Capítulo 1. El principio de autoridad
¿Quiénes tienen razón, los idealistas o los materialistas? Una
vez planteada así la cuestión, vacilar se hace imposible. Sin duda
alguna los idealistas se engañan y/o los materialistas tienen
razón. Sí, los hechos están antes que las ideas; el ideal, como
dijo Proudhon, no más que una flor de la cual son raíces las
condiciones materiales de existencia. Toda la historia intelectual
y moral, política y social de la humanidad es un reflejo de su
historia económica.
Todas las ramas de la ciencia moderna, concienzuda y seria,
convergen a la proclamación de esa grande, de esa fundamental y
decisiva verdad: el mundo social, el mundo puramente humano, la
humanidad, en una palabra, no es otra cosa que el desenvolvimiento
último y supremo –para nosotros al menos relativamente a nuestro
planeta–, La manifestación más alta de la animalidad. Pero
como todo desenvolvimiento implica necesariamente una negación, la
de la base o del punto de partida, la humanidad es al mismo tiempo
y esencialmente una negación, la negación reflexiva y progresiva de
la animalidad en los hombres; y es precisamente esa negación tan
racional como natural, y que no es racional más que porque es
natural, a la vez histórica y lógica, fatal como lo son los
desenvolvimientos y las realizaciones de todas las leyes naturales
en el mundo, la que constituye y crea el ideal, el mundo de las
convicciones intelectuales y morales, las ideas.
Nuestros primeros antepasados, nuestros adanes y vuestras evas,
fueron, si no gorilas, al menos primos muy próximos al gorila,
omnívoros, animales inteligentes y feroces, dotados, en un grado
infinitamente más grande que los animales de todas las otras
especies, de dos facultades preciosas: la facultad de pensar y la
facultad, la necesidad de rebelarse.
Leer / Descargar texto 'Dios y el Estado'