Textos por orden alfabético inverso publicados por Edu Robsy | pág. 7

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editor: Edu Robsy


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Visita a los Lugares Colombinos

Washington Irving


Diario, viajes, crónica


Este extracto de su diario, traducido al español, es parte de lo anotado los días 12 y 14, y todo lo anotado el 13 de agosto de 1828.

El testimonio de este viajero romántico, refleja la vida cotidiana en los lugares colombinos (Moguer y Palos de la Frontera) del año 1828. Washington Irving fue a España para conocer sobre todo Andalucía, cuyas costumbres y formas de vida le fascinaron. Cuando escribe este relato en su diario reside en Sevilla y se acerca con el deseo de conocer los lugares en los que se gestó la aventura descubridora.

Martes, 12 de agosto de 1828

(...)


Justo después de atardecer llegamos a Moguer. Esta pequeña ciudad, de momento aún conserva dicha categoría, está situada a una legua más o menos de Palos, de donde, según me han dicho, ha ido gradualmente absorbiendo o todos sus habitantes más importantes, de entre ellos a la familia de los Pinzones.

Tan alejado está este pequeño lugar de la alborotada y bulliciosa ruta de los viajeros y tan falto de lo ostentación y de las vanaglorias de este mundo, que mi calesa, al tintinear ruidosamente por sus estrechas y mal pavimentadas calles, causó una gran sensación; los chiquillos corrían y gritaban a su lado, asombrados con los llamativos adornos de estambre y bronce, mirando con reverencia al importante visitante que llegaba en tan suntuoso vehículo.


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Dominio público
20 págs. / 35 minutos / 116 visitas.

Publicado el 24 de enero de 2023 por Edu Robsy.

Visiones de la Noche

Ambrose Bierce


Cuento


Tengo la convicción de que el don de los sueños es un valioso obsequio literario, pues si con alguna técnica aún no descubierta pudiéramos captar, fijar y utilizar las insólitas imágenes que proporciona, tendríamos una literatura «muy por encima de lo corriente». Del mismo modo que los animales adiestrados adquieren nuevas capacidades y aptitudes, ese don podría mejorarse sensiblemente una vez capturado y domesticado. Con ello, doblaríamos las horas productivas y realizaríamos nuestra más fructífera labor mientras dormimos. Pero, incluso en las condiciones actuales, el mundo de los sueños es un terreno que produce rentas, tal y como demuestra «Kubla Khan».

¿Y qué es el sueño? Pues una desordenada disposición de recuerdos inconexos, una embrollada sucesión de pensamientos que una vez estuvieron presentes en la conciencia insomne. Es una resurrección de todos los muertos en tropel (pasados y recientes, justos e injustos) que, emergiendo de sus tumbas resquebrajadas «con las mismas ropas que llevaban en vida», corren desordenadamente para conseguir una audiencia del director de todo ese baile mientras se desgarran los vestidos unos a otros. Pero, ¿es que realmente hay un director? En absoluto; el que debía serlo renunció a su autoridad y la masa se ha apoderado de su voluntad. Murió, pero no resucita con los demás; su capacidad de juicio y de sorpresa ha desaparecido. Puede sentir dolor y alegría, terror y atracción, pero no asombro. Lo monstruoso, absurdo y antinatural se convierte entonces en sencillo, correcto y razonable. Ni lo ridículo divierte ni lo imposible desconcierta. El único poeta verdadero que encontramos es, pues, el soñador; en él «la imaginación es compacta».


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6 págs. / 12 minutos / 102 visitas.

Publicado el 26 de julio de 2016 por Edu Robsy.

Visión del Baluarte

Hans Christian Andersen


Cuento infantil


Es otoño. Estamos en lo alto del baluarte contemplando el mar, surcado por numerosos barcos, y, a lo lejos, la costa sueca, que se destaca, altiva, a la luz del sol poniente. A nuestra espalda desciende, abrupto, el bosque, y nos rodean árboles magníficos, cuyo amarillo follaje va desprendiéndose de las ramas. Al fondo hay casas lóbregas, con empalizadas, y en el interior, donde el centinela efectúa su monótono paseo, todo es angosto y tétrico; pero más tenebroso es todavía del otro lado de la enrejada cárcel, donde se hallan los presidiarios, los delincuentes peores.

