Textos más populares este mes etiquetados como Filosofía disponibles | pág. 5

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etiqueta: Filosofía textos disponibles


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Consolación a Polibio

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Nuestros cuerpos comparados con otros son robustos; pero si los reduces a la naturaleza, que destruyendo todas las cosas las vuelve al estado de que las produjo, son caducos; porque manos mortales, ¿qué cosa podrán hacer que sea inmortal? Aquellos siete milagros (y si acaso la ambición de los tiempos venideros levantare otros más admirables) se verán algún día arrasados por tierra. Así que no hay cosa perpetua, y pocas que duren mucho. Unas son frágiles por un modo, y otras por otro; los fines se varían, pero todo lo que tuvo principio ha de tener fin. Algunos amenazan al mundo con muerte, y (si es lícito creerlo) vendrá algún día que disipe este universo, que comprende todas las cosas humanas, sepultándolas en su antigua confusión y tinieblas. Salga, pues, alguno a llorar estas cosas y las almas de cada uno. Laméntese también de las cenizas de Cartago, Numancia y Corinto, y si alguna otra cosa hubo que cayese de mayor altura; pues aun lo que no tiene donde caer, ha de caer. Salga asimismo otro, y quéjese de que los hados (que tal vez se han de atrever a empresas inefables) no le perdonaron a él.


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Dominio público
24 págs. / 42 minutos / 878 visitas.

Publicado el 14 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Consolación a Helvia

Lucio Anneo Séneca


Filosofía


I

Muchas veces, oh madre excelente, he sentido impulsos para consolarte, y muchas veces también me he contenido. Movíanme varias cosas a atreverme: en primer lugar, me parecía que quedaría libre de todos mis disgustos si lograba, ya que no secar tus lágrimas, contenerlas al menos un instante: además no dudaba que tendría autoridad para despertar tu alma, si sacudía mi letargo; y en último lugar temía que, no venciendo a la fortuna, venciese ella a alguno de los míos. Así es que quería con todas mis fuerzas, poniendo la mano sobre mi herida, arrastrarme hasta la tuya para cerrarla. Pero otras cosas venían a retrasar mi propósito. Sabía que no se deben combatir de frente los dolores en la violencia de su primer arrebato, porque el consuelo solo hubiese conseguido irritarlo y aumentarlo; así como en todas las enfermedades nada hay tan pernicioso como un remedio prematuro. Esperaba, pues, que tu dolor agotase sus fuerzas por sí mismo, y que, preparado por la dilación para soportar el medicamento, permitiese tocar y cuidar la herida. Además, al leer de nuevo las lecciones que nos dejaron los grandes genios acerca de los medios para contener y corregir la tristeza, no encontraba el ejemplo de alguno que hubiese consolado a los suyos, siendo él mismo causa de lágrimas para ellos. Con esta nueva duda, vacilaba y temía desgarrar antes tu alma que consolarla. ¿Acaso no necesitaba palabras nuevas, que nada tuviesen de común con los ordinarios consuelos del vulgo, aquel que, para consolar a los suyos, levantaba de la pira la cabeza? Y es muy natural que la intensidad de un dolor que excede de la medida común, prive de la elección de palabras cuando frecuentemente ahoga también la voz. Voy a intentar de la manera que pueda ser tu consolador, no porque confíe en mi ingenio, sino porque puedo ser para ti la consolación más eficaz.


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Dominio público
29 págs. / 51 minutos / 913 visitas.

Publicado el 14 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

De la Divina Providencia

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Capítulo I

Pregúntasme, Lucilo, cómo se compadece que gobernándose el mundo con divina Providencia, sucedan muchos males a los hombres buenos. Daréte razón de esto con más comodidad en el contexto del libro, cuando probare que a todas las cosas preside la Providencia divina, y que nos asiste Dios. Pero porque has mostrado gusto de que se separe del todo esta parte, y que quedando entero el negocio se decida este artículo, lo haré, por no ser cosa difícil al que hace la causa de los dioses.


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19 págs. / 34 minutos / 1.322 visitas.

