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Suelo Virgen

Iván Turguéniev


Novela


PRIMERA PARTE

Para hacer que aflore el suelo virgen no debe usarse el arado de madera, que se desliza por la superficie, sino un arado que penetre hondo.

De las notas de un agricultor

I

A la una de la tarde de un día de la primavera del 1868 un joven de veintisiete años, vestido de manera descuidada y pobre, subía la escalera oscura de una casa de cinco pisos en la calle de los Oficiales, en San Petersburgo. Golpeando pesadamente con las galochas gastadas, balanceando lentamente su cuerpo pesado, torpe, llegó finalmente al último rellano, se detuvo ante una estropeada puerta entreabierta y, sin tocar el timbre, entró en un pequeño pasillo oscuro.

—¿Está Nezhdánov? —preguntó con voz alta y ruda. —No. Pero yo sí; entre —respondió desde la sala de al lado una voz, también bastante ruda, de mujer. —¿Es Mashúrina? —preguntó el recién llegado. —Sí, soy yo. Y usted, ¿es Ostrodúmov?

—Pimen Ostrodúmov —respondió él y, después de quitarse cuidadosamente las galochas y colgar en un clavo el abrigo gastado por el uso, entró en la habitación de donde venía la voz femenina.


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290 págs. / 8 horas, 28 minutos / 160 visitas.

Publicado el 29 de enero de 2017 por Edu Robsy.

Vida, Aventuras y Peripecias del Famoso Capitán Singleton

Daniel Defoe


Novela


Primera Parte. Aventuras del capitán Bob

1. Primeras aventuras

Suele suceder que los grandes personajes cuya vida ha adquirido relieve, y cuyas acciones merecen ser recordadas por la posteridad, insistan acerca de sus orígenes y hablen de sus familias, relatando la historia de sus antepasados. Como quiero ser metódico haré lo mismo en cuanto a mí atañe, a pesar de que puedo remontarme muy poco en mi linaje, según se verá en seguida.

De creer a la mujer a quien me enseñaron a llamar madre, era yo un chiquillo de unos dos años de edad, muy bien vestido, con una niñera para cuidarme. Cierta soleada tarde de verano, la niñera en cuestión me llevó al campo, a la zona de Islongton, para hacerme tomar el aire, por lo visto. Nos acompañaba una chiquilla de doce a catorce años, que vivía en la vecindad. La criada se encontró con un individuo, bien por azar o bien porque estuvieran citados de antemano, y que supongo podía ser su novio. Con él se fue a una posada para beber cerveza y comer pasteles. Mientras estaba solazándose, yo permanecía con la chiquilla en el jardín de la posada, a ratos bajo su vigilancia y a ratos libre de ella, sin pensar en nada malo.

En ese momento apareció una de esas personas que, al parecer, tienen el oficio de robar criaturas. En aquellos tiempos era un negocio infernal practicado sobre todo con niños bien vestidos o muy fuertes, los cuales eran vendidos después y destinados a las plantaciones.


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289 págs. / 8 horas, 27 minutos / 335 visitas.

Publicado el 14 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

El Cura de Aldea

Honoré de Balzac


Novela


I. Verónica

Dentro de la zona baja de Limoges, en la esquina de la calle de la Vieille-Poste y la calle de la Cité, había, hace treinta años, una de esas tiendas en las cuales parece que nada haya cambiado desde la Edad Media. Unas grandes losas rotas en mil sitios y encajadas sobre un suelo húmedo a trechos, habrían hecho caer a cualquiera que no se hubiese fijado en los hoyos y los resaltos de ese singular enlosado. No obstante la capa de polvo de las paredes, se veía un curioso mosaico de madera y de ladrillos, de piedra y de hierro, ensamblados con una solidez debida al tiempo, o quizá al azar. Desde hacía más de cien años, el techo, sostenido por grandes vigas, se doblaba, sin romperse, a causa del peso de los pisos superiores. Hechos de mampostería, esos pisos tenían por el lado exterior una capa de pizarra con dibujos geométricos y conservaba una imagen fidedigna de las viejas construcciones burguesas. Ninguna de las ventanas con marco de madera, en otro tiempo adornadas con esculturas y hoy destruidas por las inclemencias atmosféricas, conservaba su línea primitiva; unas se curvaban, otras eran convexas y algunas estaban desencajadas, y todas tenían una costra de tierra en las grietas que fueron abriendo las lluvias y en las que durante la primavera crecían algunas florecillas, una que otra tímida planta trepadora y mucha hierba. El musgo forraba los techos y los antepechos. El pilar de la esquina, aunque era de manipostería compuesta, o sea, una mezcla de piedras, ladrillos y guijarros, ponía, debido a su curvatura, los pelos de punta a cualquiera que lo mirase; parecía que de un momento a otro cedería bajo el peso del edificio, cuya pared delantera tenía una inclinación de más de un palmo. De ahí que las autoridades municipales decidieron derribar esa casa, después de compraría, con el propósito de darle más anchura a la calle.


