Textos más vistos etiquetados como Poesía disponibles | pág. 4

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La Vuelta de Martín Fierro

José Hernández


Poesía, poema épico


Cuatro palabras de conversación con los lectores

Entrego a la benevolencia pública, con el título LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO, la segunda parte de una obra que ha tenido una acogida tan generosa, que en sus seis años se han repetido once ediciones con un total de cuarenta y ocho mil ejemplares.

Esto no es vanidad de autor, porque no rindo tributo a esa falsa diosa; ni bombo de Editor, porque no lo he sido nunca de mis humildes producciones.

Es un recuerdo oportuno y necesario, para esplicar por qué el primer tiraje del presente libro consta de 20 mil ejemplares, divididos en cinco secciones o ediciones de 4 mil números cada una —y agregaré, que confío en que el acreditado Establecimiento Tipográfico del Sr. Coni, hará una impresión esmerada, como la tienen todos los libros que salen de sus talleres.

Lleva también diez ilustraciones incorporadas en el testo, y creo que en los dominios de la literatura es la primera vez que una obra sale de las prensas nacionales con esta mejora.

Así se empieza.

Las láminas han sido dibujadas y calcadas en la piedra por D. Carlos Clerice, artista compatriota que llegará a ser notable en su ramo, porque es joven, tiene escuela, sentimiento artístico, y amor al trabajo.

El grabado ha sido ejecutado por el Sr. Supot, que posee el arte, nuevo y poco generalizado todavía entre nosotros, de fijar en láminas metálicas lo que la habilidad del litógrafo ha calcado en el piedra, creando o imaginando posiciones que interpreten con claridad y sentimiento la escena descrita en el verso.

No se ha omitido, pues, ningún sacrificio a fin de hacer una publicación en las más aventajadas condiciones artísticas.


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Dominio público
77 págs. / 2 horas, 14 minutos / 1.249 visitas.

Publicado el 14 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Rimas

Gustavo Adolfo Bécquer


Poesía


I

Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarlo, y apenas ¡oh, hermosa!
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, contártelo a solas.

II

Saeta que voladora
cruza, arrojada al azar,
sin adivinarse dónde
temblando se clavará;

hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde a caer volverá;

gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y no sabe
qué playas buscando va;

luz que en cercos temblorosos
brilla, próxima a expirar,
ignorándose cuál de ellos
el último brillará;

eso soy yo, que al acaso
cruzo el mundo, sin pensar
de dónde vengo ni a dónde
mis pasos me llevarán.

III

Sacudimiento extraño
que agita las ideas,
como el huracán empuja
las olas en tropel;

murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo,
como volcán que sordo
anuncia que va a arder;

deformes siluetas
de seres imposibles;
paisajes que aparecen
como a través de un tul;

colores, que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos del iris,
que nadan en la luz;

ideas sin palabras,
palabras sin sentido;
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás;

memorias y deseo
de cosas que no existen;
accesos de alegría,
impulsos de llorar;

actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse;
sin rienda que lo guíe
caballo volador;


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Dominio público
22 págs. / 39 minutos / 1.888 visitas.

Publicado el 11 de enero de 2019 por Edu Robsy.

A Mi Madre

Rosalía de Castro


Poesía


¡Cuán tristes pasan los días!...

I

¡Cuán tristes pasan los días!...
¡cuán breves... cuán largos son!...
Cómo van unos despacio,
y otros con paso veloz...
Mas siempre cual vaga sombra
atropellándose en pos,
ninguno de cuantos fueron,
un débil rastro dejó.

¡Cuán negras las nubes pasan,
cuán turbio se ha vuelto el sol!
¡Era un tiempo tan hermoso!...
Mas ese tiempo pasó.
Hoy, como pálida luna
ni da vida ni calor,
ni presta aliento a las flores,
ni alegría al corazón.

¡Cuán triste se ha vuelto el mundo!
¡Ah!, por do quiera que voy
sólo amarguras contemplo,
que infunden negro pavor,
sólo llantos y gemidos
que no encuentran compasión...
¡Qué triste se ha vuelto el mundo!
¡Qué triste le encuentro yo!...

II

¡Ay, qué profunda tristeza!
¡Ay, qué terrible dolor!
¡Tendida en la negra caja
sin movimiento y sin voz,
pálida como la cera
que sus restos alumbró,
yo he visto a la pobrecita
madre de mi corazón!

Ya desde entonces no tuve
quien me prestase calor,
que el fuego que ella encendía
aterido se apagó.
Ya no tuve desde entonces
una cariñosa voz
que me dijese: ¡hija mía,
yo soy la que te parió!

