Textos publicados el 3 de enero de 2017 | pág. 2

Mostrando 11 a 14 de 14 textos encontrados.


Buscador de títulos

fecha: 03-01-2017


12

El Signo Amarillo

Robert Chambers


Cuento


Rompen las olas neblinosas a lo largo de la costa,
Los soles gemelos se hunden tras el lago,
Se prolongan las sombras
En Carcosa.
Extraña es la noche en que surgen estrellas negras,
Y extrañas lunas giran por los cielos,
Pero más extraña todavía es la
Perdida Carcosa.
Los cantos que cantarán las Híades
Donde flamean los andrajos del Rey,
Deben morir inaudibles en la
Penumbrosa Carcosa.
Canto de mi alma, se me ha muerto la voz,
Muere, sin ser cantada, como las lágrimas no derramadas
Se secan y mueren en la
Perdida Carcosa.

El canto de Cassilda en El Rey de Amarillo

Acto 1º, escena 2ª

I. QUE COMPRENDE EL CONTENIDO DE UNA CARTA SIN FIRMA ENVIADA AL AUTOR

¡Hay tantas cosas imposibles de explicar! ¿Por qué ciertas notas musicales me recuerdan los tintes dorados y herrumbrosos del follaje de otoño? ¿Por qué la Misa de Santa Cecilia hace que mis pensamientos vaguen entre cavernas en cuyas paredes resplandecen desiguales masas de plata virgen? ¿Qué había en el tumulto y el torbellino de Broadway a las seis de la tarde que hizo aparecer ante mis ojos la imagen de un apacible bosque bretón en el que la luz del sol se filtraba a través del follaje de la primavera y Sylvia se inclinaba a medias con curiosidad y a medias con ternura sobre una pequeña lagartija verde murmurando: "¡Pensar que esta es una criatura de Dios!"?


Información texto

Protegido por copyright
23 págs. / 40 minutos / 112 visitas.

Publicado el 3 de enero de 2017 por Edu Robsy.

Ranchos (Costumbres del Campo)

Javier de Viana


Cuentos, Colección


EL ALMA DEL PADRE

Por la única puerta de la cocina,—una puerta de tablas bastas, sin machimbres, llena de hendijas, anchas de una pulgada, el viento en ráfagas, violentas y caprichosas, se colaba a ratos, silbaba al pasar entre los labios del maderamen, y soplando con furia el hogar dormitante en medio de la pieza, aventaba en grísea nube las cenizas, y hacía emerger del recio trashoguero, ancha, larga y roja llama que enargentaba, fugitivamente, los rostros broncíneos de los contertulios del fogón y el brillador azabache de los muros esmaltados de ollin.

Y de cuando en cuando, la habitación aparecía como súbitamente incendiada por los rayos y las centellas que el borrascoso cielo desparramaba a puñados sobre el campo.

El lívido resplandor cuajaba la voz en las gargantas y los gestos en los rostros, sin que enviara para nada la lógica reflexión de don Matías,—expresada después de pasado el susto.

—Con los rayos acontece lo mesmo que con las balas; la que oímos silbar es porque pasa de largo sin tocarnos; y con el rejucilo igual: el que nos ha'e partir no nos da tiempo pa santiguarnos...

Y no hay para qué decir que en todas las ocasiones, era el primero en santiguarse; aún cuando rescatara de inmediato la momentánea debilidad, con uno de sus habituales gracejos de que poseía tan inagotable caudal como de agua fresca y pura, la cachimba del bajo,—pupila azul entre los grisáceos párpados de piedra, que tenían un perfumado festón de hierbas por pestañas.

El tallaba con el mate y con la palabra, afanándose en ahuyentar el sueño que mordía a sus jóvenes compañeros, a fuerza de cimarrón y a fuerza de historias, pintorescas narraciones y extraordinarias aventuras, gruesas mentiras idealizadas por su imaginación poética.


Leer / Descargar texto

Dominio público
97 págs. / 2 horas, 50 minutos / 270 visitas.

Publicado el 3 de enero de 2017 por Edu Robsy.

¡Un Millón!

