Textos mejor valorados publicados por Edu Robsy | pág. 13

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editor: Edu Robsy


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Juana de Arco

Mark Twain


Novela


Primera parte

1

Estamos en el año de 1492. Tengo ochenta y dos de edad. Los episodios de los que voy a hablaros son hechos que yo mismo contemplé durante mi infancia y adolescencia. En las leyendas, romances y canciones dedicadas a Juana de Arco que todos vosotros y el resto de la gente leéis, recitáis y entonáis gracias a los libros estampados con el nuevo arte de imprimir, recientemente inventado, se hace repetida mención de mí, el caballero Luis de Conte. Yo fui su paje, asistente y secretario. Estuve con ella desde el principio hasta el final.

Me crié con ella, en el mismo pueblo. Jugábamos juntos a diario cuando éramos niños los dos, lo mismo que vosotros jugáis con vuestros compañeros. Ahora, cuando nos damos cuenta de lo grande que fue, ahora que su nombre es conocido en el mundo entero, puede resultar increíble que yo esté diciendo la verdad. Es como si un triste cirio, débil y de corta duración, al hablar del sol eterno y refulgente que recorre los cielos, dijera: «Él fue mi camarada y vecino cuando los dos éramos cirios».

Y, sin embargo, en mi caso, ésta es la verdad, tal como yo la digo. Fui su compañero de juegos y luché a su lado en la guerra. Hasta hoy conservo en mi memoria, bello y nítido, el retrato de aquella querida figurita, con el cuerpo inclinado sobre el cuello de su caballo, que volaba, cargando al frente de los ejércitos de Francia. Sus cabellos le flotaban sobre la espalda, su coraza de plata se adentraba cada vez más y más profunda y firmemente en el fragor de la batalla, perdiéndose algunas veces de vista entre las agitadas cabezas de los caballos. Espadas levantadas, plumas flotando en el aire, sobresaliendo de los escudos protectores.


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416 págs. / 12 horas, 8 minutos / 463 visitas.

Publicado el 11 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Rojo y Negro

Stendhal


Novela


Con la noticia escueta de un suceso vulgar, tomado de la crónica de los Tribunales, Henry Beyle (Stendhal) compuso, allá por los años 1830, Le rouge et le noir, la admirable novela psicológica que ha logrado consagración de obra maestra en la literatura universal.
¿Sabéis cuál es el hecho, base y raíz del análisis humano que tenéis ante los ojos? Antoine Berthet, hijo de un herrador de Brangues, en el Delfinado, había sido amante de una señora, M., en cuya casa desempeñaba el oficio de preceptor. Expulsado después de los seminarios, donde pretendía seguir sus estudios, fué de nuevo preceptor en casa de M. de C., cuya hija sedujo. Vuelto a Brangues, se percató de que la señora de M. no abrigaba para él los antiguos amorosos sentimientos, y llega a sospechar que acaso un rival ha ocupado su puesto. Inducido de esta sospecha, dispara un tiro sobre su ex amante en la iglesia, y vuelve contra sí mismo la pistola, hiriéndose. Luego, es ejecutado en la plaza de Grenoble, el 23 de febrero de 1828.
El Julián Sorel de la novela imaginada, es el Antonio Berthet del suceso vivo y sangrante; pero el espíritu analítico de Stendhal, su aguzada y fina sensibilidad, han erigido, sobre el documento humano, un drama real, con esa manera de elevado realismo que describe el proceso psicológico de las almas.
Decía Stendhal, en una carta a Balzac, que para sus novelas escogía personajes conocidos, les dejaba algunos de sus hábitos, pero les infundía más espíritu. En Sorel, su hijo más afortunado, encarnó su propio carácter, mezcla extraña—según dice uno de sus biógrafos—de originalidad natural y estudiada, de sinceridad y de afectación, de clarividencia y de fantasía, de disimulo y de abandono. Sorel pertenece a aquella generación "ardiente, pálida y nerviosa", concebida durante la inquietud de las guerras del Imperio.


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547 págs. / 15 horas, 58 minutos / 1.034 visitas.

Publicado el 16 de abril de 2018 por Edu Robsy.

La Tregua

Hector Hugh Munro "Saki"


Cuento


—Le he pedido a Latimer Springfield que pase el domingo con nosotros y se quede a pasar la noche —anunció la señora Durmot durante el desayuno.

—Creía que estaba en medio de unas elecciones —comentó su marido.

