Textos peor valorados publicados por Edu Robsy publicados el 29 de abril de 2017

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editor: Edu Robsy fecha: 29-04-2017


12

Botchan

Natsume Sōseki


Novela


1

Desde niño, he tenido una impulsividad innata que me viene de familia y que no ha hecho más que crearme problemas. Una vez, en la escuela primaria, salté desde la ventana de un primer piso y no pude andar durante una semana. Alguien se preguntará por qué hice semejante tontería. Pero la verdad es que no hubo ninguna razón especial. Simplemente estaba un día asomado a una de las ventanas del nuevo edificio de la escuela, cuando uno de mis compañeros de clase comenzó a meterse conmigo diciéndome que, por mucho que me hiciera el gallito, en realidad no era más que un cobarde y que no sería capaz de saltar. El bedel tuvo que llevarme esa misma noche a cuestas a mi casa. Cuando mi padre me vio, se enfadó muchísimo y me dijo que no podía comprender cómo alguien se podía quedar sin caminar simplemente por haber saltado desde la ventana de un primer piso. Le respondí que la siguiente vez que saltara no me volvería a ocurrir.

Otro día estaba yo jugando con el reflejo que el sol producía en la hoja de una bonita navaja importada que uno de mis parientes me había regalado, cuando uno de mis amigos exclamó:

—Brillar, brillará mucho. Pero seguro que no corta nada.

—¿Que no? —le respondí yo—. Mi navaja puede cortar cualquier cosa.

—¿A que no puede cortar uno de tus dedos? —me desafió.

—¿Que no? —le repetí yo—. Mira. —Y entonces empujé la hoja en diagonal sobre mi pulgar derecho. Afortunadamente, la navaja era pequeña y mi hueso estaba sano y fuerte, por lo que todavía conservo el pulgar, aunque tendré una cicatriz mientras viva.


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161 págs. / 4 horas, 43 minutos / 266 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Luz y Oscuridad

Natsume Sōseki


Novela


Personajes de la novela

YOSHIO TSUDA: Joven oficinista. Casado con O-Nobu desde hace seis meses.

O-NOBU (NOBUKO): su mujer.

O-TOKI: la criada del matrimonio.

EL PADRE DE TSUDA: Vive en Kioto. Le envía dinero mensualmente a su Hijo.

YOSHIKAWA: superior jerárquico de Tsuda en el trabajo. Es un viejo amigo de su padre.

SEÑORA YOSHIKAWA: su esposa, una mujer mundana.

FUJII: el tío de Tsuda. Un intelectual bastante poco activo que se hizo cargo de la educación de Tsuda.

ASA FUJII: su mujer.

OKAMOTO: marido de la tía de O-Nobu con cuya acomodada familia se ha criado. Amigo desde hace mucho tiempo de Yoshikawa.

SUMI OKAMOTO: su mujer, la tía de O-Nobu.

TSUGIKO OKAMOTO: la hija mayor del matrimonio.

YURIKO OKAMOTO: hermana pequeña de Tsugiko.

HAJIME OKAMOTO: el hijo menor de la familia.

O-KIN: criada de la familia Fujii. Está en edad casadera. Es la hermana de Kobayashi.

KOBAYASHI: compañero de estudios de Tsuda.

O-HIDE (HIDEKO) HORI: hermana de Tsuda.

SHOTARO HORI: su marido, un libertino.

HARA: un pintor pobre. Amigo de Kobayashi.

KIYOKO SEKI: el primer amor de Tsuda. Ya casada.

Luz y oscuridad

1

EL DOCTOR AYUDÓ A TSUDA a bajar de la mesa de operaciones. Acababa de examinarle con la sonda.

—Como me imaginaba, llega hasta el intestino. La última vez encontré unas cuantas cicatrices en el tejido intermedio y pensé que no iría a más. Por eso le dije lo que le dije. Sin embargo, hoy me he dado cuenta de que ha traspasado ese punto.

—¿Dice que llega hasta el intestino?

—Sí. En un principio pensé que tan solo mediría un centímetro y medio, pero veo que me equivoqué. Al menos es el doble.


