Textos más vistos publicados por Edu Robsy etiquetados como Tratado | pág. 2

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editor: Edu Robsy etiqueta: Tratado


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Arte de Amar

Ovidio


Poesía, tratado


Introducción

De Ovidio y de sus obras han escrito otras plumas más bien cortadas que la mía; y así fuera temeridad querer añadir, o superfluidad copiar a los eruditos que emprendieron aquel trabajo. Demás de que los comentarios y rapsodias no son ya del gusto de nuestro siglo; en el cual, como en todos, el que aspira a instruirse con solidez es necesario que recurra a las fuentes, sin contentarse con vagas repeticiones, y noticias tal vez corrompidas.

Pero yo traduzco un poema de Ovidio, que ha de andar en manos de todos, y entre mis lectores habrá muchos que no han oído siquiera su nombre; y otros que apenas tienen idea superficial de él y de sus poesías. Y he aquí por qué no puedo pasar del todo en silencio algunas circunstancias de este meritísimo autor.

P. Ovidio Nasón, caballero romano, nació en Sulmona, ciudad del Abruzo, cuarenta y tres años antes de la era vulgar, el mismo día en que fue muerto el elocuente Cicerón. En Roma, a donde fue llevado de corta edad, se dio a las letras bajo la dirección de Plocio Gripo; y mostrando agudo ingenio, a los dieciséis años le enviaron a Atenas, donde estudió las ciencias, y se perfeccionó en la lengua griega. Las escuelas atenienses eran por entonces frecuentadas de la juventud romana, y apenas habrá autor latino de nota que no se formase en ellas. Quiso su padre obligarle a seguir la carrera del foro, y en efecto por obedecerle la siguió algún tiempo, hasta que muerto su padre, la abandonó por las deliciosas musas, arte a que le llamaba la innata inclinación. Tuvo también por maestros en la filosofía a Porcio Latrón, en la retórica a Marcelo Fusco, y en la gramática a Julio Grecino, profesores que entonces se llevaban el aplauso en Roma.


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Dominio público
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Publicado el 2 de mayo de 2022 por Edu Robsy.

Poética

Aristóteles


Tratado


Capítulo I

1. Trataremos de la Poética y de sus especies, según es cada una; y del modo de ordenar las fábulas, para que la poesía salga perfecta; y asimismo del número y calidad de sus partes, como también de las demás cosas concernientes a este arte; empezando por el orden natural, primero de las primeras. En general, la épica y la tragedia, igualmente que la comedia y la ditirámbica, y por la mayor parte la música de instrumentos, todas vienen a ser imitaciones. Mas difieren entre sí en tres cosas: en cuanto imitan o por medios diversos, o diversas cosas, o diversamente, y no de la misma manera. Porque así como varios imitan muchas cosas copiándolas con colores y figuras, unos por arte, otros por uso y otros por genio; así ni más ni menos en las dichas artes, todas hacen su imitación con número, dicción y armonía, pero de estos instrumentos usan con variedad; v. g., de armonía y número solamente la música fláutica y citarística, y otras semejantes, cual es la de las zampoñas. Con sólo el número sin armonía es la imitación de los bailarines; que también éstos con compases figurados remedan las costumbres, las pasiones y los hechos. Al contrario, la épica hace su imitación sólo con las palabras sueltas o ligadas a los metros, usando de éstos o entreverados, o de un género determinado de versos; estilo que mantiene hasta el día de hoy, pues nada podríamos señalar en que convenga con los mimos de Sofrón y de Xenarco, ni los discursos de Sócrates; ni es del caso el que uno haga la imitación en trímetros, o en elegía, o en otros versos de esta clase. Verdad es que los hombres vulgarmente, acomodando el nombre de poetas al metro, a unos llama elegiacos, a otros épicos; nombrando los poetas, no por la imitación, sino por la razón común del metro; tanto que suelen dar este apellido aun a los que escriben algo de medicina o de música en verso.


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Publicado el 12 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Emilio o De la Educación

Jean-Jacques Rousseau


Tratado, Filosofía, Ensayo


Prefacio del autor

Esta colección de reflexiones sin orden y casi sin enlace, fue comenzada por complacer a una buena madre que sabe pensar. Primeramente sólo proyecté una memoria de pocas páginas; mas el asunto me arrastró, a pesar mío, y la memoria se fue haciendo poco a poco una especie de volumen, grande sin duda por lo que contiene, pequeño por la materia de que trata. Vacilé mucho tiempo entre publicarlo o no; trabajando en él he visto que no basta haber escrito algunos folletos para saber componer un libro. Después de algunos esfuerzos inútiles para hacerlo mejor, tengo que dejar mi obra como está, porque entiendo que es preciso atraer la atención pública hacia estos asuntos, y aunque mis ideas sean malas, con tal que inspiren otras mejores no habré perdido el tiempo. Un hombre que desde su retiro, sin encomiadores ni partidarios que los defiendan ofrece sus impresos al público, sin saber siquiera lo que de ellos se piensa o lo que de ellos se dice, no puede temer que puesto caso de equivocarse vayan a pasar sus errores sin examen.


