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Poema del Cante Jondo

Federico García Lorca


Poesía


BALADILLA DE LOS TRES RIOS

A SALVADOR QUINTERO.

El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!

El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada,
uno llanto y otro sangre.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!

Para los barcos de vela
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
sólo reman los suspiros.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!

Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Dauro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!

¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!

¡Ay, amor
que se fuey no vino!

Lleva azahar, lleva olivas,
Andalucía a tus mares.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!

POEMA DE LA SIGUIRIYA GITANA

A CARLOS MORLA VICUÑA

PAISAJE

El campo
de olivos
se abre y se cierra
como un abanico.
Sobre el olivar
hay un cielo hundido
y una lluvia oscura
de luceros fríos.
Tiembla junco y penumbra
a la orilla del río.
Se riza el aire gris.
Los olivos
están cargados
de gritos.
Una bandada
de pájaros cautivos,
que mueven sus larguísimas
colas en lo sombrío.

LA GUITARRA


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Dominio público
49 págs. / 1 hora, 27 minutos / 978 visitas.

Publicado el 21 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Perito en Lunas

Miguel Hernández


Poesía


Prólogo

Cuando la poesía es un grito estridente y puntiagudo —de madrugada en flor fría—, cumple el poeta su primera luna reposada: es el poema terruñero, provincial, querencioso de pastorería de sueños.

Cuando es aterradora la pregunta «La poésie est-elle dépendante de la poétique? ou poétique et poésie, du poéme?», nace el religioso albor de su segunda luna poesía literaria, resonante de voces y reflejos; con fundadora alegría de romancero entrañable; obra conseguida con mínimos «elementos», con mínimo «esfuerzo».

Cuando el poeta es recta unidad y torre cerrada, cruza, pariendo, su tercera luna; es el poema de rito inefable, producto de la «acción transformante y unificante de una realidad misteriosa», es la estrella pura, en delirio callado de tormentas deliciosas.

Miguel Hernández (nacido el 30 de octubre del año de gracia poética de 1910, en Orihuela, lugar situado a 50 kilómetros de Alicante, a 20 de Murcia), ha resuelto, técnicamente, su agónico problema: conversión del «sujeto» en «objeto» poético. Porque la poesía —y «su poesía», con musculatura marina de grumete— es, tan sólo, transmutación, milagro y virtud.


Ramón Sijé

I

Je m’enfonce au mépris de
tant d’azur oiseaux

Valéry


A la caña silbada de artificio,
rastro, si no evasión, de su suceso,
bajaré contra el peso de mi peso:
simulación de náutico ejercicio.
Bien cercén del azar, bien precipicio,
me desamparará de azul ileso:
no la pita, que tal vez a cercenes
me impida reflejar sierra en mis sienes.


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Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 889 visitas.

Publicado el 26 de marzo de 2022 por Edu Robsy.

Odisea

Homero


Poesía, Clásico, Poema épico, Grecia


Canto I

Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el Ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Mas ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. ¡Insensatos! Comiéronse las vacas de Helios, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el día del regreso. ¡Oh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas.

Ya en aquel tiempo los que habían podido escapar de una muerte horrorosa estaban en sus hogares, salvos de los peligros de la guerra y del mar; y solamente Odiseo, que tan gran necesidad sentía de restituirse a su patria y ver a su consorte, hallábase detenido en hueca gruta por Calipso, la ninfa veneranda, la divina entre las deidades, que anhelaba tomarlo por esposo.

Con el transcurso de los años llegó por fin la época en que los dioses habían decretado que volviese a su patria, aunque no por eso debía poner fin a sus trabajos, ni siquiera después de juntarse con los suyos. Y todos los dioses le compadecían, a excepción de Poseidón, que permaneció constantemente irritado contra el divinal Odiseo hasta que el héroe no arribó a su tierra.

