El Pequeño Patriota Paduano
Edmundo de Amicis
Cuento infantil
Dominio público
2 págs. / 3 minutos / 222 visitas.
Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
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Dominio público
2 págs. / 3 minutos / 222 visitas.
Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
El capitán y casi todos los marineros eran ingleses. Entre los pasajeros se encontraban varios italianos: tres caballeros, un sacerdote y una compañía de músicos.
El buque iba a la isla de Malta. El tiempo estaba borrascoso.
Entre los viajeros de tercera clase a proa se contaba un muchacho italiano, de doce años aproximadamente, pequeño para su edad, pero robusto: un hermoso rostro de siciliano, audaz y severo. Estaba solo, cerca del palo trinquete, sentado sobre un montón de cuerdas, al lado de una maletilla usada que contenía su equipaje, y sobre la cual se apoyaba.
Tenía el rostro moreno y el cabello negro y rizado, que casi le caía sobre la espalda. Estaba vestido pobremente, con una manta destrozada sobre los hombros y una vieja bolsa de cuero colgada.
Miraba a su alrededor pensativo, a los pasajeros, al barco, a los marineros que pasaban corriendo y al inquieto mar.
Dominio público
5 págs. / 10 minutos / 153 visitas.
Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
Llovía y hacía viento. Federico y la abuela, todavía levantados, estaban en el cuarto donde comían, entre el cual y el huerto había una habitación llena de muebles viejos. Federico había vuelto a casa a las once, después de pasar fuera muchas horas; la abuela le había esperado con los ojos abiertos, llena de ansiedad, clavada en un ancho sillón de brazos, en el cual solía pasar todo el día y frecuentemente la noche, porque la fatiga no la dejaba respirar estando acostada.
El viento azotaba la lluvia contra los cristales; la noche era obscurísima. Federico había vuelto cansado, lleno de fango, con la chaqueta hecha jirones y con un cardenal en la frente, de una pedrada; venía de estar apedreándose con sus compañeros: llegaron a las manos como de costumbre, y por añadidura jugó y perdió sus cuartos, extraviándosele, además, la gorra en un foso.
Dominio público
6 págs. / 12 minutos / 160 visitas.
Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
El muchacho había andado diez millas de camino.
El portero, leyendo la carta, llamó a un enfermero para que le llevase al muchacho, donde estaba su padre. “¿Qué padre?”, preguntó el enfermero.
El muchacho, temblando por temor de una triste noticia, dijo el nombre.
El enfermero no recordaba tal nombre: “¿Un viejo trabajador que ha llegado de fuera?”, preguntó.
Dominio público
8 págs. / 15 minutos / 77 visitas.
Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
Todo buen lector haría bien en leer a Roberto Arlt. Y haría todavía mejor si se decidiera a hacer una lectura panorámica de sus cuentos cortos.
No me corresponde hacer una crítica literaria a su obra: hay personas mucho más cualificadas para ello que, además, han invertido mucho tiempo y energía en encontrar sus claves, sus influencias, su impacto.
A mí, como simple lector entusiasta de su obra, no me queda más que recomendarla. Su fino humor, su proverbial malicia, el desarrollo de situaciones y personajes o la crítica social hacen de cada uno de sus cuentos una pequeña joya literaria. Y, además, son terriblemente divertidos, amenos e inteligentes. No se puede pedir más.
Como editor, he disfrutado la caza de sus obras, su lectura sosegada, la lenta y laboriosa reconstrucción mental de su forma de ver y entender el mundo. Un placer que, desgraciadamente, ya ha concluido y que tiene como resultado este volumen: la colección más completa de sus cuentos y novelas cortas, que recoge un total de setenta y una obras.
No se han incluido en este volumen sus aguafuertes, que aunque probablemente sean su obra capital, donde se encuentra el Arlt más puro y lúcido, su formato breve y certero no es suficiente como para considerarlas ficción literaria, aunque sean sin duda literatura en mayúsculas y contengan también mucha ficción. En eso consiste el oficio de ser escritor.
Dominio público
710 págs. / 20 horas, 43 minutos / 725 visitas.
Publicado el 26 de abril de 2024 por Edu Robsy.
Con guantes de operar, hago un pequeño bolo de lodo suburbano. Lo echo a rodar por esas calles: los que se tapen las narices le habrán encontrado carne de su carne.
«¿Cómo echar al canasto los palpitantes acontecimientos callejeros?»
«Esclarecer la verdad es acción moralizadora».
