Textos más populares este mes publicados por Edu Robsy | pág. 23

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editor: Edu Robsy


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Almas Cándidas

Horacio Quiroga


Cuento


Un matrimonio joven que vivía en el campo tuvo un perro inteligente, grande y bueno. Se llamaba León. Vigilaba la chacra próspera, arreaba los bueyes, era su grande amigo. Mucho le querían; y si a un perro así no se quiere, ¿a quién se va a tener cariño en este mundo? Cuando se enfermó, se miraron sin saber qué hacer. Dormía todo el día, se restregaba horas enteras contra el marco de las puertas. Una mañana Emilio le llamó y no pudo levantarse. Hizo un esfuerzo, alzó la cabeza a todos lados, desorientado, y la dejó caer gimiendo. Lo llevaron en seguida a la cocina.

Aunque viéndole envejecer y acercarse a una muerte injusta para el noble amigo, estuvieron todo el día preocupados. Cuando de noche fueron a verle, estaba peor. Se acostaron callados, uno al lado del otro; no tenían ciertamente ganas de hablar. Después de largo rato de silencio ella le preguntó:

—¿Es difícil curar a los perros, no?

—Difícil.

Todos los fieles recuerdos de León, a la muerte, surgieron entonces, uno tras otro.

A la mañana siguiente León no conocía más. Se estremecía sin cesar, y no pudieron abrirle la boca. En cuclillas a su lado, le miraban sin apartar la vista, esperando verle morir de un momento a otro.

De tarde murió. Esa noche comieron apenas.

—¿Murió a las dos?

—Sí, a las dos y media.

Cuando se pierde un animal así, bueno como pocos, justo es que no se piense sino en él. Mas en lo hondo sentíanse disgustados de sí mismos por haber sido injustos con León. ¿Para qué quererle así si al otro día habrían de tirarle en el monte, como a una cosa que no se quiere más?

De codos sobre la mesa jugaban distraídamente con el cuchillo.

Dos o tres veces ella quiso hablar y se detuvo. Al fin dijo:

—Hay personas que entierran a los perros. Eso es ridículo, yo creo.


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1 pág. / 2 minutos / 164 visitas.

Publicado el 22 de enero de 2024 por Edu Robsy.

El Cerco de Numancia

Miguel de Cervantes Saavedra


Teatro, Clásico


FIGURAS SIGUIENTES:

CIPIÓN, romano.
IUGURTA, romano.
Gayo MARIO, romano.
QUINTO FABIO, romano.
CUATRO SOLDADOS ROMANOS.
DOS NUMANTINOS, EMBAJADORES.
TEÓGENES, numantino.
CARAVINO, numantino.
CUATRO GOBERNADORES NUMANTINOS.
MARANDRO, numantino.
DOS SACERDOTES NUMANTINOS.
UN HOMBRE NUMANTINO.
Un Demonio.
CUATRO MUJERES DE NUMANCIA.
LIRA, doncella.
DOS CIUDADANOS NUMANTINOS.
UNA MUJER DE NUMANCIA.
UN HIJO SUYO.
Otro hijo de aquélla.
UNA MUJER DE NUMANCIA.
UN SOLDADO NUMANTINO.
GUERRA.
ENFERMEDAD.
HAMBRE.
VARIATO, muchacho, que es el
  que se arroja de la torre.
UN NUMANTINO.
ERMILIO, soldado romano.

JORNADA PRIMERA

Entra CIPIÓN, y IUGURTA y MARIO y un alarde de soldados armados a lo antiguo, sin arcabuces, y CIPIÓN se sube sobre una peña que estará allí, y dice:


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43 págs. / 1 hora, 15 minutos / 1.093 visitas.

