilbert Keith Chesterton


Ensayo, Filosofía


Dedicatoria

A C. F. G. Masterman
Miembro del Parlamento

Mi querido Charles:

Llamé originalmente a este libro Lo que está mal, y hubiera satisfecho a tu irónico carácter advertir el gran número de malentendidos que surgieron del uso del título. Alguna dama educada que me visitaba abrió mucho los ojos cuando yo comenté tranquilamente: «Esta mañana he estado haciendo “Lo que está mal”». Y un ministro de la Iglesia se agitó inquieto en su silla cuando le dije (así, cuando menos, fue como él lo entendió) que tenía que subir y seguir haciendo un rato lo que estaba mal, pero que volvería a bajar enseguida. De qué oculto vicio me acusaban en silencio no puedo adivinarlo, pero sé de lo que me acuso a mí mismo: de haber escrito un libro informe y poco adecuado, y de valor demasiado escaso para dedicártelo a ti. En lo que se refiere a la literatura, lo que está mal es este libro, sin duda.

Puede parecer el colmo de la insolencia ofrecer una composición tan alocada a quien ha escrito dos o tres de las visiones más impresionantes de los millones de bulliciosos pobladores de Inglaterra. Eres el único hombre vivo que puede hacer que el mapa de Inglaterra hormiguee de vida; un logro de lo más espeluznante y envidiable. ¿Por qué entonces habría de molestarte yo con un libro que, aun cuando logre su objetivo (cosa espantosamente improbable), no puede ser sino un sonoro galopar de teoría?


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187 págs. / 5 horas, 28 minutos / 515 visitas.

Publicado el 14 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Fábulas Literarias

Tomás de Iriarte


Fábula


I. El Elefante y otros animales

(Ningún particular debe ofenderse de lo que se dice en común.)

Allá, en tiempo de entonces,
Y en tierras muy remotas,
Cuando hablaban los brutos
Su cierta jerigonza,
Notó el sabio Elefante
Que entre ellos era moda
Incurrir en abusos
Dignos de gran reforma.
Afeárselos quiere,
Y a este fin los convoca.
Hace una reverencia
A todos con la trompa,
Y empieza a persuadirlos
En una arenga docta,
Que para aquel intento
Estudió de memoria.
Abominando estuvo
Por más de un cuarto de hora
Mil ridículas faltas,
Mil costumbres viciosas:
La nociva pereza,
La afectada bambolla,
La arrogante ignorancia,
La envidia maliciosa.

Gustosos en extremo,
Y abriendo tanta boca,
Sus consejos oían
Muchos de aquella tropa:
El Cordero inocente,
La siempre fiel Paloma,
El leal Perdiguero,
La Abeja artificiosa,
El Caballo obediente,
La Hormiga afanadora,
El hábil Jilguerillo,
La simple Mariposa.

Pero del auditorio
Otra porción no corta,
Ofendida, no pudo
Sufrir tanta parola.
El Tigre, el rapaz Lobo
Contra el censor se enojan.
¡Qué de injurias vomita
La Sierpe venenosa!
Murmuran por lo bajo,
Zumbando en voces roncas,
El Zángano, la Avispa,
El Tábano y la Mosca.
Sálense del concurso,
Por no escuchar sus glorias,
El Cigarrón dañino,
La Oruga y la Langosta.
La Garduña se encoge,
Disimula la Zorra,
Y el insolente Mono
Hace de todo mofa.

Estaba el Elefante
Viéndolo con pachorra,
Y su razonamiento
Concluyó en esta forma:
"A todos y a ninguno
Mis advertencias tocan:
Quien las siente, se culpa;
El que no, que las oiga."


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Dominio público
43 págs. / 1 hora, 16 minutos / 286 visitas.