—Exactamente; las elecciones son el miércoles, y para entonces el pobre hombre habrá trabajado hasta convertirse en una sombra. Imagina cómo debe ser la campaña electoral con esta lluvia terrible que lo empapa todo, recorrer caminos rurales cubiertos de barro para hablar ante un público humedecido en un salón escolar lleno de corrientes de aire, y así un día tras otro durante quince días. El domingo por la mañana tendrá que hacer una aparición en algún lugar de culto, e inmediatamente después puede venir con nosotros a tomarse un respiro de todo lo que esté relacionado con la política. Ni siquiera voy a permitir que piense en ella. He ordenado que quiten del rellano de la escalera el cuadro de Cromwell disolviendo el Parlamento, y también el retrato que hizo «Ladas» de Lord Rosebery, que colgaba del salón de fumadores. Y Vera —añadió la señora Durmot dirigiéndose a su sobrina de dieciséis años—: ten cuidado con el color de la cinta que te pones en el pelo; por ningún motivo debe ser azul o amarillo, pues son los colores de los partidos rivales; los colores naranja o verde esmeralda son casi igual de malos, con este asunto de la independencia irlandesa que tenemos entre manos.

—En las ocasiones importantes siempre me pongo una cinta negra en el pelo —contestó Vera con dignidad aplastante.


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Publicado el 13 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

Una Semblanza del Doctor Johnson

H. P. Lovecraft


Cuento


El privilegio de las reminiscencias, no importa lo confusas o pesadas que estas resulten, es algo que corresponde generalmente a la gente de mucha edad; y realmente, con frecuencia, gracias a tales recuerdos llegan a la posteridad los sucesos oscuros de la historia, así como las anécdotas menores ligadas a los grandes hechos.

Para aquellos de mis lectores que han observado y apuntado, a veces, la existencia de una especie de veta antigua en mi forma de escribir, me ha sido grato presentarme como un hombre joven entre los miembros de mi generación, y alimentar la ficción de que nací en 1890 en América. Ahora estoy dispuesto, no obstante, a desvelar un secreto que había guardado por miedo a la incredulidad, y a hacer partícipe al público de un conocimiento acumulado sobre una era de la que conocí, de primera mano, a sus más famosos personajes. Así pues, sepan que nací en el condado de Devonshire, el 10 de agosto de 1690 (o, según el nuevo calendario gregoriano, el 20 de agosto), así que por tanto mi próximo cumpleaños será el 228. Habiéndome trasladado pronto a Londres, conocí siendo muy joven a muchos de los más celebrados gentilhombres del reinado de Guillermo, incluyendo al llorado Dryden, que era asiduo a las tertulias del Café de Will. Más tarde conocería a Addison y Switf, y fui aún más íntimo de Pope, al que conocí y respeté hasta el día de su muerte. Pero es del más tardío de todos mis conocidos, el finado doctor Johnson, del que deseo escribir, de forma que le haré llegar mi juventud hasta estos días.


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6 págs. / 11 minutos / 235 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

Gente Muy Antigua

H. P. Lovecraft


Cuento


Providence, 2 de noviembre de 1927

Querido Melmoth:

... ¿Así que estás terriblemente ocupado tratando de descubrir el sombrío pasado de aquel insufrible joven asiático llamado Varius Avitus Bassianus? ¡Pufí ¡Hay pocas personas que aborrezca más que a esa maldita ratita siria!

Yo mismo he sido transportado hace poco a los negros tiempos romanos a causa de mi reciente lectura del Aenied, de James Rhoades, en una traducción que no había leído nunca, más fehaciente para P. Maro que cualquier otra versión, incluyendo la de mi tío, el doctor Clark, que aún no ha sido publicada. Esta diversión virgiliana, unida a los espectrales incidentes y acontecimientos de la fiesta de Difuntos con sus ceremonias brujeriles en las colinas, me provocaron la noche del lunes pasado un sueño muy vivido y claro desarrollado en los tiempos de los romanos, con tales connotaciones terroríficas que estoy seguro algún día plasmaré en papel. Los sueños sobre los romanos no eran infrecuentes durante mi infancia —generalmente seguía al divino Julio arrasando las Galias, convertido en un Tribunus Militum—, pero hacía tanto tiempo que no tenía uno que éste me ha impresionado mucho.


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8 págs. / 14 minutos / 870 visitas.

