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Fantasía

Emilia Pardo Bazán


Cuento


I. La Nochebuena en el Infierno

Hacía un frío siberiano y estaba tentadora para pasar las últimas horas de la noche la cerrada habitación, la camilla con su tibia faldamenta que me envuelve como ropón acolchado, y el muelle-sofá de damasco rojo, donde el cuerpo encuentra mil posturas regalonas en que digerir pacíficamente la sopa de almendra y la compota perfumada con canela en rama. ¡Pero no asistir a la Misa del Gallo en la catedral! ¡No oír los gorgojeos del órgano mayor cuando difunde por los aires las notas, trémulas de regocijo, del Hosanna! ¡Nochebuena, y quedarse así, egoístamente, acurrucada, al amor del brasero! No puede ser; ánimo; un abrigo, guantes, calzado fuerte... A la calle en seguida.

Bañada por la misteriosa claridad de la luna, la ciudad episcopal dormía. Extensas zonas de sombra y sábanas de infinita blancura argentada alternaban en las desiertas calles. Nunca éstas me habían parecido tan solitarias, tan fantásticamente viejas, ni tan adustos los cerrados caserones que ostentan su blasón cual ostentaría la venera un caballero santiaguista, ni tan medrosos los sombríos soportales, que descansan en capiteles bizantinos.


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Dominio público
23 págs. / 40 minutos / 112 visitas.

Publicado el 15 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Un Día de Campo

Alberto Blest Gana


Cuento


I

En el interior de una casa de la calle Ahumada, un joven se hallaba en una pieza pequeña, sentado delante de un escritorio. Después de arrojar el resto de un cigarro que humeaba entre sus dedos, tomó la pluma y se puso a escribir lo siguiente:

"Querido Pablo:

"Al fin vamos a vernos, después de tan larga separación. Con esta idea vienen en tropel a mi memoria los alegres juegos de nuestra niñez y los amores fugaces de colegio: vuelvo a estar contigo, en una palabra, y recorro una a una las horas felices de nuestra fraternal amistad.

"A todo esto se me olvidaba decirte el objeto de mi viaje, que te comunicaré en dos palabras: voy, encargado por mi padre, a entregar la hacienda al nuevo arrendatario, y como no me acomodaría vivir solo en ese viejo caserón donde he pasado mi niñez, voy a pedirles a Uds. hospitalidad por algunos días.

"Da un abrazo en mi nombre a la buena tía, otro al selvático Antonio y tú, mi querido Pablo, recibe uno muy cordial de tu amante primo.

Emilio".

Esta carta llevaba la fecha del 23 de octubre de 1834.

El joven que acababa de escribirla salió al patio después de cerrarla y la entregó a un hombre que esperaba al lado de un caballo ensillado con el avío clásico de los campos.

II

Tres días después, el hombre que había recibido la carta se bajaba delante de una casa de campo de pobre apariencia, situada en la provincia de Colchagua.

Después de acomodar las riendas de su cabalgadura con ese cuidado por sus arreos de viaje que distingue a nuestros huasos, el viajero penetró en una pieza en la que se veían tres personas: una mujer que parecía rayar en los cincuenta años, y dos jóvenes, entre los cuales habría sido muy difícil conocer una diferencia en la edad; pues ambos aparentaban tener de veinticinco a veintiséis años cuando más.


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Dominio público
23 págs. / 40 minutos / 578 visitas.

Publicado el 8 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Pensar á Voces

José Fernández Bremón


Cuento


A mi cariñoso y verdadero amigo
Isidoro Fernandez Florez.


Todos los dias oimos á nuestro lado palabras sueltas que se escapan involuntariamente á individuos que pasan hablando a solas sin notarlo: con frecuencia vemos personas que accionan sin hablar, como si sostuvieran disputas muy acaloradas: más de una vez el eco de nuestras propias palabras nos ha advertido que íbamos por la calle hablando en voz alta y llamando la atencion de los transeúntes. Todo esto no es sino una débil manifestacion de la actividad febril de nuestro cerebro, tumultuoso taller que funciona sin cesar, congreso en sesion permanente, y manicomio en que, entre mil ideas extravagantes, descuellan alguna vez pensamientos razonables. El saber callar las necedades que se ocurren es la prueba del buen juicio: ocultar en sociedad ciertos pensamientos que escandalizarian á las gentes, constituye la prudencia: dominar los latidos de la soberbia, los deseos livianos, la envidia y todas las pasiones, es la virtud. ¡Qué diferencia entre el tranquilo aspecto de algunos rostros impasibles, y el motin interior de las ideas bajo el cráneo! vienen á ser como esos edificios cerrados, cuya severa fachada no denuncia los crímenes domésticos que en sus habitaciones se consuman.


