Habla Juan de Mairena a sus alumnos
I
La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
AGAMENÓN. Conforme.
EL PORQUERO. No me convence.
* * *
(Mairena, en su clase de Retórica y Poética).
—Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: «Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa».
El alumno escribe lo que se le dicta.
—Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético.
El alumno, después de meditar, escribe: «Lo que pasa en la calle».
MAIRENA. No está mal.
* * *
—Cada día, señores, la literatura es más escrita y menos
hablada. La consecuencia es que cada día se escriba peor, en una prosa
fría, sin gracia, aunque no exenta de corrección, y que la oratoria sea
un refrito de la palabra escrita, donde antes se había enterrado la
palabra hablada. En todo orador de nuestros días hay siempre un
periodista chapucero. Lo importante es hablar bien: con viveza, lógica y
gracia. Lo demás se os dará por añadidura.
* * *
(Sobre el diálogo y sus dificultades).
«Ningún comediógrafo hará nada vivo y gracioso en
el teatro sin estudiar a fondo la dialéctica de los humores». Esta nota
de Juan de Mairena va acompañada de un esquema de diálogo en el cual uno
de los interlocutores parece siempre dispuesto a la aquiescencia,
exclamando a cada momento ¡Claro!, ¡claro!, mientras el otro replica
indefectiblemente: ¡Oh, no tan claro!, ¡no tan claro! En este diálogo,
el uno acepta las razones ajenas casi sin oírlas, y el otro se revuelve
contra las propias, ante el asentimiento de su interlocutor.
* * *
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