Textos más vistos publicados por Edu Robsy publicados el 4 de junio de 2016

Mostrando 1 a 10 de 30 textos encontrados.


Buscador de títulos

editor: Edu Robsy fecha: 04-06-2016


123

El Caballero de la Carreta

Chrétien de Troyes


Novela, Novela de Caballerías


Ya que mi señora de Champaña quiere que emprenda una narración novelesca, lo intentaré con mucho gusto; como quien es enteramente suyo para cuanto pueda hacer en este mundo. Sin que esto sea un pretexto de adulación. En verdad que algún otro podría hacerlo, quien quisiera halagarla, y decir así —y yo podría confirmarlo— que es la dama que aventaja a todas las de este tiempo; tanto como el céfiro sobrepasa a todos los vientos que soplan en mayo o en abril. ¡Por mi fe, que no soy yo el que desea adular a su dama! ¿Voy a decir: «Tantos carbunclos y jaspes vale un diamante como reinas vale la condesa?» No, en verdad. Nada de eso diré, por más que, a pesar de mi silencio, sea cierto. Sin embargo voy a decir simplemente que en esta obra actúan más sus requerimientos que mi talento y mi esfuerzo.

Empieza Chrétien su libro sobre El Caballero de la Carreta. Temática y sentido se los brinda y ofrece la condesa; y él cuida de exponerlos, que no pone otra cosa más que su trabajo y su atención.

Así que en una fiesta de la Ascensión había reunido el rey Arturo su corte, tan rica y hermosa como le gustaba, tan espléndida como a un rey convenía. Después de la comida quedóse el rey entre sus compañeros. En la sala había muchos nobles barones, y con ellos también estaba la reina. Además había, a lo que me parece, muchas damas bellas y corteses que hablaban con refinamiento la lengua francesa.

En tanto Keu, que había dirigido el servicio de las mesas, comía con los condestables. Mientras Keu estaba sentado ante su comida, he aquí que se presentó un caballero ante la corte, muy pertrechado para el combate, vestido con todas sus armas. El caballero con tales arreos se llegó ante el rey, adonde estaba Arturo sentado entre sus barones, y sin saludarle, así dijo:


Información texto

Protegido por copyright
133 págs. / 3 horas, 53 minutos / 280 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.

El Mundo Tal Como Va

Voltaire


Cuento


Entre los genios que á los imperios del mundo presiden, ocupa Ituriel uno de los primeros puestos, y tiene á su cargo el departamento de la alta Asia. Baxó una mañana á la mansion del Escita Babuco, á orillas del Oxô, y le dixo así: Babuco, los Persas han incurrido en nuestro enojo por sus excesos y sus desvaríos, y ayer se celebró una junta de genios de la alta Asia para decidir si habian de castigar ó destruir á Persepolis. Vete á este pueblo, examínalo todo; me darás cuenta, y por tu informe determinaré si he de castigar ó exterminar la ciudad. Yo, señor, respondió humildemente Babuco, ni he estado nunca en Persia, ni conozco en todo aquel imperio á ninguno. Mas vale así, dixo el ángel, que no serás parcial. Del cielo recibiste sagacidad, y yo añado el don de inspirar confianza: ve, mira, escucha, observa, y nada temas, que en todas partes serás bien visto.


Leer / Descargar texto

Dominio público
14 págs. / 25 minutos / 389 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Yo Acuso

Émile Zola


Carta


París, 13 de enero de 1898


Carta al Sr. Félix Faure,
presidente de la república

Señor presidente:

¿Me permite usted, dentro de mi gratitud por la benévola acogida que usted me dio un día, de tener la preocupación de su justa gloria y de decirle que su estrella, tan afortunada hasta ahora, está amenazada por la más vergonzosa, por la más imborrable de las manchas?

