Textos por orden alfabético etiquetados como Novela

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etiqueta: Novela


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7 de julio

Benito Pérez Galdós


Novela


I

Parece que no ha pasado el tiempo. Todo está lo mismo. Ved la calle, la casa, los peces de colores nadando y revolviéndose con incesantes curvas en sus estanques; ved las jaulas de grillos colgadas en racimos a un lado y otro de la puerta; fijad la atención en la ventana de la escuela y oíd el rumor de moscardones que por ella sale. Nada ha cambiado, y D. Patricio Sarmiento, puntual e inmutable en su silla como el sol en el firmamento, esparce la luz de su sabiduría por todo el ámbito del aula. Lo mismo que el año pasado, está explicando la desastrosa historia y trágica muerte de Cayo Graco; pero su voz elocuente añade estas fatídicas palabras: "Terribles días se preparan. Roma y la libertad están en peligro".

Entonces estábamos en febrero de 1821; ahora estamos en marzo de 1822. Durante este año de anarquía, durante estos trescientos sesenta y cinco motines, la calle de Coloreros no ha experimentado variaciones importantes. D. Patricio no parece más viejo: al contrario, creeríasele rejuvenecido por milagrosos filtros. Está más inquieto, más exaltado, más vivaracho: su pupila brilla con más fulgor y la contracción y dilatación de las venerables arrugas de su frente indican que hay allí dentro hirviente volcán de ideas.

Cuando suena la hora del descanso y salen los chicos, atropellándose unos a otros, golpeando el suelo con sus pies impacientes y llenando toda la calle con su desaforado infierno de chillidos, payasadas y cabriolas, que afortunadamente duran poco, D. Patricio limpia sus plumas, se arregla el gorro, para que ninguna parte de su cráneo quede en descubierto, y unas veces con la regla en la mano, otras con las manos en los bolsillos, sale al portal entonando entre dientes patriótica cancioncilla.

Si Lucas está en su puesto, padre e hijo hablan un rato antes de subir a comer.


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166 págs. / 4 horas, 52 minutos / 1.739 visitas.

Publicado el 4 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

813

Maurice Leblanc


Novela


Primera parte. La doble vida de Arsenio Lupin

I. Una matanza

El señor Kesselbach se detuvo en seco en el umbral del salón, cogió del brazo a su secretario y murmuró con voz inquieta:

—Chapman, alguien ha penetrado aquí de nuevo.

—Vamos, vamos, señor —protestó el secretario—; usted mismo acaba de abrir la puerta de la antecámara y, mientras nosotros almorzábamos en el restaurante, la llave no ha salido de su bolsillo.

—Chapman, alguien ha penetrado aquí de nuevo —repitió el señor Kesselbach.

Y señaló a un saco de viaje que se encontraba sobre la chimenea.

Vea, la prueba está hecha. Ese saco estaba cerrado. Y ahora no lo está.

Chapman alegó:

—¿Está usted bien seguro de haberlo cerrado, señor? Además, ese saco no contenía sino objetos sin valor, cosas de tocador…

—No contiene más que eso porque yo retiré de él mi cartera antes de salir, por precaución…, sin lo cual… No, yo se lo digo, Chapman, alguien ha penetrado aquí mientras nosotros almorzábamos.

En la pared había un aparato telefónico. Descolgó el auricular, y dijo:

—Oiga… Es una llamada del señor Kesselbach…, del departamento cuatrocientos quince… Eso es… Señorita, tenga la bondad de pedir la Prefectura de Policía… El Servicio de Seguridad… Usted no necesita que yo le dé el número, ¿verdad? Bien; muchas gracias… Espero al aparato.

Un minuto más tarde proseguía:


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Protegido por copyright
375 págs. / 10 horas, 57 minutos / 633 visitas.

Publicado el 21 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

A Bordo del Taymir

Emilio Salgari


Novela


CAPITULO I. LOS CAZADORES DE NUTRIAS

—Sandoe, ¿la has visto?

