Chacra
Juan José Morosoli
Cuento
Comenzaba a llover despacio. En la paja del techo —quincha de escama prolijita que daba gusto— se dormía la lluvia. Se sentía que llovía pero no había ruido.
El viejo Copla se sentó en la cama. La vieja se despertó.
—¡Comenzó!… ¡La gran flauta, esto no termina más!…
A pesar de la remesón de frío que vino de tardecita, Copla coligió el agua.
Una manta de charque que tenía en oreo, sudaba. Unos hormigueros cavados para destruir, mudaban huevos con apuro. El sol se había entrado en el cielo amarillo que estaba cerquita.
El mes de mayo empezó con aguas sin temporal. Deje y deje llover con truenos largos, desparramados, despaciosos.
Aquella luna de mayo se volcó en el menguante y volcada gastó el mes. La de julio no se había visto. Hubo en el mes un día que se podía carnear. Seco y azul… Los demás fueron una plaga. En el veranillo de San Juan siguió el baile.
Copla tenía tierras preparadas. ¡Pero cómo! Acolchadas de agua, un pedacito de sol rabioso las encascaraba. Sembrar así era como tirar trigo en el camino. Se repasaban y vuelta otra vez. El viejo, que al terminar mayo siempre tenía un cerdo faenado, no había podido comer aún un guiso de esos “que mandan sestiar”.
—Cuando no se sembró en San Juan, el día de la Virgen no hay pan…
La vieja le decía:
—¿Te vas a morir di hambre seguro?… ¡No se siembra trigo, se siembra otra cosa!…
—¡Chacra sin trigo no he visto!… —respondía él.
Para Copla el trigo era “lo total”. Cuando vino el viejo Cóppola —con dos p— de Italia, tiró el primer grano allí, en aquel valle sin árboles. Los tatas de él —Cópola— ya habían perdido una p y habían comido la fortuna de unos orientales, eran gente de carnear cuatro cerdos para agosto —nunca dejaron de sembrar trigo. El trigo es “las manos y los pies” de una chacra. Prende el fuego y pone la trapera al catre.
Dominio público
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Publicado el 27 de julio de 2025 por Edu Robsy.