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Los Cien Mil Hijos de San Luis

Benito Pérez Galdós


Novela


Para la composición de este libro cuenta el autor con materiales muy preciosos.

Además de las noticias verbales, que casi son el principal fundamento de la presente obra, posee un manuscrito que le ayudará admirablemente en la narración de la parte o tratado que lleva por título Los cien mil hijos de San Luis. El tal manuscrito es hechura de una señora, por cuya razón bien se comprende que será dos veces interesante, y lo sería más aún si estuviese completo. ¡Lástima grande que la negligencia de los primeros poseedores de él dejara perder una de las partes más curiosas y necesarias que lo componen! Sólo dos fragmentos, sin enlace entre sí, llegaron a nuestras manos. Hemos hecho toda suerte de laboriosas indagaciones para allegar lo que falta, pero inútilmente, lo que en verdad es muy lamentable, porque nos veremos obligados a llenar con relatos de nuestra propia cosecha el gran vacío que entre ambas piezas del manuscrito femenil resulta.

Este tiene la forma de . Su primer fragmento lleva por epígrafe De Madrid a Urgel, y empieza así:

I

En Bayona, donde busqué refugio tranquilo al separarme de mi esposo, conocí al general Eguía. Iba a visitarme con frecuencia, y como era tan indiscreto y vanidoso, me revelaba sus planes de conspiración, regocijándose en mi sorpresa y riendo conmigo del gran chubasco que amenazaba a los francmasones. Por él supe en el verano del 21 que Su Majestad, nuestro católico Rey D. Fernando (Q. D. G.), anhelando deshacerse de los revolucionarios por cualquier medio y a toda costa, tenía dos comisionados en Francia, los cuales eran: l.º El mismo general D. Francisco Eguía, cuya alta misión era promover desde la frontera el levantamiento de partidas realistas.


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181 págs. / 5 horas, 17 minutos / 466 visitas.

Publicado el 9 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Memorias de un Cortesano de 1815

Benito Pérez Galdós


Novela


I

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, doy principio a la historia de una parte muy principal de mi vida; quiero decir que empiezo a narrar la serie de trabajos, servicios, proezas y afanes, por los cuales pasé en poco tiempo, desde el más oscuro antro de las regias covachuelas, a calentar un sillón en el Real Consejo y Cámara de Castilla.

Abran los oídos y escuchen y entiendan cómo un varón listo y honrado podía medrar y sublimarse por la sola virtud de sus merecimientos, sin sentar el pie en los tortuosos caminos de la intriga, ni halagar lisonjero las orejas de los grandes con la música de la adulación, ni poner tarifa a su conciencia o vil tasa a su honor, cual suelen hacer los menguados ambiciosillos del día, después que las sanas costumbres, la modestia, la sobriedad y la cristiana mansedumbre han huido avergonzadas del mundo, y son tan míseros de virtud los tiempos, que no se encuentra un hombre de bien aunque den por él medio millón de pícaros vividores.


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166 págs. / 4 horas, 50 minutos / 414 visitas.

Publicado el 9 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Torquemada en el Purgatorio

Benito Pérez Galdós


Novela


Primera parte

I

Cuenta el Licenciado Juan de Madrid, cronista tan diligente como malicioso de los Dichos y hechos de D. Francisco Torquemada, que no menos de seis meses tardó Cruz del Águila en restablecer en su casa el esplendor de otros días, y en rodearse de sociedad honesta y grata, demostrando en esto, como en todas las cosas, su consumada discreción, para que no se dijera ¡cuidado! que pasaba con famélica prontitud de la miseria lacerante al buen comer y al visiteo alegre.


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215 págs. / 6 horas, 16 minutos / 398 visitas.

