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La Tiranía del Bridge

Carlos-Octavio Bunge


Cuento


Siempre que tuve noticia de un suicidio, lamenté que su autor no nos expusiera en público testamento, para ejemplo de sus semejantes, las causas de su funesta determinación de quitarse la vida... ¡Y he aquí que yo mismo me siento próximo a eliminarme del mundo! ¿Por qué no indicar entonces, a los muchos hombres que dejo detrás de mí, el escollo contra el cual chocara mi barca y puede chocar la de ellos? ¡Oidme pues, oh mis amigos, mis conciudadanos, mis prójimos, y creedme cuanto me oigáis, y meditadlo! Creedlo, porque con un pie en la tumba, no podré deciros más que la verdad; meditadlo, porque tengo, ¡ay! la amarga experiencia de quien viera fracasar todas sus ilusiones y esperanzas.

El caso es que la Muerte se me ha presentado con un disfraz amable. Me avergüenzo de confesarlo; pero el caso es que la Muerte vino a buscarme y me tentó en la forma... ¿cómo decirlo?... de un juego de naipes, ¡el bridge! Supondréis que fui un jugador desgraciado, que perdí mi fortuna, mi crédito, lo que tenía y lo que no tenía, y que me resuelvo a suicidarme por no sobrevivir a la deshonra de mi bancarrota... ¡Nada de eso! Mi historia carecería entonces de toda originalidad y pudiera contarse en dos palabras... El bridge no es un juego peligroso, como el pocker y el baccarat, y, además, desde ya os adelanto que he sido más bien un jugador afortunado... ¡Y aun os declaro que no soy jugador por temperamento, y, si mucho me apuráis, que hasta detesto el juego! No es el amor y la práctica del bridge la causa de mi desgracia, ¡antes bien mi antigua ignorancia y mi odio actual!


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Dominio público
11 págs. / 19 minutos / 56 visitas.

Publicado el 19 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

Las Rosas Azules

Antonio Afán de Ribera


Cuento, leyenda


I

Venid á mi, trovadores, yo os contaré la leyenda del amor recompensado.

Las cuerdas de mi lira modularán acentos armoniosos, que celestial inspiración anima mi frente.

Voy á relatar la historia de la más linda doncella de las agrestes montañas de Ronda.

De Isabel de Perada, la hija del bravo adalid del castillo de Peñas Blancas, aquel que eleva sus almenas hasta confundirse con las nubes.

Y la de Hamet, el mancebo más galán que usara turbante en la siempre belicosa tribu de los Aldorandines.

Vedlo, la azulada marlota ondula agitada por el viento de la tarde, el suelto alquicel forma elegantes pliegues sobre el erguido talle del guerrero, que refrena los ímpetus del negro corcel, oriundo de los arenales africanos.

En la aguda lanza lleva pendiente un bordado pendoncillo con esta divisa: libre. Frase que forma la desesperación de las doncellas de la corte del buen Mahomet V, octavo rey de Granada.

Al frente de doscientos ginetes, tostados por el sol, con relucientes ojos y aguda barba, armados de anchos alfanges damasquinos y aceradas gumías, á quienes siguen quinientos peones, de andar ligero, y de excelente puntería en las armas arrojadizas, sale al campo por la puerta de Elvira, dirigiéndose á las fronteras.

Van á talar las tierras enemigas, y solo escenas de sangre y de desolación dejarán á su paso.

Las sombras de la noche los envuelven, y rápidos como el relámpago llegan al término de su viaje.

Ocultos en las sinuosidades de un hondo barranco, que en el invierno envía sus corrientes al Guadalhorce, aguardan que la aurora aparezca en la empinada cumbre, para saciar su sed de venganza en los desprevenidos andaluces.

¿Qué importa la fortaleza que á poca distancia se levanta, si desde sus torreones no ha sabido distinguir al enemigo?


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Dominio público
11 págs. / 19 minutos / 72 visitas.

Publicado el 26 de enero de 2023 por Edu Robsy.

