Textos más vistos etiquetados como Teatro | pág. 11

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etiqueta: Teatro


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El Gran Teatro del Mundo

Pedro Calderón de la Barca


Teatro, Auto sacramental


Personas

EL AUTOR
EL MUNDO
EL REY
LA DISCRECIÓN
LA LEY DE GRACIA
LA HERMOSURA
EL RICO
EL LABRADOR
EL POBRE
UN NIÑO
UNA VOZ
Acompañamiento

Acto único

Sale el AUTOR con manto de estrellas y potencias en el sombrero.

AUTOR

Hermosa compostura
de esa varia inferior arquitectura,
que entre sombras y lejos
a esta celeste usurpas los reflejos,
cuando con flores bellas
el número compite a sus estrellas,
siendo con resplandores
humano cielo de caducas flores.

Campaña de elementos,
con montes, rayos, piélagos y vientos:
con vientos donde graves
te surcan los bajeles de las aves;
con piélagos y mares donde a veces
te vuelan las escuadras de los peces;
con rayos donde ciego
te ilumina la cólera del fuego;
con montes donde dueños absolutos
te pasean los hombres y los brutos:
siendo en continua guerra
monstruo de fuego y aire, de agua y tierra.

Tú, que siempre diverso,
la fábrica feliz del universo,
eres, primer prodigio sin segundo,
y por llamarte de una vez, tú el Mundo,
que naces como el Fénix y en su fama
de tus mismas cenizas.

(Sale el MUNDO por diversa puerta)

MUNDO

¿Quién me llama,
que desde el duro centro
de aqueste globo que me esconde dentro
alas viste veloces?
¿Quién me saca de mí? ¿Quién me da voces?

AUTOR

Es tu Autor Soberano.

De mi voz un suspiro, de mi mano
un rasgo es quien te informa,
y a su oscura materia le da forma.

MUNDO

Pues ¿qué es lo que me mandas? ¿Qué me quieres?

AUTOR

Pues soy tu Autor, y tú mi hechura eres,
hoy, de un concepto mío
la ejecución a tus aplausos fío.


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26 págs. / 45 minutos / 1.284 visitas.

Publicado el 17 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Otro

Miguel de Unamuno


Teatro, drama


Personajes

EL OTRO.
ERNESTO, hermano de Laura.
LAURA, la mujer de Cosme.
DAMIANA, mujer de Damián.
DON JUAN, médico de la casa.
EL AMA.

Acto I

Escena I

ERNESTO y DON JUAN.

ERNESTO: Pues bien, don Juan: a usted, el médico de esta casa y algo alienista encima, le ruego que me aclare el misterio de ella y de mi pobre hermana Laura. Porque aquí hay un misterio…, se le respira con el pecho oprimido. Esto parece parte cárcel, parte cementerio, parte…

DON JUAN: ¡Manicomio!

ERNESTO: ¡Justo! Y este misterio…

DON JUAN: ¡Un espanto, don Ernesto, un espanto!

ERNESTO: Como yo no le conocía a él… Se conocieron y casaron estando yo en América, y al volver me he encontrado con este… loco.

DON JUAN: ¡Cabal! Su cuñado de usted; el marido de la pobre Laura, se ha vuelto loco de remate.

ERNESTO: Eso ya lo había yo sentido; pero ¿ella?

DON JUAN: ¿Ella? Loca por contagio. Les une y a la vez les separa un espanto común…

ERNESTO: ¿Les separa?


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Dominio público
33 págs. / 58 minutos / 2.012 visitas.

Publicado el 9 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Fausto

Wolfgang Goethe


Teatro


DEDICATORIA

Os aproximáis de nuevo, formas temblorosas que os mostrasteis hace ya mucho tiempo a mi turbada vista. Mas, ¿intento apresaros ahora?, ¿se siente mi corazón aún capaz de semejante locura? Os agolpáis, luego podéis reinar al igual que, saliendo del vaho y la niebla, os vais elevando a mi alrededor. Mi pecho se estremece juvenilmente al hálito mágico de vuestra procesión.

Me traéis imágenes de días felices, y algunas sombras queridas se alzan. Como a una vieja leyenda casi olvidada, os acompañan el primer amor y la amistad; el dolor se renueva; la queja vuelve a emprender el errático y laberíntico camino de la vida y pronuncia el nombre de aquellas nobles personas que, engañadas por la esperanza de días de felicidad, han desaparecido antes que yo.

