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editor: Edu Robsy textos disponibles fecha: 31-10-2021 contiene: 'u'


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El Secreto de Dos Almas

Norberto Torcal


Cuento


I

Al lento andar de la vaca robusta, cuyas rosadas ubres casi tocaban en el suelo Ramuncho volvía, ya puesto el sol, ú su pobre casería siguiendo el estrecho sendero que, entre frondosos manzanos y maizales, serpentea por la montaña.

En el rostro del viejo vascongado leíase el desaliento y la tristeza. Muy de madrugada había bajado á la villa con intención de vender la vaca; pero los pocos compradores que á él se habían acercado, como si comprendieran lo apremiante de su necesidad, habían sido tan parcos en sus ofertas, que Barn ancho vió llegarlas últimas horas de la tarde sin poder realizar sus deseos, teniendo que volverse á casa con el manso animal que ya de nada podía servir á la familia para sacarla de su situación angustiosa.

Porque la usura no tiene entrañas y sus amenazas se cumplen fatalmente; ó Ramuncho pagaba antes de tres días los cien duros que, confiado en la abundancia de la próxima cosecha, había tomado á un interés harto crecido, para pagar la contribución y saldar algunas cuentecillas atrasadas, ó sería inmediatamente echado de su casa y desposeído de la mísera hacienda, la cual, á fuerza de sudores y trabajos, daba para ir viviendo. El dilema no admitía término medio: ó lo uno ó lo otro.

Y el viejo aldeano, sintiendo en su alma toda la inmensa pesadumbre y amargura de verse arrojado de aquel amable rinconcito de la montaña en que anidaban todos sus santos amores, recuerdos y esperanzas, inclinaba al suelo la cabeza, y con el revés de su áspera y rugosa mano limpiaba la lágrima próxima á resbalar por su tostada mejilla, mientras fatigosamente remontaba el estrecho sendero que á la blanca casería conduce.

—¿Vender no pudiste?—fué el primer saludo que, al verlo, le dirigió Ramuncha, su mujer.


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Adán y Eva en el Paraíso

José María Eça de Queirós


Cuento


I

Adán, Padre de los Hombres, fue creado en el día 28 de octubre, a las dos de la tarde... Afírmalo así, con majestad, en sus Annales Veteris et Novis Testamenti, el muy docto y muy ilustre Usserius, obispo de Meath, arzobispo de Armagh y canciller mayor de la Sede de San Patricio.

La Tierra existía desde que se hiciera la Luz, el 23, en la mañana de todas las mañanas. ¡Mas no era ya aquella Tierra primitiva, parda y muelle, ensopada en aguas gredosas, ahogada en una niebla densa, irguiendo, aquí y allí, rígidos troncos de una sola hoja y de un solo retoño, solitaria, silenciosa, con una vida escondida, apenas sordamente revelada por las sacudidas de los bichos oscuros, gelatinosos, sin color y casi sin forma, creciendo en el fondo del lodo! ¡No! Ahora, durante los días genesíacos, 26 y 27, habíase completado, abastecido y ataviado, para acoger condignamente al Predestinado que venía. En el día 28 ya apareció perfecta, perfecta, con las alhajas y provisiones que enumera la Biblia, las hierbas verdes de espiga madura, los árboles provistos de fruto entre la flor, todos los peces nadando en los mares resplandecientes, todas las aves volando por el aire sereno, todos los animales pastando sobre las colinas lozanas, y los arroyos regando, y el fuego almacenado en el seno de la piedra, y el cristal y el ónix, y el oro de ley del país de Hevilath...


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34 págs. / 1 hora / 158 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

No Hay Patria Fea

Antonio de Trueba


Cuento


I

Hacía más de veinte años que yo ansiaba continuamente volver al valle nativo, ansia á que contribuía no poco la circustancia de no haber vuelto á ver á mis padres, á mis hermanos, á mis compañeros de la infancia, desde que me alejé de ellos casi niño.

