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Kwaidan: Historas y Estudios Sobre Cosas Extrañas

Lafcadio Hearn


Cuento, Leyenda


La historia de Mimi-Nashi Hōichi

Hace más de 700 años, en Dan-no-ura, en el litoral del estrecho de Shimonoseki, se libró la última batalla de la larga guerra que enfrentó a los Heike, el clan de los Taira, con los Genji, el clan de los Minamoto. Fue en aquel lugar donde perecieron todos los Heike, con sus mujeres y niños, y también el emperador infante, hoy recordado como Antoku Tennō. Aquellos mares y aquellas costas llevan siete siglos hechizados por los espíritus de los muertos… En alguna otra parte he descrito los extraños cangrejos que habitan esa zona —y que son conocidos como «cangrejos Heike»—, en cuyos caparazones se dibujan rostros humanos que se dice representan las caras de los fieros guerreros Heike. Pero otras muchas cosas insólitas se ven y se oyen a lo largo de esas costas. En las noches oscuras, miles de fuegos espectrales se posan sobre la playa y revolotean sobre las olas —pálidas luces que los pescadores llaman oni-bi o fuegos del demonio—, y siempre que sopla el viento, arrastra consigo lo que parecen alaridos y gritos del fragor de la batalla provenientes del mar.


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72 págs. / 2 horas, 7 minutos / 84 visitas.

Publicado el 4 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Miscelánea Japonesa

Lafcadio Hearn


Cuento


De una promesa cumplida

—Regresaré a comienzos de otoño —dijo Alcana Soyemon siglos atrás para despedirse de su hermano adoptivo, el joven Hasebe Samon. Esto sucedió en primavera, en la aldea de Kato, provincia de Harima. Alcana era un samurái de Izumo y quería visitar su tierra natal.

—Tu Izumo, el País de las Ocho Nubes Crecientes, está muy lejos. Así que quizá te resulte difícil prometer que vas a regresar en un día concreto. No obstante, saber el día exacto nos haría muy felices ya que podríamos preparar un banquete de bienvenida en tu honor y esperar en la puerta tu llegada.

—Bueno, en cuanto a eso —respondió Akana—, estoy tan acostumbrado a viajar que puedo decir con antelación cuánto tiempo tardaré en llegar a un lugar determinado; por eso puedo prometer con toda seguridad qué día estaré de vuelta. ¿Digamos para el día del festival Chōyō?

—Eso es el noveno día del noveno mes —dijo Hasebe—, cuando los crisantemos están en plena floración, así que podremos ir a contemplarlos juntos. ¡Estupendo! Entonces, ¿prometes regresar el noveno día del noveno mes?

—El noveno día del noveno mes —repitió Akana esbozando una sonrisa de despedida. Y dando grandes zancadas se marchó de la aldea de Kato, en la provincia de Harima mientras Hasebe Samon y la madre de Hasebe le decían adiós con lágrimas en los ojos.

«Ni el sol ni la luna», reza un antiguo proverbio japonés, «se detienen jamás en su viaje». Los meses pasaron veloces y llegó el otoño, la estación de los crisantemos. Y muy temprano en la mañana del noveno día del noveno mes, Hasebe se preparó para recibir a su hermano adoptivo. Organizó un gran festín con las mejores viandas, hizo traer vino, decoró el salón de visitas y puso en los jarrones de la alcoba crisantemos de dos colores. Cuando su madre lo vio, le dijo:


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33 págs. / 57 minutos / 86 visitas.

Publicado el 3 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Sombras

Lafcadio Hearn


Cuento


La reconciliación

Había en Kioto un joven samurái que, sumido en la más absoluta pobreza tras la caída de su señor, se había visto obligado a abandonar su hogar para entrar al servicio del gobernador de una provincia lejana. Antes de irse de la capital, el samurái se divorció de su esposa —una joven buena y hermosa—, pues creía que le sería más fácil ascender mediante un nuevo matrimonio. Resolvió casarse con la hija de una familia de cierta posición y la pareja de recién casados se trasladó al distrito al cual el samurái había sido llamado.


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25 págs. / 43 minutos / 75 visitas.

Publicado el 3 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

En el Japón Fantasmal

Lafcadio Hearn


Cuento


Fragmento

Era ya la hora del ocaso cuando llegaron al pie de la montaña. No había en aquel lugar signo alguno de vida, ni rastro de agua o plantas; ni siquiera la sombra lejana de un pájaro en vuelo, tan sólo desolación elevándose sobre desolación. La cumbre se perdía en el cielo.

