Textos más descargados etiquetados como Cuento infantil publicados el 23 de agosto de 2016 | pág. 3

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etiqueta: Cuento infantil fecha: 23-08-2016


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Hermanito y Hermanita

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un hermanito tomó a su hermanita de la mano, y la dijo:

—Desde que ha muerto nuestra madre no hemos tenido una hora buena; nuestra madrastra nos pega todos los días, y si nos arrimamos a ella, nos echa a puntillones. Los mendrugos del pan que quedan son nuestro alimento, y al perro que está debajo de la mesa, le trata mucho mejor que a nosotros, pues le echa alguna vez un buen pedazo de pan. Dios tenga piedad de nosotros, ¿si lo supiera nuestra madre? Mira, ¿no será mejor irnos a correr el mundo! ¡Acaso nos vaya mejor!

Caminaron todo el día atravesando campos, prados y sierras, y cuando llovía decía la hermanita:

—Dios llora lo mismo que nuestros corazones.

Por la noche llegaron a un bosque muy espeso, y estaban tan fatigados por el hambre, el cansancio y el disgusto, que se acurrucaron en el hueco de un árbol y se durmieron.

Cuando despertaron al día siguiente, el sol estaba ya en lo alto del cielo y calentaba con sus rayos el interior del árbol.

Entonces dijo el hermanito:

—Tengo sed, hermanita, si supiera dónde hay una fuente, iría a beber. Me parece que he oído sonar una.

Se levantó el hermanito, tomó a su hermanita de la mano y se pusieron a buscar la fuente. Pero su malvada madrastra era hechicera, había visto marcharse a los dos hermanitos, había seguido sus pasos a hurtadillas, como hacen las hechiceras, y había echado yerbas encantadas en todas las fuentes de la selva. En cuanto encontraron una fuente que corría murmurando por entre las piedras, el hermanito quiso beber, pero la hermanita oyó decir a la fuente por lo bajo.

—El que de mi agua bebe, tigre se vuelve; el que de mi agua bebe, tigre se vuelve.

La hermana le dijo:

—Por Dios, hermano, no bebas, pues te volverás tigre y me harías pedazos.

El hermanito no bebió aunque tenía mucha sed, y dijo:

—Esperaré basta llegar a otra fuente.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Pulgarcito

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un pobre labrador estaba sentado una noche en el rincón del hogar; mientras su mujer hilaba a su lado, él la decía:

—¡Cuánto siento no tener hijos! ¡Qué silencio hay en nuestra casa mientras en las demás todo es alegría y ruido!

—Sí —respondió su mujer suspirando—, yo quedaría contenta, aunque no tuviésemos más que uno solo tan grande como el dedo pulgar y le querríamos con todo nuestro corazón.

En este intermedio se hizo embarazada la mujer y al cabo de siete meses dio a luz un niño bien formado con todos sus miembros, pero que no era mas alto que el dedo pulgar. Entonces dijo:

—Es tal como le hemos deseado, mas no por eso le queremos menos.

Y sus padres le llamaron Tom Pouce, a causa de su tamaño. Le criaron lo mejor que pudieron, mas no creció, y quedó como había sido desde su nacimiento. Parecía sin embargo, que tenía talento: sus ojos eran inteligentes y manifestó bien pronto en su pequeña persona astucia y actividad para llevar a cabo lo que se le ocurría.

Preparábase un día el labrador para ir a cortar madera a un bosque, y se decía: Cuánto me alegraría tener alguien que llevase el carro.

—Padre —exclamó Tom Pouce—, yo quiero guiarle, yo; no tengáis cuidado, llegará a buen tiempo.

El hombre se echó a reír.

—Tú no puedes hacer eso —le dijo—, eres demasiado pequeño para llevar el caballo de la brida.

—¿Qué importa eso, padre? Si mamá quiere enganchar, me meteré en la oreja del caballo, y le dirigiré donde queráis que vaya.

—Está bien —dijo el padre—, veamos.

La madre enganchó el caballo y puso a Tom Pouce en la oreja, y el hombrecillo le guiaba por el camino que había que tomar, tan bien que el caballo marchó como si le condujese un buen carretero, y el carro fue al bosque por buen camino.

Mientras daban la vuelta a un recodo del camino, el hombrecillo gritaba:


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Señor Sabelo-todo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


El señor Sabelo-todo era un hombre bajo y delgado, y tan trabajador, que no daba un sólo instante al descanso. Su rostro pálido y lleno de hoyos de viruelas no presentaba más desigualdad que una nariz ancha y arremangada; sus cabellos eran grises y tiesos, sus ojos lanzaban siempre chispas a derecha e izquierda. Todo lo notaba, todo lo criticaba, todo lo sabía mejor que nadie, y siempre tenía razón. Cuando iba por las calles agitaba sus brazos con tanta violencia, que un día tropezó en un cántaro que llevaba una joven en la cabeza y le hizo saltar en el aire, de modo que llenó de agua a todos los que pasaban.