Publicado el 9 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Torquemada y San Pedro

Benito Pérez Galdós


Novela


Primera parte

I

Las primeras claridades de un amanecer lento y pitañoso, como de Enero, colándose por claraboyas y tragaluces en el interior del que fue palacio de Gravelinas, iba despertando todas las cosas del sueño de la obscuridad, sacándolas, como quien dice, de la nada negra a la vida pictórica... En la armería, la luz matinal puso el primer toque de color en el plumaje de yelmos y morriones; modeló después con trazo firme los petos y espaldares, los brazales y coseletes, hasta encajar por entero las gallardísimas figuras, en quien no es difícil ver catadura de seres vivos, porque la costra de bruñido hierro, cuerpo es de persona monstruosa y terrorífica, y dentro de aquel vacío, ¡quién sabe si se esconde un alma!... Todo podría ser. Los de a caballo, embrazando la adarga, en actitud de torneo más que de guerra, tomaríanse por inmensos juguetes, que fueron solaz de la Historia cuando era niña... En alguno de los guerreros de a pie, cuando ya la luz del día determinaba por entero sus formas, podía observarse que los maniquíes vestidos del pesado traje de acero, se aburrían soberanamente, hartos ya de la inmovilidad que desencajaba sus músculos de cartón, y del plumero que les limpiaba la cara un sábado y otro, en miles de semanas. Las manos podridas, con algún dedo de menos, y los demás tiesos, no habrían podido sostener la lanza o el mandoble, si no se los ataran con un tosco bramante. En lo alto de aquel lindo museo, las banderas blancas con la cruz de San Andrés colgaban mustias, polvorosas, deshilachadas, recordando los tiempos felices en que ondeaban al aire, en las bizarras galeras del Tirreno y del Adriático.


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194 págs. / 5 horas, 40 minutos / 306 visitas.

Publicado el 9 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Torquemada en la Cruz

Benito Pérez Galdós


Novela


Primera parte

I

Pues señor... fue el 15 de Mayo, día grande de Madrid (sobre este punto no hay desavenencia en las historias), del año... (esto sí que no lo sé; averígüelo quien quiera averiguarlo), cuando ocurrió aquella irreparable desgracia que, por más señas, anunciaron cometas, ciclones y terremotos, la muerte de doña Lupe la de los pavos, de dulce memoria.

Y consta la fecha del tristísimo suceso, porque D. Francisco Torquemada, que pasó casi todo aquel día en la casa de su amiga y compinche, calle de Toledo, número... (tampoco sé el número, ni creo que importe) cuenta que, habiendo cogido la enferma, al declinar la tarde, un sueñecito reparador que parecía síntoma feliz del término de la crisis nerviosa, salió él al balcón por tomar un poco el aire y descansar de la fatigosa guardia que montaba desde las diez de la mañana; y allí se estuvo cerca de media hora contemplando el sin fin de coches que volvían de la Pradera, con estruendo de mil demonios; los atascos, remolinos y encontronazos de la muchedumbre, que no cabía por las dos aceras arriba; los incidentes propios del mal humor de un regreso de feria, con todo el vino y el cansancio del día convertidos en fluido de escándalo. Entreteníase oyendo los dichos germanescos que, como efervescencia de un líquido bien batido, burbujeaban sobre el tumulto, revolviéndose con doscientos mil pitidos de pitos del Santo, cuando...

"Señor — le dijo la fámula de doña Lupe, dándole tan tremendo palmetazo en el omóplato, que el hombre creyó que se le caía encima el balcón del piso segundo —, señor, venga, venga acá... Otra vez el accidente. De esta me parece que se nos va".


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185 págs. / 5 horas, 24 minutos / 410 visitas.

Publicado el 9 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

El Filibusterismo

José Rizal


Novela


(Continuacion del Noli me tángere)

Novela Filipina.

Facilmente se puede suponer que un filibustero ha hechizado en secreto á la liga de los fraileros y retrógrados para que, siguiendo inconscientes sus inspiraciones, favorezcan y fomenten aquella política que solo ambiciona un fin: estender las ideas del filibusterismo por todo el país y convencer al último filipino de que no existe otra salvacion fuera de la separacion de la Madre-Patria.

Ferdinand Blumentritt.

GENT, Boekdrukkerij F. MEYER-VAN LOO, Vlaanderenstraat, 66.
1891.

A la memoria

de los Presbíteros, don Mariano GOMEZ (85 años),
don José BURGOS (30 años)
y don Jacinto ZAMORA (35 años).

ejecutados en el patíbulo de Bagumbayan,

el 28 de Febrero de 1872.

