Textos más descargados publicados por Edu Robsy disponibles publicados el 31 de octubre de 2021 que contienen 'u'

Mostrando 1 a 10 de 75 textos encontrados.


Buscador de títulos

editor: Edu Robsy textos disponibles fecha: 31-10-2021 contiene: 'u'


12345

La Nodriza

José María Eça de Queirós


Cuento


Una vez, era un rey, mozo y valiente, señor de un reino abundante en ciudades y mesnadas, que partió a batallar por tierras distantes, dejando triste y solitaria a su reina y a un hijito, que aún vivía en la cuna, envuelto entre pañales.

La luna llena que le viera marchar, llevado en su sueño de conquista y de fama, comenzaba a menguar, cuando uno de sus caballeros apareció con las armas rotas, negro de sangre seca y del polvo de los caminos, trayendo la amarga nueva de una batalla perdida y de la muerte del rey, traspasado por siete lanzas entre la flor de su nobleza, a la orilla de un gran río.

La reina lloró magníficamente al rey. Lloró desoladamente al esposo, que era bello y alegre. Mas, sobre todo, lloró ansiosamente al padre que así dejaba al hijito desamparado, en medio de tantos enemigos de su frágil vida y del reino que sería suyo, sin un brazo que lo defendiese, fuerte por la fuerza y fuerte por el amor.

El más temible de estos enemigos, era su tío, hermano bastardo del rey, hombre depravado y bravío, consumido por groseros apetitos, que solo deseaba la realeza por causa de sus tesoros, y que habitaba hacía años en un castillo sobre los montes, con una horda de rebeldes, a la manera de un lobo que, de atalaya en su choza, espera la presa. ¡Ah, la presa ahora era aquella criaturita, rey de mamá, señor de tantas provincias, y que dormía en su cuna con su cascabel de oro apretado en la mano!


Leer / Descargar texto

Dominio público
5 págs. / 10 minutos / 1.045 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Lo Bello y lo Sublime

Immanuel Kant


Filosofía, tratado


Con el título de «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» publicó Kant en Königsberg (1764) este ensayo de vario y atrayente contenido. Numerosas ediciones sueltas se han hecho de este encantador tratadito, sin contar las varias ediciones de las obras completas del autor.

Más que de estética, en el sentido estricto de la palabra, tratan las «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» de asuntos varios, moral, psicología, descripción de los caracteres individuales y nacionales; en suma, de toda suerte de temas interesantes que pueden ocurrirse alrededor del asunto principal. Está escrito en estilo fácil y cómodo —extraña excepción en la obra de Kant—, lleno de ingenio, alegría, penetración, con una sencillez encantadora. Se comprende fácilmente que un crítico haya podido comparar a Kant —refiriéndose a esta obra— con «La Bruyère», el autor de los «Caracteres».

En este ensayo es donde Kant ataca por primera vez el problema estético, y aunque sus ideas fundamentales acerca del arte y la belleza se hallan sistemáticamente expuestas en su obra posterior, la «Crítica del Juicio», tienen, sin embargo, las «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» cierto interés para el conocimiento de los orígenes de la estética kantiana. Pero sobre todo constituyen, como hemos dicho, una serie de delicadas ocurrencias, de certeras observaciones, de agudas críticas, sin el aparato solemne de la exposición didáctica.

Capítulo I

Sobre los diferentes objetos del sentimiento de lo sublime y de lo bello.


Leer / Descargar texto

Dominio público
53 págs. / 1 hora, 32 minutos / 596 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

El Tesoro

José María Eça de Queirós


Cuento


I

Los tres hermanos de Medranhos, Ruy, Guannes y Rostabal, eran entonces, en todo el Reino de las Asturias, los hidalgos más hambrientos y los más remendados.

En los Pazos de Medranhos, a que el viento de la sierra llevara vidrios y teja, pasaban ellos las tardes de ese invierno, enovillados en sus abrigos de camelote, batiendo las suelas rotas sobre las losas de la cocina, delante del vasto lar negro, en donde desde ya mucho antes no estallaba fuego, ni hervía nada en el puchero de hierro. Al oscurecer devoraban una corteza de pan negro, refregada con ajo. Luego, sin candil, a través del patio, hundiendo la nieve, iban a dormir a la cuadra, para aprovechar el calor de las tres yeguas leprosas que, tan famélicas como ellos, roían las tablas del pesebre. La miseria hiciera a estos señores más bravíos que lobos.