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437 págs. / 12 horas, 45 minutos / 243 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

La Puerta

Natsume Sōseki


Novela


I

Sōsuke sacó un cojín al engawa para disfrutar del sol de mediodía y se dejó caer encima con las piernas cruzadas. Al cabo de un rato, apartó la revista que hojeaba y se tumbó de costado. Era un precioso día del veranillo de San Martín. El rítmico golpear de las geta contra el suelo de la silenciosa calle, alcanzaba sus oídos y le producía un placer añadido. Se apoyó sobre el codo para contemplar el hermoso cielo azul que se abría más allá del alero del tejado. Parecía infinito visto desde el diminuto engawa. Pensó que sería muy afortunado si pudiera contemplar un cielo así algún domingo que otro. Miró con los ojos entornados directamente al sol. Su luz era tan cegadora, que acabó por darse la vuelta hacia los shoji donde su esposa, Oyone, cosía.

—¡Qué día tan maravilloso!

—Sí… —contestó ella lacónica.

Sōsuke tampoco parecía dispuesto a iniciar una conversación, así que se volvieron a quedar en silencio. Fue Oyone quien habló al cabo de un rato.

—¿Por qué no sales a dar un paseo?

Sōsuke rezongó; no se movió del sitio. Un poco más tarde, Oyone cayó en la cuenta de que se había dormido. Tenía las rodillas encogidas contra el cuerpo, como una gamba; su negra cabellera quedaba oculta por los brazos. Los tenía doblados de tal manera que impedían ver su rostro.

—Si te duermes ahí seguro que te resfrías —le previno.

Hablaba con un acento similar al de la gente de Tokio, pero con ciertos matices. Lo hacía con las inflexiones propias de las jóvenes japonesas que habían estudiado. Sōsuke abrió los ojos, pero no se levantó.

—Está bien —respondió en voz baja—, no me dormiré.


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226 págs. / 6 horas, 36 minutos / 318 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Sanshiro

Natsume Sōseki


Novela


1

Echó una cabezada, y cuando abrió los ojos la mujer seguía allí. Ahora hablaba con un hombre mayor, el granjero que se había subido al tren dos estaciones antes. Sanshiro le recordaba. El tipo había logrado encaramarse al interior del vagón en el último momento, mientras daba un berrido. En cuanto estuvo arriba, se desnudó hasta la cintura, descubriendo una espalda plagada de cicatrices de quemaduras. Sanshiro vio cómo se secaba el sudor del cuerpo, se ponía un kimono y se sentaba junto a la mujer.

La mujer había llamado la atención de Sanshiro desde el mismo momento en que se había subido, en la estación de Kioto. Tenía la piel muy oscura, casi negra. Desde que había desembarcado del ferry que le trajo desde Kyushu, y conforme el tren se fue aproximando a Hiroshima, y después a Osaka y a Kioto, Sanshiro pudo observar cómo la tez de las lugareñas cambiaba de modo sutil, y se volvía cada vez más y más pálida; así que, incluso antes de haber podido darse cuenta, Sanshiro ya había empezado a sentir nostalgia. Entonces ella entró en el vagón, y él sintió al momento que había ganado un aliado del sexo opuesto: era una mujer que tenía el color de las mujeres de Kyushu.

Su piel tenía la misma tonalidad que la de Omitsu Miwata. En casa, siempre había considerado a Omitsu una chica exasperante, y se había alegrado de poder alejarse de ella. Pero ahora veía que después de todo el tipo de Omitsu podía tener su atractivo.

Los rasgos de esta mujer, de todas formas, eran con mucho superiores a los de su amiga. Su boca era firme, sus ojos despiertos. Carecía además de la enorme frente de Omitsu. Había algo agradable en la forma en que todo armonizaba en ella, y se había sorprendido mirándola varias veces, sin poder apartar los ojos de ella.


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280 págs. / 8 horas, 10 minutos / 147 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Misceláneas Primaverales

Natsume Sōseki


Cuento


1. El día de Año Nuevo

Después de tomar una taza de zoni me retiré a mi habitación. Al rato llegaron tres o cuatro personas de visita. Todos eran amigos jóvenes. Uno de ellos vestía una levita. Pero al parecer no estaba acostumbrado a esa prenda, y se sentía algo incómodo con la tela gruesa aunque suave de dicho atavío. Los otros llevaban el atuendo japonés de siempre, por lo que no daban la impresión de estar celebrando un día especial. Cada uno de ellos al ver al de la levita le decía: «¡Hola, qué bien!». Todos estábamos algo sorprendidos. Yo también terminé diciéndole: «¡Hola, qué bien!».