Un rayo del sol poniente entra en la desnuda celda, pues el sol brilla sobre los buenos y los malos. El preso, hosco y rudo, dirige una mirada de odio al tibio rayo. Un pajarillo vuela hasta la reja. El pájaro canta para los buenos y los malos. Su canto es un breve trino, pero el pájaro se queda allí, agitando las alas. Se arranca una pluma y se esponja las del cuello; y el mal hombre encadenado lo mira. Una expresión más dulce se dibuja en su hosca cara; un pensamiento que él mismo no comprende claramente, brota en su pecho; un pensamiento que tiene algo de común con el rayo de sol que entra por la reja, y con las violetas que tan abundantes crecen allá fuera en primavera. Luego resuena el cuerno de los cazadores, melódicos y vigorosos. El pájaro se asusta y se echa a volar, alejándose de la reja del preso; el rayo de sol desaparece, y vuelve a reinar la oscuridad en la celda, la oscuridad en el corazón de aquel hombre malo; pero el sol ha brillado, y el pájaro ha cantado.

¡Segan resonando, hermosos toques del cuerno de caza! El atardecer es apacible, el mar está en calma, terso como un espejo.

La aguja de zurcir

Érase una vez una aguja de zurcir tan fina y puntiaguda, que se creía ser una aguja de coser.


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4 págs. / 8 minutos / 117 visitas.

Publicado el 4 de julio de 2016 por Edu Robsy.

Visión de Oro

Javier de Viana


Cuento


Al llegar al límite del campo, antes de pasar la última portada, don Patricio desmontó y púsose a contemplar dolorosamente la comarca.

La masa rugosa del cerro Calvo aparecía al frente; a sus plantas, junto a un regato, un gran molle alzaba su cabellera azulada; más arriba, en la faz lampiña de la gran mole granítica y luego en los picos sucesivos, y en las ramazones de las «talas» y de las «espinas de cruz», y de los «sombra de toro», y más lejos todavía, en las suaves curvas de las lomas y en la tranquila superficie de la «laguna gaucha», enceguecía el mismo resplandor azul, como si en todas partes se reflejase el inmenso toldo azul caldeado por el sol de Enero.

¡Todo azul!.... Una lluvia suave y alegre de luz azul, que era como un regocijo, como una promesa de infalibles recompensas para los que aman, creen y esperan, varones fuertes frente a la tierra pródiga. Y luego vendría el sol de la tarde,y todo resplandecería con el baño de orgullo glorioso; hebras de oro en las flechillas de las colinas; oro macizo en las asperezas rocosas; oro líquido en las lagunas; arborescencias de oro, flores de oro, reflejos dorados hasta en los lomos del laborioso caballo, hasta en la frente del buey venerable, hasta en los flancos inflados de la res fecunda. ¡Todo oro!... El oro regio, el oro coronario, el oro cobrizo, el placer del cuerpo y el deleite del alma, el triunfo, el fruto del árbol de la vida, el fruto conquistado con rudos afanes, el fruto ganado brava y noblemente!...

Insaciable en su contemplación, los labios entreabiertos, los brazos apoyados sobre el recado, nublado el rostro por una mortal tristeza, el viejo paisano esperaba la presentación del maravilloso espectáculo.

Lentamente iba descendiendo el sol y a medida que bajaba, las tintas azules cedían el puesto al esmalte dorado.


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Dominio público
2 págs. / 4 minutos / 19 visitas.

Publicado el 8 de enero de 2023 por Edu Robsy.

Visión de Carlos XI

Prosper Mérimée


Cuento


La gente se burla de las visiones y de las apariciones sobrenaturales. Sin embargo, algunas cuentan con tal cantidad de testimonios a su favor, que el que se niegue a creerlas se verá obligado, para mostrarse consecuente, a rechazar de plano todos los testimonios históricos.

Lo que garantiza la autenticidad del hecho que voy a relatar es el sumario de una causa avalado por las firmas de cuatro testigos dignos de crédito. Añadiré que la predicción contenida en este sumario era conocida y citada mucho antes que unos acontecimientos recientemente ocurridos le hayan dado, como parece, cumplimiento.

Carlos XI, padre del famoso Carlos XII, fue uno de los monarcas más despóticos y sagaces que ha tenido Suecia. Restringió los monstruosos poderes de la nobleza, abolió el poder del Senado y dictó leyes emanadas de su propia autoridad; en una palabra, cambió la Constitución del país, que antes de su ascensión al trono era oligárquica, y obligó a los Estados a confiarle la autoridad absoluta. Era, por otra parte, un hombre inteligente, valeroso, muy adicto a la religión luterana, de un carácter inflexible, frío, práctico y enteramente desprovisto de imaginación.

Acababa de perder a su esposa Ulrique Eléonore. Aunque se dice que la dureza con que trataba a la princesa provocó su temprana muerte, la apreciaba, y su fallecimiento le afectó mucho más de lo que podía esperarse de un corazón tan seco como el suyo. A partir de aquel acontecimiento, se mostró más sombrío y taciturno que nunca, y se entregó al trabajo con un encarnizamiento que revelaba una imperiosa necesidad de apartar de su mente las ideas penosas.