Las almas a las que canté por primera vez ya no escucharán estos cantos. Se disolvió aquel amigable grupo y se extinguió el eco primero. Mi canción se entona para una multitud de extraños cuyo aplauso me provoca temor, y todo aquello que se regocijaba con mi canto, si aún vive, vaga disperso por el mundo.

Me sumo en una nostalgia, que no sentía hace mucho tiempo, de aquel reino de espíritus, sereno y grave. Mi canto susurrante flota como arpa de Eolo; un escalofrío se apodera de mí. Las lágrimas van cayendo una tras otra. El recio corazón se enternece y ablanda. Lo que poseo lo veo en la lejanía y lo que desapareció se convierte para mí en realidad.


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Protegido por copyright
276 págs. / 8 horas, 4 minutos / 508 visitas.

Publicado el 4 de abril de 2018 por Edu Robsy.

Hécuba

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Argumento

Cuando los griegos pusieron sitio a Troya y Príamo se vio acometido de tantos y tan fuertes enemigos, no solo acudió a la defensa de su reino poniendo al frente de sus tropas a sus numerosos hijos, que podían manejar las armas, sino que, presintiendo el fatal desenlace que esta guerra podría tener para su familia, confió su hijo impúbero Polidoro a la custodia de Poliméstor, rey del Quersoneso de Tracia, y depositó en sus manos al mismo tiempo un cuantioso tesoro. Poliméstor, mientras resistieron los troyanos, fue fiel a los deberes que le imponían sus antiguas relaciones con Príamo, en cuya mesa había apurado tantas veces la copa de la hospitalidad; pero cuando pereció el anciano rey de Ilión y los griegos la tomaron e incendiaron, repartiéndose su rico botín y las cautivas que habían hecho, según las leyes de la guerra entonces vigentes, codicioso del oro que guardaba, o por congraciarse con los vencedores, o sin temor ya a los parientes de su tierno pupilo, lo asesinó con alevosía, apoderándose de sus riquezas. A los tres días de muerto, y deseosa la sombra de Polidoro de que se diese sepultura a su cadáver, se apareció a su madre Hécuba, que, en compañía de las esclavas troyanas, esperaba en el Quersoneso vientos favorables a la navegación de los griegos. Hallábanse estos detenidos allí, aterrados con el fantasma de Aquiles, que, derecho sobre su túmulo, situado enfrente, había rogado que se le sacrificase Políxena, hija también de Príamo y de Hécuba, y hermana de Polidoro; y con tal premura que, a no hacerlo, no podrían navegar hacia su patria. Esta tragedia de Eurípides se propone representar dramáticamente los dolores de Hécuba, herida en su corazón por la muerte de sus dos hijos Políxena y Polidoro, y la venganza que toma de Poliméstor, cegado por ella y por sus esclavas, que matan también a sus hijos.


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Dominio público
36 págs. / 1 hora, 4 minutos / 420 visitas.

Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Intenciones

Oscar Wilde


Ensayo, Teatro


La decadencia de la mentira

UN DIÁLOGO

Personajes: Cyril y Vivian

Lugar: Biblioteca de una casa de campo en Nottingham.

CYRIL (Mientras que entra por la puerta-balcón abierta de la terraza.).- Pasa usted demasiado tiempo encerrado en la biblioteca, querido. Hace una tarde magnífica y el aire es tibio. Flota sobre el bosque una bruma rojiza como la flor de los ciruelos. Vayamos a tumbarnos sobre la hierba, nos fumaremos un cigarrillo y gozaremos de la madre Naturaleza.