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Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Gracias y Desgracias del Ojo del Culo

Francisco de Quevedo y Villegas


Tratado


Gracias y desgracias del ojo del culo, dirigidas a Doña Juana Mucha, Montón de Carne, Mujer gorda por arrobas.

Escribiólas Juan Lamas, el del camisón cagado

Quien tanto se precia de servidor de vuesa merced, ¿qué le podrá ofrecer sino cosas del culo? Aunque vuesa merced le tiene tal, que nos lo puede prestar a todos. Si este tratado le pareciere de entretenimiento, léale y pásele muy despacio y a raíz del paladar. Si le pareciere sucio, límpiese con él, y béseme muy apretadamente. De mi celda. etc.


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10 págs. / 18 minutos / 1.826 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

De la Felicidad

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


I. La opinión común y el acierto

Todos los hombres, hermano Galión, quieren vivir felices, pero al ir a descubrir lo que hace feliz la vida, van a tientas, y no es fácil conseguir la felicidad en la vida, ya que se aleja uno tanto más de ella cuanto más afanosamente se la busque, si ha errado el camino, si éste lleva en sentido contrario, la misma velocidad aumenta la distancia. Hay que determinar, pues, primero lo que apetecemos; luego se ha de considerar por dónde podemos avanzar hacia ello más rápidamente, y veremos por el camino, siempre que sea el bueno, cuánto se adelanta cada día y cuánto nos acercamos a aquéllo que nos impulsa un deseo natural. Mientras erremos de acá para allá sin seguir a otro guía que los rumores y los clamores discordantes que nos llaman hacia distintos lugares, se consumirá entre errores nuestra corta vida, aunque trabajemos día y noche para mejorar nuestro espíritu. Hay que decidir, pues, a dónde nos dirijamos y por dónde, no sin ayuda de algún hombre experto que haya explorado el camino por donde avanzamos, ya que aquí la situación no es la misma que en los demás viajes; en éstos hay algún sendero, y los habitantes a quienes se pregunta no permiten extraviarse; pero aquí el camino más frecuentado y más famoso es el que más engaña. Nada importa, pues, más que no seguir, como ovejas, el rebaño de los que nos preceden, yendo así, no a donde hay que ir, sino a donde se va. Y ciertamente nada nos envuelve en mayores males que acomodarnos al rumor, persuadidos de que lo mejor es lo admitido por el asentimiento de muchos, tener por buenos los ejemplos numerosos y no vivir racionalmente, sino por imitación. De ahí esa aglomeración tan grande de personas que se precipitan unas sobre otras.


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32 págs. / 56 minutos / 4.816 visitas.

Publicado el 18 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Del Arte de la Guerra

Nicolás Maquiavelo


Tratado


Prólogo

DE NICOLÁS MAQUIAVELO, CIUDADANO Y SECRETARIO FLORENTINO, A LORENZO STROZZI, PATRICIO FLORENTINO

Han opinado, Lorenzo, y opinan muchos, que no hay nada tan desemejante, y que tanto difiera como la vida civil y la militar; y se ve con frecuencia a los que se dedican al ejercicio de las armas cambiar inmediatamente de traje, usos, costumbres y hasta de voz y de aspecto, por parecerle que no cuadran bien los modales del paisano a quien está pronto y dispuesto a cometer todo género de violencias: no en rigor convienen los hábitos y costumbres civiles a quienes los juzgan afeminados e impropios de su profesión, como tampoco que muestren la presencia y el lenguaje ordinarios los que, con las barbas y los juramentos, quieren intimidar a los demás hombres. Lo que ocurre en nuestros días justifica esta opinión; pero examinadas las instituciones antiguas, no se encontrarán cosas más unidas, más conformes y que se estimen tanto entre sí como estas dos profesiones; porque cuanto se establece para el bien común de los hombres, cuanto se ordena para inspirar el temor y el respeto a Dios y a las leyes, sería inútil si no existiera una fuerza pública destinada a hacerlo respetar, cuya fuerza, bien organizada, y a veces sin buena organización, mantiene las instituciones. Por el contrario, sin este apoyo en la milicia, el mejor régimen político y social se derrumba, como las habitaciones de un magnífico y regio palacio, resplandecientes de oro y pedrería, cuando carecen de techo o de defensa contra la lluvia.


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Publicado el 16 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

