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Guía para Viajeros Inocentes

Mark Twain


Viajes


Dedicatoria

Este libro está cariñosamente dedicado a la más paciente
de mis lectoras y crítico más generosa,

MI ANCIANA MADRE.

Prólogo

Este libro constituye el relato de un viaje de placer. Si se tratase de registrar una solemne expedición científica, rezumaría esa gravedad, esa profundidad y esa impresionante incomprensibilidad que tan apropiadas resultan en las obras de ese tipo y que, al mismo tiempo, son tan atractivas. Pero, aunque sólo se trata del relato de una excursión, cumple un fin, que no es otro que el de sugerir al lector cómo, de manera muy probable, vería Europa y el Oriente si los mirase con sus propios ojos, y no con los de aquellos que han viajado a dichas zonas antes que él. No pretendo decirle a nadie cómo debe mirar los objetos interesantes allende el mar (eso ya lo hacen otros libros así que, aunque yo estuviese capacitado para hacerlo, no es necesario).

No me disculparé por alejarme del estilo normal en los relatos de viajes, si se me acusa de ello, porque creo que he visto con ojos imparciales y estoy seguro de haber escrito, al menos, con sinceridad, ya sea sensato lo que digo o no.

En este libro incluyo extractos de algunas cartas que escribí para el Daily Alta California de San Francisco, ya que los propietarios de dicha publicación han renunciado a sus derechos y me han proporcionado los permisos necesarios. También adjunto algunas partes de otras cartas escritas para el Tribune y el Herald de Nueva York.

EL AUTOR

San Francisco, 1869


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Protegido por copyright
610 págs. / 17 horas, 48 minutos / 1.001 visitas.

Publicado el 11 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

De París a Jerusalén

François-René de Chateaubriand


Viajes


Advertencia

No me he propuesto dar una traducción completa del itinerario de Chateaubriand que en el original forma dos gruesos volúmenes en octavo prolongado. El mismo autor presenta sólo su obra como las notas que reunió para formar la de los Mártires; pero podemos tener por completa la descripción de la Tierra Santa, que es el principal objeto de su peregrinación.

Además de las hermosas pinturas que hace de los países que recorre, y en especial de la Judea, en lo cual consiste el principal mérito de su delicada pluma, ostenta su profunda y vasta erudición en las disertaciones y reflexiones científicas con que adorna la obra. Pero yo me propongo sólo en esta traducción el dar una descripción de la Tierra Santa acomodada y grata al común de las gentes.

Igualmente al fin del tomo segundo ha reunido tres opúsculos que son un itinerario desde Burdeos a Jerusalén, escrito en latín antes del año de 1300; una disertación del geógrafo d’Anville sobre la extensión de la antigua Jerusalén y de su templo, y sobre las medidas hebraicas de longitud; y, en fin, una Memoria inédita sobre Túnez que contiene noticias puramente políticas y comerciales; y aun cuando estas cosas puedan ser instructivas y agradables para algunas personas estudiosas, no así a los lectores en general, ni tampoco tienen relación inmediata con la obra.


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Protegido por copyright
311 págs. / 9 horas, 5 minutos / 161 visitas.

Publicado el 7 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Musketaquid

Henry David Thoreau


Viajes, Ensayo, Biografía


Adondequiera que navegues, navegas conmigo,
Aunque ahora asciendas montañas más elevadas,
Y ríos más puros remontes,
Sé mi Musa, Hermano mío.

* * *

He puesto rumbo hacia una costa lejana,
En una isla solitaria, en unas remotas Azores.
Allí se encuentra el tesoro que busco,
En las arenas estériles de una inhóspita cala.

* * *

Remonté un río acompañado por un viento agradable,
En busca de nuevas tierras, nuevas gentes, nuevas ideas;
Muchas extensiones y bellos promontorios aparecieron,
Y muchos eran allí los peligros a los que temer;
Pero cuando recuerdo dónde he estado,
Y los hermosos paisajes que he visto,
TÚ pareces el único elemento permanente,
El cabo nunca doblado, por el que jamás surcamos.

