Textos más cortos publicados por Edu Robsy etiquetados como Cuento disponibles | pág. 5

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editor: Edu Robsy etiqueta: Cuento textos disponibles


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Silverio Lanza


Cuento


—Vamos deprisita, García, que hoy es preciso enviar original á muchas partes. ¿Está terminada esa copia?

—Sí, señor.

—¿Y la nota?

—Aquí está.

—A ver... Vamos á despachar las menudencias. «El amor, para una hoja del Almanaque de la casa X...»

Y, ¿qué digo? ¿Está usted listo?

—Listo.

—Obligad á todos los humanos á que definan el amor, y las definiciones serán diferentes, porque el amor es función del hombre. Es como el nacer y el morir, algo fatal en la ley de la vida. Es dote del alma que hace vibrar los músculos del espíritu y la libra del estado atónico, que se llama hastío, y del estado patológico, que se llama odio.

El amor y las truchas no se conocen con las bragas enjutas.

—¿Nada más?

—Es bastante. Cuatro palabras fuertes y un chiste grosero. Eso va en un sobre.

—Está bien.

—Pero, García, ¡que seca usted con el papel sellado!

—Es verdad.

—¿Usted cree que esa cuartilla es un viñedo que se puede secar con ese papel?

—Estaba distraído.

—¿Se ha manchado?

—Casi nada; cuatro palabras.

—Entre muchos borrones.¿A ver? Ley... dote... hastío... odio.

—Lo quitaré con el raspador.

—No use usted medios violentos. Eso ya lo borrarán la honrada libertad y el sentido común.


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 22 visitas.

Publicado el 28 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Las Gafas

Juan Valera


Cuento


Como se acercaba el día de San Isidro, multitud de gente rústica había acudido a Madrid desde las pequeñas poblaciones y aldeas de ambas Castillas, y aun de provincias lejanas.

Llenos de curiosidad circulaban los forasteros por calles y plazas e invadían las tiendas y los almacenes para enterarse de todo, contemplarlo y admirarlo.

Uno de estos rústicos entró por acaso en la tienda de un óptico en el punto de hallarse allí una señora anciana que quería comprar unas gafas. Tenía muchas docenas extendidas sobre el mostrador; se las iba poniendo sucesivamente, miraba luego en un periódico, y decía:

—Con éstas no leo.

Siete u ocho veces repitió la operación, hasta que al cabo, después de ponerse otras gafas, miró en el periódico, y dijo muy contenta:

—Con éstas leo perfectamente.

Luego las pagó y se las llevó.

Al ver el rústico lo que había hecho la señora quiso imitarla, y empezó a ponerse gafas y a mirar en el mismo periódico; pero siempre decía:

—Con éstas no leo.

Así se pasó más de media hora, el rústico ensayó tres o cuatro docenas de gafas, y como no lograba leer con ninguna, las desechaba todas, repitiendo siempre:

—No leo con éstas.

El tendero entonces le dijo:

—¿Pero usted sabe leer?

—Pues si yo supiera leer, ¿para qué había de mercar las gafas?


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 68 visitas.

Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

El Animal Prodigioso

Juan Valera


Cuento


Desde una pequeña aldea de Aragón vino a Madrid un hombre muy observador, aunque rústico, y que por primera vez viajaba.

Cuando volvió a su tierra, le rogaban todos que les contara lo que de más notable había visto.

Contaba él infinitas cosas, muy menudamente y con gran exactitud y despejo; pero lo que más había llamado su atención y lo que más le había sorprendido era un animal, que describía de esta suerte:

—Imaginen ustedes un cochino enorme, doble mayor que un toro, con un rabo muy grueso y con un gancho en la punta del rabo. Con aquel gancho coge nueces, manzanas, naranjas, racimos de uvas, pedazos de pan y otros comestibles, y luego a escape, se lo mete todo en el trasero.

Nadie en el lugar quiso creer en tan extraño fenómeno, pero el viajero juraba y perjuraba que le había visto, y aun se enojaba de que no le diesen crédito sus paisanos.

Resultó de esto una acalorada disputa.

Un anciano muy prudente imaginó, para que resolviese la disputa y los pusiese en paz a todos, ir a consultar al cura párroco, que era letrado y tenía fama de entendido.