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Dominio público
23 págs. / 40 minutos / 27 visitas.

Publicado el 29 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

La Expiación de mi Madre

Giorgos Viziinos


Cuento


Capítulo 1

Annoula era nuestra única hermana, el niño mimado de la familia; todos la querían, pero más que todos nuestra madre. En la mesa la hacía sentar siempre a su lado; le daba la mejor parte de lo que debíamos comer, y mientras que para vestirnos, se utilizaban los antiguos trajes de nuestro difunto padre, Annoula los estrenaba siempre nuevos. Lo mismo pasaba con los estudios; nunca se la forzaba; Annoula iba á la escuela ó se quedaba en casa á su capricho, lo cual no se nos permitía á nosotros, bajo ningún motivo.

En cualquiera otra familia tan marcadas preferencias provocaran celos peligrosos entre los hijos, sobre todo siendo éstos pequeños; por lo que á mí toca, en la época en que comienzo este relato, apenas tenía siete años, y era mayor que ella, pero nos hallábamos convencidos de que el amor de nuestra madre por Annoula, en el fondo, era imparcial é igual para todos. Considerábamos tales privilegios como las manifestaciones exteriores de un sentimiento de compasión hacia la pequeñita, y hasta nos lo explicábamos perfectamente, porque Annoula desde sus más tiernos años había sido débil y enfermiza. Todos cedíamos gustosos la preferencia á nuestra hermanita, y á la verdad, se lo merecía. Nunca fué arrogante ni imperiosa con nosotros; antes al contrario, á todos nos prodigaba iguales muestras de afecto. Recuerdo perfectamente sus grandes ojos oscuros, sus cejas arqueadas y juntas que parecían más negras cuánto más pálido su semblante.

A medida que su enfermedad se agravaba, más amante y cariñosa se volvía para con nosotros. A menudo guardaba las frutas que los vecinos le regalaban para refrescarla y nos las daba cuando volvíamos de la escuela. Pero esto lo hacía siempre á hurtadillas porque nuestra madre se enfadaba de vernos comer á mandíbula batiente, lo que deseaba que tan sólo gustase su hija.


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22 págs. / 40 minutos / 85 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2017 por Edu Robsy.

Radio "La Mar"

Arturo Robsy


Cuento


Ni mentir ni dejar que mientan

Emisiones electorales de la famosa Radio La Mar. Vote después de haber reído.

Experimento sociológico sobre la negación de la realidad. Papeles de Trapisonda.

Estas historias de Radio La Mar, puro diálogo e impuro despropósito, se basan en dos hechos fundamentales:

El Primero, que la Constitución nos reconoce el derecho a recibir información veraz y, por lo tanto, prohíbe que se nos mienta como método. Nada dice la engolada «Ley de Leyes» sobre intenciones que puedan ser excusa para la mentira; o sea que desear ganar unas Elecciones o vender un perfume, no justifican el intento de engañarnos. Pero nos engañan todos los días desde todos los medios, porque la modernidad es cosa de propaganda y es fundamental que el dominado siga satisfecho con su situación. Además, no hay juez Garzón que se atreva con los mentirosos: no es tan valiente. Libertad de Expresión, sí. Pero no libertad de mentira.

El Segundo, que no hay cosa más inútil que una que esté partida, y los Partidos son y aspiran a ser trozos de sociedad, fragmentos de convivencia. Es necesario vigilar y limitar el Poder, pero con leyes y no con grupos particulares, si puede expresarse así.

De ahí se crea, en esta ficción disparatada, el Partido Entero, que quizá busca la unidad de lo fundamental, pero no de lo accesorio. Por ejemplo, nadie se arremolina porque el euro sea la unidad en lo dinerario: el dinero, aunque necesario, es el accesorio de los acesorios.

Por eso —si sigue leyendo— verá que el ficticio Partido Entero, puesto en la necesidad de ofrecer un programa electoral, lo resuma en “No mentir ni permitir que otros mientan”.


