Textos más cortos publicados el 15 de marzo de 2018

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fecha: 15-03-2018


El Cíclope

Eurípides


Teatro, Drama satírico


Argumento

Odiseo, zarpando desde Ilión, fue arrojado en Sicilia, en donde vivía Polifemo. Allí encontró a los Sátiros sometidos a esclavitud, les dio vino y estaba a punto de recibir de ellos corderos y leche. Presentándose de improviso Polifemo, pregunta la causa de que se lleven sus bienes. Y Sileno afirma que había sorprendido al extranjero cuando los estaba robando.

Personajes

SILENO.
CORO de Sátiros.
ODISEO.
CÍCLOPE.


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Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Los Heráclidas

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Argumento

Yolao era hijo de Ificles y sobrino de Heracles. En su juventud participó con éste en sus campañas; en su vejez permaneció, como defensor fiel, junto a sus descendientes. Siendo expulsados los hijos de Heracles de todas las tierras por obra de Euristeo, llegó con ellos a Atenas y allí, refugiándose en los dioses, recibió la seguridad de parte de Demofonte, soberano de la ciudad. Queriendo Copreo, heraldo de Euristeo, llevarse a rastras a los suplicantes, Yolao se lo impidió. Copreo se retiró tras amenazarle con que se preparara para una guerra. Pero Demofonte no se preocupaba por eso. Como tuvieran lugar unos oráculos que le daban la victoria si sacrificaba en honor de Deméter a la muchacha más noble, quedó sumido en la duda con el vaticinio, pues no consideraba justo matar a su propia hija ni a la de ningún ciudadano a causa de los suplicantes. Sabedora de la profecía, una de las hijas de Heracles, Macaria, arrostró voluntariamente la muerte. Entonces la honraron por haber muerto con nobleza y, sabiendo que los enemigos se habían presentado, se lanzaron al combate…

Personajes

YOLAO.
HERALDO, Copreo.
CORO.
DEMOFONTE.
MACARIA.
Un SERVIDOR.
ALCMENA.
Un MENSAJERO.
EURISTEO.


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30 págs. / 53 minutos / 480 visitas.

Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Agrícola

Tácito


Tratado


Transmitir a la posteridad los hechos y conductas de los hombres ilustres, frecuente antaño, ni siquiera una época tan despreocupada por lo suyo como es la nuestra lo ha descuidado, cuantas veces alguna grande y notoria virtud venció y se sobrepuso a un vicio común a pueblos pequeños y grandes: el aborrecimiento y la ignorancia de lo recto.

Entre nuestros antepasados, en cambio, de igual modo que existía la facilidad el campo libre para logros memorables, así también los más afamados por su ingenio se veían impulsados a dar a conocer tales méritos, sin buscar influencia o medro; su único incentivo era la conciencia de su buena acción. Pensaron muchos que escribir su autobiografía significaba confianza en su recto proceder y no arrogancia, y ello no les supuso a Rutilio o a Escauro ningún motivo de sospecha o crítica. ¡Hasta tal punto los valores humanos se estiman mejor que nunca en los momentos en que surgen con mayor facilidad!

Pero, ahora, para relatar la vida de un hombre ya desaparecido me ha sido precisa una licencia que no hubiera necesitado si pretendiera acusarlo: ¡tan crueles y hostiles a las virtudes humanas están los tiempos!

Hemos leído que, cuando Aruleno Rústico escribió el panegírico de Peto Trásea y Herennio Seneción el de Prisco Helvidio, incurrieron en delito capital y se persiguió con crueldad a estos autores, a sus personas y a sus libros, pues se encomendó a los triúnviros el quemar en el comicio y en el foro las manifestaciones de aquellos ingenios preclaros. Creían, sin duda, que con aquel fuego se destruía la voz del pueblo romano, la libertad del Senado y la conciencia del género humano, sobre todo tras la expulsión de los filósofos y el destierro de todas las artes nobles, para que nada honesto les hiciera frente en parte alguna.


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Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Andrómaca

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Argumento

I

Neoptólemo, habiendo recibido en Troya, como botín, a Andrómaca, esposa de Héctor, tuvo un hijo de ella. Más tarde tomó por esposa a Hermíone, la hija de Menelao. Habiendo pedido antes justicia a Apolo de Delfos por la muerte de Aquiles, regresó de nuevo hacia el oráculo, para aplacar al dios. La reina, celosa de Andrómaca, maquinaba la muerte contra ella, después de mandar llamar a Menelao. Andrómaca había puesto a buen recaudo a su hijito, y, personalmente, acudió a refugiarse al santuario de Tetis. Los hombres de Menelao descubrieron al niño, y a ella, engañándola, le hicieron levantarse de allí. Cuando se disponían a degollarlos a ambos, se lo impidió la aparición de Peleo. Entonces Menelao regresó a Esparta y Hermíone cambió de parecer temiendo que Neoptólemo se presentara. Habiendo venido Orestes, se llevó a ésta y tramó una conspiración contra Neoptólemo. Se presentaron los que traían a éste, una vez muerto. Tetis, apareciéndose a Peleo cuando se disponía a llorar el cadáver, le ordenó que lo enterrara en Delfos, y que enviara a Andrómaca al país de los molosos junto con su hijo, y que, por su parte, aceptara la inmortalidad. Él, cuando la obtuvo, pasó a vivir a las islas de los bienaventurados.

