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editor: Edu Robsy etiqueta: Novela


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Humillados y Ofendidos

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Primera parte

Capítulo I

En la noche del 22 de marzo del pasado año me ocurrió un suceso de lo más extraño. Llevaba todo el día recorriendo la ciudad en busca de alojamiento. El que tenía era muy húmedo y por aquel entonces ya había empezado a toser de modo alarmante. Desde el otoño quería mudarme, pero lo había postergado hasta la primavera. Aquel día no pude hallar nada en condiciones. En principio, deseaba un piso independiente, que no tuviera que compartir con otros inquilinos, aunque me habría conformado con una habitación, la cual tendría que ser grande, así como lo más barata posible, claro está. Había observado que en un alojamiento estrecho hasta las ideas se constriñen. Y a mí, cuando medito una futura novela, siempre me ha gustado ir y venir por la habitación. Por cierto: siempre me resultaba más agradable meditar mis obras y fantasear acerca de cómo me iban a salir, que el hecho de escribirlas, y, la verdad, eso no se debía a la pereza. ¿A qué entonces?

Ya desde por la mañana me había sentido indispuesto, y para cuando se puso el sol me encontraba muy mal incluso: empezaba a notar cierta sensación de fiebre. Además, no había parado en todo el día y estaba cansado. Al caer la tarde, justo cuando empezaba a oscurecer, me hallaba en la avenida Voznesenski. Me encanta el sol de marzo en San Petersburgo, sobre todo al ponerse y especialmente en un atardecer claro y frío. Toda la calle de pronto resplandece, inundada por una radiante luz. Todas las casas parecen fulgurar de repente. Sus colores grises, amarillos y verduzcos pierden por un instante todo su aspecto sombrío; es como si a uno se le iluminara el alma, como si uno se estremeciera o alguien le hubiera empujado con el codo. Una nueva mirada, un nuevo pensamiento… ¡Es asombroso lo que puede hacer un rayo de sol en el alma de un hombre!


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473 págs. / 13 horas, 49 minutos / 1.921 visitas.

Publicado el 31 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mister Hyde

Robert Louis Stevenson


Novela


1. Historia de la puerta

El Sr. Utterson, el abogado, era un hombre de rostro duro en el cual no brillaba jamás una sonrisa; frío, lacónico y confuso en su modo de hablar; poco expansivo; flaco, alto, de porte descuidado, triste, y sin embargo, capaz no sé por qué, de inspirar afecto. En las reuniones de amigos, y cuando el vino era de su gusto, había en todo su ser algo eminentemente humano que chispeaba en sus ojos; pero ese no sé qué, nunca se traducía en palabras; sólo lo manifestaba por medio de esos síntomas mudos que aparecen en el rostro después de la comida, y de un modo más ostensible, por los actos de su vida. Era rígido y severo para consigo mismo; bebía ginebra cuando se hallaba solo, para mortificarse por su afición al vino; y, aunque le agradaba el teatro, hacía veinte años que no había penetrado por la puerta de ninguno. Pero tenía para con los demás una tolerancia particular; á veces se sorprendía, no sin una especie de envidia, de las desgracias ocurridas á hombres inteligentes, complicados ó envueltos en sus propias maldades, y siempre procuraba más bien ayudar que censurar. "Me inclino,—tenía por costumbre decir, no sin cierta agudeza—hacia la herejía de Caín; dejo que mi hermano siga su camino en busca del diablo." Con ese carácter, resultaba á menudo, que era el último conocido honrado y la última influencia buena para aquellos cuya vida iba á mal fin; y aún á esos, durante todo el tiempo que andaban á su alrededor, jamás llegaba á demostrar ni siquiera la sombra de un cambio en su manera de ser.


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Dominio público
82 págs. / 2 horas, 24 minutos / 6.014 visitas.

Publicado el 24 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Amor y Pedagogía

Miguel de Unamuno


Novela


Dedicatoria

Al lector, dedica esta obra

El autor

Prólogo

Hay quien cree, y pudiera ser con fundamento, que esta obra es una lamentable, lamentabilísima equivocación de su autor.

El capricho o la impaciencia, tan mal consejero el uno como la otra, han debido de dictarle esta novela o lo que fuere, pues no nos atrevemos a clasificarla. No se sabe bien qué es lo que en ella se ha propuesto el autor y tal es la raíz de los más de sus defectos. Diríase que perturbado tal vez por malas lecturas y obsesionado por ciertos deseos poco meditados, se ha propuesto ser extravagante a toda costa, decir cosas raras, y lo que es aún peor, desahogar bilis y malos humores. Late en el fondo de esta obra, en efecto, cierto espíritu agresivo y descontentadizo.