VIVIAN.- ¡Gozar de la Naturaleza! Antes que nada quiero que sepa que he perdido esa facultad por completo. Dicen las personas que el Arte nos hace amar aún más a la Naturaleza, que nos revela sus secretos y que una vez estudiados estos concienzudamente, según afirman Corot y Constable, descubrimos en ella cosas que antes escaparon a nuestra observación. A mi juicio, cuanto más estudiamos el Arte, menos nos preocupa la Naturaleza. Realmente lo que el Arte nos revela es la falta de plan de la Naturaleza, su extraña tosquedad, su extraordinaria monotonía, su carácter completamente inacabado. La Naturaleza posee, indudablemente, buenas intenciones; pero como dijo Aristóteles hace ya tiempo que no puede llevarlas a cabo. Cuando miro un paisaje, me es imposible dejar de ver todos sus defectos. A pesar de lo cual, es una suerte para nosotros que la Naturaleza sea tan imperfecta, ya que de no ser así no existiría el Arte. El Arte es nuestra enérgica protesta, nuestro valiente esfuerzo para enseñar a la naturaleza cuál es su verdadera función. En cuanto a eso de la infinita variedad de la Naturaleza, no es más que un mito. La variedad no se puede encontrar en la Naturaleza misma, sino en la imaginación, en la fantasía o en la ceguera cultivada de su observador.


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Dominio público
179 págs. / 5 horas, 14 minutos / 883 visitas.

Publicado el 12 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

La Escuela de los Maridos

Molière


Teatro, Comedia


Personajes

DON GREGORIO
DON MANUEL
DOÑA ROSA
DOÑA LEONOR
JULIANA
DON ENRIQUE
COSME
UN COMISARIO
UN ESCRIBANO
UN LACAYO. No habla.
UN CRIADO. No habla.

La escena es en Madrid, en la plazuela de los Afligidos.

La primera casa a mano derecha, inmediata al proscenio, es la de DON GREGORIO, y la de enfrente, la de DON MANUEL. Al fin de la acera junto al foro está la de DON ENRIQUE, y al otro lado la del comisario. Habrá salidas de calle practicables, para salir y entrar los personajes de la comedia.

La acción empieza a las cinco de la tarde y acaba a las ocho de la noche.

Acto I

Escena I

DON MANUEL, DON GREGORIO.

DON GREGORIO.— Y por último, señor Don Manuel, aunque usted es en efecto mi hermano mayor, yo no pienso seguir sus correcciones de usted ni sus ejemplos. Haré lo que guste, y nada más; y me va muy lindamente con hacerlo así.

DON MANUEL.— Ya; pero das lugar a que todos se burlen, y...

DON GREGORIO.— ¿Y quién se burla? Otros tan mentecatos como tú.

DON MANUEL.— Mil gracias por atención, señor Don Gregorio.

DON GREGORIO.— Y bien, ¿qué dicen esos graves censores?, ¿qué hallan en mí que merezca su desaprobación?

DON MANUEL.— Desaprueban la rusticidad de tu carácter; esa aspereza que te aparta del trato y los placeres honestos de la sociedad; esa extravagancia que te hace tan ridículo en cuanto piensas y dices y obras, y hasta en el modo de vestir te singulariza.


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Dominio público
46 págs. / 1 hora, 20 minutos / 848 visitas.

Publicado el 6 de marzo de 2019 por Edu Robsy.

Las Avispas

Aristófanes


Teatro, comedia


Personajes

PRIMER SERVIDOR (llamado Sosías)
Dos PERROS.
SEGUNDO SERVIDOR (llamado Jantias).
UN CONVIDADO
BDELICLEÓN
UNA PANADERA
FILOCLEÓN
UN DEMANDANTE
NIÑOS PORTADORES DE LINTERNAS
PERSONAJES MUDOS
Los JUECES, disfrazados de avispas, que componen el coro.

(La escena transcurre en Atenas y empieza poco antes del amanecer frente a la casa de Filocleón.)

SOSIAS: ¡Oye! ¿Qué estás enfermo, mi pobre Jantias?

JANTIAS: (Dormitando.) Procuro descansar después de esta noche de guardia.

SOSIAS: ¿Tus costillas reclaman, pues, una llamada de buenos latigazos? ¿O no sabes la clase de fiera que guarda­mos ahí dentro?

JANTIAS: Lo sé; pero quiero dormir un poco.

SOSIAS: Peligroso es, aunque puedes hacerlo; también yo siento que sobre mis párpados pesa un dulce sueño.

JANTIAS: ¿Estás loco o es que juegas al Coribante?

SOSIAS: No; este sopor que se apodera de mí proviene de Sabacio.

JANTIAS: ¡Sabacio! Los dos adoramos, pues, al mismo dueño. Ahora poco, también a mí me ha asestado el sueño un mazazo, atacándome como un medo y acabo de tener un sueño extraordinario.