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Licencia limitada
22 págs. / 40 minutos / 59 visitas.

Publicado el 10 de julio de 2018 por Edu Robsy.

El Guante Negro

Juana Manuela Gorriti


Cuento


I. La prenda de amistad

Era una de esas deliciosas noches del país argentino. La luna bañaba con sus blancos rayos las encantadas riberas del Plata y hacía brillar entre la sombría verdura de los huertos y alamedas de las mil bellísimas quintas, y los palacios de campo que circundan Buenos Aires. Aunque la hora no era avanzada, todo estaba silencioso y desierto en derredor de la gran ciudad, y sólo se oía el murmullo de las ondas del vecino rio, y el silbido del viento entre las hojas de los sauces.

De repente vino a mezclarse a estos rumores de la naturaleza una voz humana, una divina voz de mujer, que elevándose suave y cautelosa del fondo de una de esas espesas avenidas de árboles, comenzó a cantar con indecible melodía aquella adorable música de Julieta y Romeo.

—Sei pur tu che ancor rivedo?

El canto fue interrumpido por el ruido de un carruaje que se acercaba.

Una elegante berlina se detuvo al pie de la escalinata de una quinta. Un cazador vestido de lujosa librea abrió la portezuela y presentó la mano a una bella joven de talle esbelto y flexible, de mirada rápida e imperiosa, que saltando del estribo, ligera como un pájaro, subió las gradas de la escalinata, y entró en el vestíbulo.

A su vista, el portero que velaba en la primera antesala, se inclinó profundamente.

—Amigo mío —le dijo ella, paseando en derredor su inquieta mirada—: ¿duerme su joven amo de usted?

—Mi amo está herido, señora, y…

—Lo sé, lo sé, y por eso estoy aquí. Condúzcame usted a su cuarto.


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Dominio público
22 págs. / 40 minutos / 336 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2021 por Edu Robsy.

Cutres

José María de Pereda


Cuento


El dibujo era de mi pertenencia, por espontánea e inmerecida generosidad del artista, como constaba y consta en la dedicatoria al pie, de su puno y letra; lo cual, por sí solo, le daba ya, en mis adentros de hombre agradecido, un valor excepcional. Pero con ser este valor tan grande, aún me parecía mayor el que tenía en absoluto el cuadro, considerado como obra de arte y como primera y palpable revelación, a mis ojos, de los talentos del artista, mozo santanderino, en quien el delicado sentimiento de la tierruca madre no se ha embotado ni se embotará jamás con el roce continuo de la jerga ramplona de los alegatos en papel de oficio; como no ahondarán los barnices de la vida madrileña en la epidermis de su cepa campurriana.


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Dominio público
22 págs. / 40 minutos / 55 visitas.

Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

La Hidalga Campesina

Aleksandr Pushkin


Cuento


I

La finca de Iwan Petrovitch Berestow estaba situada en una de las provincias más apartadas de Rusia. Bereatow, habia servido durante su juventud. en la guardia imperial pero se retiró á principios del año 1797 y marchó al pueblo de su pertenencia, no volviendo á hacer más viajes. Su mujer, oriunda de familia pobre, murió de resultas de un parto á tiempo de hallarse él bastante lejos del pueblo, pero los cuidados de que había menester su hacienda le consolaron pronto de tan dolorosa pérdida y después de haber edificado una casa conforme á un plan ideado por él, fundó en sus tierras una fábrica de paños; acrecentó sus ingresos y dió en considerarse el hombre de más capacidad de la comarca, en lo que no le llevaban la contraria sus vecinos, puesto que venían á menudo á pasar temporadas en su casa, con sus familias y sus perros. Usaba los días de trabajo un chaquetón de pana y los de fiesta una levita de paño, hecho en casa; él mismo llevaba las cuentas y nunca leía nada, como no fuera la Gaceta del Senado. En general, le querían, aún teniéndole por orgulloso y no había más que un vecino, Gregorio Iwanoviteh Muronsky que estuviera en pugna con él. Este último era el tipo más perfecto que darse puede del señor ruso. Después de dilapidar en Moscou la mayor parte de su fortuna de enviudar casi al mismo tiempo, marchó al último pueblo que le quedaba y siguió malgastando el dinero, aunque de distinta manera. Lo que tenía lo empleó en hacer un jardín á la inglesa; en vestir á sus lacayos, con trajes de jokeys; en tomar para sus hijas una institutriz británica y en labrar sus tierras según el método inglés; pero ha dicho muy bien un poeta que el trigo ruso no crece á la extranjera, y esto lo demostrá el hecho de que aun disminuyendo los gastos considerablemente, los ingresos de Gregorio Iwanovitch no autuentaron y hasta se vió en la necesidad de contraer deudas.


