El automóvil paró allí, frente a la plaza, cargado de valijas y banderines rojos. El hombre que lo manejaba bajó de el. Funes que estaba como siempre allí mismo, se le acercó.
Como era hábil para abrir prosa, en seguida supo lo que tenía que saber.
El hombre dio que era ingeniero, que iba a la estancia de Fulano de Tal...
—Muerto, interrumpió Funes
Si. Muerto. Ahora iban a abrir la sucesión. El iba a mensurar los campos. Precisaba un hombre que le acompañara. Que conociera el camino que supiera cocinar, que...
Otra vez habló Funes.
—No siga. Tá hablando con él...
Así se arregló todo y los dos fueron al campo a mensurarlo.
* * *
Funes siempre está ahí en la plaza que es adonde vienen a parar todos los coquimbos con plata. Gente que viaja. Gente que necesita saber esto, lo otro y lo demás. Que lo preguntan todo como sonseando, sacando de mentira a verdad informes de toda clase. Funes intuye la razón de las preguntas y sabe dar respuestas vacías por las que el otro va perdiéndose. Sabe además vida y milagros de todo el mundo. Donde puede estar fulano a tal hora, qué capital tiene mengano.
En la prosa ya, va informando al otro:
—"Resultadamenle" que en el pueblo yo soy el único endilgador que hay ..
* * *
Extraño que cae viene a dar a él. Esto le dice mientras el otro oye el monólogo. Ya entregado totalmente, pues Funes es el hombre que él andaba buscando.
Ahora, le pregunta a él su nombre. Él vivía de eso, de mendigar a los extraños.
Funes responde por partes.
—Mi nombre es Funes... Pero me mal me llaman el capón. Y...
El otro va a preguntar pero Funes lo detiene:
—Es un defeto... Y nada más. Usté pregunte por Funes... ¿Está?
—Bueno. Sí. Está. Pero ¿de qué vive Funes? ¿De eso?
Funes levanta la mano derecha y responde:
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