Salió usted airoso de sucias calumnias, conquistó los corazones. Apareció usted radiante en la apoteosis de esa fiesta patriótica que la alianza rusa fue para Francia, y se prepara para presidir el solemne triunfo de nuestra Exposición Universal, que coronará nuestro gran siglo de trabajo, de verdad y de libertad. Mas ¡menuda mancha de barro sobre su nombre —me atrevería a decir sobre su reino— que es este abominable caso Dreyfus! Un consejo de guerra acaba, por orden, de absolver a un tal Esterhazy, alucinación suprema de toda verdad, de toda justicia. Y se terminó, Francia tiene sobre el rostro esta bajeza, y la historia escribirá que fue bajo su presidencia como tal crimen social pudo cometerse.

Puesto que ellos osaron, yo también osaré. Diré la verdad, puesto que prometí decirla, si la justicia, regularmente sometida, no lo hiciera, plena y enteramente. Mi deber es hablar, no puedo ser cómplice. Mis noches estarían llenas de vergüenza por el espectro de un inocente que expía allí, en la más horrible de las torturas, un crimen que no cometió.

Y es a usted, señor presidente, a quién gritaré esta verdad, con todas las fuerzas de mi indignación de hombre honesto. Por su honor, estoy convencido de que usted desconoce lo sucedido. Por tanto, ¿a quién denunciaré la turba malvada de los verdaderos culpables, si no es a usted, el Primer Magistrado del País?

* * *

En primera instancia, la verdad acerca del proceso y la condena de Dreyfus.


Leer / Descargar texto

Dominio público
13 págs. / 24 minutos / 782 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Memnón o la Sabiduría Humana

Voltaire


Cuento


Pusósele en la cabeza á Memnon un dia la desatinada idea de ser completamente cuerdo: que pocos hombres hay á quien no haya pasado por la cabeza semejante locura. Memnon discurria así: Para ser muy cuerdo, y á conseqüencia muy feliz, basta con no dexarse arrastrar de las pasiones: cosa muy fácil, como nadie ignora. Lo primero, nunca he de querer á muger ninguna, y en viendo una beldad acabada diré en mi interior: Un dia se ha de arrugar ese semblante; ese turgente y redondo pecho se ha de tornar fofo y lacio; esa tan bien poblada cabeza ha de quedarse calva: y me basta con mirarla desde ahora como la he de ver entónces, para que esa linda cabeza no me haga perder la mia.

Lo segundo, siempre seré sobrio, por mas que me tiente la golosina, los exquisitos vinos, y el incentivo de la sociedad. Me figuraré las resultas de la glotonería, la cabeza cargada, el estómago descompuesto, perdida la razon, la salud y el tiempo; y así solo comeré lo que necesite, disfrutaré sana salud, y tendré siempre claras y luminosas las ideas. Cosa es esta tan fácil, que no es meritorio salirse con ella.

Luego, continuaba Memnon, es necesario no descuidar su caudal: mis deseos son moderados; tengo mi dinero que me produce buenos réditos y con buenas fianzas en poder del tesorero general de Ninive, y me basta para vivir sin depender de nadie, que es la mayor fortuna, porque nunca me veré en la cruel precision de ir á besar manos de palaciegos; á nadie tendré envidia, y de nadie seré envidiado: cosa no ménos fácil. Amigos tengo, dixo en fin, y los conservaré, porque nunca les haré mal tercio; no se enfadarán jamas conmigo, ni yo con ellos: tampoco en esto se ofrece dificultad.


Leer / Descargar texto

Dominio público
5 págs. / 10 minutos / 539 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Historia de los Viajes de Escarmentado

Voltaire


Cuento


En la ciudad de Candía vine yo al mundo el año de 1600. Era su gobernador mi padre, y me acuerdo que un poeta ménos que mediano, aunque no fuese medianamente desaliñado su estilo, llamado Azarria, hizo unas malas coplas en elogio mio, en las quales me calificaba de descendiente de Minos en linea recta; mas habiendo luego quitado el gobierno á mi padre, compuso otras en que me trataba de nieto de Pasifae y su amante. Mal sugeto era de veras el tal Azarria, y el bribon mas fastidioso que en toda la isla habia.