La Religion, al negarse á degradaros, ha puesto en duda el crímen que se os ha imputado; el Gobierno, al rodear vuestra causa de misterio y sombras, hace creer en algun error, cometido en momentos fatales, y Filipinas entera, al venerar vuestra memoria y llamaros mártires, no reconoce de ninguna manera vuestra culpabilidad.

En tanto, pues, no se demuestre claramente vuestra participacion en la algarada caviteña, hayais sido ó no patriotas, hayais ó no abrigado sentimientos por la justicia, sentimientos por la libertad, tengo derecho á dedicaros mi trabajo como á víctimas del mal que trato de combatir. Y mientras esperamos que España os rehabilite un día y no se haga solidaria de vuestra muerte, sirvan estas páginas como tardía corona de hojas secas sobre vuestras ignoradas tumbas, y todo aquel que sin pruebas evidentes ataque vuestra memoria, ¡que en vuestra sangre se manche las manos!

J. Rizal.

I. Sobre-cubierta

Sic itur ad astra.


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Dominio público
327 págs. / 9 horas, 32 minutos / 207 visitas.

Publicado el 13 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Amparo (Memorias de un Loco)

Manuel Fernández y González


Novela


Epílogo

He pasado de los treinta años, funesta edad de tristes desengaños, que dijo Espronceda.

Me he arrancado mi primera cana.

La experiencia se ha encargado de arrancarme una a una todas mis ilusiones, o por mejor decir de secar todas mis creencias.

Hoy sólo tengo dos:

Creo en un Dios incomprensible.

Creo que la vida es un sueño

La primera verdad la ha dicho la Biblia.

La segunda la ha dicho Calderón.

Si alguien dijo la primera antes que la Biblia;

Si alguien dijo la segunda antes que Calderón, quede sentado que yo no conozco fuera de aquel admirable libro y de aquel admirable poeta, al o a los que haya o hayan dicho aquellas dos verdades.

Lo que yo sé decir, por experiencia propia, es que nadie cree las verdades hasta que se las hace conocer la experiencia.

La experiencia, en general, tiene una manera muy dura de dar a conocer las verdades.

Si se nos permite que supongamos que la vida es un camino sobre el cual marchamos con los ojos vendados, se nos permitirá también suponer que la experiencia es un poste colocado en medio de nuestro camino, hacia el que marchamos a ciegas, y contra el cual nos rompemos las narices.

Pero en cambio, y por mucho que el golpe nos haya dolido, encontramos una verdad que no conocíamos;

El reverso de una medalla;

La antítesis de una bella idea;

El interior de un sepulcro blanqueado;

Sarcasmo y podredumbre.

De lo que se deduce que: costándonos el conocimiento de cada verdad una contusión, y siendo infinitas las verdades que nos obligan a descubrir las ilusiones que debemos a nuestro amor propio, un hombre no puede llegar a tener experiencia, sin encontrarse completamente descoyuntado.


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89 págs. / 2 horas, 36 minutos / 307 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Memorias de una Vieja Verde

Manuel Fernández y González


Novela


ESTUDIOS AL NATURAL

CAPITULO I. Dos retratos en bosquejo.

Habia en una noche del invierno pasado en un café de los más concurridos de la imperial, coronada é invicta villa y córte de Madrid, sentada á una mesa en un rincon, y puesta á la vidriera que daba á la calle, acompañada de una hembra ambígua, que no se sabia si era criada, amiga ó acompañanta alquilona, una señora que llamaba la atencion de los otros concurrentes del café.

Llovia como si no hubiese llovido nunca.

Hacia un frio de diez bajo cero.

A pesar de este frio, las dos señoras, por no decir mujeres, tomaban sorbete.

La más notable de ambas, la que propiamente podia llamarse mujer, era una jamona admirablemente conservada.

Podia pasar por jóven; tenia un grande atractivo. Relampagueaba los ojos como una mujer en la fuerza de sus pasiones: estaba de saca, es decir, con el corazon desalquilado.

O viuda de mucho tiempo.

