El Rey del Arroyo
Javier de Viana
Cuento
Dominio público
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Publicado el 25 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
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Dominio público
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Dominio público
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Publicado el 25 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
Dominio público
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Publicado el 12 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
Licencia limitada
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Publicado el 1 de enero de 2021 por Edu Robsy.
Cuentan que Godoy, cuando estaba en la cumbre del poder y en lo mejor de su valimiento, protegió y favoreció pródigamente a sus antiguos camaradas los guardias de corps. A dos o tres de ellos los envió de embajadores, a otros los hizo gobernadores y hasta virreyes, y no pocos fueron de canónigos a diferentes catedrales.
Uno, que era algo místico y no sin razón presumía de teólogo, tuvo una canongía en Sevilla.
Meses después de estar instalado en su canongía, escribió a una señora íntima suya, que vivía en Madrid.
En la carta encarecía y ponderaba, como es justo, el esplendor y la hermosura de la gran ciudad del Betis, contaba lo bien que le iba en su nuevo empleo y residencia y afirmaba que no dejaba nunca de asistir a coro, rezando, cantando y alabando a Dios en compañía de los otros canónigos.
Luego añadía como cosa que le había chocado en extremo y que era digna de memoria:
—Aquí todo se reza en latín menos el Gloria Patri.
Dominio público
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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.
—Nunca carece apurarse pa pensar las cosas, pero siempre hay que apurarse p'hacerlas, —explicaba el viejo Pancho.— Antes d'emprender un viaje se debe carcular bien el rumbo y dispués seguirlo sin dir pidiendo opiniones que con seguridá lo ostravean.
Y si hay que vandiar un arroyo crecido y que uno no conoce, por lo consiguiente, cavilar pu'ande ha de cáir y pu’ande v'abrir y cerrar los ojos: Dios y el güen tino lo han de sacar en ancas.
Dicen que “vale más rodiar que rodar”, pero yo creo que quien despunta un bañao por considerarlo fiero, o camina río abajo esperando encontrar paso mejor, o quien ladea una sierra temiendo espinar el caballo, no llega nunca o llega tarde a su destino.
—¿Y pa casarse? —preguntó irónicamente al narrador, celibatario irreductible, don Mateo.
—Pa casarse hay que pensar muchísimo. De día cuando se ve la novia y está cerca; de noche cuando está lejos y no ve... Pa casarse hay que pensar muchísimo, y...
—¿Y?...
—Y cuando se ha pensao muchísimo, sólo un bobeta se casa.
Dominio público
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Publicado el 25 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
Durante la primera guerra civil entre isabelinos y carlistas, militaba en favor de los isabelinos una legión portuguesa, al mando de un general valeroso y grave.
Ocurrió que los vecinos de un lugar acudieron al general español, quejándose de que los soldados que estaban a sus órdenes les habían robado y se habían comido muchas docenas de gallinas. Los soldados españoles, a fin de disculparse de aquella falta que su general les echaba en cara, afirmaron que los portugueses eran quienes la habían cometido.
Habló de esto el general español al general portugués, el cual defendió con mucho calor a sus subordinados y echó la culpa a los españoles del latrocinio y de la glotonería.
El general español persistió, no obstante, en defender a los suyos y en culpar a los portugueses, resultando de aquí una discusión harto vehemente.
Por último, el general portugués lleno de indignación, y furia, afirmó hasta la imposibilidad de que sus terribles soldados, tan virtuosos como sobrios y sufridos, robasen gallinas y mucho menos se las comieran:
—¡Os portuguezes —exclamó para terminar— nao comen gallinas: os portuguezes comen serpentes, trementina... e merda!
Dominio público
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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.
Monólogo en un manicomio
Por supuesto, que si no fuera mirando que ese hombre está loco...
¡Y eso que se lo he contado! Mira que me iban á dar garrote. ¡Apaga, hombre! Mira que estaba en capilla; que tu no sabes eso, y hay que pasarlo para saberlo. Me dieron muy bien de comer; y, es claro, después me entro sueño; y me despierto, y miro, y veo las luces del altar, y me voy á la ventana, y nada; á obscuras. ¡Hay que saber lo que es el día cuando le van á uno á dar garrote! Y recé un poco y me volví á dormir. Y venga roncar; y me despierto, y lo mismo; las velas encendidas, pero el Sol, ¡no!
Y así fué pasando, hasta que me convencí de que no amanecía. Muchas luces de esta clase y de la otra; pero la del Sol, ¡quia!
Que mañana amanece, pues me ahorcan; que no amanece, pues sigo aquí.
Y ese bruto, dale con que hace buen Sol; y le digo: apaga esa luz, y nada. ¡Si creerá que va á engañar á la justicia! En fin, ¡quién hace caso de un loco!
Dominio público
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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.
Se fue a confesar un gitano ya de edad provecta y muy preciado de discreto.
El Padre le preguntó si sabía la doctrina cristiana.
—Pues no faltaba más sino que a mis años no la supiese —dijo el gitano.
—Pues rece usted el Padrenuestro —dijo el confesor.
—Mire usted, Padre —contestó el gitano— no me avergüence preguntándome cosas tan fáciles. Eso se pregunta a los niños de la doctrina y no a los hombres ya maduros y que no tienen traza de ignorantes o de tontos. En punto a religión yo sé cuanto hay que saber. Hágame preguntas difíciles, morrocotudas, y ya verá cómo contesto.
—Bien está —dijo el padre—. Pues entonces responda usted: ¿Cómo es que, siendo Dios omnipotente y creador de cielos y tierras, consintió en hacerse hombre y en venir al mundo?
El gitano contestó sin titubear:
—Pues ahí verá usted.
—Y si N. S. Jesucristo no hubiera venido a salvarnos —prosiguió el Padre— y si no hubiera padecido pasión y muerte, ¿qué hubiera sido de nosotros?
—Hágase usted cargo —replicó el gitano.
Y el padre se quedó turulato al oír contestaciones tan llenas de sabiduría.
Dominio público
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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.
De vuelta a su lugar cierto joven estudiante muy atiborrado de doctrina y con el entendimiento más aguzado que punta de lezna, quiso lucirse mientras almorzaba con su padre y su madre. De un par de huevos pasados por agua que había en un plato escondió uno con ligereza. Luego preguntó a su padre:
—¿Cuántos huevos hay en el plato?
El padre contestó:
—Uno.
El estudiante puso en el plato el otro que tenía en la mano diciendo:
—¿Y ahora cuántos hay?
El padre volvió a contestar:
—Dos.
—Pues entonces —replicó el estudiante—, dos que hay ahora y uno que había antes suman tres. Luego son tres los huevos que hay en el plato.
El padre se maravilló mucho del saber de su hijo, se quedó atortolado y no atinó a desenredarse del sofisma. El sentido de la vista le persuadía de que allí no había más que dos huevos; pero la dialéctica especulativa y profunda le inclinaba a afirmar que había tres.
La madre decidió al fin la cuestión prácticamente. Puso un huevo en el plato de su marido para que se le comiera; tomó otro huevo para ella, y dijo a su sabio vástago:
—El tercero cómetele tú.
Dominio público
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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.