Textos mejor valorados publicados el 20 de febrero de 2017 | pág. 2

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fecha: 20-02-2017


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La Comedia Nueva

Leandro Fernández de Moratín


Teatro, Comedia


Advertencia

«Esta comedia ofrece una pintura fiel del estado actual de nuestro teatro (dice el prólogo de su primera edición); pero ni en los personajes ni en las alusiones se hallará nadie retratado con aquella identidad que es necesaria en cualquier copia, para que por ella pueda indicarse el original. Procuró el autor, así en la formación de la fábula como en la elección de los caracteres, imitar la naturaleza en lo universal, formando de muchos un solo individuo».

En el prólogo que precede a la edición de Parma se dice: «De muchos escritores ignorantes que abastecen nuestra escena de comedias desatinadas, de sainetes groseros, de tonadillas necias y escandalosas, formó un don Eleuterio; de muchas mujeres sabidillas y fastidiosas, una doña Agustina; de muchos pedantes erizados, locuaces, presumidos de saberlo todo, un don Hermógenes; de muchas farsas monstruosas, llenas de disertaciones morales, soliloquios furiosos, hambre calagurritana, revista de ejércitos, batallas, tempestades, bombazos y humo, formó El gran cerco de Viena; pero ni aquellos personajes, ni esta pieza existen».

Don Eleuterio es, en efecto, el compendio de todos los malos poetas dramáticos que escribían en aquella época, y la comedia de que se le supone autor, un monstruo imaginario, compuesto de todas las extravagancias que se representaban entonces en los teatros de Madrid. Si en esta obra se hubiesen ridiculizado los desaciertos de Cañizares, Añorbe o Zamora, inútil ocupación hubiera sido censurar a quien ya no podía enmendarse ni defenderse.


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46 págs. / 1 hora, 20 minutos / 464 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Alcestis

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Argumento

Desterrado Apolo del cielo por la muerte de los cíclopes, forjadores de los rayos con que Zeus mató a su hijo Esculapio, se refugió en el palacio de Admeto, rey de la Tesalia, cuyos ganados guardó, siendo recompensado por él generosamente. Agradecido a sus beneficios le salvó una vez la vida engañando a las Parcas, y obtuvo después el consentimiento de Zeus para librarlo de la muerte, si encontraba algún otro que quisiese morir por él. La empresa no era nada fácil, y hasta los padres de Admeto, ya ancianos, rehusaron hacer por su hijo este sacrificio. Sin embargo, Alcestis, su esposa, no vaciló en dar por él su vida, aunque joven, bella y reina, y dejando dos hijos huérfanos.


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Dominio público
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Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Arte Nuevo de Hacer Comedias

Lope de Vega Carpio


Poesía, Crítica, Teatro


El arte nuevo de hacer comedias en este tiempo

Dirigido a la Academia de Madrid

Mándanme, ingenios nobles, flor de España,
que en esta junta y Academia insigne,
en breve tiempo excederéis no sólo
a las de Italia, que envidiando a Grecia,
ilustró Cicerón del mismo nombre
junto al Averno lago, sino Atenas,
adonde en su platónico Liceo,
se vio tan alta junta de filósofos,
que un arte de comedias os escriba
que al estilo del vulgo se reciba.

Fácil parece este sujeto, y fácil
fuera para cualquiera de vosotros
que ha escrito menos de ellas, y más sabe
del arte de escribirlas y de todo,
que lo que a mí me daña en esta parte
es haberlas escrito sin el arte.

No porque yo ignorase los preceptos,
gracias a Dios, que ya Tirón gramático
pasé los libros que trataban de esto
antes que hubiese visto al sol diez veces
discurrir desde el Aries a los Peces.
Mas porque en fin, hallé que las comedias
estaban en España en aquel tiempo,
no como sus primeros inventores
pensaron que en el mundo se escribieran,
mas como las trataron muchos bárbaros
que enseñaron el vulgo a sus rudezas.

Y así introdujeron de tal modo
que quien con arte agora las escribe
muere sin fama y galardón, que puede
entre los que carecen de su lumbre
mas que razón y fuerza la costumbre.


