Textos peor valorados publicados por Edu Robsy disponibles publicados el 27 de julio de 2025 que contienen 'u' | pág. 3

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editor: Edu Robsy textos disponibles fecha: 27-07-2025 contiene: 'u'


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Los Carboneros

Juan José Morosoli


Cuento


Por la noche veíamos el resplandor rojizo de las hornallas y el humo liviano y azulino de la “quema”, subir suavemente a las estrellas.

Adivinábamos las figuras negras y apresuradas como hormigas de los cuidadores de “las bocas”.

Algunas noches la música de un acordeón, lejano y leve como el humo, parecía salir del horno mismo y quedarse vagando por el monte.

Los carboneros eran los dueños del humo de la noche, de las bocas con fuego de las hornallas, de la música del acordeón vagabundo. Del monte entero donde de hora en hora cantaban algún pájaro sin sueño.

Deseábamos ser carboneros como aquellos hombres.

Un atardecer sin luz, cruzado de garúas, nos acercamos a ellos.

Sus chozas estaban mojadas. En el piso de barro hacían equilibrio míseros catres de guascas.

Vestían ropas absurdas y calzaban tamangos de lona. En sus caras erizadas de barba ardían los ojos febriles.

–Hace noches que vigilan, defendiendo su tesoro de vientos y lluvias –dijo mi padre...

Fogones abandonados rodeados de huesos iban señalando su camino de conquistadores de la selva...

Pensamos en las noches de sus chozas con barro y sin luz. En sus catres sin calor. En la vigilia entre garúas y vientos.

El calor de los viejos troncos que ardían bajo el retobo de barro de los hornos no sería para ellos.

Desde ese día dejamos de envidiarlos.

Empezamos a quererlos.


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Publicado el 27 de julio de 2025 por Edu Robsy.

El Guacho

Juan José Morosoli


Cuento


El cordero guacho había crecido mucho.

Ya le resultaba chico el guarda patio. Con sus carreras y brincos destrozaba las plantas que eran orgullo de mi madre.

Mi hermana optó por ceñirle una cuerda al cuello que ató luego a un hierro de la verja.

Pero pronto hubo que ponerle en libertad nuevamente, pues el animal tiraba de la cuerda con todas sus fuerzas, con peligro de ahorcarse.

Fue entonces que mi madre dijo estas palabras:

–O el guacho o el jardín.

Mi hermana se echó a llorar.

–Lo matarán –decía, –lo matarán...

Cuando llegó mi padre y se enteró, dijo simplemente:

–Mañana resolveremos...

Al otro día nos llamó:

–Ustedes vendrán conmigo. Juan lo llevará. Lo soltaremos con sus hermanos.

Tras una pausa agregó:

–Volveremos dentro de un mes y lo traeremos nuevamente a casa. La penitencia le hará bien. Se corregirá.

Lo dejamos con el rebaño. En la espuma gris de la majada, su lana blanca parecía un copo de nieve.

Volvimos al mes.

–Llámale por su nombre –dijo mi padre. –O búscale por el color.

Mi hermana le llamaba mientras caminaba entre el apretado rebaño. No pudo reconocerle por su color. El copo de espuma había desaparecido en la espuma gris de la majada. Tampoco el guacho respondió a su reclamo donde temblaba el llanto.

Tras una pausa dijo mi padre:

–En el rebaño todos son iguales... son todos grises... y no desean que se les reconozca.

Y regresamos tristemente a casa.


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Publicado el 27 de julio de 2025 por Edu Robsy.

La Querencia Olvidada

Juan José Morosoli


Cuento


El caballo estaba muy viejo. No servía más y el hombre lo lanzó al camino. Entonces comenzó su marcha lenta. En un pastoreo de portera abierta, entró. Comprendía que era libre. Pero la libertad sin destino, no tiene valor. En el atardecer levantó la cabeza hacia los astros. Aspiró los vientos. Buscaba en las luces lejanas y en los vientos viajeros la querencia olvidada. Al amanecer comenzó a marchar hacia su infancia. La libertad tenía un destino.

Después de muchas jornadas comprendió que su querencia estaba muy lejana.

Caminaba lentamente. A veces una dulce pereza le tendía en los bordes de las aguadas llenas de árboles. Otras, se detenía en el camino, mirando sus hermanos prisioneros, tras los alambrados.

Una mañana le costó andar.

En la tarde un cuervo negro apareció junto a la estrella de los troperos, la que ordena recomenzar la marcha.

Desde ese día viajó en la noche.

Pero en el amanecer, cuando se apagaba la última estrella surgía desde la distancia celeste el cuervo viajero.

Un día comenzó a volar hacia la tarde que estaba a espaldas de la querencia del caballo.

Pero surgió otro cuervo. Y cuando éste se cansó y voló hacia atrás llegó otro. En cada jornada había un cuervo que quería ir hacia la infancia del caballo.

Ahora ya volaban casi sobre el viajero lento y lo angustiaban los descansos largos, pues él, les veía las garras y el pico con sangre.

Esta vez se quedó estirado y feliz en el campo, cerca del agua.

Antes de dormirse recordó que en su querencia, hacia donde iba ahora, no había cuervos sino pequeños pájaros de color.


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Publicado el 27 de julio de 2025 por Edu Robsy.

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