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fecha: 20-02-2017


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Filoctetes

Sófocles


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


PERSONAJES

ODISEO.
CORO.
NEOPTÓLEMO.
FILOCTETES.
Observador disfrazado de mercader.
HERACLES.

ACTO ÚNICO

(La escena tiene lugar en un solitario paraje costero de la isla de Lemnos. En el acantilado se divisa una cueva. Aparecen Odiseo y Neoptólemo con un marino.)

ODISEO. —Éste es el acantilado de la tierra de Lemnos, bañada por todas partes, y no pisada ni habitada por los hombres, en donde, ¡oh Neoptólemo, hijo de Aquiles, el más valiente padre de entre los helenos!, hace tiempo, dejé yo abandonado al Melio, al hijo de Peante. Me habían ordenado hacerlo los que mandaban —le supuraba el pie a causa de un mal devorador—, puesto que no nos era posible acceder a libación ni sacrificio alguno con tranquilidad, sino que continuamente nos invadía todo el campamento con sus agudos lamentos, gritando y gimiendo.

Pero, ¿por qué hay que hablar de esto? No nos es propicio el momento para largos discursos, no vaya a ser que se aperciba de mi venida y eche a perder todo el artificio con el que creo poder cogerle pronto. Tu misión es, de ahora en adelante, obedecer y observar dónde hay aquí una cueva de doble abertura tal que, en invierno, el sol se pose por dos veces, mientras que en verano la brisa, pasando a través de la gruta de doble boca, propicie el sueño. Un poco más abajo, a tu mano izquierda, tal vez puedas ver una fuente de agua corriente, si es que subsiste. Después de acercarte, indícame, por señas, si ocupa aún el mismo lugar, o si se encuentra en otra parte, para que, a continuación, tú escuches el resto de las instrucciones que te voy a dar y actuemos de acuerdo por ambas partes.

NEOPTÓLEMO. —Señor Odiseo, breve trabajo me ordenas. Pues me parece estar viendo una gruta como dices.

ODISEO. —¿Arriba o abajo? Pues no la descubro.


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Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Jefe de Posta

Aleksandr Pushkin


Cuento


¿Quién no ha maldecido a los jefes de posta, quién no los ha colmado de improperios? ¿Quién en un arranque de cólera no les ha exigido el libro fatal para dejar en él constancia de su inútil reclamación contra las vejaciones, la zafiedad y el desorden? ¿Quién no los considera monstruos del género humano semejantes a los difuntos podiachi o, por lo menos, a los salteadores de Múrom? Seamos, sin embargo, ecuánimes, tratemos de ponernos en su lugar y entonces tal vez nuestro juicio sea mucho más indulgente. ¿Qué es un jefe de posta? Un verdadero mártir de la clase decimocuarta y última en el escalafón administrativo, a quien su título no le sirve más que para ponerle a cubierto de los golpes, y aun así no en todas las ocasiones (apelo a la conciencia de mis lectores). ¿Cuál es el cargo de ese dictador como en son de broma le llama el príncipe Viázemski? ¿No es un auténtico galeote? No conoce el descanso ni de día ni de noche. Todo el mal humor acumulado durante el tedioso trayecto, lo descarga el viajero sobre el jefe de posta. El tiempo es insoportable, el camino infernal, el cochero tozudo, los caballos apenas si se arrastran: la culpa es del jefe de posta. Al entrar en su mísera morada, el viajero lo mira como a un enemigo ; menos mal si consigue librarse pronto del molesto huésped; pero, ¿y si no hay caballos?... ¡Dios mío, qué de insultos, qué de amenazas caen sobre su cabeza! En plena lluvia y entre el barro se ve obligado a correr por las caballerizas ; cuando se ha desatado la nevasca, con un frío que se cala hasta los huesos, se retira al zaguán para descansar siquiera sea un instante de los gritos y empujones del viajero irritado. Llega un general; el jefe de posta, tembloroso, le entrega las dos últimas troikas, una de ellas la del correo. El general se va sin darle siquiera las gracias. A los cinco minutos, ¡la campanilla!... Un correo con despachos oficiales arroja sobre la mesa su hoja de ruta...


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Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Discursos sobre la situación de Florencia tras la muerte del joven Lorenzo de Medicis

Nicolás Maquiavelo


Discurso, Tratado, Tratado político


DISCURSUS FLORENTINARUM RERUM POST MORTEM IUNORIS LAURENTII MEDICES

La causa de los frecuentes cambios de constitución en Florencia consiste en no haber sido nunca ni republicana ni monárquica con las cualidades genuinas de cada una de estas formas de gobierno; porque no se puede llamar monarquía estable donde las cosas se hacen según lo que quiere uno y se deliberan con la opinión de muchos, y no puede ser república duradera la que no satisface los humores que si insatisfechos, arruinan la república.