Quince años tenia quando me envió mi padre á estudiar á Roma, y yo llegué con la esperanza de aprender todas las verdades, porque hasta entónces me habian enseñado todo lo contrario de la verdad, segun es uso en este mundo, desde la China hasta los Alpes. Monsiñor Profondo, á quien iba recomendado, era sugeto raro, y uno de los mas terribles sabios que en el mundo habia. Quísome instruir en las categorías de Aristóteles, y por poco me pone en la de sus gitones: de buena me libré. Ví procesiones, exorcismos, y no pocos robos. Decian, aunque contra toda verdad, que la siñora Olimpia, dama muy prudente, vendia ciertas cosas que no suelen venderse. De mi edad todo esto me parecia muy gracioso. Ocurrióle á una señora moza, y de muy suave condicion, llamada la siñora Fatelo, prendarse de mi: obsequiábanla el reverendisimo padre Puñalini, y el reverendísimo padre Aconiti, religiosos de una congregacion que ya no existe, y los puso de acuerdo á entrámbos dándome sus favores; pero me vi á peligro de ser envenenado y excomulgado. Dexé á Roma muy satisfecho con la arquitectura de San Pedro.

Viajé por Francia, donde reynaba á la sazon Luis el justo; y lo primero que me preguntáron fué si queria para mi almuerzo un trozo del mariscal de Ancre, que habia asado la gente, y le vendian muy barato á los que querian comprar su carne para regalarse.


Leer / Descargar texto

Dominio público
8 págs. / 14 minutos / 242 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Micromegas

Voltaire


Novela corta


I. Viaje de un morador del mundo de la estrella Sirio al planeta de Saturno

Habia en uno de los planetas que giran en torno de la estrella llamada Sirio, un mozo de mucho talento, á quien tuve la honra de conocer en el postrer viaje que hizo á nuestro mezquino hormiguero. Era su nombre Micromegas, nombre que cae perfectamente á todo grande, y tenia ocho leguas de alto; quiero decir veinte y quatro mil pasos geométricos de cinco piés de rey.

Algún algebrista, casta de gente muy útil al público, tomará á este paso de mi historia la pluma, y calculará que teniendo el Señor Don Micromegas, morador del pais de Sirio, desde la planta de los piés al colodrillo veinte y quatro mil pasos, que hacen ciento y veinte mil piés de rey, y nosotros ciudadanos de la tierra no pasando por lo común de cinco piés, y teniendo nuestro globo nueve mil leguas de circunferencia, es absolutamente indispensable que el planeta dónde nació nuestro héroe tenga cabalmente veinte y un millones y seiscientas mil veces mas circunferencia que nuestra tierra. Pues no hay cosa mas comun ni mas natural; y los estados de ciertos principillos de Alemania ó de Italia, que pueden andarse en media hora, comparados con la Turquía, la Rusia, ó la América española, son una imágen, todavía muy distante de la realidad, de las diferencias que ha establecido la naturaleza entre los seres.


Leer / Descargar texto

Dominio público
19 págs. / 34 minutos / 532 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Estudio en Escarlata

Arthur Conan Doyle


Novela


Primera parte

(Reimpresión de las memorias de John H. Watson, doctor en medicina y oficial retirado del Cuerpo de Sanidad)

1. Mr. Sherlock Holmes

En el año 1878 obtuve el título de doctor en medicina por la Universidad de Londres, asistiendo después en Netley a los cursos que son de rigor antes de ingresar como médico en el ejército. Concluidos allí mis estudios, fui puntualmente destinado el 5.0 de Fusileros de Northumberland en calidad de médico ayudante. El regimiento se hallaba por entonces estacionado en la India, y antes de que pudiera unirme a él, estalló la segunda guerra de Afganistán. Al desembarcar en Bombay me llegó la noticia de que las tropas a las que estaba agregado habían traspuesto la línea montañosa, muy dentro ya de territorio enemigo. Seguí, sin embargo, camino con muchos otros oficiales en parecida situación a la mía, hasta Candahar, donde sano y salvo, y en compañía por fin del regimiento, me incorporé sin más dilación a mi nuevo servicio.