Publicado el 19 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Los Exploradores Españoles del Siglo XVI

Charles Fletcher Lummis


Historia


Dedicatoria

Al distinguido ingeniero

D. Juan C. Cebrián

de cuyo amor a España, acrisolado durante su larga residencia en los Estados Unidos, son prueba evidente la generosidad y largueza con que ha contribuido a la diseminación de obras de cultura en ambos paises, sin otro objetivo que el de procurar el adelanto y enaltecer el nombre de nuestra Patria, dedican la versión y publicación de esta obra como público testimonio de gratitud, sus leales amigos y admiradores,

Arturo CuyásRamón de S. N. Araluce

Nota biográfica acerca del autor

Antes de empezar la lectura de un libro, procura saber algo tocante a la personalidad del autor.

—David Pryde
 

Este libro es una gallarda reivindicación de España y de sus métodos de colonización en el Nuevo Mundo. Avalora y encarece esta reivindicación el ser obra espontánea, desinteresada, y por ende imparcial, de un ilustrado escritor norteamericano, y fruto de sus estudios, investigaciones y concienzudos juicios. Basta leer el Prefacio de su libro, para poder apreciar el móvil que le impulsó a escribirlo y la sinceridad y entusiasmo que puso en su labor.

Es natural que los hechos y proezas de los exploradores españoles despertasen el interés y la admiración de un hombre como Mr. Lummis, cuya vida ha sido una continua serie de pasmosos esfuerzos, trabajos y penalidades, que le han obligado a luchar con obstáculos al parecer insuperables, y que sólo por el vigor de su naturaleza y por la indómita fuerza de su voluntad ha sabido vencer y dominar.


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Dominio público
221 págs. / 6 horas, 27 minutos / 1.303 visitas.

Publicado el 9 de abril de 2020 por Edu Robsy.

El Pozo y el Péndulo

Edgar Allan Poe


Cuento


Impia tortorum longas hic turba furores sanguinis innocui, non satiata, aluit,
sospite nunc patria, fracto nunc funeris antro, mors ubi dira fuit vita salusque patent.

(Cuarteto compuesto para las puertas de un mercado que debió erigirse en el solar del Club de los Jacobinos, en París.)

Estaba agotado, agotado hasta no poder más, por aquella larga agonía. Cuando, por último, me desataron y pude sentarme, noté que perdía el conocimiento. La sentencia, la espantosa sentencia de muerte, fue la última frase claramente acentuada que llegó a mis oídos. Luego, el sonido de las voces de los inquisidores me pareció que se apagaba en el indefinido zumbido de un sueño. El ruido aquel provocaba en mi espíritu una idea de rotación, quizá a causa de que lo asociaba en mis pensamientos con una rueda de molino. Pero aquello duró poco tiempo, porque, de pronto, no oí nada más. No obstante, durante algún rato pude ver, pero ¡con qué terrible exageración! Veía los labios de los jueces vestidos de negro: eran blancos, más blancos que la hoja de papel sobre la que estoy escribiendo estas palabras; y delgados hasta lo grotesco, adelgazados por la intensidad de su dura expresión, de su resolución inexorable, del riguroso desprecio al dolor humano. Veía que los decretos de lo que para mí representaba el Destino salían aún de aquellos labios. Los vi retorcerse en una frase mortal, les vi pronunciar las sílabas de mi nombre, y me estremecí al ver que el sonido no seguía al movimiento.


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19 págs. / 34 minutos / 1.061 visitas.

Publicado el 21 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Los Ojos Verdes

Gustavo Adolfo Bécquer


Cuento


Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir cualquier cosa con este título. Hoy, que se me ha presentado ocasión, lo he puesto con letras grandes en la primera cuartilla de papel, y luego he dejado a capricho volar la pluma.

Yo creo que he visto unos ojos como los que he pintado en esta leyenda. No sé si en sueños, pero yo los he visto. De seguro no los podré describir tal cuales ellos eran: luminosos, transparentes como las gotas de la lluvia que se resbalan sobre las hojas de los árboles después de una tempestad de verano. De todos modos, cuento con la imaginación de mis lectores para hacerme comprender en este que pudiéramos llamar boceto de un cuadro que pintaré algún día.