Publicado el 17 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

Noche de Reyes

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Dramatis personae

ORSINO, Duque de Iliria

VALENTÍN
CURIO, caballeros al servicio de Orsino

OLIVIA, condesa
MARÍA, doncella de Olivia
DON TOBÍAS REGÜELDO, tío de Olivia
DON ANDRÉS DE CARAPÁLIDA, amigo de don Tobías
MALVOLIO, mayordomo de Olivia
FESTE, bufón de Olivia
FABIÁN, caballero al servicio de Olivia

VIOLA, joven dama
SEBASTIÁN, hermano gemelo de Viola
ANTONIO, amigo de Sebastián

CAPITÁN
SACERDOTE

Señores, marineros, músicos, criados y acompañamiento.

Acto I

Escena I

[Música.] Entran ORSINO, Duque de Iliria, CURIO y otros caballeros.

ORSINO
Si el amor se alimenta de música,
seguid tocando; dádmela en exceso,
que, saciándome, repugne al apetito y muera.
¡Repetid la melodía! Tenía una cadencia…
Acarició mis oídos como el dulce son
que, alentando sobre un lecho de violetas,
roba y regala perfume. ¡Ya es bastante!
Ahora no es tan grata como lo era antes.
¡Espíritu de amor! ¡Qué vivo y qué voraz!
Tienes la capacidad de los océanos
y, sin embargo, en ti no entra nada,
por excelso que sea su valor,
sin que pierda su precio y estima
en un momento. Tan fantasioso es el amor
que todo él es una fantasía.

CURIO
¿Vais a cazar, señor?

ORSINO
¿Qué, Curio?

CURIO
La corza.

ORSINO
Ya lo hago: la más noble que hay.
Cuando la vi por vez primera, Olivia
purificaba el aire pestilente.
Me convertí al instante en una corza
y, desde entonces, mis deseos me persiguen
como perros crueles y feroces.

Entra VALENTÍN.

¿Qué, hay noticias de ella?


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61 págs. / 1 hora, 46 minutos / 2.849 visitas.

Publicado el 11 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Geórgicas

Virgilio


Poesía, Tratado


Libro I

Después de una breve exposición, invoca el poeta a las divinidades protectoras de la agricultura, y a Augusto como a una de ellas, y entra seguidamente en la materia del libro, la cual divide en seis partes: la primera trata de la naturaleza de las tierras y de los métodos de cultivo; la segunda, del origen de la agricultura; la tercera, de los instrumentos de la labranza; la cuarta del tiempo propicio para las labores del campo; la quinta, de los pronósticos que pueden sacar los labradores del aspecto de los astros, y la sexta contiene una admirable digresión sobre los prodigios que siguieron a la muerte de César. Concluye con un epílogo, en que implora para Octavio y el pueblo romano el favor de los dioses.


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73 págs. / 2 horas, 9 minutos / 658 visitas.

Publicado el 23 de junio de 2018 por Edu Robsy.

La Prueba de los Amigos

Pedro Calderón de la Barca


Teatro


Personas

FABIO.
FABRICIO.
TANCREDO.
FULGENCIO.
FELICIANO.
GALINDO.
DON TELLO.
FAUSTINO, viejo.
CORNELIO.
FRISO.
LESINO.
ALBERTO.
JULIO.
LEONARDA.
DOROTEA.
CLARA.
OLIVERIO.
FERNANDO.
LISELO.
JUSTINO.
RICARDO.
LISENO.
UN CRIADO.
DOS MÚSICOS.
UN ALGUACIL.

Acto primero

Entran FABIO, FABRICIO, TANCREDO, FULGENCIO y otros, de acompañamiento, y FELICIANO, con luto, y detras de todos GALINDO, lacayo, con otro luto á lo gracioso.

Fab.
Téngale Dios en el cielo,
Que juzgando por sus obras,
Mejor padre, muerto, cobras
Que le perdiste en el suelo:
Tales fueron sus costumbres,
Que pienso que desde aquí
Le puedes ver, como allí
Se ven las celestes lumbres.

Fulg.
En mi vida supe yo
Dar un pésame, Tancredo.

Tanc.
No me dió cosa más miedo,
Ni más vergüenza me dió,
¿Cómo diré que, en rigor,
De consuelo le aproveche;
Vuesa merced le deseche
Por otro padre mejor?

Fulg.
Eso fuera desatino;
Óyeme y imita luégo.

Tanc.
¿En fin vas?

