Textos más populares este mes publicados el 26 de agosto de 2016

Mostrando 1 a 10 de 34 textos encontrados.


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fecha: 26-08-2016


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El Diablo y su Abuela

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Hubo una gran guerra para la cual el Rey había reclutado muchas tropas. Pero como les pagaba muy poco, no podían vivir de ella, y tres hombres se concentraron para desertar.

Dijo el uno a los otros:

—Si nos cogen, nos ahorcarán. ¿Cómo lo haremos?

Respondió el segundo:

—¿Ven aquel gran campo de trigo? Si nos ocultamos en él, nadie nos encontrará. El ejército no puede entrar allí, y mañana se marcha.

Metiéronse, pues, en el trigo; pero la tropa no se marchó, contra lo previsto, sino que continuó acampada por aquellos alrededores. Los desertores permanecieron ocultos durante dos días con sus noches; pero, al cabo, sintiéronse a punto de morir de hambre. Y si salían, su muerte era segura.

Dijéronse entonces.

—¡De qué nos ha servido desertar, si también habremos de morir aquí miserablemente!

En esto llegó, volando por los aires y escupiendo fuego, un dragón que se posó junto a ellos y les preguntó por qué se habían ocultado allí.

Respondiéronle ellos:

—Somos soldados, y hemos desertado por lo escaso de la paga. Pero si continuamos aquí, moriremos de hambre; y si salimos, nos ahorcarán.

—Si están dispuestos a servirme por espacio de siete años —dijo el dragón—, los conduciré a través del ejército de manera que no sean vistos por nadie.

—No tenemos otra alternativa. Fuerza será que aceptemos ­respondieron; y entonces el dragón los cogió con sus garras y, elevándolos en el aire, por encima del ejército, fue a depositarlos en el suelo, a gran distancia. Pero aquel dragón era el diablo en persona. Dioles un latiguillo y les dijo:

—Háganlo restallar, y caerá tanto dinero como pidan. Podrán vivir como grandes señores, sostener caballos e ir en coche. Pero cuando hayan pasado los siete años, serán míos.

Y, sacando un libro y abriéndolo, los obligó a firmar en él.


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3 págs. / 6 minutos / 185 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Enebro

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Hace ya mucho, mucho tiempo, como unos dos mil años, vivía un hombre millonario que tenía una mujer tan bella como piadosa. Se amaban tiernamente, pero no tenían hijos, a pesar de lo mucho que los deseaban; la esposa los pedía al cielo día y noche; pero no venía ninguno. Frente a su casa, en un patio, crecía un enebro, y un día de invierno en que la mujer se encontraba debajo de él pelando una manzana, se cortó en un dedo y la sangre cayó en la nieve.

— ¡Ay! — exclamó con un profundo suspiro, y, al mirar la sangre, le entró una gran melancolía: “¡Si tuviese un hijo rojo como la sangre y blanco como la nieve!”, y, al decir estas palabras, sintió de pronto en su interior una extraña alegría; tuvo el presentimiento de que iba a ocurrir algo inesperado.

Entró en su casa, pasó un mes y se descongeló la nieve; a los dos meses, todo estaba verde, y las flores brotaron del suelo; a los cuatro, todos los árboles eran un revoltijo de nuevas ramas verdes. Cantaban los pajaritos, y sus trinos resonaban en todo el bosque, y las flores habían caído de los árboles al terminar el quinto mes; y la mujer no se cansaba de pasarse horas y horas bajo el enebro, que tan bien olía. El corazón le saltaba de gozo, cayó de rodillas y no cabía en sí de regocijo. Y cuando ya hubo transcurrido el sexto mes, y los frutos estaban ya abultados y jugosos, sintió en su alma una gran placidez y quietud. Al llegar el séptimo mes comió muchas bayas de enebro, y enfermó y sintió una profunda tristeza. Pasó luego el octavo mes, llamó a su marido y, llorando, le dijo:

— Si muero, entiérrame bajo el enebro.

Y, de repente, se sintió consolada y contenta, y de este modo transcurrió el mes noveno. Dio entonces a luz un niño blanco como la nieve y colorado como la sangre, y, al verlo, fue tal su alegría, que murió.