Un día, en primavera, en una silenciosa mañana de domingo, yendo los tres por el bosque de Roquelanes acechando pisadas de caza y cogiendo hongos entre los robles, en tanto las tres yeguas pastaban la hierba nueva de abril, los hermanos de Medranhos encontraron, por detrás de una mata de espinos, en una cueva de roca, un viejo cofre de hierro. Como si lo resguardase una torre segura, conservaba sus tres llaves en sus tres cerraduras; sobre la tapa, mal descifrable, a través del herrumbre, corría un dístico en letras árabes. ¡Y dentro, hasta los bordes, estaba lleno de doblones de oro!


Leer / Descargar texto

Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 60 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Adán y Eva en el Paraíso

José María Eça de Queirós


Cuentos, colección


Adán y Eva en el Paraíso

I

Adán, Padre de los Hombres, fue creado en el día 28 de octubre, a las dos de la tarde... Afírmalo así, con majestad, en sus Annales Veteris et Novis Testamenti, el muy docto y muy ilustre Usserius, obispo de Meath, arzobispo de Armagh y canciller mayor de la Sede de San Patricio.

La Tierra existía desde que se hiciera la Luz, el 23, en la mañana de todas las mañanas. ¡Mas no era ya aquella Tierra primitiva, parda y muelle, ensopada en aguas gredosas, ahogada en una niebla densa, irguiendo, aquí y allí, rígidos troncos de una sola hoja y de un solo retoño, solitaria, silenciosa, con una vida escondida, apenas sordamente revelada por las sacudidas de los bichos oscuros, gelatinosos, sin color y casi sin forma, creciendo en el fondo del lodo! ¡No! Ahora, durante los días genesíacos, 26 y 27, habíase completado, abastecido y ataviado, para acoger condignamente al Predestinado que venía. En el día 28 ya apareció perfecta, perfecta, con las alhajas y provisiones que enumera la Biblia, las hierbas verdes de espiga madura, los árboles provistos de fruto entre la flor, todos los peces nadando en los mares resplandecientes, todas las aves volando por el aire sereno, todos los animales pastando sobre las colinas lozanas, y los arroyos regando, y el fuego almacenado en el seno de la piedra, y el cristal y el ónix, y el oro de ley del país de Hevilath...


Leer / Descargar texto

Dominio público
227 págs. / 6 horas, 38 minutos / 361 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Genio y Figura...

Norberto Torcal


Cuento


I

Célebre entre las más célebres y acreditadas tabernas que allá, hacia el último tercio del siglo XVIII existían en Zaragoza, era la llamada del Gallo, nombre que, sin duda, le venía del que pintado sobre la puerta del establecimiento lucía chillonamente su roja cresta y sus recios espolones, si bien hay quien relaciona dicha denominación con el difunto dueño de la taberna, á quien sus convecinos conocían por el apodo de «el gallo».

Situada en estrecha callejuela del popular barrio de la Magdalena, cerca de las Tenerías, hallábase al frente de ella una mujer, ni vieja ni joven, ni guapa ni fea, sino pasadera y de regular edad, llamada la tía Dominica, cuya singular habilidad consistía en el aliño y preparación de los caracoles que á su tienda acudían á comer lo más principalito de la gente del bronce y aún de los señoritos de aquel entonces.

Si esta señalada predilección de la distinguida clientela por la taberna del Gallo era debida efectivamente á la especialidad del indicado plato, ó si en ello por buena parte entraba la arrogante presencia de Andresica, la hija de la tabernera, una real moza en toda la extensión de la palabra, por la que andaban bebiéndose los vientos los más guapos y gallardos mozos de la parroquia, cosa es que ni yo he logrado poner enteramente en claro, ni es cuestión que al lector debe preocupar mayormente, aunque á decir verdad, más me inclino á creer lo segundo que lo primero; que á no ser porque la muchacha se lo valía y los clientes tenían allí ocasión de ejercitar su ingenio discurriendo finezas á porfía con que requebrar á la moza, poco se les diera del rico ajolí ni de los sabrosos caracoles de la tía Dominica.


Leer / Descargar texto

Dominio público
6 págs. / 11 minutos / 25 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

La Negra Honrilla

Norberto Torcal


Cuento


A Mr. Ernest Mérimée.


Poco á poco, con rumor de marea en descenso, el coloso de piedra y de ladrillo comenzó á vomitar por sus cien puertas como por otras tantas válvulas ó bocas abiertas á aquella compacta abigarrada muchedumbre que, ebria de sol, de sangre y de vino, hacía retemblar momentos antes las graderías de piedra del tendido con rugidos de fiera y convulsiones de epiléptico.