La campaña trajo a muchos honores, pero a mí sólo desgracias y calamidades. Fui separado de mi brigada e incorporado a las tropas de Berkshire, con las que estuve de servicio durante el desastre de Maiwand. En la susodicha batalla una bala de Jezail me hirió el hombro, haciéndose añicos el hueso y sufriendo algún daño la arteria subclavia. Hubiera caído en manos de los despiadados ghazis a no ser por el valor y lealtad de Murray, mi asistente, quien, tras ponerme de través sobre una caballería, logró alcanzar felizmente las líneas británicas.


Información texto

Protegido por copyright
138 págs. / 4 horas, 2 minutos / 380 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Historia de un Buen Brahmín

Voltaire


Cuento


En mis viages encontré un brama anciano, sugeto muy cuerdo, instruido y discreto, y con esto rico, cosa que le hacia mas cuerdo; porque, como no le faltaba nada, no necesitaba engañar á nadie. Gobernaban su familia tres mugeres muy hermosas, cuyo esposo era; y quando no se recreaba con sus mugeres, se ocupaba en filosofar. Vivia junto á su casa que era hermosa, bien alhajada y con amenos jardines, una India vieja, beata, tonta, y muy pobre.

Díxome un dia el brama: Quisiera no haber nacido. Preguntéle porque, y me respondió: Quarenta años ha que estoy estudiando, y todos quarenta los he perdido; enseño á los demas, y lo ignoro todo. Este estado me tiene tan aburrido y tan descontento, que no puedo aguantar la vida: he nacido, vivo en el tiempo, y no sé qué cosa es el tiempo; me hallo en un punto entre dos eternidades, como dicen nuestros sabios, y no tengo idea de la eternidad; consto de materia, pienso, y nunca he podido averiguar la causa eficiente del pensamiento; ignoro si es mi entendimiento una mera facultad, como la de andar y digerir, y si pienso con mi cabeza lo mismo que palpo con mis manos. No solamente ignoro el principio de mis pensamientos, mas también se me esconde igualmente el de mis movimientos: no sé porque exîsto, y no obstante todos los dias me hacen preguntas sobre todos estos puntos; y como tengo que responder por precision y no sé qué decir, hablo mucho, y despues de haber hablado me quedo avergonzado y confuso de mí propio.


Leer / Descargar texto

Dominio público
2 págs. / 4 minutos / 359 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Una Aventura India

Voltaire


Cuento


Pitágoras, estando en la India, aprendió, como saben todos, en la escuela de los gimnosofistas la lengua de los animales y la de las plantas. Paseándose un dia por un prado cerca de la orilla del mar, oyó estas palabras: ¡Qué desdicha la mia de haber nacido hierba, apenas llego á dos pulgadas de alto, cuando me huella bajo sus vastos piés un monstruo voraz, un animal horroroso, que tiene armada la boca de una ñla de tajantes hoces con que me siega, me hace añicos, y me traga: los hombres llaman carnero á este monstruo, y no creo que haya en el universo criatura mas abominable.

Dió Pitágoras algunos pasos más, y encontró una ostra abierta sobre una piedra: todavía no había abrazado la admirable ley que prohíbe comerse á los animales nuestros semejantes; iba á tragarse la ostra, cuando dijo ella estas lastimosas razones: ¡Oh naturaleza, qué feliz es la hierba, que como yo es obra tuya! Cuando la cortan, renace, y es inmortal; y nosotras desventuradas ostras, en balde nos defiende una doble coraza, que unos malvados nos engullen á docenas para desayunarse, y se acabó para siempre. ¡Qué suerte tan horrenda la de una ostra! ¡qué inhumanos son los hombres!

Estremecido Pitágoras conoció la enormidad del delito que iba á cometer: pidió llorando perdón á la ostra, y la repuso bonitamente encima de la piedra.

Mientras iba meditando profundamente en este suceso, vió de vuelta al pueblo arañas que se comían las moscas, golondrinas que se comían las arañas, y gavilanes que se comían las golondrinas. Todas estas gentes, decía, no son filósofos!


Leer / Descargar texto

Dominio público
2 págs. / 3 minutos / 278 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.

123