O solterona, que á pesar de sus méritos no habia podido echar el guante á un prójimo.

Habia en aquel relampagueo de ojos algo de voracidad, y de una voracidad muy semejante á lo que se llama hambre canina, dicho sea esto con perdon de la señora doña Emerenciana del Resalto y Sobradillo, que así se llamaba, y continúa llamándose, á Dios gracias, la interesante prenda de que nos ocupamos.

Debemos decir que era soltera, y segun ella afirmaba, y afirma aún, doncella.

Vivia y vive de sus rentas.

Vestia y viste de una manera elegantísima y distinguida.

Con una gran sencillez.

Tiene la garganta larga y mórbida.

El seno reelevado.

Los hombros redondos.

Las mejillas con dos hoyitos que, cuando se sonrie, producen dos deliciosas bellezas.

La frente serena, un tanto estrecha, es verdad, á causa de lo bajo de los cabellos.


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113 págs. / 3 horas, 18 minutos / 226 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Aita Tettauen

Benito Pérez Galdós


Novela


Primera parte

Madrid, Octubre—Noviembre de 1859

I

Antes de que el mundo dejara de ser joven y antes de que la Historia fuese mayor de edad, se pudo advertir y comprobar la decadencia y ruina de todas las cosas humanas, y su derivación lenta desde lo sublime a lo pequeño, desde lo bello a lo vulgar, cayendo las grandezas de hoy para que en su lugar grandezas nuevas se levanten, y desvaneciéndose los ideales más puros en la viciada atmósfera de la realidad. Decaen los imperios, se desmedran las razas, los fuertes se debilitan y la hermosura perece entre arrugas y canas... Mas no suspende la vida su eterna función, y con los caminos que descienden hacia la vejez, se cruzan los caminos de la juventud que van hacia arriba. Siempre hay imperios potentes, razas vigorosas, ideales y bellezas de virginal frescura; que junto al sumidero de la muerte están los manantiales del nacer continuo y fecundo... En fin, echando por delante estas retóricas, os dice el historiador que la hermosura de la sin par Lucila, hija de Ansúrez, se deslucía y marchitaba, no bien cumplidos los treinta años de su existencia.


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136 págs. / 3 horas, 59 minutos / 621 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Quintín Durward

Walter Scott


Novela


Prólogo

La guerre est ma patrie;
Mon harmois, ma maison;
Et en toute saison.
Combattre, c’est ma vie

El escenario de esta novela se remonta al siglo XV, cuando el sistema feudal, que había sido la base de la defensa nacional y del espíritu caballeresco, por el cual, como por alma vivificadora, estaba animado ese sistema, comenzaba a modificarse y a ser reemplazado por esos grandes personajes que cifraban toda su felicidad en procurarse los objetos personales en los que habían puesto su apego exclusivo. El mismo egoísmo se había manifestado en tiempos aun más primitivos; pero era ahora por primera vez confesado sin tapujos, como un principio de acción a seguir. El espíritu caballeresco presentaba en sí la excelente cualidad de que, por muy exageradas y fantásticas que podamos juzgar sus doctrinas, estaban todas fundadas en generosidad y abnegación, las cuales, si desapareciesen de la faz de la tierra, harían difícil concebir la existencia de la virtud en la especie humana.

Entre aquéllos que fueron los primeros en ridiculizar y abandonar los principios de abnegación en que se instruyeron de jóvenes con todo esmero, figura en primer término Luis XI de Francia. Este soberano era de un carácter tan exclusivamente egoísta, tan incapaz de alimentar ningún propósito desligado de su ambición, codicia y deseo de goce egoísta, que casi parece una encarnación del propio demonio, al que le reconocemos la cualidad de hacer todo lo posible para corromper de raíz nuestras ideas sobre el honor. No hay que olvidar que Luis poseía gran dosis de ese ingenio mordaz que es capaz de poner en ridículo todo lo que un hombre hace en provecho de otro, y estaba, por consiguiente, muy calificado para representar el papel de amigo burlón e insensible.


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585 págs. / 17 horas, 3 minutos / 111 visitas.

Publicado el 14 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

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