—Si, MacDoil; pero desapareció súbitamente.

—¿Dónde la viste?

—Allí, bajo aquella roca.

—¡No la veo! La noche está tan oscura, que me serían necesarias las pupilas de un gato para ver algo a diez pasos de la punta de mi nariz. ¿Era grande?

—¡Enorme, MacDoil! Debe de ser la misma que vi esta mañana.

—¿Tenía hermosa piel?

—Una de las más hermosas. La compañía podría obtener de ella ochocientos rublos.

—¿Sabes lo que he observado, Sandoe?

—¿Qué?

—Que desde hace unos días estas condenadas nutrias parecen asustadas.

—Lo mismo tengo observado, MacDoil. ¿Sabes desde cuándo?

—Desde la noche que oímos aquel silbido misterioso.

—¡Lo has adivinado!

—¿Quién pudo haber lanzado aquella nota? Una ballena no pudo ser.

—Quizá un mamífero de nueva especie.

—¡Hum! —dijo el que se llamaba MacDoil, meneando la cabeza—. ¡No lo creo!…

—Pues entonces…

—No sé qué decir.

—Algo debe de suceder en las costas septentrionales de esta isla. Si así no fuera, las nutrias no se mostrarían tan desconfiadas, y el mismo «Camo» estaría más tranquilo. Ayer mismo ladró muchas veces.

—Lo he oído, Sandoe, y creo…

—¡Calla!

Un murmullo extraño, pero potente, que parecía producido por un inmenso surtidor de agua brotando en la superficie del mar, seguido poco después de un agudo silbido, se oyó en lontananza hacia la costa septentrional de la isla.

Al oír aquellos ruidos, un enorme can que estaba acostado junto a una peña saltó hacia los dos hombres, y volviendo la cabeza al Norte, lanzó tres poderosos ladridos.


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187 págs. / 5 horas, 27 minutos / 1.313 visitas.

Publicado el 23 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

A Contrapelo

Joris-Karl Huysmans


Novela


Prólogo

A juzgar por los pocos retratos conservados en el Cháteau de Lourps, la familia Floressas des Esseintes había estado formada en otros tiempos por fornidos guerreros de rostros imponentes. Encerrados en viejos marcos que apenas daban cabida a sus anchas espaldas, constituían un espectáculo amedrentador con sus ojos que taladraban, los mostachos de largas guías y los pechos que colmaban las enormes corazas que lucían.

Esos eran los fundadores de la familia; los retratos de sus descendientes faltaban. En verdad, había un claro en este abolengo pictórico, en el cual sólo un lienzo hacía de puente, sólo un rostro unía el pasado con el presente. Era un rostro extraño, taimado, de facciones pálidas y contraídas; los pómulos estaban marcados por acentos rosados de colorete, el cabello estaba aplastado y atado con una sarta de perlas, y el cuello flaco, pintado, salía de los almidonados pliegues de una gorguera.

En ese retrato de uno de los amigos más íntimos del duque d'Epernon y del marqués d'O, ya se evidenciaban los vicios de un linaje menguante y el exceso de linfa en la sangre. Desde entonces, la degeneración de esta antigua casa había seguido, a las claras, un curso regular: paulatinamente los hombres se habían ido; haciendo menos viriles; y con el paso de los últimos doscientos años, como para completar este proceso ruinoso, los des Esseintes habían optado por casarse entre ellos, agotando así el poco de vigor que hubiera podido quedarles.

Ahora, de esta familia que otrora fue tan vasta que ocupaba casi todos los dominios existentes en Île-de-France y la Brie, sólo un descendiente sobrevivía, el duque Jean des Esseintes, frágil joven de treinta años que padecía anemia, muy ojeroso, de mejillas consumidas, ojos fríos de un azul acerado, nariz respingada pero recta, y manos delgadas, transparentes.