—Tontuela —la dijo—, ¿no habías visto que iba yo a pasar a tu lado?

Era zapatero y cuando trabajaba, tiraba del cáñamo con tal fuerza, que daba grandes puñetazos a todos los que se le acercaban. Ningún oficial podía estar más de un mes en su casa, porque siempre tenía que criticar aún del trabajo mejor hecho. Ya eran desiguales los puntos de la costura, ya un zapato más largo o un tacón más alto que el otro.

—Espera —decía al aprendiz—; voy a enseñarte cómo se suaviza la piel.

Y le administraba dos latigazos en la espalda con el tirapié.

Llamaba a todos perezosos, sin embargo de que él no trabajaba gran cosa, pues no estaba dos minutos parado en un mismo sitio.

Si se levantaba temprano su mujer, encendía la lumbre, alzaba la cama y corría con los pies desnudos a la cocina.

—¿Quieres quemar la casa? —la gritaba. Con esa lumbre hay para asar una vaca, ¡cualquiera diría que no cuesta nada el carbón!

Si cuando las muchachas se ponían a lavar, reían juntas alrededor de la artesa, y se contaban las novedades que sabían, lo tomaba con mucha formalidad y las decía riñéndolas:

—Ya habéis comenzado a chismorrear. Con, vuestra charlatanería olvidáis vuestra obligación. ¡Malas pécoras! Bien podíais apretar las manos y callar las lenguas.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Los Tres Herederos Afortunados

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un padre reunió a sus tres hijos en su presencia y les dio: al primero un gallo, al segundo una guadaña, y al tercero un gato.

—Soy viejo, les dijo, y está cercana mi muerte; quiero antes de que llegue, asegurar vuestro porvenir. No tengo dinero que dejaros, y aunque os parezcan de poco valor las cosas que ahora os doy, eso depende del uso que hagáis de ellas; buscad cada uno un país en que sea desconocido el objeto que posee y hará su fortuna.

El mayor de los hijos se puso en camino con su gallo, después de la muerte de su padre, pero por todas cuantas partes pasaba era conocido el gallo; en las ciudades le veía encima de los campanarios, dando vueltas con el viento; en los campos le oía cantar continuamente, y a nadie chocaba su animalito, de manera que no se hallaba en la situación más a propósito para mejorar su suerte.

Llegó por último a una isla donde nadie sabía lo que era un gallo, de modo que les costaba mucho trabajo conocer la aproximación de las diferentes partes del día. Sabían muy bien cuándo era de día y cuándo era de noche, pero los que dormían por la noche, ignoraban siempre la hora que era.

—Mirad, les dijo, qué animal tan hermoso; tiene una corona de rubíes en la cabeza y lleva espuelas en los pies como los caballeros. Por la noche canta tres veces a horas fijas; la última cuando va a salir el sol. Cuando canta en medio del día, indica que va a cambiar el tiempo.

Este discurso gustó mucho a los habitantes de la isla; a la noche siguiente nadie se durmió, y todos escucharon con la mayor ansiedad al gallo anunciar las dos, las cuatro y las seis de la mañana. Le preguntaron si vendía aquel hermoso pájaro, y cuánto quería por él.

—Quiero el oro que pueda llevar un asno en una carga, les contestó.

Todos contestaron que semejante precio era una bagatela para un animal tan maravilloso, y se apresuraron a dársele.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Ondina del Estanque

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había en cierto tiempo un molinero que vivía feliz con su mujer: tenían dinero y bienes y su propiedad aumentaba de año en año, pero la desgracia, dice el proverbio, viene durante la noche; su fortuna disminuyó de año en año, lo mismo que se había aumentado, y por último el molinero apenas podía llamar suyo el molino en que habitaba. Hallábase muy afligido, y cuando se acostaba por la noche terminado su trabajo, apenas podía descansar, pues sus penas le hacían dar vueltas en la cama. Una mañana se levantó antes de la aurora y salió para tomar el aire, imaginando que sentía algún alivio en su pesar. Cuando pasaba cerca de la escalera del molino, comenzaba a apuntar el primer rayo del sol y oyó un ligero ruido en el estanque. Se volvió y distinguió a una mujer muy hermosa, que se elevaba lentamente en medio del agua; sus largos cabellos, que había echado con sus delicadas manos sobre sus espaldas, descendían por ambos lados y cubrían su cuerpo blanco y brillante como la nieve. No tardó en conocer que era la ondina del estanque, e ignoraba en su terror si debía quedarse o huir de allí, pero la ondina dejó oír su dulce voz, le llamó por su nombre y le preguntó por qué estaba tan triste. El molinero permaneció como mudo en un principio, pero oyéndola hablar con tanta gracia, se animó y le refirió que anteriormente había vivido feliz y rico, y que ahora se había quedado tan pobre que ignoraba qué hacerse.

