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Cuento para la Noche de Reyes

Jean Lorrain


Cuento infantil


Cuando la reina Imogine supo que la princesa Neigefleur no estaba muerta, que el lazo de seda que ella misma le había anudado alrededor del cuello no la había estrangulado sino a medias y que los gnomos del bosque habían recogido aquel dulce cuerpo letárgico en un ataúd de cristal y, lo que es peor, que lo guardaban invisible en una gruta mágica, entró en estado de cólera: se irguió tensa en la silla de cedro en la que soñaba, sentada en la habitación más alta de la torre, desgarró en toda su longitud la pesada dalmática de brocado amarillo enriquecido con lirios y follajes de perlas, rompió contra el suelo el espejo de acero que acababa de comunicarle la odiosa noticia y, agarrando de mala manera por una pata trasera al sapo encantado que le servía para sus maleficios, lo lanzó con toda su fuerza al fuego de la chimenea donde hizo frisst, grisst, prisst y se evaporó como una hoja seca.


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6 págs. / 11 minutos / 70 visitas.

Publicado el 29 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Rizo, la Ninfa del Mar

Louisa May Alcott


Cuento infantil


Muy hondo bajo la inquieta superficie del mar azul, vivía Rizo, una pequeña y feliz ninfa de las aguas. Se pasaba el día bailando despreocupadamente bajo las interminables arcadas de coral, confeccionando guirnaldas de irisadas flores marinas, o meciéndose a merced de las grandes y rizadas olas que brillan bajo el sol. Pero por encima de estas diversiones, ella amaba tenderse entre las caracolas multicolores en la orilla del mar, a escuchar la delicada y murmurante música que el oleaje les enseñara mucho tiempo atrás; y así, durante horas y horas, la pequeña ninfa contemplaba el océano y el cielo, mientras canturreaba alegremente para sí.

Mas cuando la tempestad se desataba, se apresuraba a desaparecer bajo la tumultuosa marejada, donde todo es tranquilidad y silencio; y junto a sus hermanas ninfas aguardaba a que remitiese el temporal, escuchando entristecida entretanto, los gritos y lamentos de aquellos a quienes los embates del mar embravecido destrozaban y arrojaban al agua; aquellos que pronto llegarían, abismándose pálidos y fríos, al acogedor reino de las ninfas marinas. Derramaban entonces lágrimas de compasión sobre las formas inertes, y las depositaban en silenciosas tumbas, donde algas de muchos colores prosperaban, y las joyas brillaban semienterradas en la arena.

Esta era la única aflicción que ensombrecía la vida de Rizo, que a menudo pensaba en quienes que se dolían de la pérdida de sus seres queridos —descansando para entonces en lo profundo de oscuras y silenciosas grutas de coral—, y de mil amores habría devuelto a la vida a cuentos yacían a su alrededor. Pero el gran océano es mucho más poderoso que todas las ninfas de corazón tierno que habitan en su seno; así pues, sólo podía llorar por ellos y dejarlos dormir eternamente, allí donde no había olas crueles que pudieran seguir dañándolos.


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18 págs. / 32 minutos / 66 visitas.

Publicado el 23 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

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