La Noche de Navidad

José María de Pereda


Cuento


I

Está apagando el sol el último de sus resplandores, y corre un gris de todos los demonios. Á la desnuda campiña parece que se la ve tiritar de frío; las chimeneas de la barriada lanzan á borbotones el humo que se lleva rápido el helado norte, dejando en cambio algunos copos de nieve. Pía sobresaltada la miruella, guareciéndose en el desnudo bardal, ó cita cariñosa á su pareja desde la copa de un manzano; óyese, triste y monótono, de vez en cuando, el ¡tuba!, ¡tuba! del labrador que llama su ganado; tal cual sonido de almadreñas sobre los morrillos de una calleja…; y paren ustedes de escuchar, porque ningún otro ruido indica que vive aquella mustia y pálida naturaleza.

En el ancho soportal de una de las casas que adornan este lóbrego paisaje, y sobre una pila de junco seco, están dos chicuelos tumbados panza abajo y mirándose cara á cara, apoyadas éstas en las respectivas manos de cada uno.

Han pasado la tarde retozando sobre el mullido lugar en que descansan ahora, y por eso, aunque mal vestidos, les basta para vencer el frío que apenas sienten, soplarse las uñas de vez en cuando.

De los dos muchachos, el uno es de la casa y el otro de la inmediata.

De repente exclama el primero, en la misma postura y dándose con los talones desnudos en las asentaderas:

—Yo voy á comer torrejas … ¡anda!

—Y yo tamién—contesta el otro con idéntica mímica.

—Pero las mías tendrán miel.

—Y las mías azúcara, que es mejor.

—Pues en mi casa hay guisao de carne y pan de trigo pa con ello….

—Y mi padre trijo ayer dos basallones … ¡más grandes!…


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Dominio público
11 págs. / 19 minutos / 198 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Manuelita

Soledad Acosta de Samper


Cuento


«Quiconque n'oublie pas, a vraiment aimé,
et la fidélité de la mémoire est l'un des gages
les plus assurés de ce que vaut le coer.»

Guizot
 

El siguiente día se anunció nublado y lluvioso; pero al llegar la noche la atmósfera se serenó. Después de tomar el chocolate de la oración salimos al corredor como teníamos costumbre de hacerlo: la luna no había parecido aún, pero se veía hacia el occidente aquel resplandor azulado que indica que en breve aparecen sobre el horizonte.

—¿Ya olvidó usted, amiga mía, que anoche ofreció contarnos cierta historia? —preguntó Matilde con su voz suave y triste.

—No por cierto —contestó mi hermana—, y para cumplir mi oferta he procurado recordar pormenores casi olvidados; de modo que si usted lo desea comenzaré mi relación.

—¡De mil amores; empiece usted!

—«Estando yo muy joven —comenzó mi hermana—, salía con frecuencia a pasear con una anciana tía a quien queríamos mucho, tanto por su carácter bondadoso como por cierta instrucción innata que hacía su conversación en extremó amena y agradable.


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Dominio público
11 págs. / 19 minutos / 125 visitas.

Publicado el 3 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Un Viaje a la República de Argentina

Nilo Fabra


Cuento


En el siglo XXI


Residía en Madrid. El reloj eléctrico y a la vez calendario perpetuo de mi despacho señalaba y anunciaba las 5 de la tarde del 9 de mayo de 2003. Me acerqué al teléfono y pedí comunicación telefónica y neumática con la Compañía del expreso hispano-argentino.

—¿Qué quiere? —murmuró el reóforo a mi oído.

—Un billete de ida y vuelta a Buenos Aires. ¿Cuánto es?

—Mil quinientas pesetas.

—Quiero además una carta de crédito de veinte mil.

—Corriente.

—Por el tubo neumático remitiré un talón contra el Banco y mi equipaje.

—Está bien. ¿Se le ofrece algo más?

—Nada, gracias.

—A la orden de usted.

Al cuarto de hora el tubo neumático, que pone en comunicación mi casa con todos los abonados de Madrid, me traía una medalla de níquel señalada con el número 5, letra M.

Esta medalla me daba derecho a un viaje redondo a Buenos Aires, y a un crédito de cuatro mil pesos oro en todas las estaciones de la línea.

A las siete menos diez minutos subí por el ascensor a la azotea de mi casa y esperé el paso del tranvía electro-aéreo. Ocho minutos después me hallaba en la estación central de los aluminio-carriles, y me instalaba en el tren expreso hispano-argentino.

Componíase este de seis soberbios vagones-palacios, precedidos de una potente máquina eléctrica. Estaba el primero destinado a cocinas y dependencias, a comedor el segundo, a salón y biblioteca los dos inmediatos, y a camarotes los restantes.