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Protegido por copyright
232 págs. / 6 horas, 46 minutos / 1.518 visitas.

Publicado el 13 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

A Flor de Piel

Antonio de Hoyos y Vinent


Novela


Épigraphe pour un lyre condamné

Lecteur paisible et bucolique,
sobre et naïf homme de bien,
jette ce livre saturnien,
orgiaque et mélancolique.

Si tu n'as fait ta rhétorique
chez Satan, le rusé doyen,
jette! tu n'y comprendrais rien
ou tu me croirais hystérique.

Mais si, sans se laisser charmer,
Ton æil sait, plonger dans les gouffres,
Lis-moi pour apprendre à m'aimer;

Ame curieuse qui gouffres
Et vas cherchant ton paradis,
Plains-moi!… Sinon, je te maudis!

CHARLES BAUDELAIRE

Parte 1. Libro primero

Capítulo 1

Hay un trágico cotidiano que es mucho más real, mucho más
profundo y mucho más conforme con nuestro ser verdadero
que el trágico de las grandes aventuras.

MAETERLINCK


Tus lunares van a ser causa
que me echen a mí de esta casa.
Que me echen a mí de esta casa.

… Y Lucerito Soler, grácil y vibradora, se marcó un tango con toda la sal de la tierra de María Santísima y toda la voluptuosa, languidez de las danzas moras, haciendo destacarse lujuriantes las divinas formas de su cuerpo bajo el vergel florido de un mantón de Manila de largos flecos. Un brazo en alto, sosteniendo sobre los bandós de pelo negro, brillante y azulado, que recortaban la pura frente de helénico entrecejo, el redondo sombrero de color tabaco, y el otro un poco echado hacia atrás, dibujando armoniosa curva que remataba castañeteante la fina mano de corte aristocrático, mareaba con los piececitos de niña los compases del baile, mientras sus ojos, inmensos, misteriosos, nostálgicos, indefinibles, languidecían henchidos de picardías y deseos, y sus dientes, blancos y menudos, mordían ansiosamente la fruta prohibida de sus labios rojos, en vago prometer de voluptuosidades.


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197 págs. / 5 horas, 45 minutos / 849 visitas.

Publicado el 17 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

A Fuego Lento

Emilio Bobadilla


Novela


Parte 1

Capítulo 1

«Si le lecteur ne tire pas d'un livre la moralité qui doit s'y trouver,c'est que le lecteur est un imbécile ou que le livre est faux au point de vue de l'exactitude… »
(GUSTAVE FLAUBERT.—Correspondance. Quatrièrne série. Pág. 230.—Paris, 1893).

Llovía, como llueve en los trópicos: torrencial y frenéticamente, con mucho trueno y mucho rayo. La atmósfera, sofocante, gelatinosa, podía mascarse. El agua barría las calles que eran de arena. Para pasar de una acera a otra se tendían tablones, a guisa de puentes, o se tiraban piedras de trecho en trecho, por donde saltaban los transeúntes, no sin empaparse hasta las rodillas, riendo los unos, malhumorados los otros. Los paraguas para maldito lo que servían, como no fuera de estorbo.

A pesar del aguacero, el cielo seguía inmóvil, gacho, uniforme y plomizo. La gente sudaba a mares, como si tuviera dentro una gran esponja que, oprimida a cada movimiento peristáltico, chorrease al través de los poros. Hasta los negros, de suyo resistentes a los grandes calores, se abanicaban con la mano, quitándose a menudo el sudor de la frente con el índice que sacudían luego en el aire a modo de látigo.

En las aceras se veían grupos abigarrados y rotos que buscaban ávidamente donde poner el pie para atravesar la calle. El río, color de pus, rodaba impetuoso hacia el mar, con una capa flotante de hojas y ramas secas. Tres gallinazos, con las alas abiertas, picoteaban el cadáver hinchado de un burro que tan pronto daba vueltas, cuando se metía en un remolino, como se deslizaba sobre la superficie fugitiva del río.