Comprendo que el amor al hogar paterno y al valle nativo ha sido siempre en mí una pasión que en lo intensa y, si se quiere, en lo insensata, me ha diferenciado de la generalidad de los hombres, porque me parece que entre cada millón de ellos apenas es posible encontrar uno que sienta esa pasión con la intensidad con que yo la siento. Esta pasión en mí era hija de mi naturaleza, y no de las circunstancias y vicisitudes de mi vida, porque ni en el hogar paterno había dejado delicias materiales de tal magnitud y encanto que fuera imposible olvidarlas, ni lejos de aquel hogar había encontrado miserias y trabajos tan grandes que fuera imposible acostumbrarse á ellos. Más aún: la hermosura real de mi tierra nativa y la fealdad de aquella por que la había trocado no contrastaban de tal modo que justificasen mi ansia por tornar á la primera.

Ahora que he visto satisfecho, hasta cierto punto, mi deseo de vivir donde nací; ahora que mi cabeza se deja dominar menos por mi corazón, y conozco que cuando se escribe para el público es necesario buscar modo de que cabeza y corazón se auxilien mutuamente; ahora comprendo que el corazón embellece muchas cosas que son feas, y afea muchas cosas que son bellas.


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

La Pur Sang

José Antonio Román


Cuento


Aquella tarde de carreras estaba concurridísimo el hipódromo. Como era temprano pude instalarme en un buen sitio en la tribuna de los caballeros; desde ahí oteaba todo el terreno circunvecino y contemplaba el hervir de la muchedumbre que se agolpaba alrededor del valladar, los carruajes enfilados y los caballos, cuyos jinetes distraían las impaciencias de la espera recorriendo al trote los campos circundantes.

El cielo ostentaba un azul limpio, despejado, y en el cual rielaba, hacia el tercio de su camino, el flamante disco del sol. Ni la más tenue nubecilla empañaba por la parte del oriente la acrisolada diafanidad del horizonte.

De improviso sonó la campanada de anuncio, y, al punto, ocuparon la pista los corceles que iban á entrar en liza. El concurso se removió con inquietud; todas las miradas se clavaron ahincadamente en los colores que distinguían á los jockeys que regían á los caballos. Empezaron al instante á cruzarse cuantiosas apuestas entre los aficionados. El sport subía cada vez más

Dióse la señal de partida. Los brutos arrancaron vigorosamente levantando con sus finos cascos una copiosa polvareda, que, por largos momentos, quedó suspendida en los aires hasta resolverse en ligero polvillo que se iba prendiendo por donde quiera. Al cabo de unos cuantos minutos entre clamores de triunfo y ruidosos palmoteos, jadeantes, cubiertas de sudor las lucias ancas, llegaron los caballos á la meta. Se voceó el nombre del jockey vencedor, quien fué recibido por sus admiradores con los brazos abiertos.

Uno tras otro, de esta manera, fueron llevándose á cabo los números de carreras que rezaban los programas, sin más peripecias que las consiguientes emociones de los que perdían ó ganaban en las apuestas concertadas.


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

La Mejor Lotería

Antonio de Trueba


Cuento


I

Juan y Juana se querían mucho y estaban en casarse, como Dios manda así que mejorase Un poco su situación, que era bastante triste, pues Juan tenía un empleillo de mala muerte, con que apenas ganaba ocho reales diarios, y Juana apenas ganaba la mitad, cose que cose todo el santísimo día.

Juan estaba colocado en una casa de comercio como mandadero, pero merecía aunque fuera una plaza de tenedor de libros, pues su letra era buena y entendía de cuentas como el primero, y la hubiera obtenido á no ser por su pícara cortedad de genio; pues estando vacante la de la respetable casa de los Sres. Risueño y Compañía, fué una porción de veces con intención de solicitarla, y al llegar á la puerta se volvió atrás por cortedad; y cuando, al fin, se atrevió á entrar, la plaza estaba ya dada, y los Sres. Risueño y Compañía le dijeron que, si llega á solicitarla un día antes, es para él aquella brevita.