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Dominio público
11 págs. / 19 minutos / 24 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

El Pago

Baldomero Lillo


Cuento


Pedro Maria, con las piernas encojidas, acostado sobre el lado derecho, trazaba a golpes de piqueta un corte en la parte baja de la vena. Aquella incision que los barreteros llaman circa alcanzaba ya a treinta centímetros de profundidad, pero el agua que se filtraba del techo i corria por el bloque llenaba el surco cada cinco minutos, obligando al minero a soltar la herramienta para estraer con ayuda de su gorra de cuero aquel sucio i negro líquido que, escurriéndose por debajo de su cuerpo, iba a formar grandes charcas en el fondo de la galeria.

Hacia algunas horas que trabajaba con ahinco para finiquitar aquel corte i empezar la tarea de desprender el carbon. En aquella estrechísima ratonera el calor era insoportable, Pedro Maria sudaba a mares i de su cuerpo, desnudo hasta la cintura, brotaba un cálido vaho que con el humo de la lámpara formaba a su alrededor una especie de niebla cuya opacidad, impidiéndole ver con precision, hacia mas difícil la dura e interminable tarea. La escasa ventilacion aumentaba sus fatigas, el aire cargado de impurezas, pesado, asfixciante, le producia ahogos i accesos de sofocacion i la altura de la labor, unos setenta centímetros escasos, solo le permitia posturas incómodas i forzadas que concluian por entumecer sus miembros ocasionándole dolores i calambres intolerables.


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Dominio público
11 págs. / 19 minutos / 457 visitas.

Publicado el 4 de octubre de 2019 por Edu Robsy.

El Peor Bicho

José María de Pereda


Cuento


Si cambiándose un día las tornas, o trastrocándose los poderes, fueros y obligaciones entre los seres condenados a purgar sobre la pícara tierra el delito de haber nacido, se tomara residencia por los que hoy son sus esclavos al tiranuelo implume, al bípedo soberbio que habla y legisla de todo y sobre todo de tejas abajo, y aun, a las veces, osa levantar sus ojos profanos más arriba del campanario de su lugar, como si todo le perteneciera en absoluta indisputable propiedad, ¡magnífica lotería le iba a caer!

Y cuenta que no hablo del hombre encallecido en el crimen; ni del a quien la altura de su poderío hizo desvanecerse y desconocer la índole y naturaleza de sus gobernados; ni del guerrero indomable a quien embriaga la sed de una funesta gloria, y han hecho creer que ésta puede fundarse alguna vez sobre montones de cadáveres mutilados y de ruinas humeantes: refiérome al hombre vulgar, al hombre de la familia, y, por tanto, no excluyo a las mujeres ni a los niños; tomo, en fin, por tipo para mis observaciones al hombre de bien, a la mujer de su casa, al niño cándido; y empiezo por asegurar que ninguna de estas criaturas se acuesta una sola noche sin un delito que, en justas represalias, no le costara una mano de leña, cuando no el pellejo, si se suspendieran las garantías que hoy nos mantienen en despótico dominio sobre los irracionales, y tocara a éstos empuñar el látigo.

No pretendo ser el descubridor de esta verdad manoseada en fábulas y alegorías hasta el infinito; pero nihil est novum sub sole; y si la forma de mi breve tarea lo parece, en ello doy cuanto puede exigírseme.


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Dominio público
11 págs. / 19 minutos / 44 visitas.

Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

El Vaso de Alabastro

Leopoldo Lugones


Cuento


A Alberto Gerchunoff


Mr. Richard Neale Skinner, A. I. C. E., F. R. G. S. y F A. S. E., lo cual, como se sabe, quiere decir por extenso y en castellano, socio de la Institución de Ingenieros Civiles, miembros de la Real Sociedad de Geografía y miembro de la Sociedad Anticuaria de Edimburgo, es un ingeniero escocés, jefe de sección en el Ferrocarril de El Cairo a Asuán, donde se encuentran las famosas represas del Nilo, junto a la primera catarata.

Si menciono sus títulos y su empleo es porque se trata de una verdadera presentación; pues Mr. Neale Skinner hállase entre nosotros desde hace una quincena, procedente de Londres, y me viene recomendado por Cunninghame Graham, el grande escritor cuya amistad me honra y obliga.