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Dominio público
22 págs. / 40 minutos / 76 visitas.

Publicado el 23 de enero de 2025 por Edu Robsy.

La Escapatoria

Antonio de Trueba


Cuento


I

Juan era un mozo que, mejorando lo presento, valía cualquier dinero; pero tenía un pero, como todos lo tenemos, más ó menos grande, en esto pícaro mundo: este pero era la pícara vanidad, que se fundaba en que sabía leer de corrido, escribir una carta de modo que, aunque mal, se entendiese, y oficiar una misa de manera que al oirle no echasen á correr los perros que hubiese en la iglesia.

Vino de las merindades de Castilla á trabajaren las veneras de Triano, bailó toda la tarde en la romería de Santa Agueda con una chica baracaldesa, la chica le gustó, á pesar de que le habían dicho pestes de los baracaldeses, él gustó también á la chica, y convinieron en que ni pintados podían ser mejores para «casarse juntos«. Juan habló de este proyecto á los padres de Ramona (que así se llamaba la chica baracaldesa); á los padres de Ramona les pareció el proyecto á padres de Ramona, y pocas semanas después Ramona y Juan se casaron, y en casa de los padres de Ramona hubo dos matrimonios en lugar de uno.

El día de la boda se comió y se bebió en grande, y como en tales casos la lengua se alarga y la conciencia se ensancha, así Ramona como sus padres-tuvieron aquel día algunas salidas de pie de banco, que á Juan disgustaron un poquillo, porque demostraban que su mujer y sus suegros no habían inventado la pólvora, ó lo que era lo mismo, no eran del todo dignos de haber emparentado tan estrechamente con un mozo que sabía leer de corrido, escribir una carta de modo que, aunque mal, se entendiese, y oficiar una misa de manera que al oirle no echasen á correr los perros que hubiese en la iglesia.

Juan se quejó de esto aquella misma noche á otro maqueto paisano suyo, que era uno de los convidados á la boda, y el maqueto le dijo:


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Dominio público
22 págs. / 39 minutos / 50 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Águeda

Leopoldo Lugones


Cuento


A Arturo Cancela


Al finalizar el siglo XVIII, fue terror de la Sierra Grande que dominaba desde su misteriosa guarida del Champaquí, el bandido cordobés Nazario Lucero.

El cerro famoso, con su laguna que "brama" cuando lo pisa el forastero, sus nieblas de extravío, que "salen" justamente de la cumbre como espectros allí agazapados para inducir al caminante por el despeñadero fatal, y su permanente estado de repulsión eléctrica, que engendra el granizo sin nubes y ahuyenta a los cóndores, hallábase entonces cubierto hasta su mitad por tupida selva donde no lograba penetrar el mismo viento: tanta era, decían, la trabazón de la arboleda.

No podía haber elegido el bandolero mejor fortaleza natural, y la leyenda habíase encargado de aislarla más, con el terror del sortilegio. Conforme a ella, el siniestro morador debía poseer las palabras que amansan al cerro, y que probablemente le había enseñado aquella vieja Donata de la vecina población puntana de Merlo, en cuyo rancho, según creencia general, pernoctaba a veces; pues sospechábanla bruja, a causa de sus conocimientos en hierbas y de sus ausencias inexplicables que un arriero aclaró sin querer, hallándola a gran distancia en cierta choza mal afamada del pago de Sabira, allá por la sierra cordobesa del Norte; y como según las fechas de la noticia, no puso ella más que una noche en volver, haciendo más de cien leguas, juzgáronla bruja voladora, de esas que transformadas en cuervos nocturnos suelen pasar por la obscuridad, aflautando con lúgubre confusión su charla sardónica.

Poco a poco fue embrollándose también el tipo que atribuían al salteador.


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Dominio público
22 págs. / 39 minutos / 108 visitas.

Publicado el 26 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

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