—No tengas cuidado, contestó la ondina; yo te haré más feliz y dichoso de lo que nunca has sido; mas es preciso que me prometas darme lo que acaba de nacer en tu casa.

—Sin duda será algún perro o algún gato, pensó para sí el molinero y la prometió lo que la pedía.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Huso, la Lanzadera y la Aguja

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Quedose huérfana una joven a poco de nacer, y su madrina, que vivía sola en una cabaña al extremo de la aldea, sin más recursos que su lanzadera, su aguja y su huso, se la llevó consigo, la enseñó a trabajar y la educó en la santa piedad y temor de Dios. Cuando llegó la niña a los quince años, cayó enferma su madrina, y llamándola cerca de su lecho, la dijo:

—Querida hija, conozco que voy a morir; te dejo mi cabaña que te protegerá del viento y la lluvia, y te lego también mi huso, mi lanzadera y aguja, que te servirán para ganar el pan.

Poniéndola después la mano en la cabeza, la bendijo, añadiendo:

—Conserva a Dios en tu corazón, y llegarás a ser feliz. Cerráronse enseguida sus ojos, y la pobre niña acompañó su ataúd llorando, y la hizo los últimos honores. Desde entonces vivió sola, trabajando con la mayor actividad, ocupándose en hilar, tejer y coser y la bendición de la buena anciana la protegía en todo aquello en que ponía mano. Se podía decir que su provisión de hilo era inagotable, y apenas había tejido una pieza de tela o cosido una camisa, se la presentaba enseguida un comprador, que la pagaba con generosidad; de modo que, no sólo no se hallaba en la miseria, sino que podía también socorrer a los pobres.

Por el mismo tiempo, el hijo del rey se puso a recorrer el país para buscar mujer con quien casarse. No podía elegir una pobre, pero tampoco quería una rica, por lo cual decía que se casaría con la que fuese a la vez la más pobre y la más rica. Al llegar a la aldea donde vivía nuestra joven, preguntó, según su costumbre, dónde vivían la más pobre y la más rica del lugar. Se le designó enseguida la segunda; en cuanto a la primera se le dijo que debía ser la joven que habitaba en una cabaña aislada al extremo de la aldea.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Clavel

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Existía una vez una reina a quien Dios Nuestro Señor no había concedido la gracia de tener hijos. Todas las mañanas salía al jardín a rogar al cielo le otorgase la gracia de la maternidad. Un día descendió un ángel del cielo y le dijo:

— Alégrate, vas a tener un hijo dotado del don de ver cumplidos sus deseos, verá satisfechos cuanto sienta en este mundo.

La reina fue a dar a su esposo la feliz noticia, y, cuando llegó la hora, dio a luz un hijo, con gran alegría del Rey.

Cada mañana iba la Reina al parque con el niño, y se lavaba allí en una cristalina fuente. Ocurrió un día, cuando el niño estaba ya crecidito, que, teniéndolo en el regazo, la madre se quedó dormida. Entonces se acercó el viejo cocinero, que conocía el don particular del pequeño, y lo raptó; luego mató un pollo y derramó la sangre sobre el delantal y el vestido de la Reina. Luego de llevarse al niño a un lugar apartado, donde una nodriza se encargaría de amamantarlo, se presentó al Rey para acusar a su esposa de haber dejado que las fieras le robaran a su hijo. Y cuando el Rey vio el delantal manchada de sangre, dio crédito a la acusación, enfureció tanto, que hizo construir una profunda mazmorra donde no penetrase la luz del sol ni de la luna, y en ella mandó encerrar a la Reina, condenándola a permanecer allí durante siete años sin comer ni beber, para que muriese de hambre y sed. Pero Dios Nuestro Señor envió a dos ángeles del cielo en forma de palomas blancas, que bajaban volando todos los días y le llevaban la comida; y esto duró hasta que transcurrieron los siete años.

Mientras tanto, el cocinero había pensado: “Puesto que el niño está dotado del don de ver satisfechos sus deseos, estando yo aquí podría provocar mi desgracia”. Salió del palacio y se dirigió a la casa del muchachito, que ya era lo bastante crecido para saber hablar, y le dijo:


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Dios te Socorra

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez dos hermanas, una de las cuales era rica y sin hijos y la otra viuda con cinco niños y tan pobre que carecía de pan para ella y su familia. Obligada por la necesidad fue a buscar a su hermana y la dijo:

—Mis hijos se mueren de hambre, tú eres rica, dame un pedazo de pan.

Pero la rica que tenía un corazón de piedra, la contestó:

—No hay pan en casa—, y la despidió con dureza.