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Dominio público
208 págs. / 6 horas, 5 minutos / 674 visitas.

Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

A la Conquista de un Imperio

Emilio Salgari


Novela


Primera parte. A La Conquista De Un Imperio

1. Milord Yáñez

La ceremonia religiosa que había hecho acudir a Gauhati —una de las ciudades más importantes del Assam indio— a millares, y millares de devotos seguidores de Visnú, llegados desde todos los pueblos bañados por las sagradas aguas del Brahmaputra, había terminado.

La preciosa piedra de salagram, que no era otra cosa que una caracola petrificada —del tipo de los cuernos de Ammón, de color negro—, pero que ocultaba en su interior un cabello de Visnú, el dios protector de la India, había sido llevada de nuevo a la pagoda de Karia y, probablemente, escondida ya en un lugar secreto conocido solamente por el rajá, sus ministros y el sumo sacerdote.

Las calles se vaciaban rápidamente: pueblo, soldados, bayaderas y tañedores se apresuraban a regresar a sus casas, a los cuarteles, a los templos o a las fondas para refocilarse después de tantas horas de marcha por la ciudad, siguiendo el gigantesco carro que llevaba el codiciado amuleto y, sobre todo, el divino cabello cuya posesión envidiaban todos los estados de la India al afortunado rajá de Assam.

Dos hombres, que destacaban por sus ropas, muy distintas a las que vestían los indios, bajaban lentamente por una de las calles centrales de la populosa ciudad, deteniéndose de vez en cuando para cambiar unas palabras, en particular cuando no tenían cerca hombres del pueblo ni soldados.

Uno era un hermoso tipo de europeo, sobre la cincuentena, con la barba canosa y espesa, la piel un poco bronceada, vestido de franela blanca y con un ancho fieltro en la cabeza, parecido al típico sombrero mejicano, con unas bellotitas de oro en torno a la cinta de seda.


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349 págs. / 10 horas, 11 minutos / 1.577 visitas.

Publicado el 26 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

A la Sombra de las Muchachas en Flor

Marcel Proust


Novela


PRIMERA PARTE

Cuando en casa se trató de invitar a cenar por vez primera al señor de Norpois, mi madre dijo que sentía mucho que el doctor Cottard estuviera de viaje, y que lamentaba también haber abandonado todo trato con Swann, porque sin duda habría sido grato para el ex embajador conocer a esas dos personas; a lo cual repuso mi padre que en cualquier mesa haría siempre bien un convidado eminente, un sabio ilustre, como lo era Cottard; pero que Swann, con aquella ostentación suya, con aquel modo de gritar a los cuatro vientos los nombres de sus conocidos por insignificantes que fuesen, no pasaba de ser un farolón vulgar, y le habría parecido indudablemente al marqués de Norpois "hediondo", como él solía decir. Y la tal respuesta de mi padre exige unas cuantas palabras de explicación, porque habrá personas que se acuerden quizá de un Cottard muy mediocre y de un Swann que en materias mundanas llevaba a una extrema delicadeza la modestia y la discreción. En lo que a este último se refiere, lo ocurrido era que aquel Swann, amigo viejo de mis padres, había añadido a sus personalidades de "hijo de Swann" y de Swann socio del jockey otra nueva (que no iba a ser la última): la personalidad de marido de Odette. Y adaptando a las humildes ambiciones de aquella mujer la voluntad, el instinto y la destreza que siempre tuvo, se las ingenió para labrarse, y muy por bajo de la antigua, una posición nueva adecuada a la compañera que con él había de disfrutarla. De modo que parecía otro hombre.


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Protegido por copyright
674 págs. / 19 horas, 40 minutos / 1.088 visitas.