Entonces el Bodhisattva se dirigió a su joven compañero:

—Lo que has pedido ver, te será mostrado. Pero el lugar de la Visión está lejos y penoso es el camino que conduce hacia él. Sígueme y no temas: la fuerza que necesitas te será concedida.

El crepúsculo declinaba a medida que ascendían. No había un sendero trazado, ni señales de presencia humana anterior; el camino discurría sobre montones interminables de guijarros que rodaban bajo sus pies. A veces, las piedras se desprendían estrepitosamente rompiendo el silencio con un sonido seco; en otras ocasiones, los pedruscos que pisaban se pulverizaban como una concha vacía. Las estrellas asomaban estremecidas. La oscuridad era cada vez mayor.

—No temas, hijo mío —habló el Bodhisattva—, aunque el camino es penoso, no hay peligro.

Bajo las estrellas, ascendían más y más rápido, impelidos por un poder sobrehumano. Atravesaron bancos de niebla; a sus pies contemplaban una silenciosa marea de nubes, blanca como la superficie de un mar lechoso.

Hora tras hora ascendían; y a su paso contemplaban formas que se hacían invisibles al instante, con un leve crujido, dejando tras de sí un gélido fuego que se extinguía con la misma rapidez con la que había aparecido.

Entonces el joven peregrino alargó la mano y tocó algo cuya superficie lisa y suave indicaba que no se trataba de una piedra, lo levantó y pudo entrever la burla macabra de la muerte en una calavera.

—No nos demoremos, hijo mío —dijo el maestro—, la cima que debemos alcanzar está aún muy lejos.


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39 págs. / 1 hora, 8 minutos / 831 visitas.

Publicado el 3 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Juventud

Joseph Conrad


Cuento


Nota del autor

… (Juventud) supone la primera aparición en el mundo del personaje de Marlow, con quien mi relación a lo largo de los años ha llegado a ser muy íntima. Los orígenes de este caballero (no sé de nadie que haya sugerido nunca que fuera otra cosa) han sido objeto de ciertas especulaciones literarias, me alegra decirlo, de índole amistosa.

Se podría creer que soy la persona indicada para arrojar luz sobre la materia pero, descubro que, en realidad, no es tan fácil. Es agradable recordar el hecho de que nadie le haya atribuido intenciones fraudulentas o lo haya menospreciado por ser un charlatán. Al margen de esto, ha suscitado toda suerte de cosas: que se trataba de un hábil encubrimiento; una simple invención; un «doble»; un espíritu familiar; un demonio maldiciente. Yo mismo he sido sospechoso de haber urdido un meditado plan para apropiármelo.

Esto no es así. No he urdido ningún plan. El personaje de Marlow y yo nos encontramos accidentalmente, como sucede con esos encuentros en los balnearios que, a veces, fructifican en amistad. El nuestro fructificó.

Pese a toda la firmeza de sus opiniones, no es un entrometido. Frecuenta mis horas de soledad cuando, en silencio, reclinamos nuestras cabezas cómoda y armoniosamente. Sin embargo, cada vez que nos separamos al concluir un relato, nunca estoy seguro de que no sea esa la última vez que lo hagamos. Creo, incluso, que a ninguno de los dos le importase mucho sobrevivir al otro. En cualquier caso, se quedaría sin ocupación, y le pesaría, pues sospecho en él cierta vanidad. No hablo de vanidad en sentido salomónico. De todos mis personajes es el único que no ha supuesto enojo alguno para mi espíritu. Un personaje de lo más discreto y comprensivo…


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44 págs. / 1 hora, 17 minutos / 146 visitas.

Publicado el 31 de enero de 2018 por Edu Robsy.