Mas entonces habíase ido aquel al lejano pueblo de los etíopes -los cuales son los postreros de los hombres y forman dos grupos, que habitan respectivamente hacia el ocaso y hacia el orto de Hiperión- para asistir a una hecatombe de toros y de cordero. Mientras aquel se deleitaba presenciando el festín, congregáronse las otras deidades en el palacio de Zeus Olímpico.


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Dominio público
371 págs. / 10 horas, 49 minutos / 3.346 visitas.

Publicado el 6 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Odas

Horacio


Poesía


LIBRO I

I. A MECENAS

Mecenas, descendiente de antiguos reyes, refugio y dulce amor mío, hay muchos a quienes regocija levantar nubes de polvo en la olímpica carrera, evitando rozar la meta con las fervientes ruedas, y la palma gloriosa los iguala a los dioses que dominan el orbe.

Éste se siente feliz si la turba de volubles ciudadanos le ensalza a los supremos honores; aquel, si amontona en su granero espacioso el trigo que se recoge en las eras de Libia.

El que se afana en desbrozar con el escardillo los campos que heredó de sus padres, aun ofreciéndole los tesoros de Átalo, no se resolverá, como tímido navegante, a la travesía del mar de Mirtos en la vela de Chipre.

El mercader, asustado por las luchas del Ábrego con las olas de Icaria, alaba el sosiego y los campos de su pais natal; mas poco dispuesto a soportar los rigores de la pobreza, recompone luego sus barcos destrozados.

No falta quien se regala con las copas del añejo Másico, y pasa gran parte del día, ora tendido a la fresca sombra de los árboles, ora cabe la fuente de cristalino raudal.

A muchos entusiasma el clamor de los campamentos, los sones mezclados del clarín y la trompeta, y las guerras aborrecidas de las madres.

El cazador, olvidado de su tierna esposa, sufre de noche las inclemencias del frío, y persigue la tímida cierva con la traílla de fieles sabuesos, o acosa al jabalí marso que destroza las tendidas redes.

La hiedra que ciñe las sienes de los doctos me aproxima a los dioses inmortales; la fría espesura de los bosques y las alegres danzas de las Ninfas con los Sátiros me apartan del vulgo, y si Euterpe no me niega su flauta, si Polihimnia me consiente pulsar la cítara de Lesbos, y tú me colocas entre los poetas líricos, tocaré con mi elevada frente las estrellas.


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Dominio público
73 págs. / 2 horas, 9 minutos / 321 visitas.

Publicado el 14 de agosto de 2020 por Edu Robsy.

Nuevas Canciones

Antonio Machado


Poesía


I. Olivo del camino

A la memoria de D. Cristóbal Torro
 

I

Parejo de la encina castellana
crecida sobre el páramo, señero
en los campos de Córdoba la llana
que dieron su caballo al Romancero,
lejos de tus hermanos
que vela el ceño campesino —enjutos
pobladores de lomas y altozanos,
horros de sombra, grávidos de frutos—,
sin caricia de mano labradora
que limpie tu ramaje, y por olvido,
viejo olivo, del hacha leñadora,
¡cuán bello estás junto a la fuente erguido,
bajo este azul cobalto
como un árbol silvestre, espeso y alto!

II

Hoy, a tu sombra, quiero
ver estos campos de mi Andalucía,
como a la vera ayer del Alto Duero
la hermosa tierra de encinar veía.
Olivo solitario,
lejos del olivar, junto a la fuente,
olivo hospitalario
que das tu sombra a un hombre pensativo
y a un agua transparente,
al borde del camino que blanquea,
guarde tus verdes ramas, viejo olivo,
la diosa de ojos glaucos, Atenea.

III

Busque tu rama verde el suplicante
para el templo de un dios, árbol sombrío;
Demeter jadeante
pose a tu sombra, bajo el sol de estío.
Que florezca el día
en que la diosa huyó del ancho Urano,
cruzó la espalda de la mar bravía,
llegó a la tierra en que madura el grano,
y en su querida Eleusis, fatigada,
sentóse a reposar junto al camino,
ceñido el peplo, yerta la mirada,
lleno de angustia el corazón divino…
Bajo tus ramas, viejo olivo, quiero
un día recordar del sol de Homero.