Publicado el 15 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

La Interpretación de los Sueños

Artemidoro


Ensayo


Libro I

Proemio: Artemidoro saluda a Casio Máximo

Muchas veces me sentí impulsado a emprender el presente trabajo y siempre me detuve «no porque cediese por pereza o por insensatez» como dice el poeta, sino porque me sobrecogía, en particular, la magnitud y la multiplicidad de las cuestiones que en él se plantean y porque temía las críticas adversas de aquellas personas que o bien sostienen cuanto afirman por estar convencidas de que la mántica no existe y tampoco la providencia divina, o bien se entregan a prácticas y disquisiciones de otra índole. Mas ahora la demanda existente —que reviste caracteres de necesidad por los beneficios que deparará, tanto a nosotros mismos como a los que vengan después— me incitó a no demorar ni a dar largas al asunto, sino a redactar un escrito con aquellos conocimientos de los que tengo una cabal comprensión, tras haberlos adquirido de una forma empírica. En verdad, considero que, gracias a tal iniciativa, alcanzaré dos objetivos: primero, oponerme, de una forma leal y con un cúmulo de argumentos fuera de lo corriente, a los que intentan suprimir la propia mántica y sus distintas variantes, trayendo a colación públicamente la experiencia y el testimonio de los resultados, los cuales bastarían para hacer frente a todos los hombres; y, en segundo lugar, establecer una terapéutica salvadora en vez del error para los que se sirven de la adivinación, pero son engañados por no encontrar unas doctrinas rigurosas sobre esta materia y, en consecuencia, corren el riesgo de despreciarla y de apartarse de ella.


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293 págs. / 8 horas, 33 minutos / 185 visitas.

Publicado el 17 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Sobre la Libertad

John Stuart Mill


Filosofía, Política


El gran principio, el principio culminante, al que se dirigen todos los argumentos contenidos en estas páginas, es la importancia absoluta y esencial del desenvolvimiento humano en su riquísima diversidad.

Esfera y deberes del gobierno (Wilhelm von Humboldt)

Dedico este volumen a la querida y llorada memoria de quien fue su inspiradora y autora, en parte, de lo mejor que hay en mis obras; a la memoria de la amiga y de la esposa, cuyo vehemente sentido de la verdad y de la justicia fue mi más vivo apoyo y en cuya aprobación estribaba mi principal recompensa.

Como todo lo que he escrito desde hace muchos años, esta obra es suya tanto como mía, aunque el libro, tal como hoy se presenta, no haya podido contar más que en grado insuficiente con la inestimable ventaja de ser revisado por ella, pues algunas de sus partes más importantes quedaron pendientes de un segundo y más cuidadoso examen que ya no podrán recibir.

Si yo fuera capaz de interpretar la mitad solamente de los grandes pensamientos y de los nobles sentimientos que con ella han sido enterrados, el mundo, con mediación mía, obtendría un fruto mayor que de todo lo que yo pueda escribir sin su inspiración y sin la ayuda de su cordura casi sin rival.


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148 págs. / 4 horas, 20 minutos / 538 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

La Esclavitud Femenina

John Stuart Mill


Filosofía


Prólogo

Hallábame en Oxford el año pasado mientras celebraba sus sesiones la Asociación británica para el adelanto de la cultura, y entre los contados estudiantes que aún quedaban, topé con un inglés, hombre de buen entendimiento, de esos a quienes se les habla sin ambajes. Llevóme por la tarde al nuevo Museo, henchido de ejemplares curiosos; allí se dan series de lecciones, se prueban nuevos aparatos; las señoras asisten y se interesan por los experimentos, y el último día, llenas de entusiasmo, cantaron el God save the queen. Admiraba yo aquel celo, aquella solidez mental, aquella organización científica, aquellas subscripciones voluntarias, aquella aptitud para la asociación y el trabajo, aquel vasto mecanismo que tantos brazos impulsan, tan adecuado para acumular, contrastar y clasificar los hechos. Y, sin embargo, en medio de la abundancia noté un vacío: al leer las reseñas y actas, pareciéronme las de un congreso fabril; ¡tantos sabios reunidos sólo para verificar detalles y trocar fórmulas! Creía yo escuchar a dos gerentes que discuten el curtido de la suela o el tinte del algodón: faltaban las ideas generales…

»Quejéme de esto a mi amigo el inglés, y, a la luz de la lámpara, en medio del alto silencio nocturno que envolvía a la ciudad universitaria, los dos indagábamos la razón del fenómeno.


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157 págs. / 4 horas, 36 minutos / 207 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Quince Días en el Desierto Americano

Alexis de Tocqueville


Viajes, Historia


Una de las cosas que más excitaba nuestra curiosidad al venir a Norteamérica era recorrer los confines de la civilización europea y, si el tiempo nos lo permitía, visitar incluso algunas de las tribus indias que han preferido huir hacia las soledades más salvajes a plegarse a lo que los blancos llaman «las delicias de la vida social». Pero hoy en día llegar hasta el desierto es más difícil de lo que se cree. Habíamos salido de Nueva York y, a medida que avanzábamos hacia el Noroeste, el objetivo de nuestro viaje parecía alejarse cada vez más. Recorríamos lugares célebres en la historia de los indios, atravesábamos valles a los que habían dado nombre, cruzábamos ríos que aún llevan el de sus tribus, pero, en todas partes, la choza del salvaje había dado paso a la casa del hombre civilizado; los bosques habían sido arrasados, la soledad cobraba vida.