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7 págs. / 13 minutos / 64 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Visión Agorera

Joaquim Ruyra


Cuento


No puedo imaginar qué hora sería, ni asegurara encontrarme en noche o madrugada, pero se me antojaba que me había levantado poco tiempo ha. Una modorra singular, pesada, morbosa, entorpecía mi cerebro. Al mismo tiempo experimentaba yo algún disgusto muy hondo, alguna pena abrumadora, más érame imposible recordar sus causas. Nada, ni un mezquino detalle estaba presente en mi memoria. En vano me esforzaba en escudriñar las obscuridades de mi imaginación, buscando alguna remembranza aun no totalmente evaporada. Fue inútil. Sólo alcanzaba aumentar mi frenesí, mi honda amargura.

El día estaba triste. Abovedaba el cielo un nubarrón gris obscuro, que transmitía avaramente una claridad mortecina.

Me vino la sospecha de que estaría nevando y para cerciorarme salí a la ventana, y derramé al exterior la mirada de mis ojos turbios. Largo rato hube de parpadear antes de convencerme de que no había nieve por ninguna parte. Mis percepciones eran sordas y penosas. Permanecí allá, contemplando la negrura de las selvas que se extendían delante de mí, y dije a mis adentros: «Son los bosques de Montnegre… ¡Ah! ¡me encuentro en el más!» Y como si no estuviese muy seguro repetí en voz alta: «Sí, sí… me encuentro en el más Sábat».

Imaginando que tal vez la soledad me impresionaba, anduve en busca de seres humanos. Entré en la cocina; una cocina espaciosa, negra, ahumada, de piso agreste y altísimo techo de cañas tiznadas. Allí, bajo el ancho vuelo acampanado del hogar, vi sentados en el banco al masovero y la masovera, con los brazos doblados sobre el pecho sin decir palabra, graves, cabizbajos y devorados por yerta amarillez. Por el movimiento casi imperceptible de sus labios comprendí que rezaban. ¿Sería huella de lágrimas la claridad que serpenteaba por las facciones de la masovera? Allí cundía un desusado quebranto, que yo sentía también aunque no recordase el motivo.


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3 págs. / 6 minutos / 111 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Violet

Katherine Mansfield


Cuento


«Hallé una virginal criatura
Que plañía tristemente...»
 

Hay un refrán inglés, muy untuoso y exasperante, según el cual «no hay nube que no esté por dentro revestida de plata». ¿Qué consuelo puede encontrar quien, empapándose hasta las cejas en las nubes, medite sobre su revestimiento interno, y qué ingrato marchamo de tarjeta postal ilustrada viene esto a estampar sobre la tragedia de cada cual, al convertirla en una cursilería de a medio penique, con una luna en el ángulo izquierdo, pretenciosa como una monedita de plata? Y sin embargo, como la mayoría de las cosas exasperantes y untuosas, el proverbio encierra una gran verdad. El revestimiento, se me mostró al despertar tras de mi primera noche en la pensión Séguin, cuando vi por encima del almohadón de plumas una estancia tan resplandeciente de sol, como si todos los rubicundos querubes del cielo se hubiesen puesto a volcar sobre la tierra amarillentas florecillas. «Qué fantasía más encantadora —me dije—. Cuánto más bonita que el proverbio. Viene a ser como un día de campo con Katherine Tynan.»

Y, como en un cuadro, me vi a su lado, cogiendo de manos de una mujer coloradota con un inmenso y abultado mandilón, sendos vasos de leche, mientras discutíamos sobre las rotundas verdades de los refranes frente a las falacias de los juguetones querubes. Pero en este caso hipotético yo me pondría de parte de los proverbios.


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7 págs. / 13 minutos / 61 visitas.

Publicado el 9 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Viola Acherontia

Leopoldo Lugones


Cuento


Lo que deseaba aquel extraño jardinero, era crear la flor de la muerte. Sus tentativas remontaban á diez años, con éxito negativo siempre, porque considerando al vegetal sin alma, ateníase exclusivamente á la plástica. Injertos, combinaciones, de todo había ensayado. La producción de la rosa negra ocupóle un tiempo; pero nada sacó de sus investigaciones. Después le interesaron las pasionarias y los tulipanes, con el único resultado de dos ó tres ejemplares monstruosos, hasta que Bernardin de Saint-Pierre le puso en el buen camino, enseñándole cómo puede haber analogías entre la flor y la mujer encinta, supuestas ambas capaces de recibir por “antojo” imágenes de los objetos deseados.

Aceptar este audaz postulado, equivalía á suponer en la planta un mental suficientemente elevado para recibir, concretar y conservar una impresión; en una palabra, para sugestionarse con intensidad parecida á la de un organismo inferior. Esto era, precisamente, lo que había llegado á comprobar nuestro jardinero.

