Prologuito
Dicen algunos que soy muy observador. Mentira. Las cosas que veo
es que están muy ahí, al alcance de cualquier ojo por miope o
astigmático que sea, y, aún así, muchas se me pasan por alto, porque soy
muy distraído y, entonces, me las tienen que contar para que pueda, por
fin, olvidarlas cómodamente.
Otras, en cambio, no se me van de la cabeza y, cuando las comento,
resulta que, a lo mejor, son falsas, lo cual es muy bueno para un tipo
que se dedica a contar historias.
No soy metódico tampoco, pero, por juego, me molesto en llevar un par
de ficheros y un cuaderno donde apunto y clasifico los pintoresquismos
con los que me doy de bruces.
Tenía que titular de alguna forma este trabajito supletorio, que
hago, generalmente, cuando paseo con la novia o me voy de picos pardos
por las tabernas (que de todo hay en la viña del Señor). Y he aquí que
le he puesto "Episodios Nacionales", porque contiene las bravas
aventuras que todavía hoy se pueden correr en mi tierra, que, salvo
excepciones, dignas del mayor respeto, es también la suya, lector.
Y, después de todo este prologuito, pasemos a las duras realidades,
no sin advertir que algunas de ellas pueden ser falsas, bien porque me
las contaron ya falsificadas, bien porque yo no resistí la tentación.
1.º— Tengo en mis manos un precioso panfleto verde que anuncia
las fiestas de Alcaufar, esa cala incomparable que todavía no ha sido
falsificada convenientemente. Quienes lo redactaron tenían un buen
sentido del humor, un excelente sentido, que yo les agradezco. Así,
anunciaban con simpatía:
"Grandes Fiestas en ALCAUFAR-CITY, 73."
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