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editor: Edu Robsy textos disponibles fecha: 17-11-2020


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Un Sabio

José María de Pereda


Cuento


Al siguiente día de su llegada a Santander, o acaso sin sacudirse el polvo del camino, dase a conocer en tertulias y corrillos diciendo, con la mayor impavidez, que España es un país de estúpidos, y que la capital de la Montaña es el último rincón del país, puesto que no hay un solo montañés que conozca la telematología, ni la filosofía del sentimiento estético en sus relaciones con la actividad del yo pensante, en, dentro, sobre, sobre en y por debajo de la conciencia universal. Pero esta ignorancia no le sorprende en un pueblo en que todavía oyen misa los hombres que se llaman ilustrados, y desconocen a Jeeéguel (muy arrastrada la J) o Hegel, como decimos las personas vulgares.

Y ahora que el lector sabe algo sobre la venida de este huésped, voy a decirle otro poco acerca de su procedencia.

La humana debilidad tiende, por instinto, a lo más cómodo, hacedero y comprensible.

Por eso a los grandes apóstatas, aunque arrastrados a la apostasía por el demonio de la soberbia, o de la codicia, o de la concupiscencia, nunca les han faltado inocentes que formen su cortejo.


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Publicado el 17 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Un Joven Distinguido (Visto Desde sus Pensamientos)

José María de Pereda


Cuento


I. En un cuarto de una fonda

No me digan a mí (enfrente del espejo y en ropas menores) que aquellos hombres de anchas espaldas y robusto pecho, que gastaban gabanes de acero y pantalones de hierro colado, eran el tipo de belleza varonil... Serían, todo lo más, forzudos; pero ¿elegantes?... ¡bah!... Hay que desengañarse: es mucho más hermosa la juventud de ahora... ¿Qué hay que pedir a esta pierna larga y delgada, como un mimbre?, ¿a este brazo descarnado y suelto, como si no tuviera coyunturas?, ¿y a este talle que se cimbrea?, ¿y a este pescuezo de cisne?... ¡Si no fuera por esta pícara nuez! Pero se me ha corregido mucho, y a la hora menos pensada desaparece por completo. De todas maneras, la cubriré con la barba... cuando la tenga... Y en verdad que sentiré tenerla, porque con ella perderá el cutis su frescura: ¡cuidado si es fresco y sonrosado mi cutis! ¡Si estuviera la cara un poco más llena de carnes y fueran los dientes algo más blancos y menudos!... porque con estos ojos rasgados, este bigotillo de seda y este pelo negro echado hacia atrás... ¡Qué hermosa frente tengo!... Y eso que no es muy ancha... Bien. Ahora el traje amelí de negligé. ¡Qué bien cae el pantalón sobre los pies! Me gustan estas campanas tan anchas, porque tapan los juanetes. ¡Pícaros juanetes! ¿Por qué he de tener yo juanetes como un hombre vulgar?... No sé si me ponga el sombrero de paja a la marinera, o el de fieltro. Como es por la tarde... Me decido por el de paja. No viste tanto, pero me va muy bien... Ahora los guantes de piel de Suecia, el bastón de espino ruso... Y a la calle... Vaya antes una mirada general... ¡Intachable!... ¡Cómo se nos conoce en el aire a los chicos distinguidos!... ¡Por cierto que estos provincianos de Santander tienen un afán de arrimarse a uno!... Y luego serán capaces de quejarse si se les da un desaire...


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Publicado el 17 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Un Artista

José María de Pereda


Cuento


—¡Gusta usted que le sirva, cabayero!

—Sí, señor.

—Sírvase usted tomar asiento aquí...

—¿Qué va a ser?

—¿Cuál?

—Digo si gusta usted cortarse, rizarse...

—Quiero que me afeiten.

—Al momento, cabayero... ¿Le gusta a usted así el respaldo? ¿Quiere usted que le suba... que le baje?

—No, señor.

—Muy bien. ¿Fría o caliente?

—Como a usted le dé la gana, con tal que me afeite pronto y bien.

—¡Oh!, como una seda, cabayero... Un poquito más alta la barbiya, si usted gusta... Así... ¡Qué calores tenemos, eh? ¡Cómo se estará asando aquel Madrí!... ¿Hace mucho que no ha estado usted por Madrí, cabayero?

—Y ¿qué sabe usted si yo he estado allá alguna vez?

—¡Oh!, yo le conozco a usted.

—Pues que sea por muchos años.

—Sí, señor. Cuando vino usted a cortarse el pelo anteayer, me lo dijo el chico que le sirvió a usted.

—Es decir, que es usted nuevo en esta peluquería.

—Ocho días hace que llegué de Madrí.

—Como en verano se aumenta la parroquia...

—No, señor: yo he venido de placer; quiero decir, a baños.

—Vamos, afeita usted por recreo.

—Hágase usted cuenta que sí; porque lo que sucede es de que al saberse que yo había venido, me solicitó el maestro; y yo, por hacerle un favor...

—Ya lo comprendo.

—Como a mí, en dejándome tiempo para bañarme, una hora para el café y otras dos para ir con los amigos al paseo, no me hace falta el resto del día...

—¿Y todos los años viene usted a bañarse aquí?

—No, señor. Ésta es la primera vez; pero otros amigos de mi arte han venido otros veranos, y me han hablado muy bien de este pueblo. Lo demás, yo siempre he salido a San Sebastián. Hay muy buena sociedad allí.