Las muchachas rara vez están conformes con su y novios en que el casamiento se deje para más adelante, aunque sea con motivos tan fundados como la necesidad de sostener y no dar disgustos á una madre anciana, como que yo he oído sin querer algunas de osas conversaciones que las muchachas suelen tener entre sí, y más de una vez he oído decir: «¡Hija, qué rabia me dan los novios que dicen que no se casan mientras su madre viva!» Sin embargo de esto, Juana estaba muy conforme con Juan cuando éste decía:


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Infidelidad

José Antonio Román


Cuento


Y fueron una palabra imprudente, una sonrisa maliciosa y un ligero rumor de asombro que provocó en los concurrentes su aparirición, los que llevaron á su ánimo la dolorosa certidumbre de su deshonra. Le latieron fuertemente las sienes, una repentina oscuridad le envolvió un instante y sintió que el brazo de la infiel se agitaba nervioso bajo la brusca presión del suyo. Pero había que aparentar serenidad ante aquellas pupilas impertinentes, que se clavaban en sus rostros, y ambos empezaron á repartir á diestra y siniestra saludos afectuosos y frases galantes.

Puso término á su embarazosa situación los alegradores preludios de un vals, y las brillantes parejas que discurrían por el vasto salón atrajeron sobre sí la atención del concurso. Al fin estaban salvados. Y mientras ella se instalaba entre un grupo de amigas riendo y charlando de buen humor, él deseoso de aire puro y de soledad se encaminó á la terraza. Una vez allí encendió un cigarro y se dejó caer sobre una butaca sintiéndose quebrantado por tantas emociones. Ante sus ojos se extendía gran parte de la ciudad con sus luces temblorosas, medio velada por una transparente neblina. Las torres de las iglesias se destacaban sobre el brumoso horizonte. De las solitarias calles subía hasta él una bienhechora humedad que calmaba su sobreexcitado organismo. Hacia el oriente una hermosa luna llena, brillante como un inmenso disco de bruñida plata, iluminaba las nieblas, dándoles un aspecto fantástico. Lima en aquella silenciosa medianoche, con los extrañas cúpulas de sus templos y sus balcones de bizarro estilo, traía á la mente dulces recuerdos de antiguas ciudades.


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8 págs. / 15 minutos / 33 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Hombres de Antaño

Norberto Torcal


Cuento


¡Eh! Colasa, sácame la chaqueta de paño y los calzones nuevos... no se te la faja de seda y el sombrero de castor de los días de fiesta... tráeme las inedias blancas que están por estrenar... Ven, ayúdame á atar los lazos de las alpargatas... ¡Recorneta! Mira que es calamidad no poder valerse uno ni aun para los más sencillos menesteres por falta del brazo que más se necesita para todo...

—¿Pues no te has pasado la vida diciendo que yo era tu brazo derecho?—observó la mujer que parecía participar del buen humor y alegría de su marido.

—Sí que te lo he dicho, y nunca con más verdad que ahora. ¡Figúrate lo que liaría yo sin tí!... Pero ¿en qué estás pensando, mujer, que no me has sacado el chaleco bordado que hace rato te he pedido?

La tía Colasa, que desde hacía media hora no paraba de ir y venir de un lado para otro, revolviendo ropas, abriendo y cerrando cajones, dando unos puntos de aguja á una camisa, estirando un poco los calzones llenos de arrugas y ayudando á su marido á vestir las antiguas pero bien conservadas prendas de su indumentaria, presentóse trayendo en sus manos el chaleco de rameadas flores de seda que desde hacía años dormía en el fondo del arcén, aguardando una ocasión solemne para salir de las oscuras profundidades en que la dueña le tenía sepultado, y lucir al sol los primores de sus artísticos y chillones bordados.

—¿Sabes que pareces un novio?—dijo la tía Colasa mirando con ojos de satisfacción y orgullo á su marido, ya emperegilado y peripuesto como si se preparara para ir á bodas.