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288 págs. / 8 horas, 25 minutos / 227 visitas.

Publicado el 1 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Amaury

Alejandro Dumas


Novela


Existe en Francia una cosa tan peculiar, tan genuina del carácter nacional, que con dificultad se encuentra en otro país cualquiera: la conversación, en cuya especialidad no hay nadie que pueda competir con los franceses.

En el resto del globo se discute, se argumenta, se perora; sólo en Francia se conversa por costumbre.

No pocas veces, estando yo en Italia, en Alemania o en Inglaterra, me ha ocurrido anunciar de pronto que al día siguiente me volvía a París. Si alguno, admirado de tan súbita resolución, me preguntaba:

—¿A qué vas a París?

Yo le respondía sencillamente:

—A conversar.

Y no era flojo su asombro al saber que yo, ahito de conversación, pensaba en hacer un viaje de centenares de leguas sólo por darme el gusto de conversar.

Nadie podía explicarse un capricho semejante; sólo me comprendían los franceses. Estos solían exclamar:

—¡Qué dicha! ¡qué placer!

Y sucedía a veces que alguno de ellos se venía conmigo.

A decir verdad no hay nada más grato que esas minúsculas tertulias que en un salón elegante improvisan unas cuantas personas charlando a su sabor, dando vueltas a una idea mientras dura el hechizo que produjo, para abandonarla después de sacar de ella todo el partido posible, cediendo al atractivo de otra nueva que a su vez surge en medio de las bromas de unos, de los discreteos de otros y de las agudezas de todos, lo cual no obsta para que súbitamente, al llegar al punto culminante de su desenvolvimiento, se desvanezca como pompa de jabón tocada por la dueña de la casa, que mientras sirve el te lleva de grupo en grupo el hilo de la charla general, recopilando opiniones, pidiendo pareceres, planteando problemas y obligando casi siempre a cada corrillo a verter su correspondiente frase en ese tonel de las Danaides que se llama «la conversación».


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286 págs. / 8 horas, 21 minutos / 238 visitas.

Publicado el 1 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

El Difunto Matías Pascal

Luigi Pirandello


Novela


1. Premisa

Hubo un tiempo en que una de las pocas cosas, quizá la única, que yo supiera de cierto era ésta: que me llamaba Matías Pascal. Y de ello me aprovechaba. Siempre que algún amigo o conocido mío daba muestras de haber perdido el bien de la inteligencia, hasta el punto de venir a pedirme consejo o indicación alguna, me encogía de hombros, entornaba los ojos y respondía:

—Yo me llamo Matías Pascal.

—Gracias, querido amigo; pero ya lo sabía.

—¿Y te parece poco?

Alguno se dignará compadecerme —¡cuesta tan poco!— imaginándose el atroz sentimiento de un desventurado al cual le ocurra descubrir, de repente, que…, sí, nada, en fin: ni padre, ni madre, ni cómo fue o cómo no fue; y se dignará también indignarse —lo cual cuesta todavía menos— de la corrupción de las costumbres, y de los vicios, y de la plaga de los tiempos, que tanto mal pueden ocasionar a un pobre inocente.

Que hagan lo que gusten. Mas es deber mío advertirles que no es ése mi caso, que no se trata precisamente de eso que se figuran. Podría exponer aquí, en un árbol genealógico, el origen y descendencia de mi familia, y demostrarles que no sólo he conocido a mis padres, sino también a mis antepasados y sus hazañas en un largo período de tiempo, no por cierto todas ellas verdaderamente laudables…

¿Y entonces?

