Mayoría popular: ¡Por fin España votó a derechas!
Este era el titular, zumbón pero descriptivo, de aquella mañana: 
en las páginas interiores, la información detallada de lo que todos 
vieron por la tele. Los ordenadores habían sufrido el colapso de 
costumbre y, luego, otro mayor al contemplar el fuerte color verde de la
 cara del vicepresidente al ver, por primera vez, los avances del 
escrutinio.
Miraba los papeles. El saber leer como cualquier intelectual no le 
facilitaba las cosas. Lo que los ojos le decían no lo asimilaba el alado
 espíritu. ¡Por la  estilográfica de Machado y el patio con limonero 
adjunto! La mayoría se le había desmandado: los pobres y los 
descamisados mordían la mano que tanto los atornilló.
Verde que te quiero verde, sacó el coraje de su estuche y desenroscó 
la lengua: con un cuarenta y siete por ciento de los votos escrutados, 
el PP tendría 213 escaños, 82 el PSOE...
Se volvió. Creía haber oído risitas a su espalda.
* * *
Chiqui Benegas, especialista en excusas, llevaba tres horas 
pensando a cinco atmósferas. Descubrir el "Efecto Segunda Vuelta" de 
Melilla sólo le había costado una, pero no siempre las explicaciones 
oficiales redondas acudían, ligeras, a su mente progresista. Su yo más 
íntimo, en los descuidos, parecía opinar que los diferentes "Casos 
Guerra" ilustraban sobradamente el revolcón.
—El Socialismo —dijo cuando estuvo convencido de que casi todo cuela—
 ha conservado su cuota de votos. La derecha se ha unido, viéndose 
favorecida por la Ley d'Hondt. Culmina así un proceso de acoso pero no 
de derribo. Por otro lado, ha actuado el "Síndrome del Este".
Los múltiples secretarios usaron los teléfonos para advertir a todos 
los que aguardaban a la versión oficial para hacer declaraciones: 
—Consigna: todos contra el Psoe, ya podrán. Y, "Síndrome del Este".
* * *
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