II

La escena del drama se supone en Ptía y el Coro está formado por mujeres de Ptía. En el prólogo habla Andrómaca. El drama es de los del segundo grupo. El prólogo está dicho con claridad y elocuencia. Y, además, los versos elegíacos del lamento de Andrómaca. En la segunda parte el discurso de Hermíone deja ver su condición de reina, y no está mal su discurso contra Andrómaca. Bien está también Peleo, que libra a Andrómaca.


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Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Hécuba

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Argumento

Después del sitio de Ilion, los griegos arribaron al Quersoneso que está enfrente de la Tróade. Aquiles, aparecido de noche, exigía como sacrificio una de las hijas de Príamo. Pues bien, los griegos, tratando de honrar al héroe, sacrificaron a Políxena tras arrebatársela a Hécuba. Poliméstor, rey de los tracios, dio muerte a Polidoro, uno de los Priámidas. Poliméstor lo había recibido de parte de Príamo en prenda de amistad junto con dinero. Tomada la ciudad, como quisiera quedarse con el dinero, se dispuso a matarlo y menospreció la amistad a la hora de la desgracia.

Arrojado el cuerpo al mar, el oleaje lo echó fuera frente a las tiendas de las prisioneras. Hécuba, tras contemplar el cadáver, lo reconoció. Después de comunicar su resolución a Agamenón, hizo venir ante sí a Poliméstor con sus hijos, ocultándole lo ocurrido, como para ponerle al corriente de unos tesoros de Ilion. Cuando se presentaron, mató a los hijos y a él le privó de la vista. Hablando ante los griegos venció a su acusador. Se interpretó, en efecto, que ella no había dado comienzo a la crueldad, sino que se había defendido de quien la comenzó.

Personajes

ESPECTRO DE POLIDORO.
HÉCUBA.
CORO de cautivas.
POLÍXENA.
ULISES.
TALTIBIO.
SERVIDORA.
AGAMENÓN.
POLIMÉSTOR.


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Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Hipólito

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Argumento

I

Teseo era hijo de Etra y de Posidón y rey de Atenas. Se casó con una de las Amazonas, Hipólita, y de ella engendró a Hipólito, que sobresalía por su belleza y por su virtud. Cuando su compañera abandonó la vida, se volvió a casar con una mujer cretense, con Fedra, hija de Minos, rey de Creta, y de Pasífae. Teseo, después de haber asesinado a Palante, uno de sus parientes, fue en exilio a Trozén con su esposa, en donde Hipólito era educado junto a Piteo. Cuando Fedra contempló al muchacho, cayó presa del deseo, no porque fuese intemperante, sino por cumplir el plan de Afrodita, que, habiendo decidido destruir a Hipólito por su virtud, impulsó a Fedra a enamorarse de él y alcanzó así lo que se proponía. A pesar de que Fedra ocultaba su mal, con el tiempo se vio obligada a revelárselo a la nodriza, la cual había prometido ayudarla; ella, contra la voluntad de Fedra, se lo hizo saber al muchacho. Habiéndose enterado Fedra de que él se había enfurecido, se lo echó en cara a la nodriza y se colgó. Apareciendo Teseo en ese preciso momento y apresurándose a liberar a su esposa colgada, encontró unida a ella una tablilla, que acusaba a Hipólito de su muerte por haberla seducido. Dando crédito a lo que estaba escrito, ordenó a Hipólito marchar al exilio y él mismo dirigió a Posidón maldiciones que, oyéndolas el dios, causaron la muerte a Hipólito. Ártemis, revelando a Teseo cada uno de los hechos que habían acontecido, no lanzó reproches sobre Fedra, sino que consoló a Teseo, que se había visto privado de su hijo y de su esposa, y anunció que en el propio país serían establecidas honras a Hipólito.