I

—Herido va el ciervo..., herido va... no hay duda. Se ve el rastro de la sangre entre las zarzas del monte, y al saltar uno de esos lentiscos han flaqueado sus piernas... Nuestro joven señor comienza por donde otros acaban... En cuarenta años de montero no he visto mejor golpe... Pero, ¡por San Saturio, patrón de Soria!, cortadle el paso por esas carrascas, azuzad los perros, soplad en esas trompas hasta echar los hígados, y hundid a los corceles una cuarta de hierro en los ijares: ¿no veis que se dirige hacia la fuente de los Álamos y si la salva antes de morir podemos darlo por perdido?

Las cuencas del Moncayo repitieron de eco en eco el bramido de las trompas, el latir de la jauría desencadenada, y las voces de los pajes resonaron con nueva furia, y el confuso tropel de hombres, caballos y perros, se dirigió al punto que Iñigo, el montero mayor de los marqueses de Almenar, señalara como el más a propósito para cortarle el paso a la res.


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8 págs. / 14 minutos / 3.960 visitas.

Publicado el 7 de julio de 2016 por Edu Robsy.

Vidas Paralelas

Plutarco


Historia, Tratado, Tratado político


VOLUMEN I

TESEO Y RÓMULO

I.— Acostumbran los historiadores ¡oh Sosio Seneción!, cuando en la descripción de los países hay puntos de que no tienen conocimiento, suprimir éstos en la carta, poniendo en los últimos extremos de ella esta advertencia: de aquí adelante no hay sino arenales faltos de agua y silvestres, o pantanos impenetrables, o hielos como los de la Escitia, o un mar cuajado. Pues a este modo, habiendo yo de escribir estas vidas comparadas, en las que se tocan tiempos a que la atinada crítica y la historia no alcanzan, acerca de ellos me estará muy bien prevenir igualmente: de aquí arriba no hay más que sucesos prodigiosos y trágicos, materia propia de poetas y mitólogos, en la que no se encuentra certeza ni seguridad. Y habiendo escrito del legislador Licurgo y del rey Numa, me parece que no será fuera de propósito subir hasta Rómulo, pues que tanto nos acercamos a su tiempo; pero examinando, para decirlo con Esquilo,

¿Quién tendrá compañía a esta lumbrera?
¿Con quién se le compara? ¿Quién le iguala?

he creído que el que ilustró a la brillante y celebrada Atenas podría muy bien compararse y correr parejas con el fundador de la invicta y esclarecida Roma. Haré por que, purificado en mi narración lo fabuloso, tome forma de historia; mas si hubiere alguna parte que obstinadamente se resistiese a la probabilidad y no se prestase a hacer unión con lo verosímil, necesitaremos en cuanto a ella de lectores benignos y que no desdeñen el estudio de las antigüedades.

II.— Paréceme, pues, que Teseo hace juego con Rómulo por muchas notas de semejanza: por ser uno y otro, de origen ilegítimo y oscuro, hubo fama de que eran hijos de dioses;

Invictos ambos: lo sabemos todos;


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Dominio público
2.198 págs. / 2 días, 16 horas, 6 minutos / 3.230 visitas.

Publicado el 16 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Calila y Dimna

Anónimo


Cuento


Introducción de Abdalla Ben Almocafa

Los filósofos entendidos de cualquier ley e de cualquier lengua siempre punaron e se trabajaron de buscar el saber, e de representar e ordenar la filosofía; et eran tenudos de facer esto. Et acordaron e disputaron sobre ello unos con otros, e amábanlo más que todas las otras cosas de que los homes trabajan, et placíales más de aquello que de ninguna juglería nin de otro placer; ca teníen que non era ninguna cosa de las que ellos se trabajaban, de mejor premia nin de mejor galardón que aquello de que las sus ánimas trabajaban e enseñaban. Et posieron ejemplos e semejanzas en la arte que alcanzaron e llegaron por alongamiento de nuestras vidas e por largos pensamientos e por largo estudio; e demandaron cosas para sacar de aquí lo que quisieron con palabras apuestas e con razones sanas e firmes; et posieron e compararon los más destos ejemplos a las bestias salvajes e a las aves.


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Dominio público
239 págs. / 6 horas, 58 minutos / 1.069 visitas.