De la Constancia del Sabio

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Capítulo I

No sin razón me atreveré a decir, oh amigo Sereno, que entre los filósofos estoicos y los demás profesores de la sabiduría hay la diferencia que entre los hombres y las mujeres; porque aunque los unos y los otros tratan de lo concerniente a la comunicación y compañía de la vida, los unos nacieron para imperar y los otros para obedecer. Los demás sabios son como los médicos domésticos y caseros, que aplican a los cuerpos medicamentos suaves y blandos, no curando como conviene, sino como les es permitido. Los estoicos, habiendo entrado en varonil camino, no cuidan de que parezca ameno a los que han de caminar por él, tratan sólo de librarlos con toda presteza de los vicios, colocándolos en aquel alto monte que de tal manera está encumbrado y seguro, que no sólo no alcanzan a él las flechas de la fortuna, sino que aun les está superior. Los caminos a que somos llamados son arduos y fragosos, que en los llanos no hay cosa eminente; pero tras todo eso, no son tan despeñaderos como muchos piensan. Solas las entradas son pedregosas y ásperas, y que parece están sin senda, al modo que sucede a los que de lejos miran las montañas, que se les representan ya quebradas y ya unidas, porque la distancia larga engaña fácilmente la vista; pero en llegando más cerca, todo aquello que el engaño de los ojos había juzgado por unido, se va poco a poco mostrando dividido; y lo que desde lejos parecía despeñadero, se descubre en llegando ser un apacible collado. Poco tiempo ha que hablando de Marco Catón te indignaste (porque eres mal sufrido de maldades) de que el siglo en que vivió no le hubiese llegado a conocer, y que habiéndose levantado sobre los Césares y Pompeyos, le hubiesen puesto inferior a los Vatinios.


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Publicado el 18 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

De la Ira

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Libro primero

I. Me exigiste, caro Novato, que te escribiese acerca de la manera de dominar la ira, y creo que, no sin causa, temes muy principalmente a esta pasión, que es la más sombría y desenfrenada de todas. Las otras tienen sin duda algo de quietas y plácidas; pero esta es toda agitación, desenfreno en el resentimiento, sed de guerra, de sangre, de suplicios, arrebato de furores sobrehumanos, olvidándose de sí misma con tal de dañar a los demás, lanzándose en medio de las espadas, y ávida de venganzas que a su vez traen un vengador. Por esta razón algunos varones sabios definieron la ira llamándola locura breve; porque, impotente como aquélla para dominarse, olvida toda conveniencia, desconoce todo afecto, es obstinada y terca en lo que se propone, sorda a los consejos de la razón, agitándose por causas vanas, inhábil para distinguir lo justo y verdadero, pareciéndose a esas ruinas que se rompen sobra aquello mismo que aplastan. Para que te convenzas de que no existe razón en aquellos a quienes domina la ira, observa sus actitudes. Porque así como la locura tiene sus señales ciertas, frente triste, andar precipitado, manos convulsas, tez cambiante, respiración anhelosa y entrecortada, así también presenta estas señales el hombre iracundo. Inflámanse sus ojos y centellean; intenso color rojo cubre su semblante, hierve la sangre en las cavidades de su corazón, tiémblanle los labios, aprieta los dientes, el cabello se levanta y eriza, su respiración es corta y ruidosa, sus coyunturas crujen y se retuercen, gime y ruge; su palabra es torpe y entrecortada, chocan frecuentemente sus manos, sus pies golpean el suelo, agítase todo su cuerpo, y cada gesto es una amenaza: así se nos presente aquel a quien hincha y descompone la ira. Imposible saber si este vicio es más detestable que deforme. Pueden ocultarse los demás, alimentarles en secreto; pero la ira se revela en el semblante, y cuanto mayor es, mejor se manifiesta.


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Publicado el 15 de junio de 2016 por Edu Robsy.

El Capital

Karl Marx


Tratado, tratado político, filosofía


Nota preliminar

Al dar a la estampa una versión española de El Capital, de Carlos Marx, compendiado y precedido de un estudio sobre el Socialismo científico, por Gabriel Deville, creemos prestar un señalado servicio, no solo a los que busquen en la obra del ilustre comunista alemán nuevas y bien templadas armas para combatir en pro de esa transformación social a que aspira y por la que pelea la clase trabajadora de ambos mundos, sino además a todos los que sinceramente se consagran al estudio de los problemas sociales, no contentándose con esos juicios a priori que subrayan diariamente la increíble ignorancia y la más increíble ligereza de los escritores a sueldo de la burguesía.

Poco o nada podremos añadir al luminoso prefacio en que Deville expone a grandes rasgos la doctrina de Marx; pero séanos permitido insistir sobre un punto de la mayor importancia: en esta exposición rápida de la teoría marxista, lo mismo que en el compendio o resumen de El Capital y en sus apreciaciones acerca de la evolución económica que estamos presenciando y de la influencia que esta evolución ejerce en el movimiento revolucionario que arrastra a los proletarios de todos los países, Deville se ha ajustado con probidad y fidelidad absolutas al pensamiento dominante en la obra que trata de dar a conocer, llevando sus honrados escrúpulos hasta el extremo de no permitir que se imprimiera ni una página de su libro sin que Marx y, después de su muerte, Engels, revisasen tanto el Compendio, como el Prefacio y el Estudio sobre el Socialismo científico.

Con lo cual quedan desvanecidas de antemano las dudas que sobre este punto pudieran ocurrir.

Prefacio

Solo por el estudio, por la observación de la naturaleza de las cosas y de los seres, es como el hombre, consciente de sus efectos, puede hacerse dueño cada día más de su propio movimiento.


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Dominio público
256 págs. / 7 horas, 28 minutos / 492 visitas.

Publicado el 28 de julio de 2022 por Edu Robsy.

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