El de la levita sacó un pañuelo blanco y se limpió la cara con él. En realidad no necesitaba hacerlo. Tomaba una tras otra copitas de toso, bebida especial para el Año Nuevo. Los otros también, entusiasmados, se servían con palillos la comida colocada en una pequeña mesa individual dispuesta enfrente de cada uno. En esto Kyoshi llegó en coche. Llevaba el ropaje tradicional de las ceremonias: un quimono negro con el emblema de la familia y un haori también negro sobre el quimono.

—Usted tiene un buen quimono para las ceremonias —le dije—. Se debe a que practica el teatro noh, ¿verdad?

—Así es —me contestó. Y me invitó a recitar un canto del teatro noh. Yo le dije que lo intentaría.


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86 págs. / 2 horas, 31 minutos / 138 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Rudin

Iván Turguéniev


Novela


Lista de personajes

RUDIN, DMITRI NIKOLAICH (Nikolaíevich), nombre familiar: Mitia

LASUNSKAYA, NATALIA ALEXEEVNA (hija de Daria Lasunskaya), nombre familiar: Natasha

LASUNSKAYA, DARIA MIJAILOVNA (madre de Natalia)

LIPINA, ALEXANDRA PÁVLOVNA (hermana de Volíntsev), nombre familiar: Sasha

LEZHNEV, MIJAILO MIJAÍLICH, nombre familiar: Misha

PANDALEVSKI, CONSTANTÍN DIOMÍDICH, en francés, Constantin

PIGASOV, AFRICÁN SEMIÓNICH

VOLÍNTSEV, SERGUÉI PÁVLICH (hermano de Alexandra Lípina), nombre familiar: Seriozha

Capítulo I

Era una tranquila mañana de verano. El sol ya se había elevado bastante en el limpio cielo, pero en los campos todavía brillaba el rocío. Del valle, hasta hace poco dormido, soplaba una olorosa frescura, y en el bosque, todavía húmedo y silencioso, trinaban alegremente los pájaros madrugadores. En la cima de una ladera, cubierta de arriba abajo por el centeno en flor, se vislumbraba un pueblo pequeño. Hacia ese pueblo, por un estrecho camino vecinal, se encaminaba una mujer joven, con un vestido blanco de organdí, un sombrero de paja redondo y una sombrilla en la mano. Un pequeño criado cosaco la seguía de lejos.

La joven andaba sin prisa, como si se deleitara con el paseo. A su alrededor, por el alto y cambiante centeno difuminándose en un rizo, ora verde plateado, ora rojizo, con suave rumor, volaban largas olas. En lo alto, resonaban las alondras. La mujer venía de su hacienda, que quedaba a poco más de una versta del pueblo adonde se dirigía. Se llamaba Alexandra Pávlovna Lípina. Era viuda, sin hijos y bastante rica; vivía con su hermano, el capitán de Caballería, retirado, Serguei Pávlich Volíntsev. Este no estaba casado y administraba los bienes de su hermana.


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141 págs. / 4 horas, 8 minutos / 90 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Nido de Robles

Iván Turguéniev


Novela


Capítulo I

El día radiante de primavera daba paso al atardecer; en lo alto del cielo luminoso pequeñas nubes rosadas, más que pasar flotando, parecían perderse en la profundidad azul.

Ante la ventana abierta de una bonita casa, en una calle periférica de la capital de la provincia de O. (la acción transcurre en 1842), había dos mujeres sentadas: una señora de unos cincuenta años y una vieja dama de unos setenta.


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Protegido por copyright
191 págs. / 5 horas, 35 minutos / 98 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Sonata de Invierno

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


Como soy muy viejo, he visto morir a todas las mujeres por quienes en otro tiempo suspiré de amor: De una cerré los ojos, de otra tuve una triste carta de despedida, y las demás murieron siendo abuelas, cuando ya me tenían en olvido. Hoy, después de haber despertado amores muy grandes, vivo en la más triste y más adusta soledad del alma, y mis ojos se llenan de lágrimas cuando peino la nieve de mis cabellos. ¡Ay, suspiro recordando que otras veces los halagaron manos principescas! Fué mi paso por la vida como potente florecimiento de todas las pasiones: Uno a uno, mis días se caldeaban en la gran hoguera del amor: Las almas más blancas me dieron entonces su ternura y lloraron mis crueldades y mis desvíos, mientras los dedos pálidos y ardientes deshojaban las margaritas que guardan el secreto de los corazones. Por guardar eternamente un secreto, que yo temblaba de adivinar, buscó la muerte aquella niña a quien lloraré todos los días de mi vejez. ¡Ya habían blanqueado mis cabellos cuando inspiré amor tan funesto!