Publicado el 26 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Dafnis y Cloe

Longo


Novela


Proemio

Cazando en Lesbos, en un bosque consagrado a las Ninfas, vi lo más lindo que vi jamás: imágenes pintadas, historia de amores. El soto, por cierto, era hermoso, florido, bien regado y con mucha arboleda. Una sola fuente alimentaba árboles y flores; pero la pintura era más deleitable que lo demás: de hábil mano y de asunto amoroso. Así es que no pocos forasteros acudían allí, atraídos por la fama, a dar culto a las Ninfas y a ver la pintura. Parecíanse en ella mujeres de parto, otras que envolvían en pañales a los abandonados pequeñuelos, cabras y ovejas que les daban de mamar, pastores que de ellos cuidaban, mancebos y rapazas que andaban enamorándose, correría de ladrones y algarada de enemigos.

Otras mil cosas, y todas de amor, contemplé allí con tanto pasmo, que me entró deseo de ponerlas por escrito; y habiendo buscado a alguien que me explicase bien la pintura, compuse estos cuatro libros, que consagro al Amor, a las Ninfas y a Pan, esperando que mi trabajo ha de ser grato a todos los hombres, porque sanará al enfermo, mitigará las penas del triste, recordará de amor al que ya amó y enseñará el amor al que no ha amado nunca; pues nadie se libertó hasta ahora de amar, ni ha de libertarse en lo futuro, mientras hubiere beldad y ojos que la miren. Concédanos el Numen que nosotros mismos atinemos otros.

Libro primero

Ciudad de Lesbos es Mitilene, grande y hermosa. La parten canales, por donde entra y corre la mar, y la adornan puentes de lustrosa y blanca piedra. No semeja, a la vista, ciudad, sino grupo de islas. A unos doscientos estadios de Mitilene, cierto rico hombre poseía magnífica hacienda, montes abundantes de caza, fértiles sembrados, dehesas y colinas cubiertas de viñedo: todo junto a la mar, cuyas ondas besaban la arena menuda de la playa.


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Dominio público
82 págs. / 2 horas, 24 minutos / 345 visitas.

Publicado el 15 de agosto de 2020 por Edu Robsy.

El Celoso Extremeño

Miguel de Cervantes Saavedra


Novela corta


No ha muchos años que de un lugar de Estremadura salió un hidalgo, nacido de padres nobles, el cual, como un otro Pródigo, por diversas partes de España, Italia y Flandes anduvo gastando así los años como la hacienda; y, al fin de muchas peregrinaciones, muertos ya sus padres y gastado su patrimonio, vino a parar a la gran ciudad de Sevilla, donde halló ocasión muy bastante para acabar de consumir lo poco que le quedaba. Viéndose, pues, tan falto de dineros, y aun no con muchos amigos, se acogió al remedio a que otros muchos perdidos en aquella ciudad se acogen, que es el pasarse a las Indias, refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconduto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores (a quien llaman ciertos los peritos en el arte), añagaza general de mujeres libres, engaño común de muchos y remedio particular de pocos.

En fin, llegado el tiempo en que una flota se partía para Tierrafirme, acomodándose con el almirante della, aderezó su matalotaje y su mortaja de esparto; y, embarcándose en Cádiz, echando la bendición a España, zarpó la flota, y con general alegría dieron las velas al viento, que blando y próspero soplaba, el cual en pocas horas les encubrió la tierra y les descubrió las anchas y espaciosas llanuras del gran padre de las aguas, el mar Océano.

Iba nuestro pasajero pensativo, revolviendo en su memoria los muchos y diversos peligros que en los años de su peregrinación había pasado, y el mal gobierno que en todo el discurso de su vida había tenido; y sacaba de la cuenta que a sí mismo se iba tomando una firme resolución de mudar manera de vida, y de tener otro estilo en guardar la hacienda que Dios fuese servido de darle, y de proceder con más recato que hasta allí con las mujeres.


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43 págs. / 1 hora, 15 minutos / 2.192 visitas.

Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.

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