Pues ahí está el quid; mi caso es muy distinto y extraño; tan distinto y peregrino que por eso me pongo a contarlo.


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285 págs. / 8 horas, 19 minutos / 603 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Un Caballerete de Bear Creek

Robert E. Howard


Novela


I. Camisas a rayas y corazones rotos

Si Joel Braxton no hubiera blandido su cuchillo mientras yo golpeaba su cabeza con un tarugo de abeto, creo que no habría reñido con Gloria McGraw y que las cosas habrían sido muy diferentes. Pá siempre dijo que los Braxton eran gente desconsiderada y tiene toda la razón. Primero oí gritar a Jim Garfield:

—¡Cuidado, Breck, ese perro sarnoso tiene un cuchillo! —En eso sentí una especie de aguijonazo, miré hacia abajo y vi que Joel había desgarrado mi camisa de ante y rascaba mi pellejo tratando de alcanzarme las entrañas. Le aticé en el cogote, arrojé su cuchillo a un grupo de árboles y él lo siguió volando. Los robles negros no le arañaron la barriga como él hizo conmigo, porque ambos encontraron un buen tronco en su camino. No sé cómo esperaba estrellarse en un robledal sin magullarse un poco el pellejo.

Pero yo soy un hombre de buen carácter, e incluso entonces era un muchachote reflexivo, así que ignoré las brutales amenazas de Joel mientras su hermano, Jim Garfield, y los demás lo sacaban del robledal y lo zambullían en el arroyo para lavarle la sangre. Me subí sin más a mi mulo Alexander y continué mi camino hacia la cabaña del viejo McGraw, adonde me dirigía cuando me dejé embaucar por aquellos idiotas.

El de los McGraw es el único clan de Bear Creek, además del de los Reynolds y los Braxton, con el que no tengo lazos de sangre, y había estado enamorado de Gloria McGraw desde que fui lo suficientemente grande para usar pantalones. Ella era la muchachita más alta, fina y bonita de las montañas Humbolt —que cubren un territorio considerable—. No había una chica en Bear Creek, ni siquiera mis hermanas, que manejara un hacha como ella, friera un bistec de oso más sabroso o preparase una sémola de maíz tan buena; ni tampoco hombre o mujer que corriera más rápido que ella; ni siquiera yo.


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280 págs. / 8 horas, 10 minutos / 50 visitas.

Publicado el 11 de julio de 2018 por Edu Robsy.

Sanshiro

Natsume Sōseki


Novela


1

Echó una cabezada, y cuando abrió los ojos la mujer seguía allí. Ahora hablaba con un hombre mayor, el granjero que se había subido al tren dos estaciones antes. Sanshiro le recordaba. El tipo había logrado encaramarse al interior del vagón en el último momento, mientras daba un berrido. En cuanto estuvo arriba, se desnudó hasta la cintura, descubriendo una espalda plagada de cicatrices de quemaduras. Sanshiro vio cómo se secaba el sudor del cuerpo, se ponía un kimono y se sentaba junto a la mujer.

La mujer había llamado la atención de Sanshiro desde el mismo momento en que se había subido, en la estación de Kioto. Tenía la piel muy oscura, casi negra. Desde que había desembarcado del ferry que le trajo desde Kyushu, y conforme el tren se fue aproximando a Hiroshima, y después a Osaka y a Kioto, Sanshiro pudo observar cómo la tez de las lugareñas cambiaba de modo sutil, y se volvía cada vez más y más pálida; así que, incluso antes de haber podido darse cuenta, Sanshiro ya había empezado a sentir nostalgia. Entonces ella entró en el vagón, y él sintió al momento que había ganado un aliado del sexo opuesto: era una mujer que tenía el color de las mujeres de Kyushu.

Su piel tenía la misma tonalidad que la de Omitsu Miwata. En casa, siempre había considerado a Omitsu una chica exasperante, y se había alegrado de poder alejarse de ella. Pero ahora veía que después de todo el tipo de Omitsu podía tener su atractivo.