Pedro Muñoz Seca


Teatro, Comedia


A Don Elías Ahuja y Andría

ACTO PRIMERO

Una botica. Al foro, el reverso de la anaquelería de la farmacia con sus característicos botes; en el centro de la misma, un arco que da paso a la tienda y a la calle, y sobre él, una fotografía ampliada de un simpático y barbudo señor. A la derecha, una mesa camilla, algunos sillones lebrijanos, etc. Y a la izquierda, un mostradorcito laboratorio con anaquelería en la pared del lateral. Una puerta en el lateral derecha y otra en la izquierda. Es de día. La acción, en un pueblo andaluz. Es primavera.

(Al levantarse el telón están jugando al tresillo, sentados a la mesa camilla, EL PADRE PÉREZ, sacerdote de gorro y balandrán; DON WAMBA, maestro de escuela; CABRERA, médico cincuentón algo fachendoso, y FARFÁN, que tiene aspecto de bruto, y lo es. En el mostrador manipula DON RAMONCITO, hombre de edad indefinida y de indumento brilloso y anticuado.)

WAMBA:

¡Juego!

CABRERA:

Más.

PÉREZ:

Sólo a espadas.

FARFÁN:

¡Y van ocho, padre Pérez!

PÉREZ:

Con la ayuda del Señor…

CABRERA:

Con la ayuda del Señor, nos está usté asando.

WAMBA:

Como que hase trampas.

PÉREZ:

¡Señor maestro! (A Cabrera.) ¡Doctor! ¿Oye usté?… ¿Yo trampas?

WAMBA:

¡Trampas! Usté juega encomendándose al Todopoderoso…, y lo del cuento: ¡aquí milagritos, no, que nos jugamos el dinero! ¿Quién va?

CABRERA:

Por la mano. (Juegan.)

FARFÁN:


Leer / Descargar texto

Dominio público
67 págs. / 1 hora, 57 minutos / 468 visitas.

Publicado el 3 de enero de 2017 por Edu Robsy.

¡Usted es Ortiz!

Pedro Muñoz Seca


Teatro, Comedia


Caricatura superrealista en tres actos

ACTO PRIMERO

Un gran salón en el castillo de Ortíz de Crochiao, vetusta mansión, casi feudal, situada en las cercanías de Valtablado de Beteta, pueblecito de la provincia de Cuenca.

Hay en este salón una monumental y artística chimenea en el ángulo de la derecha, un balcón en el foro, dos puertas en el lateral izquierda y otra, la de entrada, en la derecha, primer término. Los muebles, magníficos, han conocido la florida época del renacimiento y los tapices y las alfombras y cuanto hay en la estancia, y habrá mucho y bueno, ostenta la pátina de los siglos. Hay una vitrina con abanicos y objetos de arte y dos cuadros del siglo diez y seis, escuela italiana, ricamente enmarcados. Son las once y media de la noche del día 31 de diciembre de 1926. Una mala noche porque unas veces llueve y truena y otras nieva y ventea furiosamente.

Al levantarse el telón la escena está a oscuras. Se escucha el zumbido del viento. Por la cristalera del balcón penetra la viva luz de un relámpago. Un trueno y en seguida se oye dentro la voz de Juan Cerro.

JUAN:

(Dentro.) ¡Ensienda usté, mardita sea er bicarbonato!

EVERILDA:

(Dentro.) ¡Espere usted, cristiano!… (Entra Everilda en escena por la puerta de la derecha y da vueltas a una llave de luz que hay cercana. Golpe a golpe se van encendiendo las bombillas de una gran araña que pende del centro del artesonado. Queda la escena intensamente alumbrada. Everilda, ama de llaves de la familia Ortiz, mujer de cincuenta años, trae dos saquitos de mano y viene muy abrigada, porque acaba de hacer un viaje en automóvil con Juan Cerro, especie de mayordomo, y con Eulogia, cocinera de la casa, mujer joven y algo asustadiza.)

EULOGIA:


Leer / Descargar texto

Dominio público
75 págs. / 2 horas, 11 minutos / 669 visitas.

Publicado el 3 de enero de 2017 por Edu Robsy.

12