Es la presente novela una mezcla absurda de bufonadas, chocarrerías y disparates, con alguna que otra delicadeza anegada en un flujo de conceptismo. Diríase que el autor, no atreviéndose a expresar por propia cuenta ciertos desatinos, adopta el cómodo artificio de ponerlos en boca de personajes grotescos y absurdos, soltando así en broma lo que acaso piensa en serio. Es, de todos modos, un procedimiento nada recomendable, aunque muy socorrido.

A muchos parecerá esta novela un ataque, no a las ridiculeces a que lleva la ciencia mal entendida y la manía pedagógica sacada de su justo punto, sino un ataque a la ciencia y a la pedagogía mismas, y preciso es confesar que si no ha sido tal la intención del autor —pues nos resistimos a creerlo en un hombre de ciencia y pedagogo— nada ha hecho por lo menos para mostrárnoslo.


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Dominio público
160 págs. / 4 horas, 41 minutos / 2.236 visitas.

Publicado el 9 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Las Aventuras de Tom Sawyer

Mark Twain


Novela


I

—¡Tom!

Silencio.

—¡Tom!

Silencio.

—¡Dónde andará metido ese chico!... ¡Tom!

La anciana se bajó los anteojos y miró, por encima, alrededor del cuarto; después se los subió a la frente y miró por debajo. Rara vez o nunca miraba a través de los cristales a cosa de tan poca importancia como un chiquillo: eran aquéllos los lentes de ceremonia, su mayor orgullo, construidos por ornato antes que para servicio, y no hubiera visto mejor mirando a través de un par de mantas. Se quedó un instante perpleja y dijo, no con cólera, pero lo bastante alto para que la oyeran los muebles:

—Bueno; pues te aseguro que si te echo mano te voy a...

No terminó la frase, porque antes se agachó dando estocadas con la escoba por debajo de la cama; así es que necesitaba todo su aliento para puntuar los escobazos con resoplidos. Lo único que consiguió desenterrar fue el gato.

—¡No se ha visto cosa igual que ese muchacho!

Fue hasta la puerta y se detuvo allí, recorriendo con la mirada las plantas de tomate y las hierbas silvestres que constituían el jardín. Ni sombra de Tom. Alzó, pues, la voz a un ángulo de puntería calculado para larga distancia y gritó:

—¡Tú! ¡Toooom!

Oyó tras de ella un ligero ruido y se volvió a punto para atrapar a un muchacho por el borde de la chaqueta y detener su vuelo.

—¡Ya estás! ¡Que no se me haya ocurrido pensar en esa despensa!... ¿Qué estabas haciendo ahí?

—Nada.

—¿Nada? Mírate esas manos, mírate esa boca... ¿Qué es eso pegajoso?

—No lo sé, tía.

—Bueno; pues yo sí lo sé. Es dulce, eso es. Mil veces te he dicho que como no dejes en paz ese dulce te voy a despellejar vivo. Dame esa vara.

La vara se cernió en el aire. Aquello tomaba mal cariz.

—¡Dios mío! ¡Mire lo que tiene detrás, tía!


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Dominio público
228 págs. / 6 horas, 40 minutos / 2.069 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Marianela

Benito Pérez Galdós


Novela


I. Perdido

Se puso el sol. Tras el breve crepúsculo vino tranquila y oscura la noche, en cuyo negro seno murieron poco a poco los últimos rumores de la tierra soñolienta, y el viajero siguió adelante en su camino, apresurando su paso a medida que avanzaba la noche. Iba por angosta vereda, de esas que sobre el césped traza el constante pisar de hombres y brutos, y subía sin cansancio por un cerro en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos de guinderos, hayas y robles. (Ya se ve que estamos en el Norte de España.)

Era un hombre de mediana edad, de complexión recia, buena talla, ancho de espaldas, resuelto de ademanes, firme de andadura, basto de facciones, de mirar osado y vivo, ligero a pesar de su regular obesidad, y (dígase de una vez aunque sea prematuro) excelente persona por doquiera que se le mirara. Vestía el traje propio de los señores acomodados que viajan en verano, con el redondo sombrerete, que debe a su fealdad el nombre de hongo, gemelos de campo pendientes de una correa, y grueso bastón que, entre paso y paso, le servía para apalear las zarzas cuando extendían sus ramas llenas de afiladas uñas para atraparle la ropa.

Detúvose, y mirando a todo el círculo del horizonte, parecía impaciente y desasosegado. Sin duda no tenía gran confianza en la exactitud de su itinerario y aguardaba el paso de algún aldeano que le diese buenos informes topográficos para llegar pronto y derechamente a su destino.