* * *

Fluminaque obliquis cinxit declivia ripis;
Quce, diversa locis, partim sorbentur ab ipsa;
In mare perveniunt partim, campoque recepta
Liberioris aquae, pro ripis litera pulsa.

Confinó entre sus márgenes inclinados a los ríos,
Que en algunos lugares son absorbidos por la tierra,
Y en otros llegan al mar, donde son recibidos en la sencillez
De sus aguas libres y hacen de las costas sus orillas.

Ovidio, Metamorfosis, 1, 39

EL RÍO CONCORD

A los pies de las colinas bajas, en la vasta extensión
Donde nuestro riachuelo indio serpentea
A su antojo recordando aún al sannup y la squaw,
Cuyas pipas y flechas el arado desentierra;
Aquí, en casas de madera, construidas con pinos recién caídos,
Viven los granjeros, sustitutos de la tribu.

Ralph Waldo Emerson


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381 págs. / 11 horas, 7 minutos / 147 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Nuestro Invierno Africano

Arthur Conan Doyle


Viajes


Prólogo

Este librito contiene algunas impresiones recogidas en Sudáfrica, Rodesia y Kenia. Versan sobre toda una serie de asuntos políticos y económicos, además de sobre el asunto concreto que motivó nuestro viaje. Actualmente, parece que está de moda reírse de la opinión de quien va de paso, al que se tacha de trotamundos. Pero quien ha trotado por esos mundos de Dios, como yo lo he hecho, posee un punto de comparación que revaloriza la opinión corriente. También conviene tener en cuenta que quien no se mueve de casa suele estar influido por toda suerte de consideraciones de carácter personal, mientras que el viajero es un observador imparcial. Al mismo tiempo, y sin duda alguna, su conocimiento es superficial. Pero tiene que intentar por todos los medios ser honrado a la hora de formarse una opinión y no tener miedo a expresarla.

ARTHUR CONAN DOYLE
Junio de 1929

I

LA PARTIDA. PROBLEMAS EN EL GOLFO DE VIZCAYA. BRITÁNICOS Y BÓERS. MADEIRA. LA MUERTE DE DE LA REY. ESPIRITISMO Y CRISTO. CONFERENCIAS EN EL BARCO. ALGUNOS AMIGOS HOLANDESES. FIN DE VIAJE


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205 págs. / 5 horas, 59 minutos / 88 visitas.

Publicado el 17 de enero de 2018 por Edu Robsy.

Quince Días en el Desierto Americano

Alexis de Tocqueville


Viajes, Historia


Una de las cosas que más excitaba nuestra curiosidad al venir a Norteamérica era recorrer los confines de la civilización europea y, si el tiempo nos lo permitía, visitar incluso algunas de las tribus indias que han preferido huir hacia las soledades más salvajes a plegarse a lo que los blancos llaman «las delicias de la vida social». Pero hoy en día llegar hasta el desierto es más difícil de lo que se cree. Habíamos salido de Nueva York y, a medida que avanzábamos hacia el Noroeste, el objetivo de nuestro viaje parecía alejarse cada vez más. Recorríamos lugares célebres en la historia de los indios, atravesábamos valles a los que habían dado nombre, cruzábamos ríos que aún llevan el de sus tribus, pero, en todas partes, la choza del salvaje había dado paso a la casa del hombre civilizado; los bosques habían sido arrasados, la soledad cobraba vida.

Sin embargo, parecíamos seguir el rastro de los indígenas.

—Diez años atrás —nos decían— estaban aquí; allá, hace cinco años; más allá, hace dos.

—En aquel lugar, donde se alza la iglesia más hermosa del pueblo —nos contaba uno—, tiré abajo el primer árbol del bosque.

—Aquí —nos contaba otro— estaba el gran consejo de la Confederación de los Iroqueses.

—¿Y qué ha pasado con los indios? —decía yo.

—Los indios —proseguía nuestro anfitrión— se han ido más allá de los Grandes Lagos, ¡quién sabe dónde! Es una raza que se extingue; no están hechos para la civilización: ella los mata.


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64 págs. / 1 hora, 52 minutos / 375 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Pamplona

Victor Hugo


Viajes


11 de agosto.