¡Ay, qué profunda tristeza!
¡Ay, qué terrible dolor!...
¡Ella ha muerto y yo estoy viva!
¡Ella ha muerto y vivo yo!
Mas, ¡ay!, pájaro sin nido,
poco lo alumbrará el sol,
¡y era el pecho de mi madre
nido de mi corazón!

¡Ay!, cuando los hijos mueren

I

¡Ay!, cuando los hijos mueren,
rosas tempranas de abril,
de la madre el tierno llanto
vela su eterno dormir.

Ni van solos a la tumba,
¡ay!, que el eterno sufrir
de la madre, sigue al hijo
a las regiones sin fin.


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Dominio público
6 págs. / 11 minutos / 1.482 visitas.

Publicado el 10 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Cancionero y Romancero de Ausencias

Miguel Hernández


Poesía


1

Ropas con su olor,
paños con su aroma.

Se alejó en su cuerpo,
me dejó en sus ropas.

Lecho sin calor,
sábana de sombra.

Se ausentó en su cuerpo.
Se quedó en sus ropas.

2

Negros


El mundo se abría
sobre tus pestañas
de negras distancias.
El mundo se cierra
sobre tus pestañas
Dorada mirada

El mundo se cierra
sobre tus pestañas
lluviosas y negras

3

No quiso ser.

No conoció el encuentro
del hombre y la mujer.

El amoroso vello
no pudo florecer.

Detuvo sus sentidos
negándose a saber
y descendieron diáfanos
ante el amanecer.

Vio turbio su mañana
y se quedó en su ayer.

No quiso ser.

4

Tus ojos parecen
agua removida.

¿Qué son?

Tus ojos parecen
el agua más turbia
de tu corazón.

¿Qué fueron?

¿Qué son?

5

En el fondo del hombre,
agua removida.

En el agua más clara,
quiero ver la vida.

En el fondo del hombre,
agua removida.

En el agua más clara,
sombra sin salida.

En el fondo del hombre,
agua removida.

6

El cementerio está cerca
de donde tú y yo dormimos,
entre nopales azules,
pitas azules y niños
que gritan vividamente
si un muerto nubla el camino.

De aquí al cementerio, todo
es azul, dorado, límpido.
Cuatro pasos y los muertos.
Cuatro pasos y los vivos.

Límpido, azul y dorado,
se hace allí remoto el hijo.

7

Sangre remota.
Remoto cuerpo,
dentro de todo.

Dentro, muy dentro
de mis pasiones,
de mis deseos.

8

¿Qué quiere el viento de enero
que baja por el barranco
y violenta las ventanas
mientras te visto de abrazos?

Derribarnos. Arrastrarnos.


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Dominio público
19 págs. / 33 minutos / 529 visitas.

Publicado el 27 de marzo de 2022 por Edu Robsy.

Los Siete Infantes de Lara

Anónimo


Poesía


1. Bohordadores en las bodas de doña Lambra

Levantóse de sobre Çamora el conde Garci Fernández.
Fuéronse con él muchos de León e de Portogale,
por seer en aquellas bodas de doña Llambra e de Ruy Vázquez.

Andudo con sus compañas fasta a Burgos llegare,
por veer los trebejos que fazían e el tablado lançare,
para doña Llambra con sus dueñas mandó ý tienda armare.

Primero lançó su vara el conde Garci Fernández
e después lançó otrosí el bueno de Ruy Velázquez,
e después Muño Salido, el que bien cató las aves,
e muchos de otras partes; e desí lançó Alvar Sánchez.

Quejas de doña Lambra:

"Ruégovos, don Rodrigo, que vos pese de mi male
pésevos de mi dolor, de vuestra deshonra grande
que vuestros sobrinos nos han fecho tan male"...

"Non curedes, doña Lambra, non tomedes más pesare
que si yo vivo e non muero, yo vos entiendo vengare
e darvos he tal derecho de que todo el mundo fable."

2. Malos agüeros

Esora enbió dezir por un escudero a sus sobrinos

[...]

en la entrada del monte ovieron a par del camino
un águila cabdal ferrera que estava encima de un pino.
Mucho l' pesó de coraçón a ese Nuño Salido:
"Estas aves nos lo muestran: tornemos nos, míos fijos"...
"...dos días ha que nos atiende nuestro tío don Rodrigo"...
e dexóse caer en tierra muerta a pie del pino

[...]

