Textos más populares este mes publicados por Edu Robsy disponibles publicados el 28 de noviembre de 2021 | pág. 4

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editor: Edu Robsy textos disponibles fecha: 28-11-2021


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Los Grandes Señores Efectivos

Silverio Lanza


Cuento


El rey de las limitadas


Donde termina la curva, que hay después del puente, hizo clac.

El chauffeur aseguro que la avería no era importante; no hacia falta quien ayudase: dos horas de tiempo, y nada mas.

En la pequeña loma que domina el valle está Valdezotes de Arriba; en la vertiente Sur, y próximo al río, está Valdezotes de Abajo.

El general y su yerno tomaron á broma lo ocurrido, y consiguieron que Mariana soportase con paciencia una marcha de quince minutos sobre un camino lleno de polvo y de guijarros.

Cuando entraron en la plaza del pueblo, que ya curioseaba á los recién venidos, pidió el duque á un muchacho que les llevase á la Administración de Correos. Hallábase está instalada en la casa del tío Pajitas, cacique de segundo orden, quien, al establecerse el telégrafo en el pueblo, arreglo un cuadra, dos gallineros y una cochiquera con tal arte, que el nuevo local pudo ser la oficina de Correos y Telégrafos, sin que dejase de ser una pocilga. Claro es que Bajitas cobraba del Ayuntamiento y de la Dirección hasta la suma de catorce duros mensuales, alquiler fabuloso que se repartía así:


Para el señor Ventura, cacique máximo, 25 pesetas.

Para el secretario, 3.

Para el tío Pelma, concejal eternamente descontentadizo, 3

Para el sacristán, 5,25

Para el medico, como delegado de Sanidad, 5.

Para el veterinario, en igual concepto, 4,75.

Para el tío Pocapena, inamovible juez municipal, 3.

Para la cofradía de San Blas, patrón del pueblo, 9.


A Pajitas le quedaban doce pesetas al mes, y hacia un negocio hermoso, porque toda la casa de Pajitas no hubiera valido en arriendo veinticinco duros anuales.


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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

¡Saturnos!

Silverio Lanza


Cuento


Fue el día 19 de Junio; me acuerdo perfectamente. Pero empezare el relato por el principio.

Yo estuve tres años de sirviente en casa de la señora marquesa del Calvario. Tres años hacen treinta y seis meses, menos dos que me pago el ama, y más quince días que estuve allí además de los tres años; total, que al marcharme me dió la señora un pagaré por 1.380 pesetas. Por cosas así se ha dicho que nadie es grande hombre para su ayuda de cámara.

Entre á servir al pintor Hernández, y me pago y me enseño á dibujar, y me emancipe, y soy un regular dibujante, según se murmura, y tengo cinco duros para mi y para Rosa, que ahora es mi novia, y después será mi mujer, y luego la madre de mis hijos: me parece á mi.

Conque leí en un periódico que se citaba á los acreedores de la marquesa para celebrar una reunión.

Cedía el local uno de los síndicos, viejo comerciante que vivía en una viejísima casa cuya escalera estaba deshecha en algunos sitios y, en los restantes, era inservible.

Cuando llegue al descansillo busque quien me orientase, y vi una moza que daba empujones á una puerta sin conseguir abrirla.

—Vecina, ¿qué es eso?

—Que se agarra el picaporte.

—¿A quién?

—A la nariz.

—¡Narices!

Me acerqué, y vi que la moza valía un esfuerzo.

—Buenos días, paisana.

—¿Quiere usted conversación?

—Lo que yo quiero es saber si dentro hay alguna fiera, porque en cuanto yo ponga estos dátiles en la puerta, ni que decir tiene.

—Pues no hay nada, porque las fieras están fuera.

—¿Lo dice usted por mí?

—O por mí.

—Por usted no puede ser, porque estando yo presente no consiento que á usted le falte nadie.

—Y ¿qué mas?

—Que pase usted.

—Lo veremos.

Cogí el llavín, levante con fuerza el picaporte, dí una patada á la puerta, y ésta se abrió en seguida.