—Un novio manco y viejo, con más achaques y alifafes que burro de gitano—replicó el tío Antón con jovial acento. ¡Recorneta! ¡Nuestros chicos si que estarían hoy hechos unos novios bien reguapos y tiesos!... ¡Que no vivieran para ver este día y ser la gloria de todos los ojos!...


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

En las Puertas del Cielo

Norberto Torcal


Cuento


San Pedro estaba realmente intratable.

No soy yo quien con poco respeto á sus venerables canas y falta de reverencia á sus méritos indiscutibles se atreve á calificarle de ese modo; el mismo Señor era quien aquella mañana se lo había dicho en vista de su taciturnidad y mal humor, cosa poco frecuente en él, porque dígase lo que se quiera, la verdad es que San Pedro no tiene mal genio ni es fosco con nadie.

Y conste que su mal humor de aquel día no nacía de exceso de trabajo ó de cansancio en el vestíbulo de la gloria, sino de todo lo contrario. Más de ocho días hacía ya que por allí no se acercaba ninguna persona decente. Todo se volvía chiquillos y más chiquillos, de esos á quienes no hay más que abrirles la puerta y dejarles que entren en el cielo sin cambiar con ellos ni un saludo, ni una palabra.

Apestado estaba ya el celestial portero de ver caras molletudas y cabelleras rubias, ojos azules y alitas blancas, cosa que le alegraba, sí, pero que al fin y al cabo no le dejaba satisfecho ni mucho menos.

Aquello era un fastidio; el pobre San Pedro no tiene otros ralos divertidos que los que se pasa cuando ajusta cuentas con almas de empuje, y aquellas almas no parecían por parle alguna. Además, la gloria misma iba á convertirse en lugar poco agradable, y de continuar por aquel camino las cosas, día iba á llegar en que las gentes de acá abajo, renunciarían al cielo sólo por no verse envueltos de chiquillos, que serán todo lo alegres y hermosos que se quiera, pero que á la corta ó á la larga acaban siempre por aburrir y hacerse insoportables cuando se les trata de cerca y por mucho tiempo.

Jamás había visto San Pedro cosa igual desde que ejercía su importante oficio. ¿Será que Dios no envía ahora á la tierra tantas gracias como antes? se preguntaba á sí mismo continuamente, tratando de explicarse de algún modo fenómeno tan raro.


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El Modo de Descasarse

Antonio de Trueba


Cuento


I

Si yo escribiera esto cuento sólo para gentes de esta región de altas y agrestes montañas y hondos y amenos valles, que se dilata entre el Océano y el Ebro, no necesitaría dar pelos y señales del sacristán de Gruezúrraga, porque ¿quién no conoce, del Ebro acá, siquiera los principales rasgos de su fisonomía moral, que dibuja para regocijo de todos los presentes, uno de los más decidores y cuenteros en las veladas de invierno en torno del hogar, donde chillan las manzanas atormentadas por el fuego y hace gor-gor la caldera de castañas suspendida del llar, y en la pela ó deshoja del maíz, donde está reunida y medio sepultada entre calzas ú hojas la gente más reidora del barriecillo, y en la layada, donde forman en fila, alternando con los hombres, las muchachas más vigorosas y reidoras, y en la-salla ó escarda del trigo y del maíz, donde los cuentos alternan con los cantares?

Pero contando esto cuento para gentes de allende el gran río por excelencia histórico, y aun para gentes de allende el mar Atlántico, necesario es que dé pelos y señales del sacristán, y aun del Cura, y aun de la feligresía de Gunzúrraga.

Démoslas, antes de todo, de la feligresía; que para pintar un cuadro, lo primero es preparar el lienzo donde se ya á pintar.

Guezúrraga es una feligresía de cincuenta vecinos, escondida en el valle más solitario de la región cantábrica. Los que moran en ella tienen laderas casi, verticales por muros de su vivienda, una vega de mil pasos de longitud y quinientos de latitud por pavimento, y el cielo, que se ve allá arriba, allá arriba, por techo.


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21 págs. / 38 minutos / 35 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

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