El Duelo en Francia

Arthur Conan Doyle


Cuento


En uno de los innumerables códigos legales que existen en Francia, hay una cláusula cuyo propósito es impedir, o por lo menos regular, la práctica del duelo, según la cual es ilegal batirse en duelo por cualquier causa cuyo valor económico sea inferior a dos peniques y medio. Esta limitación, por más modesta que parezca, era por lo visto demasiado drástica para los gustos de los caballeros a los que debería aplicarse, y en la larga lista de combates singulares del pasado encontramos muchos cuyo origen, si lo evaluáramos, no alcanzaría el elevado importe antes mencionado. La mezcla de numerosas naciones, a cual más fogosa, que componen el pueblo francés —galos, armoricanos, francos, borgoñones, normandos, godos— ha producido una raza dotada al parecer de un espíritu combativo más desarrollado que cualquier otra nación europea. A pesar de las incesantes guerras que forman la historia de Francia, en ningún momento se han interrumpido los combates y venganzas privados, a modo de un largo arroyo sangriento que atraviesa todas las épocas, más estrecho o más ancho según los siglos, y que alcanza a veces las proporciones de una auténtica inundación, como si el país hubiera sido víctima de una repentina epidemia de locura homicida. Acontecimientos recientes han mostrado que esta tendencia nacional no se ha debilitado ni mucho menos, y que lo más probable es que el duelo, cuando haya sido erradicado de todos los demás países europeos, subsista todavía en ese pueblo galante cuya preocupación por el honor les hace a veces descuidar la inteligencia.


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11 págs. / 20 minutos / 705 visitas.

Publicado el 23 de enero de 2018 por Edu Robsy.

La Travesía del «Flowery Land»

Arthur Conan Doyle


Cuento


Un remolcador a vapor resoplaba cansinamente arrastrando el clíper de altos mástiles, bien equipado con lanchas de salvamento. El clíper, con sus relucientes costados recién pintados de negro, su afilada proa, y su arqueada bovedilla, era la viva imagen del velero rápido y audaz; pero quienes conocieran su historia podrían haberlo convertido en el perfecto ejemplo para ilustrar un sermón sobre la desaparición del marinero británico; y en este sentido, el clíper era el escándalo del río. Chinos, franceses, noruegos, españoles, turcos…: transportaba un verdadero muestrario de la raza humana. Todos ellos trabajaban arduamente, limpiando los puentes y cerrando las escotillas, pero el alto y corpulento primer oficial se mesó los cabellos cuando descubrió que prácticamente ninguno de los hombres que componían la tripulación era capaz de comprender una orden dada en inglés.

El capitán, John Smith, llevaba consigo a su hermano pequeño, George Smith. Le había hecho embarcar con la esperanza de que la travesía fuera beneficiosa para su salud. Estaban en ese momento sentados ambos a la mesa, con una botella de champán abierta entre ellos, cuando el primer oficial, obedeciendo a una orden del capitán, hizo su aparición. Todavía le ardían los ojos de resultas de su reciente estallido de ira.

—¡Bueno, señor Karswell! —exclamó el capitán—, nos espera un largo viaje. Calculo que necesitaremos unos seis meses antes de vislumbrar el faro de Singapur. He pensado que le gustaría tomar una copa con nosotros. ¡Brindemos porque nos conozcamos mejor y porque tengamos un buen viaje!

Era el capitán un tipo jovial y simpático. Su cara, muy roja y marcada por las inclemencias del tiempo, irradiaba buen humor. El gesto hosco del primer oficial se relajó al oír estas cordiales palabras, y se bebió de un trago la copa de champán que el capitán le ofrecía.


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13 págs. / 23 minutos / 383 visitas.

Publicado el 23 de enero de 2018 por Edu Robsy.

Los Matones de Market Drayton

Arthur Conan Doyle


Cuento


Al norte de Wrekin, en medio de esa región bucólica, suavemente ondulada, que se extiende allí donde el condado de Shropshire linda con el de Staffordshire, se encuentra una comarca rústica que es quizá la más auténtica que podemos hallar en todo el territorio de Inglaterra. A cierta distancia en dirección al sudeste se elevan las grandes alfarerías de Staffordshire; y todavía más al sur, una larga y oscura humareda marca el emplazamiento de las minas de hierro y carbón. Sin embargo, a las orillas del Torn se suceden bellas y rústicas aldeas, y allí donde hay mercados, pequeñas ciudades soñolientas que en los últimos cien años, apenas si han cambiado: sólo se ha extendido el musgo, y los rojos ladrillos se han desteñido un poco más. Al viajero que en la época de nuestros abuelos cruzaba traqueteando esta hermosa comarca en la diligencia de Liverpool y Shrewsbury, le impresionaba profundamente la arcádica simplicidad de los campesinos, y se felicitaba de comprobar que la inocencia, desterrada de las ciudades hace ya tanto tiempo, pudiera aún hallar refugio en esos apacibles escenarios. Lo más probable es que hubiera sonreído con incredulidad si le hubiesen asegurado que ni en los tugurios de Whitechapel ni en los barrios de barracas de Birmingham era tan laxa la moral, ni tan barata la vida humana, como en la hermosa región que estaba admirando.