—No puedo equivocarme—murmuró—. Me dijeron que atravesara el río por la pasadera... así lo hice. Después que marchara adelante, siempre adelante. En efecto, allá, detrás de mí queda esa apreciable villa, a quien yo llamaría Villafangosa por el buen surtido de lodos que hay en sus calles y caminos.... De modo que por aquí, adelante, siempre adelante (me gusta esta frase, y si yo tuviera escudo no le pondría otra divisa) he de llegar a las famosas minas de Socartes.


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163 págs. / 4 horas, 46 minutos / 1.833 visitas.

Publicado el 25 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Viaje al Oeste

Anónimo


Novela


Capítulo I

CUANTO EXISTE TIENE SU ORIGEN EN LA RAÍZ DIVINA. EL TAO SURGE DIRECTAMENTE DE LA FUENTE MISMA DE LA MORALIDAD.

La escritura dice:

«En el principio sólo existía el Caos. El Cielo y la Tierra formaban una masa confusa, en la que el todo y la nada se entremezclaban como la suciedad en el agua. Por doquier reinaba una espesa niebla que jamás logró ver ojo humano y a la que Pan-Ku consiguió dispersar con su portentosa fuerza. Lo puro quedó entonces separado de lo impuro y apareció la suprema bondad, que esparce sus bendiciones sobre toda criatura. Su mundo es el de la luz. Quien a él se acerca descubre el camino que conduce al reino del bien. Mas el que quiera penetrar en el secreto del principio de cuanto existe debe leer La crónica de los orígenes.»


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Protegido por copyright
2.562 págs. / 3 días, 2 horas, 44 minutos / 4.272 visitas.

Publicado el 27 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Vida de Don Quijote y Sancho

Miguel de Unamuno


Ensayo, novela


Prólogo a esta segunda edición

Apareció en primera edición esta obra en el año 1905, coincidiendo por acaso, que no de propósito, con la celebración del tercer centenario de haberse por primera vez publicado el Quijote. No fue, pues, una obra de centenario.

Salió, por mi culpa, plagada, no ya sólo de erratas tipográficas, sino de errores y descuidos del original manuscrito, todo lo que he procurado corregir en esta segunda edición.

Pensé un momento si hacerla preceder del ensayo que «Sobre la lectura e interpretación del Quijote» publiqué el mismo año de 1905 en el número de Abril de La España Moderna, mas he desistido de ello en atención a que esta obra toda no es sino una ejecución del programa en aquel ensayo expuesto. Lo que se reduce asentar que dejando a eruditos, críticos e historiadores la meritoria y utilísima tarea de investigar lo que el Quijote pudo significar en su tiempo y en el ámbito en que se produjo y lo que Cervantes quiso en él expresar y expresó, debe quedamos a otros libre el tomar su obra inmortal como algo eterno, fuera de época y aun de país, y exponer lo que su lectura nos sugiere. Y sostuve que hoy ya es el Quijote de todos y de cada uno de sus lectores, y que puede y debe cada cual darle una interpretación, por así decirlo, mística, como las que a la Biblia suele darse.

Mas si renuncié a insertar al frente de esta segunda edición de mi obra aquel citado ensayo, no así con otro que con el título de «El sepulcro de Don Quijote» publiqué en el número de febrero de 1906 de la misma susomentada revista La España Moderna.


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Dominio público
308 págs. / 9 horas / 2.750 visitas.

Publicado el 5 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Grandes Esperanzas

Charles Dickens


Novela


Capítulo I

Como mi apellido es Pirrip y mi nombre de pila Felipe, mi lengua infantil, al querer pronunciar ambos nombres, no fue capaz de decir nada más largo ni más explícito que Pip. Por consiguiente, yo mismo me llamaba Pip, y por Pip fui conocido en adelante.

Digo que Pirrip era el apellido de mi familia fundándome en la autoridad de la losa sepulcral de mi padre y de la de mi hermana, la señora Joe Gargery, que se casó con un herrero. Como yo nunca conocí a mi padre ni a mi madre, ni jamás vi un retrato de ninguno de los dos, porque aquellos tiempos eran muy anteriores a los de la fotografía, mis primeras suposiciones acerca de cómo serían mis padres se derivaban, de un modo muy poco razonable, del aspecto de su losa sepulcral. La forma de las letras esculpidas en la de mi padre me hacía imaginar que fue un hombre cuadrado, macizo, moreno y con el cabello negro y rizado. A juzgar por el carácter y el aspecto de la inscripción «También Georgiana, esposa del anterior» deduje la infantil conclusión de que mi madre fue pecosa y enfermiza. A cinco pequeñas piedras de forma romboidal, cada una de ellas de un pie y medio de largo, dispuestas en simétrica fila al lado de la tumba de mis padres y consagradas a la memoria de cinco hermanitos míos que abandonaron demasiado pronto el deseo de vivir en esta lucha universal, a estas piedras debo una creencia, que conservaba religiosamente, de que todos nacieron con las manos en los bolsillos de sus pantalones y que no las sacaron mientras existieron.