El Comercio de Quito
«Anoche, a las doce y media próximamente, el Celador de Policía
N.º 451, que hacía el servicio de esa zona, encontró, entre las calles
Escobedo y García, a un individuo de apellido Ramírez casi en completo
estado de postración. El desgraciado sangraba abundantemente por la
nariz, e interrogado que fue por el señor Celador dijo haber sido
víctima de una agresión de parte de unos individuos a quienes no
conocía, sólo por haberles pedido un cigarrillo. El Celador invitó al
agredido a que le acompañara a la Comisaría de turno con el objeto de
que prestara las declaraciones necesarias para el esclarecimiento del
hecho, a lo que Ramírez se negó rotundamente. Entonces, el primero, en
cumplimiento de su deber, solicitó ayuda de uno de los chaufferes
de la estación más cercana de autos y condujo al herido a la Policía,
donde, a pesar de las atenciones del médico, doctor Ciro Benavides,
falleció después de pocas horas.
»Esta mañana, el señor Comisario de la 6.a ha practicado las diligencias convenientes; pero no ha logrado descubrirse nada acerca de los asesinos ni de la procedencia de Ramírez. Lo único que pudo saberse, por un dato accidental, es que el difunto era vicioso.
»Procuraremos tener a nuestros lectores al corriente de cuanto se sepa a propósito de este misterioso hecho».
No decía más la crónica roja del Diario de la Tarde.
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Dominio público
52 págs. / 1 hora, 31 minutos / 977 visitas.
Publicado el 29 de febrero de 2024 por Edu Robsy.
El joven Z se matriculó en el año de Patología el quince de octubre de mil novecientos veinticinco.
Puede afirmarse que, primordialmente, el desgraciado joven Z tuvo 3 amigos: A, B y C. C es el cuentista.
Mi nunca bien admirado amigo Z fue un mártir del análisis introspectivo y de su buena voluntad de paciente. Mi amigo Z pudo estudiar la materia íntegra sobre sí mismo, progresivamente, a medida que su ojo hecho de tragedia se comía las páginas del inocente Collet.
Aunque no era tuerto, digo «su ojo», porque es mejor decir «su ojo» que «sus ojos».
Siguiendo el sistema del segundo capítulo de mi RELATO, afirmo que para mi recordado amigo, muy justicieramente desde luego, la letra Z fue la más importante del alfabeto.
Y de conformidad con lo dicho en el tercer capítulo, para perpetua lamentación nuestra, acaecióle lo que en éstos se refiere:
REUMATISMO ARTICULAR AGUDO
En los primeros meses de estudio fue asaltado por el
peligrosísimo reumatismo articular agudo; un insistente dolor en la
muñeca derecha, que mantuvo en constante tensión de ánimo a sus amigos
A, B y C.
Consecuencias autopronosticadas por el espíritu analítico de Z: peligrosísimas afecciones cardíacas. Etiología: la maldición de las habitaciones húmedas. Todas las habitaciones son húmedas. ¿Qué haría Z? Z era el joven más desgraciado del mundo. Las letras del alfabeto estaban óseamente atacadas de indiferentismo. Z podía morirse como un perro.
CAPÍTULO DE LECTURA PROHIBIDA
Atropellada, irrazonada, inexplicablemente, Z, mi inolvidable
amigo, tomó vergonzosa infección uretral. ¡La compasión universal sobre
Z! Pero todos tienen la compasión acorazada por durilones…
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Dominio público
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Publicado el 29 de febrero de 2024 por Edu Robsy.
—Usted fue, sí, usted fue.
—¿Señora…?
—Le digo que fue usted; no sea sinvergüenza.
—Pero… ¡señora!… perdone: no sé de lo que se trata.
—¡Ah!, cínico… Devuélvame enseguida lo que ha cogido.
El hombre sintió un crujido en el armatoste de su buen juicio y se quedó viendo la cara de la rabiosa con ojos desencajados.
—¿Fue usted quien estuvo sentado junto a mí en el Teatro?
—… Sí, señora; así me parece…
—Entonces, ¿qué hizo de mi saquito de joyas?
—Pero ¿qué saquito de joyas?
—¡Oh! Esto es demasiado. Y ¡claro!, no podía ser de otra manera. ¡A lo que hemos llegado! Usted se va conmigo, jovencito, y no diga nada porque no quiero hacerle tomar un chasco. ¡Se ha de creer que sea yo quien sienta vergüenza antes que él!
En la comedia moderna, el automóvil es un personaje interesantísimo; así es que se acercó un automóvil.
—A la Policía.