Estoy en Pamplona y no sabría explicaros lo que me pasa. No había visto jamás esta ciudad, y me parece que reconozco cada calle, cada casa, cada puerta. Toda la España que vi en mi infancia se me aparece aquí como el día en que vi pasar la primera carreta de bueyes. Se borran treinta años de mi vida; vuelvo a ser el niño, el chiquito francés, como me llamaban. Todo un mundo que dormía en mí se despierta, revive y hormiguea en mi memoria. Yo lo creía casi borrado, y está más resplandeciente que nunca.

Esto es, realmente, la verdadera España. Veo plazas porticadas, pavimentos de mosaicos de guijarros, balcones con toldos, casas pintadas a franjas, que me hacen palpitar el corazón. Me parece que era ayer. Sí, yo entré ayer bajo esa gran puerta cochera que da a una escalerilla; el otro domingo compré, yendo de paseo con mis jóvenes camaradas del seminario de nobles, no sé qué tortas picantes (rosquillas) en esta tienda de cuyo frontón cuelgan dos pellejos de macho cabrío para poner vino; yo he jugado a la pelota a lo largo de esta pared, detrás de una iglesia vieja. Todo eso es para mí cierto, real, distinto, palpable.

Hay algunos zócalos de fachadas pintados imitando mármoles extravagantes que me enamoran. He pasado dos horas deliciosas frente a frente de un viejo postigo verde a pequeños recuadros que se abre en dos mitades, de modo que forma una ventana si se abre la mitad y un balcón si se abre por completo. Ese postigo estaba hace treinta años, sin que yo me diera cuenta de ello, en un rincón de mi pensamiento. Y he dicho: ¡Toma! ¡Éste es mi viejo postigo!


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Protegido por copyright
33 págs. / 57 minutos / 338 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Un Paseo de Invierno

Henry David Thoreau


Viajes


El viento se filtra con un quedo murmullo a través de los postigos, o sopla con aterciopelada suavidad sobre las ventanas. De vez en cuando, suspira como un céfiro de verano agitando las hojas durante toda la santa noche. El ratón de campo se ha dormido en su abrigado pasadizo subterráneo, el búho se ha instalado en un árbol hueco en la profundidad de los pantanos; el conejo, la ardilla y el zorro, todos se han puesto a cubierto. El perro guardián se ha tumbado tranquilo junto al hogar, y el ganado se ha quedado en silencio en el establo. La tierra misma se ha dormido, como si fuera su primer, y no su último sueño. Salvo algún ruido de la calle o la puerta de la casa de madera que chirría débilmente interrumpiendo el desconsuelo de la naturaleza en su funcionamiento nocturno, el único sonido despierto entre Venus y Marte nos advierte de una distante calidez interior, un ánimo y fraternidad divinos, donde los dioses se reúnen, pero que resulta desolador para los hombres. Sin embargo, mientras duerme la tierra, el aire está despierto y se ha llenado de ligerísimos copos que caen, como si reinara una Ceres boreal y arrojara su grano plateado sobre todos los campos.


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Protegido por copyright
19 págs. / 33 minutos / 216 visitas.

Publicado el 8 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Los Mares del Sur

Herman Melville


Viajes


El tema de nuestra conferencia de esta noche, «Los Mares del Sur», podría parecer si no ambicioso, al menos sí demasiado amplio, pues se ocupa, según las autoridades, de una proporción de la superficie terrestre que no oso pronunciar: en resumen, más de la mitad del planeta. Tenemos por tanto ante nosotros un tema amplísimo, y mucho me temo que no seamos capaces de abarcarlo en su totalidad de forma exhaustiva esta noche.

Para evitar cualquier malentendido al respecto, deseo que no esperen de mí que repita aquello que ya se publicó sobre mis aventuras en Polinesia. Me propongo abordar temas de un interés más general y hablar de modo informal de los Mares del Sur en su conjunto, bajo diferentes aspectos, añadiendo, si se presenta la ocasión, algunas pequeñas anécdotas personales susceptibles de ilustrar mi tesis.