Según él, la marcha de los vástagos en las enredaderas, obedecía á una deliberación seguida por resoluciones que daban origen á una serie de tanteos. De aquí las curvas y acodamientos, caprichosos al parecer, las diversas orientaciones y adaptaciones á diferentes planos, que ejecutan las guías, los gajos, las raíces. Un sencillo sistema nervioso presidía esas obscuras funciones. Había también en cada planta su bulbo cerebral y su corazón rudimentario, situados respectivamente en el cuello de la raíz y en el tronco. La semilla, es decir el ser resumido para la procreación, lo dejaba ver con toda claridad. El embrión de una nuez tiene la misma forma del corazón, siendo asaz parecida al cerebro la de los cotiledones. Las dos hojas rudimentarias que salen de dicho embrión, recuerdan con bastante claridad dos ramas bronquiales cuyo oficio desempeñan en la germinación.


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6 págs. / 11 minutos / 86 visitas.

Publicado el 16 de julio de 2021 por Edu Robsy.

Viñetas del Sardinero

José Ortega Munilla


Cuento


I. A través de Castilla

(Paisajes)

Santander (junio del 80).

La selección natural explica muchos fenómenos de la vida del hombre. Los partidos se forman de esa manera, colocando a la derecha los linfáticos, a la izquierda los nerviosos, de donde resultan los conservadores y los fusionados. En el teatro, cada noche de estreno se libra una batalla entre los partidos literarios que por selección natural también se reparten las opiniones. Llega el desenlace, muere, como es de reglamento ahora, el inocente a manos del traidor, y uno dice clavando las uñas en los brazos de su butaca:

—¡Qué picardía!

Mientras otro dice, apartando los ojos de la escena con desdén:

—¡Qué tonterías!

El primero es nervioso; el segundo linfático.

Pues bien: las gentes que ahora se marchan de Madrid, anticipándose al verano natural, en busca de un fresco que aún no ha faltado realmente a los cortesanos, son todos ellos seres nerviosos, llenos de impaciencia, gobernados por el capricho, que no tienen paciencia para aguardar los sucesos, quiero decir, los calores, y salen en busca del mar.

De este efecto de la selección natural, resulta que los primeros trenes del verano son el bagaje de los que padecen ataques de nervios, convulsiones y desmayos; de las señoritas que se asustan cada vez que silba la máquina, de los muchachos que esperan ver rodeado de bandidos el wagon a cada momento. Trenes de donde salen gritos de espanto, exclamaciones de admiración frente a un panorama bello, maldiciones a la ignorancia humana, que sólo ha inventado hasta ahora esas carretas de vapor, guiadas por el dios del descarrilamiento, que se llaman locomotoras; y una serie de «¡ah! ¡oh! ¡uf!» que contiene toda la gama de las interjecciones posibles.


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Dominio público
129 págs. / 3 horas, 46 minutos / 102 visitas.

Publicado el 21 de abril de 2019 por Edu Robsy.

Vindicación

Roberto Payró


Cuento


I

Jorge estaba persuadido de que una literata no era una mujer como todas las demás, pero buscaba la ocasión de convencerse de ello. Casualmente, por aquellos dias conoció en cierta tertulia á la señora de Palmares, una de esas mujeres prodigios, que reunen al talento de un hombre la belleza de un ángel, y que, como lo supiera amante y hasta cultivador de las letras, habíale rogado la visitara. El joven prometiólo, con gozo, disponiéndose á descubrir su misterio, como el lo llamaba, para lo cual se proponía visitarla en la primera oportunidad.

En cuanto á ella, tenía dos notoriedades bien distintas: la de sus escritos y la de sus costumbres. La una excelente, la otra mala. Se decía de ella cosas horribles: engañaba á todo el mundo; gustaba de abrazar al felicitarlos, por supuesto —á los literatos jóvenes; cambiaba de amantes como de dias la semana y como de fechas el mes; nunca se mostró reácia á ningún galanteo; y por fin dió márgen á que cierto francesito disgustado, ignoro por qué —la llamara epigramáticamente: Madame Tout-le-monde... A decir verdad, no faltan personas bondadosas que digan aun hoy que mucho de eso es cuento; pero como es imposible —ó por lo menos difícil— poner la cuestión en tela de juicio, lo mejor es dejarla para otra oportunidad.

Por otra parte, Soledad Palmares, era una mujer más que bella, divina. Cierto que carecía de esa hermosura indecisa de las vírgenes adolescentes: no era la mañana, pero en cambio era el medio dia con todos sus magníficos resplandores. Fernandez Espiro pudiera —él solo— retratar sus ojos negros, en que hay aún:


«resplandor de luna
mezclado á rayos de sol...»
 


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Dominio público
8 págs. / 14 minutos / 42 visitas.

Publicado el 28 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

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