3. Se descubre la traición

"Dios del cielo, el tu poder es mayor,
señor, tu nos ayuda que traídos somos oy.
Tío, ¿qué señas son aquéllas? Malas son para nós."

[...]


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Dominio público
17 págs. / 30 minutos / 624 visitas.

Publicado el 12 de enero de 2018 por Edu Robsy.

El Hombre Acecha

Miguel Hernández


Poesía


Dedico este libro a Pablo Neruda

Pablo: Te oigo, te recuerdo en esa tierra tuya, luchando con tu voz frente a los aluviones que arrebatan la vaca y la niña para proyectarlas en tu pecho. Oigo tus pasos hechos a cruzar la noche, que vuelven a sonar sobre las losas de Madrid, junto a Federico, a Vicente, a Delia, a mí mismo. Y recuerdo a nuestro alrededor aquellas madrugadas, cuando amanecíamos dentro del azul de un topacio de carne universal, en el umbral de la taberna confuso de llanto y escarcha, como viudos y heridos de la luna.

Pablo: Un rosal sombrío viene y se cierne sobre mí, sobre una cuna familiar que se desfonda poco a poco, hasta entreverse dentro de ella, además de un niño de sufrimiento, el fondo de la tierra. Ahora recuerdo y comprendo más tu combatida casa, y me pregunto: ¿qué tenía que ver con el consulado cuando era cónsul Pablo?

Tú preguntas por el corazón, y yo también. Mira cuántas bocas cenicientas de rencor, hambre, muerte, pálidas de no cantar, no reír: resecas de no entregarse al beso profundo. Pero mira el pueblo que sonríe con una florida tristeza, augurando el porvenir de la alegre sustancia. Él nos responderá. Y las tabernas, hoy tenebrosas como funerarias, irradiarán el resplandor más penetrante del vino y la poesía.

Canción primera

Se ha retirado el campo
al ver abalanzarse
crispadamente al hombre.
¡Qué abismo entre el olivo
y el hombre se descubre!
El animal que canta:
el animal que puede
llorar y echar raíces,
rememoró sus garras.
Garras que revestía
de suavidad y flores,
pero que, al fin, desnuda
en toda su crueldad.
Crepitan en mis manos.
Aparta de ellas, hijo.
Estoy dispuesto a hundirlas,
dispuesto a proyectarlas
sobre tu carne leve.
He regresado al tigre.
Aparta o te destrozo.
Hoy el amor es muerte,
y el hombre acecha al hombre.


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Dominio público
18 págs. / 32 minutos / 372 visitas.

Publicado el 26 de marzo de 2022 por Edu Robsy.

Arte de las Putas

Nicolás Fernández de Moratín


Poesía


I

Hermosa Venus que el amor presides,
y sus deleites y contentos mides,
dando a tus hijos con abiertas manos
en este mundo bienes soberanos:
pues ves lo justo de mi noble intento
déle a mi canto tu favor aliento,
para que sepa el orbe con cuál arte
las gentes deberán solicitarte,
cuando entiendan que enseña la voz mía
tan gran ciencia como es la putería.

Y tú, Dorisa, que mi amor constante
te dignaste escuchar, tal vez amante,
atiende ahora en versos atrevidos
cómo instruyo a los jóvenes perdidos,
y escucha las lecciones muy galanas
que doy a las famosas cortesanas.

Mas ya advertido mi temor predice
que al escuchar propuestas semejantes
tu modesto candor se escandalice;
pues no, Dorisa bella, no te espantes
que no es como en el título parece,
en la sustancia esta obra abominable.

Por mí la serie de los tiempos hable;
pues siguieron las mismas opiniones
todos los siglos, todas las naciones,
y hallarán en el mundo practicados
mis dogmas por las gentes más ilustres
de entrambos sexos; no permita el hado
que la obscena maldad ninguno aprenda
siendo yo su maestro; el que aún no entienda
del rígido apetito, no me lea
a no ser que advertencias pretendiese
del mal para evitarlo, pues cogido
puede un incauto ser muy fácilmente,
del contrario que no es bien conocido.

Así como se informan los pedantes
de Galego y de Lárraga, estudiantes
del homicidio, estupro y adulterio,
de plétora, aneurisma y esquinencia
para ahuyentarlo, como dicen ellos,
con rosario y con pócimas amargas,
yo no pretendo con arengas largas
disuadir el amor puro y constante
de solo a solo, ni romper deseo
la coyunda que enlaza el Himeneo.


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Dominio público
39 págs. / 1 hora, 8 minutos / 1.197 visitas.