Publicado el 20 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Cármides

Platón


Diálogo, Filosofía


Sócrates: Habiendo llegado la víspera de la llegada del ejército de Potidea, tuve singular placer, después de tan larga ausencia, en volver a ver los sitios que habitualmente frecuentaba. Entré en la palestra de Taureas, frente por frente del templo del Pórtico real, y encontré allí una numerosa reunión, compuesta de gente conocida y desconocida. Desde que me vieron, como no me esperaban, todos me saludaron de lejos. Pero Querefon, tan loco como siempre, se lanza en medio de sus amigos, corre hacia mí, y tomándome por la mano:

—¡Oh Sócrates! dijo, ¿cómo has librado en la batalla?

Poco antes de mi partida del ejército había tenido lugar un combate bajo los muros de Potidea, y acababan de tener la noticia.

—Como ves, le respondí.

—Nos han contado, replicó, que el combate había sido de los más empeñados, y que habían perecido en él muchos conocidos.

—Os han dicho la verdad.

—¿Asististe a la acción?

—Allí estuve.

—Ven a sentarte, dijo, y haznos la historia de ella, porque ignoramos completamente los detalles.

En el acto, llevándome consigo, me hizo sentar al lado de Critias, hijo de Callescrus. Me senté, saludé a Critias y a los demás, y procuré satisfacer su curiosidad sobre el ejército, teniendo que responder a mil preguntas.

Terminada esta conversación, les pregunté a mi vez qué era de la filosofía, y si entre los jóvenes se habían distinguido algunos por su saber o su belleza, o por ambas cosas. Entonces Critias, dirigiendo sus miradas hacia la puerta y viendo entrar algunos jóvenes en tono de broma, y detrás un enjambre de ellos:

—Respecto a la belleza, dijo, vas a saber, Sócrates, en este mismo acto todo lo que hay. Esos que ves que acaban de entrar son los precursores y los amantes del que, a lo menos por ahora, pasa por el más hermoso. Imagino que no está lejos, y no tardará en entrar.


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33 págs. / 57 minutos / 974 visitas.

Publicado el 12 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Primer Alcibíades

Platón


Diálogo, Filosofía


Sócrates: Hijo de Clinias, estarás sorprendido de ver, que habiendo sido yo el primero a amarte, sea ahora el último en dejarte; que después de haberte abandonado mis rivales, permanezca yo fiel; y en fin, que teniéndote los demás como sitiado con sus amorosos obsequios, sólo yo haya estado sin hablarte por espacio de tantos años. No ha sido ningún miramiento humano el que me ha sugerido esta conducta, sino una consideración por entero divina, que te explicaré más adelante. Ahora que el Dios no me lo impide, me apresuro a comunicarme contigo, y espero que nuestra relación no te ha de ser desagradable para lo sucesivo. En todo el tiempo que ha durado mi silencio, no he cesado de mirar y juzgar la conducta que has observado con mis rivales; entre el gran número de hombres orgullosos que se han mostrado adictos a ti, no hay uno que no hayas rechazado con tus desdenes, y quiero explicarte la causa de este tu desprecio para con ellos. Tú crees no necesitar de nadie, tan generosa y liberal ha sido contigo la naturaleza, comenzando por el cuerpo y concluyendo con el alma. En primer lugar te crees el más hermoso y más bien formado de todos los hombres, y en este punto basta verte para decir que no te engañas. En segundo lugar, tú te crees pertenecer a una de las más ilustres familias de Atenas, Atenas que es la ciudad de mayor consideración entre las demás ciudades griegas. Por tu padre cuentas con numerosos y poderosos amigos, que te apoyarán en cualquier lance, y no los tienes menos poderosos por tu madre. Pero a tus ojos el principal apoyo es Pericles, hijo de Xantippo, que tu padre dio por tutor a tu hermano y a ti, y cuya autoridad es tan grande, que hace todo lo que quiere, no sólo en esta ciudad, sino en toda la Grecia y en las demás naciones extranjeras. Podría hablar también de tus riquezas, si no supiera que en este punto no eres orgulloso.


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50 págs. / 1 hora, 27 minutos / 1.263 visitas.