SOSIAS: Y yo he tenido otro, como nunca. Pero cuenta primero el tuyo.

JANTIAS: He creído ver un águila muy grande bajar vo­lando sobre el Agora, y arrebatando en sus garras un escu­do de bronce elevarse con él hasta el cielo; después ví a Cleónimo que arrojaba aquel mismo escudo.

SOSIAS: De modo que Cleónimo es un verdadero enigma. En la mesa esto puede servir de distracción a los con­vidados: adivina adivinanza ¿cuál es el animal que arroja su escudo por tierra, por el aire y en el mar?

JANTIAS: ¿Qué desgracia me anunciará semejante sue­ño?

SOSIAS: No te preocupes; ningún mal te sucederá; te lo aseguro.

JANTIAS: Sin embargo, es muy mal agüero el de un hombre arrojando su escudo. Pero cuenta tu sueño.


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Dominio público
45 págs. / 1 hora, 19 minutos / 603 visitas.

Publicado el 31 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Las Suplicantes

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Argumento

Adrasto, rey de Argos, rechazado por Creonte, tirano de Tebas, en su demanda de sepultar los cadáveres de los cinco jefes que la atacaron, porque Polinices, hijo de Edipo, había sido inhumado por su hermana Antígona, y a Anfiarao se lo tragó la tierra, acude para lograr su objeto a Teseo, rey de Atenas, que al principio se niega a complacerlo y hasta lo trata con escasa cortesía y miramiento. Pero las madres ancianas de los insepultos son más afortunadas con Etra, madre de Teseo, a la sazón en Eleusis para celebrar la fiesta de Deméter. Imploran su piedad como suplicantes, consiguen que acceda a sus ruegos, recaba de su hijo lo que no pudo conseguir Adrasto, y los difuntos son al fin recuperados por la fuerza de las armas y traídos a Atenas. Evadne, esposa de Capaneo, se precipita en la pira de su marido, y Atenea aconseja a Teseo que conserve a su disposición para lo sucesivo testimonio fehaciente del favor dispensado entonces a Argos.


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Dominio público
34 págs. / 1 hora / 21 visitas.

Publicado el 13 de julio de 2025 por Edu Robsy.

Los Persas

Esquilo


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Personajes del drama

Coro de ancianos persas
Atosa, la Reina Madre
Un mensajero
La sombra de Darío, padre de Jerjes
Jerjes, rey de Persia

Los persas

La acción se desarrolla en Susa. En escena una gradería porticada y la tumba de DARÍO.

(Van entrando lentamente en la orquéstra los ancianos que forman el CORO).


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Protegido por copyright
24 págs. / 43 minutos / 1.112 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Prometeo Encadenado

Esquilo


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Personajes del drama

Fuerza, esbirro de Zeus
Violencia, esbirro de Zeus
Hefesto, dios del fuego
Prometeo, Titán
Océano, Titán
Hermes, dios mensajero
Ío, mortal amada por Zeus
Coro de oceánides, hijas de Océano

Prometeo encadenado

La acción, en una montaña de Escitia.

(Salen a escena FUERZA y VIOLENCIA conduciendo al Titán PROMETEO. Les sigue HEFESTO llevando consigo un martillo, cadenas y una cuña. Se dirigen a una enorme roca donde colocan a PROMETEO para que HEFESTO pueda clavarlo en ella).

FUERZA. Al confín de la tierra hemos llegado, a la desierta y desolada Escitia. Hefesto, ahora es tu turno: cumplir debes las órdenes que el Padre te impusiera, amarrar con grilletes irrompibles a este escarpado risco este bandido. Pues tu atributo, el ígneo de la llama fulgor y fuente de las artes todas robó del Cielo y diolo a los mortales. Es justo, pues, que pague este delito. ¡Que aprenda a respetar de Zeus la fuerza, y a poner freno a su filantropía!

HEFESTO. Habéis cumplido ya, Fuerza y Violencia, las órdenes que Zeus os encargara; no hay nada que añadir. Pero yo, en cambio, no tengo corazón para amarrar a un dios, pariente mío, a este peñasco, borrascoso. Mas, ay, he de intentarlo, que es grave desoír la orden paterna.

(A PROMETEO).


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Protegido por copyright
27 págs. / 47 minutos / 1.762 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

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