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Dominio público
613 págs. / 17 horas, 53 minutos / 1.404 visitas.

Publicado el 20 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Los Tres Mosqueteros

Alejandro Dumas


Novela


Prefacio

EN EL QUE SE RACE CONSTAR QUE, PESE A SUS NOMBRES EN «OS» Y EN «IS», LOS HEROES DE LA HISTORIA QUE VAMOS A TENER EL HONOR DE CONTAR A NUESTROS LECTORES NO TIENEN NADA DE MITOLOGICO

Hace aproximadamente un año, cuando hacía investigaciones en la Biblioteca Real para mi historia de Luis XIV , di por casualidad con las Memorias del señor D'Artagnan, impresas —como la mayoría de las obras de esa época, en que los autores pretendían decir la verdad sin ir a darse una vuelta más o menos larga por la Bastilla— en Amsterdam, por el editor Pierre Rouge . El título me sedujo: las llevé a mi casa, con el permiso del señor bibliotecario por supuesto, y las devoré.

No es mi intención hacer aquí un análisis de esa curiosa obra, y me contentaré con remitir a ella a aquellos lectores míos que aprecien los cuadros de época. Encontrarán ahí retratos esbozados de mano maestra; y aunque esos bocetos estén, la mayoría de las veces, trazados sobre puertas de cuartel y sobre paredes de taberna, no dejarán de reconocer, con tanto parecido como en la historia del señor Anquetil , las imágenes de Luis XIII, de Ana de Austria, de Richelieu, de Mazarino y de la mayoría de los cortesanos de la época.

Mas, como se sabe, lo que sorprende el espíritu caprichoso del poeta no siempre es lo que impresiona a la masa de lectores. Ahora bien, al admirar, como los demás admirarán sin duda, los detalles que hemos señalado, lo que más nos preocupó fue una cosa a la que, por supuesto, nadie antes que nosotros había prestado la menor atención.

D'Artagnan cuenta que, en su primera visita al señor de Tréville , capitán de los mosqueteros del rey, encontró en su antecámara a tres jóvenes que servían en el ilustre cuerpo en el que él solicitaba el honor de ser recibido, y que tenían por nombre los de Athos, Porthos y Aramis.


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Dominio público
716 págs. / 20 horas, 53 minutos / 2.832 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Drácula

Bram Stoker


Novela


I. DEL DIARIO DE JONATHAN HARKER

Bistritz, 3 de mayo. Salí de Münich a las 8:35 de la noche del primero de mayo, llegué a Viena a la mañana siguiente, temprano; debí haber llegado a las seis cuarenta y seis; el tren llevaba una hora de retraso. Budapest parece un lugar maravilloso, a juzgar por lo poco que pude ver de ella desde el tren y por la pequeña caminata que di por sus calles. Temí alejarme mucho de la estación, ya que, como habíamos llegado tarde, saldríamos lo más cerca posible de la hora fijada. La impresión que tuve fue que estábamos saliendo del oeste y entrando al este. Por el más occidental de los espléndidos puentes sobre el Danubio, que aquí es de gran anchura y profundidad, llegamos a los lugares en otro tiempo sujetos al dominio de los turcos.

Salimos con bastante buen tiempo, y era noche cerrada cuando llegamos a Klausenburg, donde pasé la noche en el hotel Royale. En la comida, o mejor dicho, en la cena, comí pollo preparado con pimentón rojo, que estaba muy sabroso, pero que me dio mucha sed. (Recordar obtener la receta para Mina). Le pregunté al camarero y me dijo que se llamaba "paprika hendl", y que, como era un plato nacional, me sería muy fácil obtenerlo en cualquier lugar de los Cárpatos. Descubrí que mis escasos conocimientos del alemán me servían allí de mucho; de hecho, no sé cómo me las habría arreglado sin ellos.

Como dispuse de algún tiempo libre cuando estuve en Londres, visité el British Museum y estudié los libros y mapas de la biblioteca que se referían a Transilvania; se me había ocurrido que un previo conocimiento del país siempre sería de utilidad e importancia para tratar con un noble de la región.


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Dominio público
511 págs. / 14 horas, 55 minutos / 1.739 visitas.

Publicado el 10 de junio de 2016 por Edu Robsy.

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