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Dominio público
77 págs. / 2 horas, 16 minutos / 910 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Almohada de Hierba

Natsume Sōseki


Novela


I

Mientras subo por la montaña, pienso lo siguiente:

Si te guías por la razón, toparás con esquinas; si te dejas llevar por un mar de sentimientos, te arrastrará la marea; y actuar a voluntad, a la larga, es oprimirse a uno mismo. En todo caso, vivir en este mundo no es tarea fácil.

A medida que esta sensación se acrecienta, te acucia la necesidad de trasladarte a un lugar más tranquilo. Pero no importa dónde vayas, pues cualquier lugar te parecerá inhabitable. Y es entonces cuando nacen la poesía y la pintura, en el instante en que comprendes que no hay ningún lugar al que huir.

Este mundo no lo han creado ni los dioses ni los demonios. Lo han creado personas corrientes, vecinos que viven a la vuelta de la esquina. No hay más mundo que el que ellos han construido y, si lo hubiera, se trataría de un lugar inhóspito, completamente despoblado en el que sería muy difícil vivir.

Así las cosas, y visto que no hay escapatoria posible, solo queda sobrellevar la brevedad de la vida en este mundo inhabitable y tratar de hacer de él un lugar más cómodo. Es aquí donde los poetas desempeñan su labor sagrada; aquí, donde los pintores hallan la inspiración. Y el arte de estos guerreros pacifica el corazón de sus habitantes, lo colma y lo ennoblece.


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Protegido por copyright
150 págs. / 4 horas, 23 minutos / 313 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Los Sueños de Diez Noches

Natsume Sōseki


Cuento


Primera noche

Soñé este sueño.

Me encuentro sentado en la cabecera de la cama con los brazos cruzados. La mujer que está acostada de espaldas dice:

—Pronto moriré.

La mujer tiene los largos cabellos esparcidos por la almohada. Sobre el cabello descansa un rostro ovalado de suaves líneas. Sus labios son, naturalmente, rojos. No parece que vaya a morirse. Sin embargo, la mujer ha dicho claramente con una voz tranquila que se va a morir. Yo la miro y también me da la impresión de que, efectivamente, se va a morir. Entonces, como observándola desde arriba, le pregunto:

—¿De verdad? ¿Te estás muriendo?

Ella responde que se muere y abre los ojos de par en par. Son ojos húmedos, bordeados de pestañas largas. Ambos ojos brillan totalmente negros, y en cada pupila me veo reflejado con nitidez.

Me quedo observando el resplandor tan transparente y profundo de sus ojos, y pienso que realmente se va a morir. Así que me acerco más a su almohada y le susurro:

—No te vayas a morir, ¿eh? ¿A que no te morirás?

La mujer con los ojos abiertos pero soñolientos me responde, esta vez también con una voz tranquila:

—Me voy a morir. No hay remedio.

—¿Me estás viendo? ¿Puedes ver mi cara?

—Pero si tú mismo te estás viendo —me dice, y sonríe. Yo levanto la cabeza de la almohada y, cruzando los brazos, me pregunto si verdaderamente se va a morir.

Al cabo de un rato la mujer me pide:

—Cuando muera, entiérrame tú. Con una concha de madreperla cava una fosa, y con un trozo de alguna estrella que caiga del cielo haz mi lápida. Y luego espérame al lado de mi tumba. Vendré a verte.

—¿Cuándo vendrás a verme? —le pregunté.

—Sale el sol, y luego se pone. Nuevamente sale, y nuevamente se oculta. Un sol rojo sale del este y se desplaza al oeste, nuevamente sale del oriente y cae al poniente. ¿Podrás esperarme?


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26 págs. / 46 minutos / 809 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

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