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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Juan el Organista

Manuel Gutiérrez Nájera


Cuento


I

El valle de la Rambla, desconocido para muchos geógrafos que no saben de la misa la media, es sin disputa uno de los más fértiles, extensos y risueños en que se puede recrear, esparciéndose y dilatándose, el espíritu. No está muy cerca ni muy lejos: tras esos montones que empinan su cresta azul en lontananza, no distante de los volcanes, cuyas perpetuas nieves muerde el sol al romperlas; allí está. En tiempos tampoco remotos, por ese valle transitaban diariamente diligencias y coches de colleras, carros, caballerías, r e cuas, arrieros y humildes indios sucios y descalzos. Hoy el ferrocarril, dando cauce distinto al tráfico de mercancías y á la corriente de viajeros, tiene aislado y como sumido el fértil valle. Las poblaciones, antes visitadas por viajantes de todo género y pelaje, están alicaídas, pobretonas, pero aún con humillos y altiveza, como los ricos que vienen á menos. Restos del anterior encumbramiento, quedan apenas en las mudas calles caserones viejísimos y deslabazados, cuyos patios, caballerizas, corrales y demás amplias dependencias indican á las claras que sirvieron en un tiempo de paraderos ó mesones.


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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Judas

Silverio Lanza


Cuento


(Fotografía del natural)


Dícese que iban por un camino, y en dirección opuesta, un jesuita moreno y un escolapio muy rubio. Es sabido que los jesuitas, desde la primera fundación calasancía, no han cesado de molestar á los escolapios;y sabido es que, entre la gente de iglesia, los odios son recíprocos. Al hallarse próximos, dijo el jesuita:

—Rubio era Judas.

Y contestó el escolapio:

—Eso no es artículo de fe: lo que si es artículo de fe es que Judas era de la Compañía de Jesús.


* * *


Generalmente, nos imaginamos á Judas, rubio, feo, vendiendo por treinta dineros al hijo de María, y ahorcándose después; y todo esto es inexacto. Judas, aunque pareciese rubio, no lo era; porque lo racional en un Judas es que se tiñese el pelo. Judas era hermoso; si hubiese sido feo, enfermo, ó lisiado, hubiera sido melancólico, quizá agresivo, pero nunca traidor; porque los desgraciados, cuando tienen un Jesús que les quiera, jamás le venden. Judas no cobró solamente treinta dineros: eso es una candidez de los modernos eruditos. Judas cobró mucho más; porque en aquellos tiempos la dignidad profesional de los traidores estaba á mayor altura. Judas no fué suicida: á Judas le mando ahorcar Caifás; porque siempre los poderosos han gobernado de la misma manera: explotando la traición y asesinando á los traidores.


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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Un Cuento, y Más, de Burros

Silverio Lanza


Cuento


Remigia se había declarado viuda.

Siendo muy niña se quedó sin madre, porque esta, huyendo de las miserias de su hogar, se fugo con un corredor de ganados. Remigia busco trabajo para mantener á su padre; y, como el trabajo lo dan los hombres, no se lo dieron á Remigia sin haberla prostituido. Pero el abuelo murió, su nieto llego á los diez años, y la infeliz huérfana y madre renuncio al vergonzoso amparo de los hombres: con su hijo le bastaba:

Desde que Remigia se negó, fué más apetecible; y como no se la podía conquistar por la dádiva, se trato de conquistarla por el terror; se la culpaba de todos los hurtos y de todos los siniestros; las mujeres la escupían, y los hombres la pegaban. Y Remigia ganaba, comía y ahorraba, porque nadie como ella y su hijo hacía tan económicamente y tan bien las faenas del campo.

Al terminar el agosto, tenía Remigia escondidas en la chimenea 70 pesetas.

—¿Sabes lo que te digo?

—Usted dirá, madre.

—Que con ese dinero nos vamos á la ciudad á comprar un borrico.

—¿Pa ponerlo en lugar del que han robado en la iglesia?

—¿Robar? Que lo habrá vendido el señor cura. Dicen que era lo mejor del paso del Domingo de Ramos. Nada, hijo; que no hay gente menos ladrona que los pobres: ¡como no nos quitemos los bostezos!