Los rasgos de esta mujer, de todas formas, eran con mucho superiores a los de su amiga. Su boca era firme, sus ojos despiertos. Carecía además de la enorme frente de Omitsu. Había algo agradable en la forma en que todo armonizaba en ella, y se había sorprendido mirándola varias veces, sin poder apartar los ojos de ella.


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Protegido por copyright
280 págs. / 8 horas, 10 minutos / 273 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Daisuke

Natsume Sōseki


Novela


Capítulo 1

Cuando el sonido de los apresurados pasos le llegó desde el otro lado de la puerta, sobre la cabeza de Daisuke colgaban un par de grandes geta. Al alejarse los pasos, las geta se escabulleron lentamente y terminaron por desaparecer. Daisuke se despertó.

Se giró hacia la cabecera del futón y vio una flor de camelia en el suelo. Estaba seguro de haber escuchado como caía durante la noche; el golpe resonó en sus oídos con un ruido seco, como si una pelota de goma rebotara en el techo. Aunque en ese momento pensó que se debía al silencio de la noche, por si acaso había querido asegurarse de que no le pasaba nada y se había puesto la mano derecha sobre el corazón. Había sentido su pulso con toda claridad golpeando contra el borde de las costillas, y entonces se había vuelto a dormir.


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278 págs. / 8 horas, 7 minutos / 177 visitas.

Publicado el 28 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Úrsula Mirouet

Honoré de Balzac


Novela


A la señorita Sofía Surville

Es un verdadero placer, sobrina querida, el dedicarte un libro cuyo tema y detalles han recibido la aprobación, tan difícil de obtener, de una joven que aún desconoce el mundo, que no transige con ninguno de los nobles principios de una santa educación. Vosotras, las jóvenes, constituís un público temible; porque no se os deja leer más que los libros que son puros como vuestra alma, y se os prohíben ciertas lecturas, de la misma manera que se os impide ver la sociedad tal como es. ¿No es, entonces, un motivo de orgullo para un autor el hecho de haber agradado? ¡Quiera Dios que no te haya engañado el afecto que me profesas! ¿Quién nos lo dirá? El porvenir, que tú lograrás ver, pero que quizá ya no verá

Tu tío,
BALZAC.

I. Los herederos alarmados

Al entrar en Nemours por el lado de París, se pasa por el canal del Loings, cuyos ribazos forman a la vez muros campestres y pintorescos paseos que adornan aquella linda ciudad. Desde el año 1830, por desgracia, se han construido varias casas del lado de acá del puente. Si sigue aumentando esta especie de arrabal, la ciudad perderá su graciosa originalidad. Pero, en 1829, estando expéditos los márgenes de la carretera, el jefe de posta, hombre alto y gordo, de unos sesenta años de edad, sentado en el punto culminante de aquel puente, podía, cuando el día era claro, abarcar perfectamente aquello que en términos de su oficio recibe el nombre de cinta de cola.


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278 págs. / 8 horas, 7 minutos / 202 visitas.

Publicado el 1 de abril de 2017 por Edu Robsy.

El Archivo de Sherlock Holmes

Arthur Conan Doyle


Novela


Prefacio

Me temo que el señor Sherlock Holmes puede llegar a convertirse en uno de esos tenores famosos que, habiendo sobrevivido a su tiempo, se sienten tentados de repetir una y otra vez sus reverencias de despedida ante su indulgente público. Esto tiene que terminar, y debe seguir el camino de toda carne, real o imaginaria. A uno le gusta pensar que hay un limbo fantástico para las criaturas de la imaginación, donde los guapos de Fielding pueden aún cortejar a las bellas de Richardson, donde los héroes de Scott pueden aún pavonearse, el encantador cockney de Dickens suscitar una sonrisa, y los hombres mundanos de Thackeray seguir sus respetables carreras. Quizás en algún humilde rincón del Walhalla, Sherlock y su Watson puedan encontrar acomodo por un tiempo, mientras alguien más astuto, con algún incluso menos astuto camarada, ocupa la escena que ellos han dejado libre.


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277 págs. / 8 horas, 6 minutos / 470 visitas.

Publicado el 24 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

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