Llegados a la presencia del cura, el viajero hizo nuevamente la descripción del animal prodigioso.

El auditorio, apenas acabó, se puso a gritar:

—¡Es grilla! ¡Es grilla!

Y el cura dijo entonces:

—Qué ha de ser grilla: es un elefante.


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 38 visitas.

Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

La Seca

Javier de Viana


Cuento


Las atroces torturas de la sed convulsionaban al campo que, desaparecido el verde pelaje, mostraba la ignominia de su epidermis parda y por todas partes agrietada. Las vacas esqueléticas, cuyos ilíacos amenazaban agujerear el cuero, tenían pintada en sus grandes ojos buenos, la angustia del aniquilamiento. Los terneros, escuálidos, bamboleantes, imploraban con balidos lamentables, el sustento que no podían darle las ubres exhaustas. De trecho en trecho veíanse manchas negras formadas por grandes bandas de cuervos que se cebaban glotonamente en las osamentas de las reses muertas. El persistente viento Norte, abrumador y deletéreo, acrecentaba el tormento de la sequía... A intervalos nublábase el sol, encendiendo la esperanza de una lluvia reparadora; pero minutos después desaparecían los nubarrones, restaurando la inclemencia solar... Ya la desolación iba llegando al máximo, cuando en un atardecer de fuego, fue lentamente toldándose el cielo hasta producir una obscuridad de eclipse. También, con desesperante lentitud, fué cambiando el viento, y tanto los humanos como las bestias, enmudecieron para no “ahuyentar la tormenta”... Transcurrió más de una hora de indescriptible ansiedad... De súbito, una enorme daga de fuego rasgó de arriba abajo la negra capucha... Restalló furibundo un trueno; gruesas y espaciadas gotas cayeron sobre la tierra, cuya avidez dejó escapar un vaho capitoso. y segundos más tarde, una lluvia torrencial bañó la tierra, devolviendo la alegría y la esperanza a los campos, a las plantas, a las bestias y a los hombres.


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 28 visitas.

Publicado el 25 de octubre de 2022 por Edu Robsy.

¡Si Todos Fuesen Locos!

Silverio Lanza


Cuento


(Entre un demente y su camarero)

—Banco de España: Diez millones para Pepe.

—¡Vamos, D. Manuel, tome usted la sopa!

—¿La sopa? Yo la pago; he dicho que la pago. Sindicato central de las agrupaciones mineras de la cuenta del Ebro; tres millones de francos inmediatamente, tres mi...

—¡Que se enfría, D. Manuel! ¡Vamos con un poquito!

—llones. Trescientos millones.

—¡Que se enfría, vamos con un poquito!

—¿Un poquito? Mucho, mucho. Banco de Londres: acepte usted mis cheques que son corrientes. En seguida: un millón de libras esterlinas. Para ahora tengo.

—Mire usted que me enfado.

—¿Por qué? ¿Quieres dinero?

—Lo que quiero es que tome usted la sopa.

—¿La sopa? Yo no quiero sopa; yo no como sopa; yo tengo mucho dinero para comer sopa. ¿Qué quieres? ¿Cien millones? ¿En liras? Te los doy á la vista. Sociedad Internacional de...

—¡Que me enfado, D. Manuel! ¡Que me enfado!

—¿Por que no la tomo?

—Pues, ea.

—Pero si te la pago.

—Pues tómela usted.

—Te la pago y no la tomo.

—Eso no está bien.

—¿Y tú has pagado siempre todo, absolutamente todo lo que has tomado?

—No hablemos de eso.

—Contesta y dí la verdad. ¿Has pagado siempre? Contesta la verdad, ó no tomo la sopa. ¿Has pagado siempre lo que has tomado?

—Siempre, no.

—Pues desátame, y te ato.


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 89 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

El Muerto del Esquinero

Javier de Viana


Cuento


¿Sabe el lector lo que es un “esquinero”?

¿No?... Llámase así el poste grueso, fuerte, plantado en el vértice que forma el ángulo de dos líneas de alambrado. Por más recio que fuese y por más hondo que esté enterrado, este “principal” esquinero no podría nunca resistir a las dos fuerzas divergentes que necesariamente lo harían caer en el sentido de la resultante diagonal.