Publicado el 6 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

A los Pies de Venus

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


Parte 1. El último cruzado

Capítulo 1. LAS DICHAS Y CONTRARIEDADES DEL CABALLERO TANNHAUSER EN LA VENUSBERG

Al distraídamente la fecha de los periódicos recién llegados de París, sintió por primera vez Claudio Borja la existencia del tiempo.

Hasta entonces había llevado una vida irreal, libre de la esclavitud de las horas y las imposiciones del espacio.

Todos los días eran iguales para él.

No vivía, se deslizaba con suavidad por un declive dulce, sin altibajos ni sacudidas. El día presente era tan bello como el anterior, y sin duda, resultaría igual al próximo mañana. Sólo al recordarle la fecha de los diarios otra fecha idéntica guardada en su memoria, hizo un cálculo del tiempo transcurrido durante esta dulce inercia, únicamente comparable a las de los seres que en los cuentos árabes quedan inmóviles, dentro de ciudades encantadas, paralizadas por un conjuro mágico

¡Un año!… Iba ya transcurrido un año desde aquel suceso que dividía su existencia, como los hechos trascendentales parten la Historia, sirviendo de cabecera a una nueva época. Recordaba su sorpresa en el ruinoso castillo papal de Peñíscola, próximo al Mediterráneo, ante la aparición inesperada de Rosaura Salcedo. La hermosa viuda venia a buscarle sin saber por qué, creyendo obrar así por aburrimiento y moviéndose en realidad a impulsos de un amoroso instinto, aún no definido, que pugnaba por adquirir forma. Luego veía la tempestad, llamada por él providencia, el refugio de los dos en un huerto de naranjos próximo a Castellón, la noche pasada en la vivienda de una campesina, que los tomaba por esposos


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Dominio público
345 págs. / 10 horas, 4 minutos / 909 visitas.

Publicado el 11 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

A Través del Atlántico en Globo

Emilio Salgari


Novela


I. UNA SORPRESA DE LA POLICÍA CANADIENSE

—¡Hurra! —rugían diez mil voces.

—¡Viva el Washington!

—¡Hurra por Sir Kelly!

—¿Hay quien acepte una apuesta de mil dólares?

—¿Está usted loco, Paddy? Si apuesta usted, perderá. Yo se lo garantizo.

—¡Doscientas libras esterlinas! —gritó otra voz.

—¿Quién las arriesga?

—¿Por qué?

—Por el éxito de la travesía.

—¡Otro insensato! ¿Tiene usted sobra de dinero para tirarlo así, al mar, Sir Holliday?

—Nada de tirar. Ganaré. Kelly atravesará el océano y descenderá en Inglaterra.

—No; en España —gritó otro.

—¡En España o en Inglaterra, lo mismo da! ¿Quién apuesta doscientas libras?

—¡Mire usted que las va a perder! ¡Que el globo estallará en el aire!

—Y luego se hundirá en el océano.

—Kelly está loco.

—No; está cansado de vivir.

—Ni una cosa ni otra; es un valiente. ¡Hurra por Kelly!

—¡Viva el Washington!

—¡Mil dólares a que perece ahogado!

—¡Dos mil a que su aerostato estalla sobre nuestras cabezas!

—¡Cien libras a que se estrella contra la playa!

—¡Mil a que consigue atravesar el Atlántico!

—¿Las apuesta usted?

—¡Sí!…

—¡No!… ¡Estáis locos!

—¡Hurra por Kelly! ¡Hurra!

Estos diálogos, aquellas exclamaciones, tales apuestas, a cual más extravagantes, cruzábanse en todos sentidos y brotaban por doquier. Yanquis, canadienses e ingleses porfiaban con análoga furia; por todas partes corrían libras y dólares mientras la muchedumbre se agitaba, se empujaba, se agolpaba y se aplastaba contra un vasto recinto, atropellando a los policemen que ya no podían contenerla, y eso que no economizaban los mazazos, que caían como granizo sobre los más impacientes…


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185 págs. / 5 horas, 25 minutos / 708 visitas.

Publicado el 22 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

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