Publicado el 16 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Cantos de Vida y Esperanza

Rubén Darío


Poesía


A Nicaragua

A la República Argentina


R. D.

Prefacio

Podría repetir aquí más de un concepto de las palabras liminares de Prosas profanas. Mi respeto por la aristocracia del pensamiento, por la nobleza del Arte, siempre es el mismo. Mi antiguo aborrecimiento a la mediocridad, a la mulatez intelectual, a la chatura estética, apenas si se aminora hoy con una razonada indiferencia.

El movimiento de libertad que me tocó iniciar en América, se propagó hasta España y tanto aquí como allá el triunfo está logrado. Aunque respecto a técnica tuviese demasiado que decir en el país en donde la expresión poética está anquilosada a punto de que la momificación del ritmo ha llegado a ser un artículo de fe, no haré sino una corta advertencia. En todos los países cultos de Europa se ha usado del hexámetro absolutamente clásico sin que la mayoría letrada y sobre todo la minoría se asustasen de semejante manera de cantar. En Italia ha mucho tiempo, sin citar antiguos, que Carducci ha autorizado los hexámetros; en inglés, no me atrevería casi a indicar, por respeto a la cultura de mis lectores, que la Evangelina de Longfellow, está en los mismos versos en que Horacio dijo sus mejores pensares. En cuanto al verso libre moderno..., ¿no es verdaderamente singular que en esta tierra de Quevedos y de Góngoras los únicos innovadores del instrumento lírico, los únicos libertadores del ritmo, hayan sido los poetas del Madrid Cómico y los libretistas del género chico?

Hago esta advertencia porque la forma es lo que primeramente toca a las muchedumbres. Yo no soy un poeta para muchedumbre. Pero sé que indefectiblemente tengo que ir a ellas.

Cuando dije que mi poesía era mía, en mí sostuve la primera condición de mi existir, sin pretensión ninguna de causar sectarismo en mente o voluntad ajena, y en un intenso amor a lo absoluto de la belleza.


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37 págs. / 1 hora, 5 minutos / 1.353 visitas.

Publicado el 12 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

El Estudiante de Salamanca

José de Espronceda


Poesía


Parte 1

Sus fueros, sus bríos,
sus premáticas, su voluntad.
Quijote.— Parte primera.

Era más de media noche,
antiguas historias cuentan,
cuando en sueño y en silencio
lóbrego envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen,
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tácitas pisadas huecas,
y pavorosas fantasmas
entre las densas tinieblas
vagan, y aúllan los perros
amedrentados al verlas:
En que tal vez la campana
de alguna arruinada iglesia
da misteriosos sonidos
de maldición y anatema,
que los sábados convoca
a las brujas a su fiesta.
El cielo estaba sombrío,
no vislumbraba una estrella,
silbaba lúgubre el viento,
y allá en el aire, cual negras
fantasmas, se dibujaban
las torres de las iglesias,
y del gótico castillo
las altísimas almenas,
donde canta o reza acaso
temeroso el centinela.
Todo en fin a media noche
reposaba, y tumba era
de sus dormidos vivientes
la antigua ciudad que riega
el Tormes, fecundo río,
nombrado de los poetas,
la famosa Salamanca,
insigne en armas y letras,
patria de ilustres varones,
noble archivo de las ciencias.
Súbito rumor de espadas
cruje y un ¡ay! se escuchó;
un ay moribundo, un ay
que penetra el corazón,
que hasta los tuétanos hiela
y da al que lo oyó temblor.
Un ¡ay! de alguno que al mundo
pronuncia el último adiós.

El ruido
cesó,
un hombre
pasó
embozado,
y el sombrero
recatado
a los ojos
se caló.
Se desliza
y atraviesa
junto al muro
de una iglesia
y en la sombra
se perdió.


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30 págs. / 53 minutos / 631 visitas.

Publicado el 21 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

El Viaje del Parnaso

Miguel de Cervantes Saavedra


Poesía


Licencia

Por mandado y comisión de los señores del Consejo, he visto El viaje del Parnaso, de Miguel de Cervantes Saavedra; y, después de no tener cosa contra lo que tiene y enseña nuestra santa fee católica ni buenas costumbres, tiene muchas muy apacibles y entretenidas, y muy conformes a las que del mismo autor honran la nación y celebra el mundo. Este es mi parecer, salvo &c. En Madrid, a 20 de setiembre, 1614.

El maestro Joseph de Valdivielso.


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79 págs. / 2 horas, 19 minutos / 407 visitas.

Publicado el 22 de abril de 2016 por Edu Robsy.

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