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Dominio público
25 págs. / 44 minutos / 215 visitas.

Publicado el 12 de marzo de 2022 por Edu Robsy.

Mi Último Adiós

José Rizal


Poesía


Adios, Patria adorada, region del sol querida,
Perla del Mar de Oriente, nuestro perdido Eden!
A darte voy alegre la triste mustia vida,
Y fuera más brillante más fresca, más florida,
Tambien por tí la diera, la diera por tu bien.


En campos de batalla, luchando con delirio
Otros te dan sus vidas sin dudas, sin pesar;
El sitio nada importa, ciprés, laurel ó lirio,
Cadalso ó campo abierto, combate ó cruel martirio,
Lo mismo es si lo piden la patria y el hogar.


Yo muero cuando veo que el cielo se colora
Y al fin anuncia el día trás lóbrego capuz;
Si grana necesitas para teñir tu aurora,
Vierte la sangre mía, derrámala en buen hora
Y dórela un reflejo de su naciente luz.


Mis sueños cuando apenas muchacho adolescente,
Mis sueños cuando joven ya lleno de vigor,
Fueron el verte un día, joya del mar de oriente
Secos los negros ojos, alta la tersa frente,
Sin ceño, sin arrugas, sin manchas de rubor.


Ensueño de mi vida, mi ardiente vivo anhelo,
Salud te grita el alma que pronto va á partir!
Salud! ah que es hermoso caer por darte vuelo,
Morir por darte vida, morir bajo tu cielo,
Y en tu encantada tierra la eternidad dormir.


Si sobre mi sepulcro vieres brotar un dia
Entre la espesa yerba sencilla, humilde flor,
Acércala a tus labios y besa al alma mía,
Y sienta yo en mi frente bajo la tumba fría
De tu ternura el soplo, de tu hálito el calor.


Deja á la luna verme con luz tranquila y suave;
Deja que el alba envíe su resplandor fugaz,
Deja gemir al viento con su murmullo grave,
Y si desciende y posa sobre mi cruz un ave
Deja que el ave entone su cantico de paz.


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Dominio público
1 pág. / 3 minutos / 148 visitas.

Publicado el 30 de julio de 2020 por Edu Robsy.

Me Piden Versos

José Rizal


Poesía


Piden que pulse la lira
Ha tiempo callada y rota:
Si ya no arranco una nota
Ni mi musa ya me inspira!
Balbuce fria y delira
Si la tortura mi mente;
Cuando rie solo miente;
Como miente su lamento:
Y es que en mi triste aislamiento
Mi alma ni goza ni siente.

Hubo un tiempo ... y es verdad!
Pero ya aquel tiempo huyo,
En que vate me llamo
La indulgencia a la amistad.
Ahora de aquella edad
El recuerdo apensas resta
Como quendan de una fiesta
Los misteriosos sonidos
Que retienen los oidos
Del bullicio de la orquesta.

Soy planta apenas crecida
Arrancada del Oriente,
Donde es perfume el ambiente,
Donde es un sueno la vida:
Patria que jamas se olvida!
Ensenaronme a cantar
Las aves, con su trinar;
Con su rumor, las cascadas;
Y en sus playas dilatadas,
Los murmurios de la mar.

Mientras en la infancia mia
Pude a su sol sonreir,
Dentro de mi pecho hervir
Volcan de fuego sentia;
Vate fui, porque queria
Con mis versos, con mi aliento,
Decir al rapido viento:
Vuela; su fama pregona!
Cantala de zona en zona;
De la tierra al firmamento!

La deje! ... mis patrios lares.
Arbol despojados y seco!
Ya no repiten el eco
De mis pasados cantares
Yo cruce los vastos mares
Ansiando cambiar de suerte,
Y mi locura no advierte
Que en vez del bien que buscaba,
El mar conmigo surcaba
El espectro de la muerte.