Anonadamiento. «¿Estoy yo loco o está ella loca? ¿Sueño o no sueño? ¿Qué es lo que me pasa? ¿Soy ladrón o no soy ladrón? ¿Existo o no existo?». Alto grado de estupidez.
—¡Pero, señora!
—¡Vuelve usted con lo mismo! No me va a ser posible entenderme con usted. Ya se lo he dicho. Lo que tiene que hacer es devolverme lo que ha cogido y no venirme con lamentaciones. Nada de esto hubiera pasado si usted me habría devuelto eso enseguida. ¿A qué vienen sus fingimientos?
—Se lo juro, señora: no sé qué es lo que usted me reclama.
—¡Cállese! ¡Cállese! Me va a hacer encolerizar. Tengo convencimiento de que fue usted y por eso hago lo que hago. Y no sé bien por qué procedo así. A pesar de la monstruosidad que acaba de cometer, me ha simpatizado; si no, estuviera ya en la Policía y vergonzosamente. Pero por algo noto que es una persona decente y estoy segura de que no sufrirá el bochorno de las investigaciones.
Policía.
Dominio público
3 págs. / 5 minutos / 222 visitas.
Publicado el 29 de febrero de 2024 por Edu Robsy.
Existen en la actualidad asuntos importantísimos de explotación sociológica y política: lo de Marruecos, los sistemas de colonización francesa y española, el gran problema de las finanzas, la identidad de la Europa feudal y la América colonial, la difícil cuestión de la procedencia de los primeros habitantes de este continente, y muchísimos más. Pero creo que brilla sobre todos la eternamente nueva y eternamente vieja opinión pública.
¡La opinión pública, freno de gobernantes y único timón seguro para conducir con buen éxito la nave del Estado! ¡La opinión pública, morigeradora de las costumbres políticas, de las costumbres sociales, de las costumbres religiosas!
Supongamos que pudiera existir un hombre que participe sincera e idénticamente de estas ideas. Luego este hombre debe llamarse Francisco o Manuel y estar a la media edad, entre gordo y flaco, entre barbudo y no barbudo.
Este don Francisco o don Manuel, tiene que ser pequeño, de párpados con bolsas, usar jaquet y detestable sombrero.
Andará lentamente, blandiendo el bastón y moviendo las caderas.
Solterón y aburrido, deberá tener una amiga que fue amiga de todos, conquistada a fuerza de acostumbramiento, y a quien cualquier mequetrefe pudo llamar:
—Pst. Pst… (etc.).
Esta amiga —Laura o Judith— tendrá cualquier nariz —pongamos aguileña—, cualquier cabello —canela—, cualesquiera ojos —pardos—, y será larguirucha y voluntariosa.
Puede vivir al cabo de una calle sucia.
Puede tener amigas muy alegres con quienes celebre sesiones animadas, que salpicarán el cuento como el lodo un vestido nuevo, al manotazo de un caballo en una charca.
Dominio público
1 pág. / 2 minutos / 94 visitas.
Publicado el 29 de febrero de 2024 por Edu Robsy.
(Ha sido preciso que me adapte a una serie de expresiones difíciles que sólo puedo emplear yo, en mi caso particular. Son necesarias para explicar mis actitudes intelectuales y mis conformaciones naturales, que se presentan de manera extraordinaria, excepcionalmente, al revés de lo que sucede en la mayoría de los «animales que ríen»).
Mi espalda, mi atrás, es, si nadie se opone, mi pecho de ella. Mi vientre está contrapuesto a mi vientre de ella. Tengo dos cabezas, cuatro brazos, cuatro senos, cuatro piernas, y me han dicho que mis columnas vertebrales, dos hasta la altura de los omóplatos, se unen allí para seguir —robustecida— hasta la región coxígea.
Yo-primera soy menor que yo-segunda.
(Aquí me permito, insistiendo en la aclaración hecha previamente, pedir perdón por todas las incorrecciones que cometeré. Incorrecciones que elevo a la consideración de los gramáticos con el objeto de que se sirvan modificar, para los posibles casos en que pueda repetirse el fenómeno, la muletilla de los pronombres personales, la conjugación de los verbos, los adjetivos posesivos y demostrativos, etc., todo en su parte pertinente. Creo que no está demás, asimismo, hacer extensiva esta petición a los moralistas, en el sentido de que se molesten alargando un poquito su moral y que me cubran y que me perdonen por el cúmulo de inconveniencias atadas naturalmente a ciertos procedimientos que traen consigo las posiciones características que ocupo entre los seres únicos).
Dominio público
14 págs. / 25 minutos / 661 visitas.
Publicado el 29 de febrero de 2024 por Edu Robsy.