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7 págs. / 13 minutos / 683 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Edipo en Colono

Sófocles


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Personajes

EDIPO
ANTÍGONA, hija de Edipo
ISMENA, hija de Edipo
TESEO, rey de Atenas.
POLINICIO, hijo de Edipo.
CREÓN
UN COLONENSE
UN MENSAJERO
EL CORO, compuesto de ancianos colonenses.

Acto primero

Escena I

EDIPO, ANTÍGONA

Edipo:
Hija de un anciano ciego, Antígona, ¿a qué lugar, a qué ciudad hemos llegado al fin? ¿De qué mano Edipo errante podrá hoy recibir algunos pequeños socorros? Pidiendo poco, obteniendo aún menos, estoy satisfecho de lo que me dan; mi infortunio, el tiempo y mi valor me han enseñado a no desear más. Sin embargo, hija mía, si me encontrases un sitio en que me pudiera sentar, ya junto a algún bosque consagrado a los dioses, ya en otra parte, condúceme allí, haz reposar allí a tu padre, a fin de saber dónde estamos. Extranjeros, debemos interrogar a los ciudadanos y hacer lo que nos indiquen.

Antígona:
Desgraciado Edipo, padre mío, si he de dar crédito a mis ojos, advierto a lo lejos murallas que circundan una ciudad. El lugar donde estamos es sagrado, a juzgar por el laurel, la vid y el olivo, profusos en él, y donde los ruiseñores abundan y hacen oir sus cantos melodiosos. Descansad sobre esta piedra que el arte no ha pulido. La jornada que acabáis de hacer es harto larga para vuestros años.

Edipo:
Ayúdame, hija mía, a sentarme, y guarda a un desgraciado privado de la luz del día.

Antígona:
Dado el tiempo que os sirvo, no ignoro los socorros de que tenéis necesidad.

Edipo:
¿Puedes, pues, decirme a qué lugares hemos llegado?

Antígona:
La ciudad es Atenas, pero el lugar lo ignoro.

Edipo:
Todos los viajeros nos han hablado de esa ciudad.

Antígona:
¿Queréis que vaya a preguntar el nombre del lugar?


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Dominio público
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Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Filoctetes

Sófocles


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


PERSONAJES

ODISEO.
CORO.
NEOPTÓLEMO.
FILOCTETES.
Observador disfrazado de mercader.
HERACLES.

ACTO ÚNICO

(La escena tiene lugar en un solitario paraje costero de la isla de Lemnos. En el acantilado se divisa una cueva. Aparecen Odiseo y Neoptólemo con un marino.)

ODISEO. —Éste es el acantilado de la tierra de Lemnos, bañada por todas partes, y no pisada ni habitada por los hombres, en donde, ¡oh Neoptólemo, hijo de Aquiles, el más valiente padre de entre los helenos!, hace tiempo, dejé yo abandonado al Melio, al hijo de Peante. Me habían ordenado hacerlo los que mandaban —le supuraba el pie a causa de un mal devorador—, puesto que no nos era posible acceder a libación ni sacrificio alguno con tranquilidad, sino que continuamente nos invadía todo el campamento con sus agudos lamentos, gritando y gimiendo.

Pero, ¿por qué hay que hablar de esto? No nos es propicio el momento para largos discursos, no vaya a ser que se aperciba de mi venida y eche a perder todo el artificio con el que creo poder cogerle pronto. Tu misión es, de ahora en adelante, obedecer y observar dónde hay aquí una cueva de doble abertura tal que, en invierno, el sol se pose por dos veces, mientras que en verano la brisa, pasando a través de la gruta de doble boca, propicie el sueño. Un poco más abajo, a tu mano izquierda, tal vez puedas ver una fuente de agua corriente, si es que subsiste. Después de acercarte, indícame, por señas, si ocupa aún el mismo lugar, o si se encuentra en otra parte, para que, a continuación, tú escuches el resto de las instrucciones que te voy a dar y actuemos de acuerdo por ambas partes.

NEOPTÓLEMO. —Señor Odiseo, breve trabajo me ordenas. Pues me parece estar viendo una gruta como dices.

ODISEO. —¿Arriba o abajo? Pues no la descubro.


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Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

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