Esta verdad la demuestran los cambios operados en Florencia desde 1393 hasta ahora.

Empezando por la reforma que hizo entonces Maso de Albizzi, se verá que quisieron los florentinos organizar una república aristocrática; pero había en ella tantos defectos, que no vivió más de cuarenta años, y hubiese durado menos a no mantener la unión en Florencia el peligro de la guerra contra los Visconti.


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Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Áyax

Sófocles


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


PERSONAJES

ATENEA.
ODISEO.
ÁYAX.
CORO DE MARINEROS SALAMINIOS.
TECMESA.
MENSAJERO.
TEUCRO.
MENELAO.
AGAMENÓN.

PERSONAJES MUDOS

EURISACES.
PEDAGOGO.
MENSAJERO DEL EJÉRCITO.

ACTO ÚNICO

(La acción tiene lugar en el campamento de los griegos. Odiseo está ante la tienda de Áyax examinando unas huellas fin la arena. Atenea aparece y le habla.)

ATENEA.— Siempre te veo, hijo de Laertes, a la caza de alguna treta para apoderarte de tus enemigos También ahora te veo junto a la marina tienda de Ayax en la playa —que ocupa el puesto extremo —, siguiendo desde hace un rato la pista y midiendo las huellas recién impresas de aquél, para conocer si está dentro o no lo está. Tu paso bien te lleva, por tu buen olfato, propio de una perra laconia. En efecto, dentro se encuentra el hombre desde hace un instante, bañadas en sudor su cabeza y sus manos asesinas con la espada. Y no te tomes ya ningún trabajo en escudriñar al otro lado de esta puerta, y sí en decirme por qué tienes ese afán, para que puedas aprenderlo de la que lo sabe.

ODISEO.— ¡Oh voz de Atenea, la más querida para mí de los dioses! ¡Qué claramente, aunque estés fuera de mi vista, escucho tu voz y la capta mi corazón, como el sonido de tirrénica trompeta de abertura broncínea!. También en esta ocasión me descubres merodeando al acecho de un enemigo, de Áyax, el del gran escudo. De él, que de ningún otro, sigo el rastro desde hace rato. Pues ha cometido contra nosotros durante esta noche una increíble acción, si es que él es el autor. Nada sabemos con exactitud sino que estamos faltos de datos y yo me he sometido gustoso a esta tarea.


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Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Alcestis

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


PERSONAJES

APOLO
LA MUERTE
CORO
Una SIRVIENTE de Alcestis
ALCESTIS
ADMETO
EUMELO, hijo de Alcestis
HERACLES
PERES
Un SIRVIENTE.

PRÓLOGO

(Saliendo de la casa de Admeto, Apolo recita el Prólogo de un modo retórico.)

APOLO: ¡Oh moradas de Admeto, en las que soporté con resignación estar sentado a la mesa de los jornaleros, aun siendo un dios! Zeus, al matar a mí hijo Asclepio, clavándole un rayo en el pecho, fue el responsable de ello. Irritado yo por esto, maté a los 5 Cíclopes, constructores del fuego de Zeus. Y mi padre me obligó, en represalia, a servir como asalariado en casa de un mortal. Y, viniendo a esta tierra, apacentaba las vacas a mi huésped y, hasta hoy, ejercía una protección sobre esta casa. Un santo como yo vino a topar con un hombre santo, el hijo de Feres, a quien salvé de morir, engañando a las diosas del Destino.

Ellas me permitieron que Admeto escapase, por el momento, de Hades, si entregaba a cambio otro cadáver a los de abajo. Ha ido sondeando, uno a uno, a todos los suyos, a su padre y a la anciana madre que lo trajo al mundo, y a nadie encontró, excepto a su mujer, que quisiera dejar de contemplar ya la luz del sol, muriendo en su lugar. A ella la lleva ahora en sus brazos por la casa, con el alma rota, pues en este día le ha sido decretado morir y abandonar la vida.

Y yo, para evitar que la impureza me alcance en la casa, abandono el cobijo queridísimo de estos muros. Estoy viendo que se acerca ya la Muerte, sacerdotisa de los muertos, que está a punto de conducirla a la morada de Hades. Ha llegado con puntualidad, guardiana de este día en que ella debe morir.

(Aparece en escena la Muerte.)


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Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

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