Publicado el 28 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

Consolación a Marcia

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Si no supiese, oh Marcia, que tu ánimo no está menos lejos de las debilidades de la mujer que de sus demás vicios, y que se admiran tus costumbres como ejemplo de la antigüedad, no osaría salir al encuentro de tu dolor, cuando hasta los hombres se abandonan al suyo, le conservan y aún acarician; ni me hubiese lisonjeado, en tiempo tan inoportuno, ante juez tan enemigo y con tan grave acusación, de hacerte perdonar tu infortunio. Inspírame confianza la acreditada fortaleza de tu ánimo y tu virtud probada con brillante testimonio. No se ha olvidado tu conducta con relación a tu padre, al que no amabas menos que a tus hijos, con la diferencia de que no esperabas te sobreviviese, aunque ignoro si lo deseaste; porque el amor inmenso se permite cosas superiores a los sentimientos más legítimos. Mientras te fue posible, impediste a tu padre Cremucio Cordo darse la muerte. Cuando te hizo ver que, rodeado por los satélites de Seyano, no le quedaba otro camino para librarse de la servidumbre, sin alentar su designio, vencida, le devolviste las armas y derramaste lágrimas: verdad es que en público las ocultaste, pero no las escondiste bajo alegre frente; y esto en un siglo en que era grande muestra de piedad no hacer algo impío. Mas en cuanto cambiaron los tiempos, aprovechando la ocasión, pusiste en circulación el genio de tu padre, aquel genio condenado a las llamas; librástele de verdadera muerte, restituyendo a los monumentos públicos los libros que escribió con su sangre aquel varón tan valeroso. Mucho has merecido de las letras romanas, cuyo mejor ornamento había devorado la hoguera: mucho te debe la posteridad, a la que llegarán libres de toda mentira aquellos fieles escritos que tan caros hicieron pagar a su autor.


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37 págs. / 1 hora, 5 minutos / 871 visitas.

Publicado el 14 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

La Mitología Contada a los Niños e Historia de los Grandes Hombres de la Grecia

Fernán Caballero


Mitología, Historia, Filosofía


Prólogo de los editores

Aun cuando es cierto que la musa de las mentiras ha sido derrotada por la musa de las verdades, según la hermosa frase de Chateaubriand, y que por lo mismo las bellezas del Cristianismo han oscurecido y desterrado casi por completo la Mitología del campo de la poesía y de las bellas artes, no lo es menos que el conocimiento de las falsas deidades del Paganismo y de sus héroes o semidioses es indispensable para estudiar con provecho la historia de los grandes pueblos de la antigüedad, en particular del griego, tan fecundo en esclarecidos hechos, como portentoso en sus producciones artísticas y literarias, admirables por su originalidad, por su perfección y belleza.

Dar a conocer la Mitología a los niños, es prepararles para que puedan comprender, gozar y admirar las obras que nos legaron como modelos de buen gusto los sublimes genios que brotaron de Grecia y Roma.


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99 págs. / 2 horas, 53 minutos / 501 visitas.

Publicado el 7 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Convivio

Dante Alighieri


Filosofía


Tratado primero

I

Como dice el filósofo al principio de la primera filosofía, todos los hombres, por naturaleza, desean saber. La razón de lo cual puede ser el que toda cosa impulsada por providencia de su propio natural, inclínase a su perfección; de aquí que, pues la ciencia es la última perfección de nuestra alma, y en ella reside nuestra última felicidad, todos, por naturaleza, a desearla estamos sujetos. En verdad, muchos están privados de esta nobilísima perfección, por diversas causas, que dentro del hombre y fuera de él le apartan del hábito de la ciencia.

Dentro del hombre puede haber dos defectos o impedimentos: uno, por parte del cuerpo; el otro, por parte del alma. Por parte del cuerpo lo hay cuando las partes están indebidamente dispuestas, así que nada puede percibir, como son los sordos, mudos y sus semejantes. Por arte del alma lo hay cuando la malicia vence en ella, de modo que da en seguir viciosos deleites, en los cuales tanto engaño recibe, que por ellos tiene por vil toda otra cosa.

Fuera del hombre, pueden ser asimismo comprendidas dos causas, una de las cuales es inductora de necesidad, la otra de pereza. La primera son las atenciones familiares y civiles, que necesariamente sujetan al mayor número de los hombres, de modo que no pueden permanecer en ocio de especulación. La otra es el defecto del lugar donde la persona ha nacido y se ha criado, pues a veces estará, no solamente privada de todo estudio, sino lejos de gente estudiosa.


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223 págs. / 6 horas, 31 minutos / 422 visitas.

Publicado el 30 de junio de 2018 por Edu Robsy.

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