A objeto de contrarrestar esas dos acciones combinadas, se cava —a un par de metros del alambrado, en su parte externa— una fosa de un metro de profundidad, donde se sepulta otro poste, grueso, duro, imputrescible, al cual se amarra una brida, resistente torzal de alambre que parte de la punta del “esquinero”.

Este poste acostado bajo tierra, se llama —en el gráfico decir campesino— “un muerto”.

Se le echa tierra encima; se apisona; más tarde la gramilla crece encima y el foso queda como una tumba olvidada...

Cierta vez, viajando por el despoblado, el que esto escribe, llegó al caer de la noche, a un rancho pobre, donde tres gauchos viejos velaban el cadáver de un viejo gaucho. Indagó quién era el muerto y respondieron:

“Un hombre que vivió haciendo el bien y a quien, al morir, nadie lo recuerda. Hay hombres que son como los “muertos” de “esquineros” de alambrao, que soportan todo el peso, hacen la gloria de los otros y nadie los considera, porque están bajo tierra y nadie los ve y nadie los oye... ”


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1 pág. / 1 minuto / 40 visitas.

Publicado el 13 de octubre de 2022 por Edu Robsy.

Pisto Legislador

Silverio Lanza


Cuento


El tío Pelé arrienda una tierra al tío Melé, para que este la siembre de patatas; y Pisto (juris consultor del pueblo), en una pared de la taberna de Cisco, escribe con lápiz el contrato de la siguiente manera:

Asta 50 arrobas media quartiya por arroba

Asta 100 arrobas una idén idén

Caso que más á medias


* * *


El tío Melé coge 123 arrobas, y dice al tío Pelé:

—¿Quiere usted cobrar á dinero ó especie?

—A dinero.

—¿A cuánto las ponemos?

—A lo que esté.

—Se han medido á ocho perras arroba.

—Pues á eso.

—Pues luego traeré el dinero á la taberna.


* * *


Melé, ante Pisto y demás contertulios, entrega á Pelé 24 pesetas y 20 céntimos.

—¿Cuanto es mi cuenta?—pregunta Pelé á Pisto.

—Cuarenta y nueve pesetas con veinte céntimos.

—¿Por qué?—dice Melé.

—Porque en pasando de 100, se iba á medias: conque la mitad de 123 son 61 y media, que á 80 céntimos, valen 49 con 20.

—No, señor—replica Melé.—Se dijo que hasta 50 media cuartilla por arroba, ó sean seis arrobas y cuartilla; de 50 á 100, una cuartilla, ó sean 12 arrobas y media, y de 100 á 123, la mitad de las 23, ó sean 11 y media, conque todo suma 30 arrobas y cuartilla, que valen 24 pesetas y 20 céntimos.


* * *


Pelé y Melé han llegado á un acuerdo; han partido la diferencia, y le han dado dos bofetadas á Pisto para que no escriba leyes el que no sepa escribirlas.


* * *


¡Que cunda el ejemplo!


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1 pág. / 1 minuto / 35 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Astronomía Legal

Silverio Lanza


Cuento


El alcalde de Villaruín está satisfechísimo con su nueva casa, que es la única mejora del pueblo.

Llega el mes de Noviembre, y la señora alcaldesa traslada el lecho conyugal al dormitorio de invierno.

A la mañana siguiente se levanta Don Máximo, y se dispone á contemplar desde la ventana el pueblo que gobierna.

Se asoma, y...

—Es estraño; desde que vivo en esta casa siempre ha salido el sol por mi derecha, y ahora sale por mi izquierda. Ordenemos un bando de buen gobierno.


* * *


El maestro de escuela queda encargado de explicar el fenómeno científicamente y gratis.

—Una de dos: ó el sol ha empezado á caminar rápidamente y en la dirección que rota la tierra, lo cual no es posible, ó ésta ha girado en el sentido de un meridiano, lo cual tampoco es posible.

—Lo que no creo posible es que haya un maestro más bruto que usted. ¡A la carcel!


* * *


Así se creo en Villaruín la costumbre de celebrar dos fiestas anuales: cuando Don Máximo cambiaba de dormitorio.