«Mares del Sur» es un término que designa, sencillamente, el Océano Pacífico. Entonces, ¿por qué no decir simplemente «Océano Pacífico»? Porque se pueden apreciar ciertas viejas reminiscencias que asocian la expresión «Mares del Sur» a antiguos y hermosos libros de viaje, llenos de ilustraciones grabadas en nuestra memoria.


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15 págs. / 26 minutos / 183 visitas.

Publicado el 22 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Los Bosques de Maine

Henry David Thoreau


Viajes


El Ktaadn

Parte I

El 31 de agosto de 1846 partí desde Concord, en Massachusetts, en compañía de un pariente que se dedica al comercio maderero en Bangor, viajando por ferrocarril y vapor hacia esa población y los bosques de Maine, para dirigirnos a un dique en el ramal occidental del Penobscot, en cuya adquisición estaba él interesado. Desde ese lugar, que se encuentra a treinta millas de la carretera militar de Houston y a cinco más allá de la última cabaña de troncos, me proponía efectuar excursiones al Monte Ktaadn, la segunda mayor elevación de Nueva Inglaterra, distante unas treinta millas, y a algunos de los lagos del Penobscot, ya fuera solo o con el acompañamiento que pudiera agenciarme. En esa época, en que las actividades madereras han cesado, no es habitual encontrar un campamento en una zona boscosa tan lejana, y me alegró poder aprovechar la circunstancia de que por entonces hubiera allí una cuadrilla de trabajadores dedicados a reparar los daños causados por los desbordamientos debidos al deshielo primaveral. A la montaña se puede acceder de forma más fácil y directa, a caballo o a pie, desde el flanco nordeste, por el camino del Aroostook, y por el río Wassataquoik; pero en tal caso se disfruta mucho menos del entorno natural, muy poco del glorioso paisaje fluvial y lacustre, y no se tiene la experiencia del batteau y la vida del barquero. Yo tenía suerte, además, en lo relativo a la estación del año, ya que en verano los enjambres de moscas negras, mosquitos corrientes y otros muy pequeños o, como les llaman los indios, «no-visibles», hacen casi imposible andar por el bosque.


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Protegido por copyright
304 págs. / 8 horas, 53 minutos / 182 visitas.

Publicado el 8 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Bajo el Sol

Guy de Maupassant


Viajes, Crónica


A Pol Arnault

La vida tan breve, tan larga, a veces resulta insoportable. Transcurre monótona, con la muerte al final. No es posible detenerla, ni cambiarla, ni comprenderla. Y a menudo nos subleva la indignación ante la impotencia de nuestros esfuerzos. Hagamos lo que hagamos morimos. Creamos lo que creamos, pensemos lo que pensemos, intentemos lo que intentemos, morimos. Y nos parece que vamos a morir mañana sin conocer nada aún, aunque asqueados de todo lo que ya conocemos. Entonces nos sentimos abrumados por el sentimiento de la «eterna miseria de todo», de la impotencia humana y de la monotonía de las acciones.

Nos despertamos, andamos, nos acodamos en nuestras ventanas. Enfrente unos almuerzan, como almorzaron ayer, como almorzarán mañana: el padre, la madre, cuatro niños. Hace tres años la abuela aún vivía con ellos. Ya no está. El padre ha cambiado mucho desde que somos vecinos. No se da cuenta; parece contento; parece feliz. ¡Qué imbécil!

Hablan de un matrimonio, después de un fallecimiento, después de lo tierno que está su pollo, después de que su criada no es honesta. Les inquietan mil cosas inútiles y tontas. ¡Qué imbéciles!

Ver su apartamento, en el que viven desde hace dieciocho años, me asquea y me indigna. ¡Eso es la vida! Cuatro paredes, dos puertas, una ventana, una cama, sillas, una mesa, eso es todo. ¡Una cárcel, una cárcel! Cualquier lugar donde habitamos mucho tiempo se convierte en una cárcel. ¡Oh, huir, partir! Huir de los lugares conocidos, de los hombres, de los mismos movimientos a las mismas horas y, sobre todo, de los mismos pensamientos.


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Protegido por copyright
131 págs. / 3 horas, 50 minutos / 181 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

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