Sin embargo, parecíamos seguir el rastro de los indígenas.

—Diez años atrás —nos decían— estaban aquí; allá, hace cinco años; más allá, hace dos.

—En aquel lugar, donde se alza la iglesia más hermosa del pueblo —nos contaba uno—, tiré abajo el primer árbol del bosque.

—Aquí —nos contaba otro— estaba el gran consejo de la Confederación de los Iroqueses.

—¿Y qué ha pasado con los indios? —decía yo.

—Los indios —proseguía nuestro anfitrión— se han ido más allá de los Grandes Lagos, ¡quién sabe dónde! Es una raza que se extingue; no están hechos para la civilización: ella los mata.


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64 págs. / 1 hora, 52 minutos / 394 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu

Maurice Joly


Diálogo, Política


Una simple advertencia


Percibiríamos muy pronto una espantosa
calma, durante la cual todo se aliaría en contra
de la potencia que vulnera las leyes.
Cuando Sila que quiso devolver a Roma su
libertad, ésta no pudo ya recibirla.

Montesquieu, El Espíritu de las Leyes
 

Tiene este libro rasgos que pueden adjudicarse a cualquier gobierno; no obstante, su intención es más precisa: personifica en particular un sistema político cuyos procederes han sido invariables desde el día nefasto ¡hay¡, excesivamente lejano, de su entronización.

No es este un libelo ni una sátira; el sentir de los pueblos modernos es demasiado civilizado como para soportar crudas verdades sobre política contemporánea. La duración sobrenatural de algunos acontecimientos históricos está, por demás, destinada a corromper a la honestidad misma; pero la conciencia pública sobrevive aún, y llegará el día en que el cielo se decidirá a intervenir en la contienda que hoy se alza contra él.

Se aprecian mejor algunos hechos y principios cuando se los contempla fuera del marco habitual en que se desarrollan ante nuestros ojos. Algunas veces, un simple cambio del punto de vista óptico aterra la mirada.

Aquí, todo lo presentamos en forma de ficción; sería superfluo revelar anticipadamente la clave. Si el libro tiene una finalidad, si encierra una enseñanza, es preciso que el lector la comprenda, no que le sea explicada. Por otra parte, no estará exenta su lectura de frecuentes y vivas diversiones; no obstante, es preciso proceder con lentitud, como conviene que se lean los escritos que no son frivolidades.


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178 págs. / 5 horas, 11 minutos / 167 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Ensayo Sobre el Origen de las Lenguas

Jean-Jacques Rousseau


Ensayo


I. De los diversos medios de comunicar nuestros pensamientos

La palabra distingue al hombre entre los animales: el lenguaje distingue a las naciones entre sí; sólo se sabe de dónde es un hombre hasta que ha hablado. El uso y la necesidad hacen aprender a todos la lengua de su país; pero ¿qué hace que esa lengua sea la de su país y no la de otro? Para decirlo, es preciso remontarse a alguna razón concerniente a lo local, y que sea anterior a las costumbres mismas: por ser la primera institución social, la palabra sólo debe su forma a causas naturales.

Tan pronto como un hombre fue reconocido por otro como un ser sensible, pensante y similar a él, el deseo o la necesidad de comunicarle sus sentimientos y sus pensamientos lo llevó a buscar los medios apropiados para ello. Tales medios sólo pueden sacarse de los sentidos, únicos instrumentos por los que puede un hombre actuar sobre otro. De ahí, pues, la institución de los signos sensibles para expresar el pensamiento. Los inventores del lenguaje no se hicieron este razonamiento, pero el instinto les sugirió su consecuencia.

Los medios generales por los que podemos actuar sobre los sentidos de otros se limitan a dos, a saber: el movimiento y la voz. La acción del movimiento es inmediata por el tacto o mediata por el gesto: la primera, cuyo límite es la longitud del brazo, no puede transmitirse a distancia, pero en cambio la otra alcanza tan lejos como el radio visual. Por ello solamente quedan la vista y el oído como órganos pasivos del lenguaje entre los hombres dispersados.


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56 págs. / 1 hora, 39 minutos / 1.334 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

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