Ya el interior de la plaza iba quedando silencioso y vacío; los rayos del sol elevándose lentamente, iluminaban la parte más alta de las galerías de la plaza; por entre los arabescos arcos veíanse los huecos inmensos que el público dejaba al retirarse, y abajo en la movediza arena del ruedo, un largo rastro de sangre fresca y roja como recién brotada de la herida, señalaba aún el camino seguido por las mulillas en el arrastre del último toro.

Con los codos apoyados en la barrera y la cara entre las manos, Manolo Rílez, un buen novillero de rostro simpático, franca y noble mirada, chaqueta corta de alpaca y pantalón cedido, estallante en la cintura y amplio en la pierna, contemplaba distraídamente el desfile interminable de la gente.

Así pasó breve rato, y cuando la gritería y confusión de los primeros momentos comenzó á decrecer y apagarse, volvióse á Chavillo, que silencioso y reflexivo permanecía sentado á su vera, y con tono de guasa le dijo:

—Pero hombre, se te van á secar los sesos de tanto cavilar... ¿Piensas pasarte aquí la noche haciendo filosofías y almanaques?

Chavillo por toda respuesta se puso en pie y echó á andar seguido de Manolo. Juntos atravesaron el patio de caballos, donde no había más que dos viejos picadores, que con gran calor y entusiasmo comentaban los lances de la corrida de aquella tarde, y salieron fuera.


Leer / Descargar texto

Dominio público
4 págs. / 8 minutos / 28 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

La Mitad de la Deuda

Norberto Torcal


Cuento


I

Dios se lo pague todo, Hermana... Es V. la persona mejor que hay bajo la capa del cielo... es V. un ángel... es V. la mujer que más quiero en este mundo después de mi madre.

—Bueno, bueno, Juan; dé gracias á Dios porque le ha salvado, y de mí no vuelva á acordarse más en toda su vida como no sea para encomendarme á Dios en sus oraciones de cada día.

—¿Que no vuelva á acordarme yo de V.?... Vamos, Hermana, no diga V. disparates. Para eso es menester que antes me olvide de Dios y deje de pensar en mi madre y se me seque el corazón en el pecho como un pedazo de yesca, 3 de hombre me convierta en un bruto... ¡eso es!... porque¿de quién quiere V. que me acuerde sino me acuerdo de V.? A V. se lo debo todo; la vida, porque yo vine aquí, es decir, yo no vine, me trajeron al hospital casi muerto por efecto de la caída del andamio, y gracias á sus cuidados he recobrado la salud, y me encuentro al presente bueno y sano como si nada hubiese sucedido... y después, lo que vale más que la vida del cuerpo, la vida del alma, porque por V. he vuelto á creer en Dios, y he rezado por vez primera después de muchos años, muchos.. desde chico. Además..

—Sí, sí, cállese ya y acabe con todas esas letanías, ó á última hora va á echarlo todo á perder y vamos á dejar de ser amigos. Ni usted me debe á mí nada, ni hay para que decir lo que está diciendo... ¿entiende?


Leer / Descargar texto

Dominio público
4 págs. / 8 minutos / 33 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

El Secreto de Dos Almas

Norberto Torcal


Cuento


I

Al lento andar de la vaca robusta, cuyas rosadas ubres casi tocaban en el suelo Ramuncho volvía, ya puesto el sol, ú su pobre casería siguiendo el estrecho sendero que, entre frondosos manzanos y maizales, serpentea por la montaña.

En el rostro del viejo vascongado leíase el desaliento y la tristeza. Muy de madrugada había bajado á la villa con intención de vender la vaca; pero los pocos compradores que á él se habían acercado, como si comprendieran lo apremiante de su necesidad, habían sido tan parcos en sus ofertas, que Barn ancho vió llegarlas últimas horas de la tarde sin poder realizar sus deseos, teniendo que volverse á casa con el manso animal que ya de nada podía servir á la familia para sacarla de su situación angustiosa.

Porque la usura no tiene entrañas y sus amenazas se cumplen fatalmente; ó Ramuncho pagaba antes de tres días los cien duros que, confiado en la abundancia de la próxima cosecha, había tomado á un interés harto crecido, para pagar la contribución y saldar algunas cuentecillas atrasadas, ó sería inmediatamente echado de su casa y desposeído de la mísera hacienda, la cual, á fuerza de sudores y trabajos, daba para ir viviendo. El dilema no admitía término medio: ó lo uno ó lo otro.