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5 págs. / 9 minutos / 249 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Pájaro de Oro

Hermanos Grimm


Cuento infantil


En tiempos remotos vivía un rey cuyo palacio estaba rodeado de un hermoso parque, donde crecía un árbol que daba manzanas de oro. A medida que maduraban, las contaban; pero una mañana faltó una. Diose parte del suceso al Rey, y él ordenó que todas las noches se montase guardia al pie del árbol. Tenía el Rey tres hijos, y al oscurecer envió al mayor de centinela al jardín. A la medianoche, el príncipe no pudo resistir el sueño, y a la mañana siguiente faltaba otra manzana. A la otra noche hubo de velar el hijo segundo; pero el resultado fue el mismo: al dar las doce se quedó dormido, y por la mañana faltaba una manzana más. Llegó el turno de guardia al hijo tercero; éste estaba dispuesto a ir, pero el Rey no confiaba mucho en él, y pensaba que no tendría más éxito que sus hermanos; de todos modos, al fin se avino a que se encargara de la guardia. Instalóse el jovenzuelo bajo el árbol, con los ojos bien abiertos, y decidido a que no lo venciese el sueño. Al dar las doce oyó un rumor en el aire y, al resplandor de la luna, vio acercarse volando un pájaro cuyo plumaje brillaba como un ascua de oro. El ave se posó en el árbol, y tan pronto como cogió una manzana, el joven príncipe le disparó una flecha. El pájaro pudo aún escapar, pero la saeta lo había rozado y cayó al suelo una pluma de oro. Recogióla el mozo, y a la mañana la entregó al Rey, contándole lo ocurrido durante la noche. Convocó el Rey su Consejo, y los cortesanos declararon unánimemente que una pluma como aquella valía tanto como todo el reino.

— Si tan preciosa es esta pluma —dijo el Rey—, no me basta con ella; quiero tener el pájaro entero.

El hijo mayor se puso en camino; se tenía por listo, y no dudaba que encontraría el pájaro de oro. Había andado un cierto trecho, cuando vio en la linde de un bosque una zorra y, descolgándose la escopeta, dispúsose a disparar contra ella. Pero la zorra lo detuvo, exclamando:


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4 págs. / 8 minutos / 189 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Cuervo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez una reina que tenía una hijita de corta edad, a la que se tenía que llevar aún en brazos. Un día la niña estaba muy impertinente, y su madre no lograba calmarla de ningún modo, hasta que, perdiendo la paciencia, al ver unos cuervos que volaban en torno al palacio, abrió la ventana y dijo:

— ¡Ojalá te volvieses cuervo y echases a volar; por lo menos tendría paz!

Pronunciadas apenas estas palabras, la niña quedó convertida en cuervo y, desprendiéndose del brazo materno, huyó volando por la ventana. Fue a parar a un bosque tenebroso, en el que permaneció mucho tiempo, y sus padres perdieron todo rastro de ella.

Cierto día, un hombre que pasaba por el bosque percibió el graznido de un cuervo; al acercarse al lugar de donde procedía, oyó que decía el ave:

— Soy princesa de nacimiento y quedé encantada; pero tú puedes liberarme.

— ¿Qué debo hacer? — preguntó él.

Y el cuervo respondió:

— Sigue bosque adentro, hasta que encuentres una casa, en la que vive una vieja. Te ofrecerá comida y bebida; pero no aceptes nada, pues por poco que comas o bebas quedarás sumido en un profundo sueño, y ya no te será posible rescatarme. En el jardín de detrás de la casa hay un gran montón de cortezas, aguárdame allí. Durante tres días seguidos vendré a las dos de la tarde, en un coche tirado, la primera vez, por cuatro caballos blancos; por cuatro rojos, la segunda, y por cuatro negros, la tercera; pero si en vez de estar despierto te hallas dormido, no me podrás desencantar.

Prometió el hombre cumplirlo todo al pie de la letra; mas el cuervo suspiró:

— ¡Ay!, bien sé que no me liberarás, porque aceptarás algo de la vieja.

El hombre repitió su promesa de que no tocaría nada de comer ni de beber. Al encontrarse delante de la casa, salió la mujer a recibirlo.

— ¡Pobre, y qué cansado pareces! Entra a reposar, comerás y beberás algo.


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6 págs. / 10 minutos / 242 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Lobo y la Zorra

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Existía en el bosque un lobo muy malo que tenía asustados a todos los animales del bosque. No había animal en el bosque que no huyera al sentir la presencia del lobo. A ese bosque llegó un día una joven zorra. Estaba perdida y había llegado allí para establecer un

hogar.

La zorra hizo su casa en un tronco hueco de un árbol gigante. Era una muy buena casa con todas las comodidades. Ella estaba muy feliz. Un día que paseaba por el bosque se encontró frente a frente con el lobo. Él le exigió que le diera comida.

La zorra, muy astuta, le dijo que no tenía comida pero que lo llevaría a un lugar donde podría pescar. El lobo aceptó y la zorra lo llevó hasta una montaña muy alta y fría. En la cima de la montaña había un lago congelado. La zorra cogió una piedra e hizo un agujero en el hielo.

Luego metió su cola dentro del agua fría y en un segundo sacó un pez del lago.