—Pues usted tiene catorce duros.

—Y que son para un borrico, porque este invierno nos servirá para llevar la ropa al arroyo, y estaremos lavando el lunes y el martes; y lo demás de la semana, tu y yo á traer lena, y hierba para los conejos...

—Los echaremos.

—Y para quien los tenga. Ahí está pared por medio el corral del boticario, que bien de conejos tiene; pues ese no ha de ir por la hierba; y si la quiere, nos la pagara.

—Tie usted razón.

—Y tendremos una compañía: los tres trabajaremos para los tres.


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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

La Justicia que Da Miedo

Silverio Lanza


Cuento


—Silverio, estate quietecito.
—Pero, mamá, siempre me pide usted que me esté quieto.
—Porque es lo único que necesito de tí.


Dejé la pluma y subí á cubierta porque oí rotar la caña.

El piloto me llamó desde el puente para ofrecerme una taza de café. El capitán, que se paseaba por el alcázar, me detuvo:

—No acepte usted; el café le excita, ¿sabe? mañana veremos tierra de Puerto Rico. Si va malo, le dejo allí.

—¡No lo quiera Dios!

—Ni yo le dejare, ¿sabe? ¿Qué ha escrito esta noche?

—Un artículo acerca de las autoridades.

—¿Y á usted que le importan si es usted bueno?

—No basta. Es mi obsesión. Temo siempre morir inocente en un patíbulo.

—¡Vaya! ¡Cálmese, niño!

—Eso mataría á mi santa madre, que tanto se ha esforzado en hacerme caballero. Y mi esposa sería la mujer de un presidiario. Y mi nene bonito maldeciría á su padre.

—Pero, cálmese. Eso no ocurrirá nunca; eso no es posible.

—¿Qué no es posible? ¿Es posible que aquí, en esta inmensa soledad del Océano y del firmamento, que se reúnen en un horizonte no interrumpido, podamos rompernos la cabeza contra tierra?

—Sí, señor.

—¿Cómo?

—Dando en un bajo.

—¿Y qué es un bajo?

—Un punto que...

—Un punto que está demasiado alto. Pues todas las grandezas que la Humanidad lleva consigo al navegar por el mar de la vida pueden perecer súbitamente, porque los bajos están muy altos.

—¿Lo dice usted por mí?—me preguntó el piloto desde el puente.

—No, señor.

—Pues camará, suba usted á tomar café. Y á esos bajos, ¡qué los balicen!


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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

¡Peste de Huesos!

Silverio Lanza


Cuento


Cuando los reyes eran encarnaciones del alma de sus pueblos, ocurrió lo que voy á referir.

Alejandro II, último príncipe de una dinastía que aún no ha reinado en España, vió morir á su padre en un cadalso (es inútil decir que murió por ser liberal), y soporto resignadamente la crueldad con que se le obligo á presenciar la muerte de su padre.

Cumplió el verdugo con encantadora destreza el inapelable fallo de los caballeros que por aquel entonces se ganaban la vida condenando al prójimo con arreglo á la ley de moda, sin perjuicio de cometer ellos los delitos que se castigaban en las leyes antiguas y los que se castigaron en las leyes posteriores.

Cuando el reo concluyo de pagar todos los tributos que impone el Estado, el príncipe examino la cuerda que suspendía el cadáver del rey, y dijo tranquilamente:

—Con esto no contaba Dios.

Por eso Alejandro II, cuando fué monarca, no quiso serlo por derecho divino; tenía miedo á las herejías del cáñamo.

Como es naiural, los revolucionarios gobernaron pésimamente, y se pensó en la restauración.

La mudanza es el placer de la vida; y la Humanidad sería feliz si las variaciones estuvieran regularizadas legalmente. Yo he obedecido á cuatro reyes, dos regentes, dos repúblicas y un gobierno provisional, y todos me han dado un día de esperanza al llegar, un día de dolor al gobernarme y un día de placer cuando se fueron. Lo mismo me ha ocurrido con mis conocidos y con mis amadas. Pero!cuantos sustos en cada mudanza! Dios, en su infinita sabiduría, regularizo los cambios en la Naturaleza; el invierno se marcha alegre porque sabe que ha de volver, y nosotros le recibimos á gusto porque sabemos que se marchara oportunamente. Por eso dije á ustedes que la mudanza es el placer de la vida, y por eso ustedes y yo nos damos el placer de cambiar de asunto.