Y el viejo aldeano, sintiendo en su alma toda la inmensa pesadumbre y amargura de verse arrojado de aquel amable rinconcito de la montaña en que anidaban todos sus santos amores, recuerdos y esperanzas, inclinaba al suelo la cabeza, y con el revés de su áspera y rugosa mano limpiaba la lágrima próxima á resbalar por su tostada mejilla, mientras fatigosamente remontaba el estrecho sendero que á la blanca casería conduce.

—¿Vender no pudiste?—fué el primer saludo que, al verlo, le dirigió Ramuncha, su mujer.


Leer / Descargar texto

Dominio público
9 págs. / 17 minutos / 54 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Nuevos Cuentos Populares

Antonio de Trueba


Cuentos, colección


Prólogo

I

Esta es la novena colección de cuentos que doy á luz, puesto que la han precedido las que llevan estos nombres:

Cuentos de color de rosa.

Cuentos populares.

Cuentos campesinos.

Cuentos de varios colores.

Cuentos de vivos y muertos.

Narraciones populares.

Cuentos del hogar.

Cuentos de madres é hijos.

Todos estos libros pudieran llevar el título de cuentos populares, porque casi todos los cuentos de que se componen tienen el carácter popular por su fondo y forma, aunque no en todos proceda el pensamiento capital de la inventiva del pueblo.

En los respectivos prólogos he dicho casi todo lo que pienso acerca de este ramo literario en general, y acerca del procedimiento que empleo en su cultivo; pero, á pesar de esto, no me parece ocioso añadir aquí algo que allí falta ó debe ser aquí repetido.

No tengo gran derecho á quejarme de la acogida que el público ha dispensado á mis cuentos, puesto que algunas de sus colecciones han sido reimpresas repetidas veces, y no pocos cuentos míos corren en todos los idiomas literarios de Europa, á pesar de las grandes dificultades que ofrece su versión, cualquiera que sea la lengua en que se verifique, por la índole especial de la castellana y los modismos y frases populares y familiares que en ellos abundan y que desapareciendo, como es punto menos que indispensable que desaparezcan en la traducción, si ésta no ha de ser absurda, desaparecen casi toda la gracia y la expresión de los cuentos; pero debo decir que en España no se hace de los cuentos populares el aprecio que se hace en otros países, y singularmente en los del Norte de Europa, donde se recogen y se publican y se leen con avidez y delicia hasta las más inverosímiles é insulsas de estas creaciones de la fantasía y el espíritu popular.


Leer / Descargar texto

Dominio público
253 págs. / 7 horas, 23 minutos / 140 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Infidelidad

José Antonio Román


Cuento


Y fueron una palabra imprudente, una sonrisa maliciosa y un ligero rumor de asombro que provocó en los concurrentes su aparirición, los que llevaron á su ánimo la dolorosa certidumbre de su deshonra. Le latieron fuertemente las sienes, una repentina oscuridad le envolvió un instante y sintió que el brazo de la infiel se agitaba nervioso bajo la brusca presión del suyo. Pero había que aparentar serenidad ante aquellas pupilas impertinentes, que se clavaban en sus rostros, y ambos empezaron á repartir á diestra y siniestra saludos afectuosos y frases galantes.

Puso término á su embarazosa situación los alegradores preludios de un vals, y las brillantes parejas que discurrían por el vasto salón atrajeron sobre sí la atención del concurso. Al fin estaban salvados. Y mientras ella se instalaba entre un grupo de amigas riendo y charlando de buen humor, él deseoso de aire puro y de soledad se encaminó á la terraza. Una vez allí encendió un cigarro y se dejó caer sobre una butaca sintiéndose quebrantado por tantas emociones. Ante sus ojos se extendía gran parte de la ciudad con sus luces temblorosas, medio velada por una transparente neblina. Las torres de las iglesias se destacaban sobre el brumoso horizonte. De las solitarias calles subía hasta él una bienhechora humedad que calmaba su sobreexcitado organismo. Hacia el oriente una hermosa luna llena, brillante como un inmenso disco de bruñida plata, iluminaba las nieblas, dándoles un aspecto fantástico. Lima en aquella silenciosa medianoche, con los extrañas cúpulas de sus templos y sus balcones de bizarro estilo, traía á la mente dulces recuerdos de antiguas ciudades.


Leer / Descargar texto

Dominio público
8 págs. / 15 minutos / 34 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

12345