Toda mis hermosa ilusion,
Amor, entusiasmo, anhelo,
Alla quedan bajo el cielo
De tan florida región:
No pidais al corazon
Cantos de amor, que esta yerto;
Porque en medio del desierto
Donde discurro sin calma,
Siento que agoniza el alma
Y mi numen esta muerto.


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 57 visitas.

Publicado el 19 de junio de 2022 por Edu Robsy.

Manfredo

Lord Byron


Poesía


En el cielo y en la tierra hay mil cosas que vuestros filósofos tampoco dudan.

Horacio

Personajes

UN CAZADOR DE GAMUZAS
EL ABAD DE SAN MAURICIO
MANUEL
HERMAN
LA ENCANTADORA DE LOS ALPES
ARIMAN
NÉMESIS
LOS DESTINOS
ESPÍRITUS


La escena se representa en medio de los Alpes, unas veces en el castillo de Manfredo y otras en las montañas.

Acto I

Escena I

(Manfredo está solo en la galería de un antiguo castillo. Es media noche.)

MANFREDO.
Mi lámpara va a apagarse; por más que quiera reanimar su luz moribunda; no podrá durar tanto tiempo como mi desvelo. Si parece que duermo, no es el sueño el que embarga mis sentidos y sí el descaecimiento que me causan una multitud de pensamientos que afligen mi alma y a los cuales no me es posible resistir. Mi corazón está siempre desvelado y mis ojos no se cierran sino para dirigir sus miradas dentro de mí mismo; sin embargo estoy vivo, y según mi forma y mi aspecto, me parezco a los otros hombres.

¡Ah, el dolor debería ser la escuela del sabio! Las penas son una ciencia, y los más sabios son los que más deben gemir sobre la fatal verdad. El árbol de la ciencia no es el árbol de la vida.


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38 págs. / 1 hora, 7 minutos / 67 visitas.

Publicado el 4 de agosto de 2023 por Edu Robsy.

Los Siete Infantes de Lara

Anónimo


Poesía


1. Bohordadores en las bodas de doña Lambra

Levantóse de sobre Çamora el conde Garci Fernández.
Fuéronse con él muchos de León e de Portogale,
por seer en aquellas bodas de doña Llambra e de Ruy Vázquez.

Andudo con sus compañas fasta a Burgos llegare,
por veer los trebejos que fazían e el tablado lançare,
para doña Llambra con sus dueñas mandó ý tienda armare.

Primero lançó su vara el conde Garci Fernández
e después lançó otrosí el bueno de Ruy Velázquez,
e después Muño Salido, el que bien cató las aves,
e muchos de otras partes; e desí lançó Alvar Sánchez.

Quejas de doña Lambra:

"Ruégovos, don Rodrigo, que vos pese de mi male
pésevos de mi dolor, de vuestra deshonra grande
que vuestros sobrinos nos han fecho tan male"...

"Non curedes, doña Lambra, non tomedes más pesare
que si yo vivo e non muero, yo vos entiendo vengare
e darvos he tal derecho de que todo el mundo fable."

2. Malos agüeros

Esora enbió dezir por un escudero a sus sobrinos

[...]

en la entrada del monte ovieron a par del camino
un águila cabdal ferrera que estava encima de un pino.
Mucho l' pesó de coraçón a ese Nuño Salido:
"Estas aves nos lo muestran: tornemos nos, míos fijos"...
"...dos días ha que nos atiende nuestro tío don Rodrigo"...
e dexóse caer en tierra muerta a pie del pino

[...]

3. Se descubre la traición

"Dios del cielo, el tu poder es mayor,
señor, tu nos ayuda que traídos somos oy.
Tío, ¿qué señas son aquéllas? Malas son para nós."

[...]


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17 págs. / 30 minutos / 542 visitas.

Publicado el 12 de enero de 2018 por Edu Robsy.

Llanto por Ignacio Sánchez Mejías

Federico García Lorca


Poesía, Elegía


I. La cogida y la muerte

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro, solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.


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Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 414 visitas.

Publicado el 15 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

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