Mr. Neale, a su vez, me ha pedido esta presentación pública, porque el viernes próximo, a las 17.15, iniciará en un salón del Plaza Hotel, su residencia, algunas conversaciones sobre los últimos descubrimientos relativos a la antigua magia egipcia, y desea evitar que una información exagerada o errónea vaya a presentarlo como un charlatán en busca de sórdidas conveniencias. Sabiendo el descrédito en que han caído tales cosas, adoptará, todavía, la precaución de no invitar sino personas calificadas y que posean algunos conocimientos históricos sobre la materia (bastará con algo de Rawhnson o Maspero): por lo cual los interesados tendrán que dirigirse a él en persona. Mr. Neale habla correctamente el francés.


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11 págs. / 19 minutos / 82 visitas.

Publicado el 26 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

La Casa Donde Murió

Julia de Asensi


Cuento


I

Camino del pueblo de B… , situado cerca de la capital de una provincia cuyo nombre no hace al caso, íbamos en un carruaje, tirado por dos mulas, Cristina, su madre, Fernando el prometido de la joven, y yo.

Eran las cinco de la tarde, el calor nos sofocaba porque empezaba el mes de Agosto, y los cuatro guardábamos silencio. La señora de López rezaba mentalmente para que Dios nos llevase con bien al término de nuestro viaje; Cristina fijaba sus hermosos ojos en Fernando que no reparaba en ello, y yo contemplaba la deliciosa campiña por la que rodaba nuestro coche.

Serían las seis cuando el carruaje se detuvo a la entrada del pueblo; bajamos y nos dirigimos a una capilla donde se veneraba a Nuestra Señora de las Mercedes, a la que la madre de Cristina tenía particular devoción. Mientras esta señora y su hija recitaban algunas oraciones, Fernando me rogó que le siguiera al cementerio, situado muy cerca de allí, donde estaba su padre enterrado. Le complací y penetramos en un patio cuadrado, con las tapias blanqueadas, y en el que se observaban algunas cruces de piedra o de madera, leyéndose sobre lápidas mortuorias varias inscripciones un tanto confusas. En un rincón vi a una mujer arrodillada, en la que mi compañero no pareció fijarse al pronto.

Me enseñó la tumba de su padre, que era sencilla, de mármol blanco, y comprendí que no era únicamente por verla por lo que el joven había llegado hasta allí. Observé que buscaba alguna cosa que no encontraba, hasta que vio a la mujer, que era una vieja mal vestida y desgreñada, que le estaba mirando atentamente. Fernando bajó los ojos, y ya iba a alejarse, cuando la anciana se levantó y le llamó por su nombre, obligándole a detenerse.

—¿Qué desea V., madre María? —la preguntó en un tono que quería parecer sereno.


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11 págs. / 19 minutos / 901 visitas.

Publicado el 28 de marzo de 2020 por Edu Robsy.

Una Conversación en la Alhambra

Pedro Antonio de Alarcón


Cuento


La procesión del Corpus

Entre los innumerables forasteros que han concurrido este año a Granada a disfrutar de las famosas fiestas del Santísimo Corpus Christi, con que se celebra y conmemora en aquella ciudad, no sólo el misterio de la Eucaristía, sino también la expulsión de los moros por don Fernando y doña Isabel, hemos tenido la fortuna de contarnos cierto personaje todavía joven, y yo..., que lo soy absolutamente. De mí ya tienen los lectores algunas noticias... Digamos, pues, quién era, o más bien, cómo era el otro joven.

Había éste llegado conmigo en diligencia a la gran ciudad morisca; pero no procedente, como yo, de la corte de las Españas, ni muchísimo menos, sino de la humilde Venta del Zegrí, donde la diligencia muda tiro y distante de Granada unas seis leguas. Durante el corto tiempo que tardamos en andarlas al galope de diez alborotados caballos apenas cambiamos algunos cumplimientos, siguiendo la moda extranjera de no dirigir la palabra a los compañeros de viaje a quienes no se conoce; pero en cambio, me solacé en estudiar detenidamente el porte y fisonomía del tal viajero, y en inventarle, según acostumbro en situaciones análogas, toda una historia o biografía al tenor de mis intuiciones psicológicas.


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Dominio público
10 págs. / 19 minutos / 82 visitas.

Publicado el 3 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

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