II


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Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Diálogo de los Oradores

Tácito


Diálogo, Tratado, Oratoria


I

Mucho tiempo ha que deseas saber de mí, Justo Fabio, por qué causa, habiendo florecido en los pasados tiempos en ingenio y fama tantos excelentes oradores, ahora el nuestro, falto de ellos y sin aplauso, apenas conserva el uso del nombre mismo de orador, pues así llamamos únicamente a los antiguos; pero a los elocuentes de estos días, causídicos, abogados, patronos y cualquiera otra cosa menos oradores. A esta tu pregunta no me atreviera yo en verdad a responder y tomar sobre mis hombros el peso de tan grande cuestión en tales términos, que haya de juzgarse mal de nuestros ingenios si a esto no llegan mis alcances, o de mi modo de pensar, si no quiero decir mi parecer, en el caso de que hubiera yo de preferir el mío y no de reproducir cierta conversación de hombres muy discretos, según las circunstancias de ahora, que yo, siendo muy joven, les oí, y en la que estaban tratando esta misma cuestión. Así que el trabajo no está en el ingenio, sino en la memoria, con que poder acordarme de todas aquellas cosas que de boca de estos claros varones escuché, discurridas con sutileza y dichas con gravedad; y declarar con la misma elegancia, con las mismas razones y el mismo orden, las diversas causas que cada uno exponía bastante razonables, manifestando su interior modo de pensar y discurrir; pues no faltó quien, tomando el partido contrario, después de haber censurado y despreciado mucho a los antiguos, antepusiera la elocuencia de nuestro tiempos a la de aquellos.


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Dominio público
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Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Flórida

Apuleyo


Discurso


I

Un alto obligado en un viaje presuroso.

Del mismo modo que los viajeros piadosos, cuando encuentran en su camino un bosquecillo sagrado o algún lugar santo, suelen formular votos, ofrendar un fruto y sentarse un momento, así también, al entrar en esta sacratísima ciudad, he de suplicaros, ante todo, vuestro favor, pronunciar un discurso y refrenar mi prisa, por mucha que ésta sea. No podrían, en efecto, imponer con más justicia al caminante una demora piadosa, ni un altar adornado con guirnaldas de flores, ni una gruta sombreada de follaje, ni una encina cargada de cuernos, ni un haya coronada con pieles de fieras, ni siquiera un túmulo, cuya verja le da carácter sagrado, ni un tronco convertido en imagen por la acción del hacha, ni un pedazo de césped humedecido por las libaciones, ni una piedra impregnada de aceite perfumado. Todas estas cosas son, en efecto, insignificantes y, aunque unos pocos viajeros, después de haberse informado sobre ellas, les formulan votos, sin embargo, los más no se fijan en ellas y pasan de largo.

II

La vista humana y la del águila.

En cambio, lo mismo hizo mi antepasado Sócrates, el cual, como hubiese visto un bello efebo, que guardaba prolongado silencio, le dijo: «di también algo, para que yo te vea».

Seguramente Sócrates no veía a un hombre, si éste estaba callado. Estimaba, en efecto, que no hay que juzgar a los hombres con la mirada de los ojos, sino con la agudeza de la mente y la penetración del espíritu.

Esta opinión no coincidía con la del soldado de Plauto, que dice así:

Vale más un solo testigo con ojos, que diez con orejas.

Sócrates, por el contrario, había retorcido este verso y lo aplicaba al examen atento de los hombres:

Vale más un solo testigo con orejas, que diez con ojos.


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Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Apología

Apuleyo


Filosofía


Exordio

Yo estaba seguro y consideraba como cierto, ¡oh Claudio Máximo y cuantos formáis parte del consejo asesor!, que Sicinio Emiliano, anciano de insensatez bien notoria, dada la inexistencia de cargos fundados, trataría de llevar adelante, sólo a base de invectivas injuriosas, la acusación que ante ti ha formulado contra mí, antes de haberla meditado seriamente consigo mismo. Cualquier inocente puede, en efecto, ser acusado, pero no puede probarse su culpabilidad, si no es verdaderamente culpable. Confiado, sobre todo, en este principio, me felicito, a fe mía, por haberme caído en suerte la amplia posibilidad de defender la pureza de la filosofía frente a los ignorantes y de probar mi inocencia ante un juez como tú. Aunque estas acusaciones calumniosas, así como a primera vista son graves, así también, por imprevistas, han agravado la dificultad de defenderse de ellas. Pues, como bien recuerdas, hace cuatro o cinco días, al disponerme a defender, en interés de mi esposa Pudentila, la causa contra los Granios, cuando menos me lo esperaba, los abogados de Emiliano. tal como lo habían acordado, comenzaron a colmarme de injurias, a acusarme de maleficios mágicos y, por último, de la muerte de mi hijastro Ponciano. Al darme cuenta de que los cargos de que se me hacía objeto no tenían relación alguna con tal proceso, sino que se proferían acusaciones calumniosas, para suscitar un escándalo, tomé la iniciativa y, con mis constantes requerimientos, los intimé a presentar una acusación en toda regla. Pero, entonces, Emiliano, al ver que tú también te habías indignado sobremanera y que de las simples palabras se había pasado a una acción judicial, como desconfiaba del éxito, comenzó a buscarle un refugio a su ligereza.


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123 págs. / 3 horas, 36 minutos / 346 visitas.

Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.