Algunas horas después volvió a su casa el marido de la hermana rica, y cuando comenzaba a partir el pan para comer, se admiró de ver que iban saliendo gotas de sangre conforme le iba partiendo. Su mujer asustada le refirió todo lo que había pasado. Se apresuró a ir a socorrer a la pobre viuda y la llevó toda la comida que tenía preparada. Cuando salió para volver a su casa, oyó un ruido muy grande y vio una nube de humo y fuego que subía hacia el cielo. Era que ardía su casa. Perdió todas sus riquezas en el incendio, su cruel mujer lanzando gritos de rabia decía:

—Nos moriremos de hambre.

—Dios socorre a los pobres—, la respondió su buena hermana, que corrió a su lado.

La que había sido rica, hubo de mendigar a su vez; pero nadie tuvo compasión de ella. Su hermana olvidando su crueldad, repartía con ella las limosnas que recibía.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Juanita y Juanito

Hermanos Grimm


Cuento infantil


En medio de un espeso bosque había un antiguo castillo habitado únicamente por una anciana, la cual era hechicera, por el día se convertía en gato o ave nocturna, mas por la noche volvía a tomar su forma humana. Cogía caza y pájaros, los mataba, los cocía y se los comía; si se acercaba alguien a cien pasos de su castillo, se quedaba parado en el sitio por donde se había acercado; del cual no se podía mover, hasta que ella se lo permitía; si era una doncella la que entraba en aquel círculo, la convertía en pájaro, la encerraba en una jaula y la llevaba a una habitación del castillo donde había llegado a reunir unas setecientas jaulas de este género.

Había por entonces una doncella, llamada Juanita, que era mucho más hermosa que todas las doncellas de su edad, la cual se hallaba prometida a un joven, también muy buen mozo, llamado Juanito; hallábanse próximos a contraer matrimonio y no tenían más placer que estar juntos, y para poder hablar con mas confianza, iban al bosque a pasearse.

—Guárdate, la decía Juanito, de acercarte mucho al castillo.

Pero una hermosa tarde, cuando el sol iluminaba la verde yerba del bosque a través de las copas de los árboles, y las tórtolas expresaban sus quejas en animados gorjeos, Juanita se puso a escucharlas y comenzó a llorar y al verla Juanito echó a llorar también. Estaban tan turbados como si se hallaran próximos a la muerte; miraron a su alrededor, se habían perdido e ignoraban por dónde debían volver a su casa. El sol estaba ocultándose detrás de la montaña; Juanito miró a través de los árboles y vio que se hallaban próximos a las viejas paredes del castillo, se asustó y quedó pálido y desfallecido. Juanita comenzó a cantar:


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Oso y el Reyezuelo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


El oso y el lobo se paseaban un día por el bosque, cuando el oso oyó cantar a un pájaro.

—Hermano lobo, le preguntó, ¿quién es ese hermoso cantor?

—Es el rey de los pájaros, contestó el lobo, debemos saludarle.

Era en efecto el reyezuelo.

—En ese caso, dijo el oso, S. M. tendrá su correspondiente palacio. Me alegraría verle.

—Eso no es tan fácil como piensas, replicó el lobo, pues es preciso aguardar a que esté en él la reina.

La reina llegó en este intermedio, la cual, lo mismo que el rey, tenía en su pico gusanillos para dar de comer a sus hijuelos. El oso los hubiera seguido con mucho gusto, pero le detuvo el lobo por la manga, diciéndole:

—No, espera a que salgan.

Tuvieron únicamente cuidado con el lugar donde se hallaba el nido, y continuaron su camino.

Mas el oso no podía parar de curiosidad hasta ver el palacio del rey de los pájaros, y no tardó en volver. El rey y la reina estaban fuera; dirigió una mirada a hurtadillas, y vio cinco o seis pajarillos acostados en el nido.

—Si es este el palacio, exclamó, es un palacio bien triste; y en cuanto a vosotros, vosotros no sois hijos de un rey, sino unas criaturas bien pequeñas e innobles.

Los reyezuelos se incomodaron mucho al oír esto y comenzaron a gritar:

—No, no, no, nosotros no somos lo que nos dices; nuestros padres son nobles; pagarás cara esta injuria.

El lobo y el oso tomaron miedo al oír esta amenaza y se refugiaron en sus agujeros.

Pero los reyezuelos continuaron gritando y haciendo ruido, y dijeron a sus padres en cuanto vinieron a traerles de comer:

—El oso ha venido a insultarnos, no nos menearemos de aquí, y no comeremos nada hasta que hayáis dejado bien puesta nuestra reputación.

—No tengáis cuidado, les dijo el rey, volveré por vuestra honra.

Y marchó volando con la reina hasta el agujero del oso, donde le gritó:


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

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