Textos más largos publicados por Edu Robsy publicados el 7 de noviembre de 2021 | pág. 2

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editor: Edu Robsy fecha: 07-11-2021


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Dos Nubes

Francisco Acebal


Cuento


En florido rincón del cielo jugueteaba una legión de angelotes, vestidos con ondulantes gramallas recamadas de estrellas, altos, esbeltos, tierna la mirada, suave la expresión, casto el ademán; ángeles del místico pintor de Fiesole, que al sentir el aliento de la vida remontaron el vuelo en busca de su verdadera patria.

De repente, la bulliciosa angelada interrumpe el juego y acalla su greguería al ver que desde este bajo mundo dos nubecillas ascienden lentas por la inmensidad del firmamento. Conocían los ángeles esos nubarrones que abajo, en lo más hondo del espacio, se condensan, se aglomeran y se deshacen; pero nunca vieron á las nubes subir tan alto, remontar la región de las estrellas que á sus piés titilan, atravesar los espacios de la luz, entrometerse casi en las azules llanadas del cielo. Y aun no cejaban en su ascensión las osadas nubecillas; una, blanco vellón flotante, con bordes que el céfiro rizaba y la luz tornaba azulinos, subía con vaporosa ligereza; otra, negruzca, compacta, ascendía roncera, plomiza y remolona.

La blanca se apartaba con remilgo de su obscura compañera, como dama repulida esquiva el leve roce con la blusa de un obrero que por la calle cruza, y aun los ángeles con ser ángeles, fueron presurosos á hundir sus piececitos en la blancura de aquel copo que hasta ellos llegaba, dejando solitaria á la nube negra, temerosos de manchar sus nítidas vestiduras con los girones de aquel nubarrón opaco.

Pero aún no habían hollado los blancos celajes, cuando un ángel, adelantándose, exclamó:

—¿De dónde vienes, blanca nube?


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Dominio público
2 págs. / 4 minutos / 51 visitas.

Publicado el 7 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Río Negro

Francisco Acebal


Cuento


Bajo la campana del hogar, chisporroteaba un montón de sarmientos y sus llamas, iluminaban el semicírculo de cazadores que fatigados del monteo, arrecidos por el cierzo, entretenían la noche invernal, con narraciones de sus aventuras.

Llegó mi turno y dije:—Amigos: hay en vuestros relatos leyendas dramáticas, episodios sangrientos y hay escenas de amor; fieras heridas á bala y zagalillas heridas á flecha; mi cuento es el cuento del cazador perdido que halla dos viejecitas en lo más denso del bosque.

Caía la tarde, una hermosa pieza marchaba engalgada; yo corría, corría, pisando chaparros y tojos. La pieza se encava, aullan los perros, y malgasto en la rebusca las últimas luces del día.

Por el bosque tenebroso intento en vano hallar la senda, seguido de los lebreles que jadean. El viento agita el ramaje haciéndole balbucir quejas rumorosas; la soledad de la noche me rodea, pero veo una luz que fulgura entre el espeso arbolado y hacia ella me encamino.

Es de una casucha rústica; toco la bocina y dos viejecitas, con candiles encendidos salen á mi encuentro.

Flacas de cuerpo, acecinadas de rostro, lucen majestad de noble estirpe, rastros de una juventud hermosa. Con dulce voz me invitan á seguirlas, sus luces me guían tras la selva y me conducen al tendajo, que les sirve de morada miserable.

Allí pasé la noche ¡noche fantástica! llena de ensueños misteriosos, con pesadillas de magias y de encantamientos.

Apenas alboreaba el nuevo día, cuando salí, acompañado de las damas antañonas que ofrecieron enveredarme. En silencio marchamos largo espacio, hasta dar en una barranca, con el cauce de un río... amigos mios ¡un río negro!


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Dominio público
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Publicado el 7 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

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