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6 págs. / 10 minutos / 1.890 visitas.

Publicado el 22 de enero de 2018 por Edu Robsy.

Una Luz Nueva Sobre Viejos Crímenes

Arthur Conan Doyle


Cuento


La ciencia psíquica, aunque todavía está en pañales, ha alcanzado ya un punto que nos permite hallar la clave de muchos de los acontecimientos que en el pasado se habían considerado incomprensibles. Ahora podemos clasificarlos e incluso explicarlos, en la medida en que es posible una explicación definitiva de cualquier cosa. Sería interesante, por lo tanto, pasar revista a algunos de esos casos de los que queda constancia en los archivos de nuestros tribunales, y que en el pasado fueron calificados de coincidencias extraordinarias o intervenciones de la Providencia. Esta última frase puede ser muy bien que indique una realidad, pero la gente debe saber que no se conoce ninguna intervención de la Providencia que no se haya manifestado a través de una ley natural, y que cuando ha parecido inexplicable y milagrosa eso sólo se debe a que la ley no ha sido comprendida todavía. Todo milagro obedece a una ley exacta; es la ley, como todas las leyes naturales, lo que es en sí misma divina y milagrosa.

Al hacer el recuento de los casos que queremos presentar —cosa que nos veremos obligados a hacer del modo más sucinto— procederemos de lo más sencillo a lo más complejo. Empezaremos pues por aquellos fenómenos que pueden haberse debido a los poderes naturales, aunque indefinidos, del subconsciente, y luego iremos recorriendo toda la gama de clarividencia y telepatía, hasta llegar a lo que parece, sin lugar a dudas, influido por el espíritu de los muertos.

Hay un caso, el de Owen Parfitt, residente en Shepton Mallet, en el condado de Somersetshire, que puede servirnos de punto de partida, pues resulta realmente imposible decir si fue o no un fenómeno psíquico; pero si no lo fue, constituye uno de los más intrigantes misterios que jamás aparecieron ante el público británico.


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22 págs. / 38 minutos / 310 visitas.

Publicado el 22 de enero de 2018 por Edu Robsy.

Pelo de Zanahoria

Jules Renard


Cuento


Dedicatoria

A Fantec y Baïe

Las perdices

Como de costumbre, el señor Lepic vacía su morral encima de la mesa. Contiene dos perdices. Félix, el hermano mayor, las anota en una pizarra colgada en la pared. Es su cometido. Cada niño tiene el suyo. Ernestine, la hermana, despelleja y despluma las piezas de caza. En cuanto a Pelo de Zanahoria, está especialmente encargado de rematar las piezas heridas. Debe tal privilegio a la de sobra conocida dureza de su seco corazón.

Las dos perdices se agitan, mueven el pescuezo.

SEÑORA LEPIC

¿A qué esperas para matarlas?

PELO DE ZANAHORIA

Me gustaría mucho anotarlas en la pizarra, mamá.

SEÑORA LEPIC

La pizarra está demasiado alta para ti.

PELO DE ZANAHORIA

Entonces, me gustaría mucho desplumarlas.

SEÑORA LEPIC

No es tarea de hombres.

Pelo de Zanahoria coge las dos perdices. Amablemente le dan las indicaciones de costumbre:

—Apriétalas con fuerza, ya sabes cómo, por el pescuezo, a contrapluma.

Con una pieza en cada mano detrás de la espalda, inicia su cometido.

SEÑOR LEPIC

¡Dos a la vez! ¿Qué haces, bribón?

PELO DE ZANAHORIA

Es para ir más deprisa.

SEÑORA LEPIC

No te hagas el melindroso; en el fondo, saboreas tu placer.

Las perdices se defienden, convulsas, y, batiendo las alas, esparcen sus plumas. No querrían morir. Le resultaría más fácil estrangular a un amigo, con una sola mano. Se las coloca entre las rodillas para mantenerlas bien sujetas y, ora rojo, ora blanco, bañado en sudor, la cabeza en alto para no ver nada, aprieta más fuerte.

Los animales se entercan.


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106 págs. / 3 horas, 6 minutos / 459 visitas.

Publicado el 21 de enero de 2018 por Edu Robsy.

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