El Oso Clown
Javier de Viana
Cuento
Los salones del chalet parecían incendiados con la multitud de ampollas eléctricas. La luz, saliendo en ráfagas por las ventanas, bañaba con su claridad la campaña dormida, asustando a los pájaros que descansaban en sus humildes casitas de pajas y briznas.
Matías, en el colmo del desgano, se había dejado caer sobre un sofá turco en la salita semi a obscuras, y semi dormía y semi soñaba, contemplando a través de los cristales del ventanal, la llanura que iba paulatinamente emblanqueciendo con la helada.
Los sones de la orquesta que desde el inmediato salón de baile llegaban hasta él, antojábansele ayes quejumbrosos de sus esperanzas maloeradas, de sus ideales abandonados en un instante de abominable cobardía.
—¡Cuánta miseria en medio de tanto lujo! ¡Cuánta tristeza disimulada con la alegría artificial de las luces, de las músicas y de las risas!
Todo falso, todo farsa, Todo falso, todo farsa, desde el ambiente cálido, mientras afuera la naturaleza temblaba de frío, hasta las flores erguidas sobre peciolos de acero, desde el sentimiento de un violín mercenario, hasta los rostros maquillados de las damas y las amables sonrisas de los hombres.
Todo mentira, todo falso, todo farsaico: las armonías y los perfumes y los colores y las sonrisas...
Anonadado, Matías empezó a inventariar su existencia.
Recordó su juventud penosa, pero alegre; los años de bohemia, de penurias alegremente soportadas en la estrecha comunidad de amigos unidos por múltiples lazos.
Después, la dispersión. De los miembros de la pequeña tribu, éste se alcanzó su título de médico, el otro el de abogado, aquel de ingeniero, otro se incrustó en la burocracia, alguno ascendió en el rápido aeroplano de la política, y más de uno resolvió el problema de la vida con un matrimonio ventajoso.
Llegó a quedar solo, con sus ensueños improductivos, con sus ideales estériles,
Dominio público
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Publicado el 19 de agosto de 2025 por Edu Robsy.