Fulg.
Temblando llego;
Como el gran Padre divino
Lo es de todos inmortal,
Consuelo podréis tener
Que os ha de favorecer,
Feliciano, en tanto mal;
Su falta se recupera
Con poneros en su mano.

Fab.
No es posible, Feliciano,
Que en vos Everardo muera,
Quedando tan vivo en vos,
Que sois su traslado cierto,
Pero guárdeos Dios, y al muerto
Téngale en su gloria Dios.

Fulg.
¿Aún no llegas?


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52 págs. / 1 hora, 31 minutos / 295 visitas.

Publicado el 19 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Bucólicas

Virgilio


Poesía, Égloga


I. Títiro

MELIBEO. — ¡Títiro! Recostado tú bajo la fronda de una extendida haya ensayas pastoriles aires con tenue caramillo; nosotros abandonamos los lindes patrios y nuestros dulces campos; de la patria huimos; tú, Títiro, despreocupado a la sombra, enseñas a las selvas a repetir el nombre de tu hermosa Amarilis.

TÍTIRO. — ¡Oh Melibeo! Un dios fue quien nos concedió este descanso, pues él será siempre para mí un dios; su altar, un tierno corderillo de nuestros rebaños lo bañará frecuentemente con su sangre. Él fue quien, como ves, permitió que mis vacas vagasen libremente y que yo mismo, con rústica zampoña, cantase lo que me viniera en gana.

MELIBEO. — Ciertamente no te envidio, más bien me maravillo; ¡tan grande es la turbación que en toda la extensión de la campiña reina! A mí mismo aquí me tienes arreando con aflicción mis cabras; ésta también con dificultad, ¡oh Títiro!, la llevo, pues aquí entre los espesos avellanos con duro esfuerzo acaba de parir, ¡ay!, sobre la desnuda roca dos gemelos, esperanza de mi rebaño. Muchas veces, recuerdo, estuviera entonces mi espíritu obcecado, nos predijeron este mal las encinas heridas por el rayo. Mas dinos ya, Títiro, qué clase de dios es ese tuyo.

TÍTIRO. — La ciudad que llaman Roma, ¡oh Melibeo!, pensé yo, necio de mí, que era semejante a esta ciudad nuestra adonde solemos con frecuencia los pastores llevar los tiernos recentales destetados de las ovejas. De esta manera era como yo veía parecerse los cachorros a las perras y los cabritos a sus madres, así tenía por costumbre comparar lo grande con lo pequeño. Pero esta ciudad levantó tanto su cabeza entre las demás ciudades cuanto acostumbran entre las flexibles mimbreras los cipreses.

MELIBEO. — ¿Y cuál fue la causa tan importante de visitar tú Roma?


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28 págs. / 49 minutos / 1.118 visitas.

Publicado el 22 de junio de 2018 por Edu Robsy.

La Hija del Capitán

Aleksandr Pushkin


Novela


I. El sargento de la guardia


—Si mañana pudiera ser capitán de la guardia…

—No hay necesidad; que sirva en el ejército.

—¡Bien dicho! Que sepa lo que es bueno…

—¿Y quién es su padre?

KNIAZHNÍN
 

Mi padre, Andrey Petróvich, de joven sirvió con el conde Münnich y se jubiló en el año 17… con el grado de teniente coronel. Desde entonces vivió en su aldea de la provincia de Simbirsk, donde se casó con la joven Avdotia Vasílevna Yu., hija de un indigente noble de aquella región. Tuvieron nueve hijos. Todos mis hermanos murieron de pequeños. Me inscribieron de sargento en el regimiento Semiónovski gracias al teniente de la guardia, el príncipe B., pariente cercano nuestro, pero disfruté de permiso hasta el fin de mis estudios. En aquellos tiempos no nos educaban como ahora. A los cinco años fui confiado a Savélich, nuestro caballerizo, al que hicieron diadka mío porque era abstemio. Bajo su tutela hacia los doce años aprendí a leer y escribir en ruso y a apreciar, muy bien instruido sobre ello, las cualidades de un lebrel. Entonces mi padre contrató para mí a un francés, monsieur Beaupré, que fue traído de Moscú con la provisión anual de vino y de aceite de girasol. Su llegada no gustó nada a Savélich. «Gracias a Dios —gruñía éste para su adentros—, parece que el niño está limpio, peinado y bien alimentado. ¿Para qué gastar dinero y traer a un musié, como si los señores no tuvieran bastante gente suya?».


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117 págs. / 3 horas, 25 minutos / 318 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2018 por Edu Robsy.

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