La Novia de Corinto
Wolfgang Goethe
Poesía
Procedente de Atenas, a Corinto  
llegó un joven que nadie conocía.  
Y a ver a un ciudadano dirigiose,  
amigo de su padre, y diz que habían  
ambos viejos la boda concertado,  
tiempos atrás, del joven con la hija  
que el cielo al de Corinto concediera. 
Pero es sabido que debemos caro  
pagar toda merced que nos otorguen.  
Cristianos son la novia y su familia;  
cual sus padres, pagano es nuestro joven.  
Y toda creencia nueva, cuando surge,  
cual planta venenosa, extirpar suele  
aquel amor que había en los corazones. 
Rato hacía ya que todos en la casa,  
menos la madre, diéranse al reposo.  
Solícita recibe aquella al huésped  
y lo lleva al salón más fastuoso.  
Sin que él lo pida bríndale rumbosa  
vino y manjares, exquisito todo,  
y con un "buenas noches" se retira. 
No obstante ser selecto el refrigerio,  
apenas si lo prueba el invitado;  
que el cansancio nos quita toda gana,  
y vestido en el lecho se ha tumbado.  
Ya se durmió... Pero un extraño huésped,  
por la entornada puerta deslizándose,  
a despertarlo de improviso viene. 
Abre los ojos, y al fulgor escaso  
de la lámpara mira una doncella  
que cauta avanza, envuelta en blancos velos;  
ciñen su frente cintas aurinegras.  
Al ver que la han visto  
levanta asustada  
una blanca mano la sierva de Cristo. 
—¿Cómo —exclama—, acaso una extraña soy  
en mi hogar, que nada del huésped me dicen?  
¡Y hacen que de pronto me acometa ahora  
sonrojo terrible!  
Sigue reposando  
en ese mi lecho,  
que yo a toda prisa el campo despejo. 
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 Publicado el 25 de mayo de 2016 por Edu Robsy.