* * *


Murió el maestro extenuado por el ayuno y por la prisión; y antes de morir, dispuso que le enterrasen con la cabeza hacia levante; pero, como no es fácil mover cada seis meses el cadáver, continua sin sepultar.


* * *


Yo, temeroso de estar sepultado en vida é insepulto en muerte, como el maestro de Villaruín, me reduzco á consignar que, mientras los hombres no se acostumbren á vivir sin amo, les saldrá el sol á los pueblos por donde le salga al alcalde.


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 131 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Margarita

Rafael Barrett


Cuento


Margarita era una niña ingenua.

Juan fue su primer enamorado. Con el corazón lleno de angustia, el afán en los ojos y la súplica temblorosa en las manos, Juan la confesó su amor profundo y tímido. Margarita, riendo, le contestó; «Eres feo y no me gustas». Con lo que Juan murió de sentimiento. Margarita era una niña ingenua.

Pedro se presentó después. Tenía bigotes retorcidos y mirada de pirata. Al pasar dijo a Margarita: «¿Quieres venir conmigo?». Margarita, palpitante, le contestó: «Eres hermoso y me gustas. Llévame».

Se poseyeron en seguida, y Margarita quiso desde entonces amar a Pedro a todas horas, sin sospechar que su pasión era exagerada. Pedro no pudo resistir, y murió extenuado en los brazos de Margarita, que era una niña ingenua.

La entusiasmaba lo que brilla, el sol, el oro, el rocío en las perfumadas entrañas de las flores y los diamantes en las vitrinas de los joyeros. Como era bella, un viejo vicioso la dio oro y diamantes.

El rocío y el sol no estaban a la venta. Margarita, volviendo la cara contra la pared, entregaba al vicio del viejo su cuerpo primaveral.

El viejo sucumbió pronto, dejando pegada para siempre a la fresca y pura piel de Margarita una enfermedad vergonzosa. Margarita era una mujer ingenua…

Creía en los Santos. La exaltaban las místicas volutas del incienso, las mil luces celestiales que centellean en el altar mayor; tragaba a su Dios todos los domingos, y una mañana de otoño le dió su alma, adornada con la bendición papal. Margarita era una viejecita ingenua…


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1 pág. / 1 minuto / 119 visitas.

Publicado el 13 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

Ajenjo

Rafael Barrett


Cuento


Tres dedos de ajenjo puro —tres mil millones de espacios de ensueño.

El espíritu se desgarra sin dolor, se alarga suavemente en puntas rápidas hacia lo imposible. El espíritu es una invasora estrella de llama de alcohol fatuo. Libertad, facilidad sublime. El mundo es un espectro armonioso, que ríe con gestos de connivencia.

Ya sé… ¿Qué sé? No sé; lo sé todo. La verdad es alegre. Un horno que sacude en la noche su cabellera de chispas. Ráfagas de chispas veloces, onda de luego que se encabrita. Por todas partes la luz que abrasa. Arder, pasar, aullidos de triunfo…

La vida está desnuda. Me roza en su huida, me araña, la comprendo, la siento por fin. El torrente golpea mis músculos. ¡Dios mío! ¿Dios? Sí, ya sé. No, no es eso.

¿Y debajo? Algo que duerme. La vuelta, la vuelta a la mentira laboriosa. El telón caerá. No quiero esa idea terrible. Desvanecerse en las tinieblas, mirar con los ojos inmóviles de la muerte el resplandor que camina, bien. Tornar al mostrador grasiento, al centavo, al sudor innoble…

Ajenjo, mi ajenjo. ¿Es de día? Horas de ociosidad, de amor, de enormes castillos en el aire: venid a mí. Mujeres, sonrisas húmedas, el estremecimiento de las palabras que se desposan, vírgenes, en las entrañas del cerebro, y cantan siempre…

Ajenjo, tu caricia poderosa abandona mi carne. Me muero, recobro la aborrecible cordura, reconozco las caras viles y familiares, las paredes sucias de la casa…

Las estrellas frías. Las piedras sonoras bajo mis talones solitarios. La tristeza, el alba. Todo ha concluido.


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 92 visitas.

Publicado el 13 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

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