—¿De modo que usted no piensa quedarse todo el año en esta barbería?


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Publicado el 17 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Los de Becerril

José María de Pereda


Cuento


Los taleguillos blancos llenos de ropa de muda, unas alforjas atacadas de chorizos y garbanzos, y un paraguas. Éste es el equipaje de cada familia al meterse en el tren en la estación más próxima.

Cuando se apean en Santander, el padre carga con las alforjas, amén de la capa, que también se echa al hombro; la madre con un taleguillo y la criatura que amamanta; una jovenzuela, con el otro talego, y un rapaz de doce años, con el paraguas.

Vienen a Santander porque el padre tiene dúlceras en las piernas, y dúlceras en el cuadril de la derecha; la madre, desde el último parto, «añudados los gonces» de la rodilla izquierda; el mamoncillo no puede echar los últimos dientes «de por sí solo»; la jovenzuela ha cumplido ya quince años y está pálida como la cera, y el rapaz, que va para doce, tiene los labios como un embudo, el cuello como un botijo, y le salen ya los lamparones por detrás de las orejas.

Por consejo del médico de Becerril de Campos, vienen a tomar los baños de mar, porque éstos han de curar todas y cada una de las dolencias enumeradas.

Con estas esperanzas y aquel equipaje, y en el orden de formación en que hemos ido citándolos, llegan a la Dársena y echan Muelle adelante con el asombro pintado en los ojos y en la boca.


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Publicado el 17 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

El Barón de la Rescoldera

José María de Pereda


Cuento


Cuando llega, en julio, a Santander, viene de Burdeos, adonde fue de París, donde pasó la primavera después de haber repartido el otoño y el invierno entre Madrid (su patria nativa), Berna, Florencia, Berlín y San Petersburgo. Ni los hielos le enfrían, ni el calor le sofoca. Es una naturaleza de roble que se endurece con los años y a la intemperie.

Pasa ya de los cincuenta, es de elevada talla, trigueño de color, de pelo áspero y rapado a punta de tijera; derecho como un poste; algo protuberante de estómago y de nariz; pequeño de pies, de manos y de boca; ancho de espaldas y de frente, y muy cerrado de barba, que se afeita todos los días cuidadosamente, menos en la parte en que radican sus anchas y bien cuidadas patillas a la macarena.

Viste todo el año de medio tiempo, y es su traje intachable en calidad y corte, así como es intachable también la blancura de su camisa, de la que ostenta no flojas pruebas en pecho, puños y pescuezo.

Fuma sin cesar grandes habanos, y saliva mucho, e infaliblemente antes de empezar a hablar lo poco que habla; y en cada desahogo de éstos, larga, zumbando, una pulgada de tabaco que ha partido con los dientes.

Para saludar, no da la mano entera, sino la punta del índice... cuando alguno le saluda; pues él no saluda a nadie en la calle, ni tampoco se para. Si el que pasea con él se detiene para hacerle alguna observación, él sigue andando inalterable. Si el detenido le alcanza después, bueno, y si no, como si jamás se hubiesen visto.

En estos casos, no usa, para sostener la conversación, más que salivazos y monosílabos: también algún carraspeo que otro. Para las grandes ocasiones tiene disponibles unas cuantas frases y pocas más interjecciones y palabras, tan breves como enérgicas: las frases para preguntar, las palabras sueltas para responder, y las interjecciones para comentarios.


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Publicado el 17 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Al Trasluz

José María de Pereda


Cuento


O hay que convenir en que la mujer es susceptible de adquirir cuantos aspectos y actitudes morales quiera darle la educación, o debemos confesar que la naturaleza tiene, de vez en cuando, caprichos muy singulares.

Esto, que probablemente se habrá dicho cincuenta mil veces a propósito de las mujeres que se han hecho célebres en el campo de las ciencias, en el de las artes, en el de las letras... y hasta en el de las armas, cuadra perfectamente al hablar de cierto tipo que, no por pasar como un relámpago todos los años sobre la fisonomía veraniega de Santander, deja de imprimirse en ella; y no así como quiera, sino como imprime un pintor de fama el sello de su ingenio, su idiosincrasia artística, si vale la palabra, sobre todas las figuras de sus cuadros.

Nacida y propagada esta verdadera originalidad del sexo débil en regiones algo inverosímiles todavía en la tradicional y cachazuda España, cuando aparece en una, señal es de que allí puede vivir ya; de que en ella se encuentran los elementos que necesita su vida de ostentación y de aventuras. Estos elementos son: los hombres de Estado, los ricos banqueros, los famosos calaveras, los pontífices de las letras y de las artes, y, como a manera de orla de todo el catálogo, una muchedumbre de damas del llamado gran mundo, y de mozuelos esclavos de la moda.

De que Santander reúne todo eso y ha llegado ya, por ende, a la alta categoría que alcanzan en el mundo elegante tantos otros puertos extranjeros, en cuyas aguas lavan cada verano sus distinguidas mataduras las primeras aristocracias europeas, es evidente prueba el que nos visita todos los años, desde muchos acá, algún ejemplar de aquella fenomenal especie.

Mas antes que el lector eche a mala parte lo que le dije de los elementos vitales de esta señora, apresúrome a indicarle en qué concepto los necesita hoy.


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4 págs. / 8 minutos / 73 visitas.

Publicado el 17 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

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