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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Pisto Legislador

Silverio Lanza


Cuento


El tío Pelé arrienda una tierra al tío Melé, para que este la siembre de patatas; y Pisto (juris consultor del pueblo), en una pared de la taberna de Cisco, escribe con lápiz el contrato de la siguiente manera:

Asta 50 arrobas media quartiya por arroba

Asta 100 arrobas una idén idén

Caso que más á medias


* * *


El tío Melé coge 123 arrobas, y dice al tío Pelé:

—¿Quiere usted cobrar á dinero ó especie?

—A dinero.

—¿A cuánto las ponemos?

—A lo que esté.

—Se han medido á ocho perras arroba.

—Pues á eso.

—Pues luego traeré el dinero á la taberna.


* * *


Melé, ante Pisto y demás contertulios, entrega á Pelé 24 pesetas y 20 céntimos.

—¿Cuanto es mi cuenta?—pregunta Pelé á Pisto.

—Cuarenta y nueve pesetas con veinte céntimos.

—¿Por qué?—dice Melé.

—Porque en pasando de 100, se iba á medias: conque la mitad de 123 son 61 y media, que á 80 céntimos, valen 49 con 20.

—No, señor—replica Melé.—Se dijo que hasta 50 media cuartilla por arroba, ó sean seis arrobas y cuartilla; de 50 á 100, una cuartilla, ó sean 12 arrobas y media, y de 100 á 123, la mitad de las 23, ó sean 11 y media, conque todo suma 30 arrobas y cuartilla, que valen 24 pesetas y 20 céntimos.


* * *


Pelé y Melé han llegado á un acuerdo; han partido la diferencia, y le han dado dos bofetadas á Pisto para que no escriba leyes el que no sepa escribirlas.


* * *


¡Que cunda el ejemplo!


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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Tres Casos

Silverio Lanza


Cuento


Aunque los curanderos están perseguidos por las leyes, declaro que lo soy, y no extrañara á ustedes lo que voy á referir.

Primer caso

El Sr. D. José Zúñiga é Iriarte, individuo del Cuerpo diplomático, observa, á los dos meses de casado, que su esposa presenta síntomas de demencia. Los doctores P. y Q. recomiendan que la enferma se distraiga, y el Sr. Zúñiga viaja con su esposa.

Convencido de que su mujer se agrava, y teniendo noticia de mis prodigiosas curas, me dispensa el honor de su visita, y, de común acuerdo, voy el siguiente día á almorzar con el diplomático y con su esposa.

La señora está muy delgada, es rubia, tiene los ojos azules, la boca grande y el cutis finísimo. Se fatiga fácilmente y se distrae á menudo.

El Sr. Zúñiga me presenta como poeta y hombre de ciencia. Yo me hago el chiquitín, y la señora no me invita á recitar versos. Observo que hay un piano en el gabinete, suplico á la enferma que nos recuerde alguna obra de las aplaudidas en la última temporada de conciertos, y la señora de Zúñiga contesta con alguna acritud, que el piano está desafinado y que ella toca muy mal. Entablo conversación sobre las bellezas de Nápoles y de Colonia; pido á la esposa su opinión acerca de las orillas del Rhin y de los lagos de Suiza, y me contesta con monosílabos.

Empieza el almuerzo, y la señora reprende al criado porque los huevos están partidos á lo ancho y no á lo largo, y encarga que otra vez sirvan la Bechamel aparte. Las conversaciones se suspenden, y mi copa de vino se tambalea porque la señora de Zúñiga tira del mantel para acercarse el plato.

El sirviente presenta el pescado, y la señora lo rechaza de tal modo, que un lenguado cae sobre la alfombra, y el criado se excusa de no haber traído antes las pechugas á la Financiere.

La señora se serena un poco y me refiere que aquel Burdeos les cuesta á cincuenta reales la botella.


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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

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