El lobo asombrado, quitó a la zorra del agujero y metió su cola. Efectivamente a los pocos segundos, un pez mordió la cola, el lobo la sacó y atrapó el pescado.

Contento con ese nuevo método de caza, el lobo volvió a meter la cola para pescar. La zorra, disimuladamente huyó del lugar, mientras que el lobo seguía esperando el próximo pescado. Sin embargo los peces habían descubierto el truco y se habían ido a otro lugar.

El lobo esperó durante muchas horas hasta que el agua se congeló, al igual que su cola. El lobo quedó atrapado en el lago. A los dos días la zorra volvió a la montaña y descubrió al lobo en el lago con hambre y todo congelado. La zorra lo tomó de una pata y tiro de él hasta que lo sacó del lago. Sin embargo la cola del lobo se quedó


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2 págs. / 4 minutos / 215 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Elsa la Lista

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Érase un hombre cuya hija no daba un solo paso sin usar su cabeza, por lo que le llamaban Elsa la Lista.

En cuanto fue mayor, su padre dijo:

—Es tiempo de que se case.

Y la madre dijo:

—Sí, con tal que alguien la quiera.

Por aquel entonces llegó de muy lejos un joven campesina quien llamaban Juan, y éste dijo:

—Sí, me casaré con la muchacha, a condición de que sea tan lista como dicen.

—¡Oh —dijo el padre—, nuestra Elsa no es ninguna tonta!

Y la madre dijo:

—¡Ay, qué gran verdad es ésa! De tan lista como es, puede ver al viento cuando viene calle abajo. Y además, hasta oye toser a las moscas.

—Bueno, ya se verá —dijo Juan—. Pero si no es lista, no me caso.

Sentados ya a la mesa, la madre dijo:

—Elsa, baja al sótano y trae cerveza.

La lista muchacha tomó el jarro del estante y se fue trota que trota escaleras abajo, haciendo sonar vivamente la tapa por el camino para no perder el tiempo.

Una vez en el sótano buscó un taburete, lo puso frente al barril y se sentó para no tener que agacharse, no fuera a ser que, a lo mejor, le diese un dolor en la espalda.

Luego colocó el jarro en su sitio y le dio vuelta a la llave.

Pero mientras esperaba a que se llenase el jarro, para no tener los ojos sin hacer nada empezó a mirar por todas partes, pared por pared, hasta llegar al techo. ¡Y descubrió, justo encima de su cabeza, una piqueta que los albañiles habían dejado allí por descuido!

Y ya tienen ustedes a Elsa la Lista llorando a más no poder mientras pensaba: «Si me caso con Juan y tenemos un hijito y, cuando sea mayor, lo mandamos a buscar cerveza aquí abajo, ¡esa piqueta puede muy bien caerle en la cabeza y matarlo!»

Y allí se quedó sentada llora que te llora a todo pulmón por el posible accidente.


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4 págs. / 8 minutos / 152 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Lobo y el Hombre

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un día la zorra ponderaba al lobo la fuerza del hombre: no había animal que le resistiera, y todos habían de valerse de la astucia para guardarse de él. Respondióle el lobo:

— Como tenga ocasión de encontrarme con un hombre, ¡vaya si arremeteré contra él!

— Puedo ayudarte a encontrarlo —dijo la zorra—; ven mañana de madrugada, y te mostraré uno.

Presentóse el lobo temprano, y la zorra lo condujo al camino que todos los días seguía el cazador. Primeramente pasó un soldado licenciado, ya muy viejo.

— ¿Es eso un hombre? —preguntó el lobo.

— No —respondió la zorra—, lo ha sido.

Acercóse después un muchacho, que iba a la escuela.

— ¿Es eso un hombre?

— No, lo será un día.

Finalmente, llegó el cazador, la escopeta de dos cañones al hombro y el cuchillo de monte al cinto. Dijo la zorra al lobo.

— ¿Ves? ¡Eso es un hombre! Tú, atácalo si quieres, pero, lo que es yo, voy a ocultarme en mi madriguera.

Precipitóse el lobo contra el hombre. El cazador, al verlo, dijo:

— ¡lástima que no lleve la escopeta cargada con balas! —y, apuntándole, disparóle una perdigonada en la cara. El lobo arrugó intensamente el hocico, pero, sin asustarse, siguió derecho al adversario, el cual le disparó la segunda carga. Reprimiendo su dolor, el animal se arrojó contra el hombre, y entonces éste, desenvainando su reluciente cuchillo de monte, le asestó tres o cuatro cuchilladas, tales, que el lobo salió a escape, sangrando y aullando, y fue a encontrar a la zorra.

— Bien, hermano lobo —le dijo ésta—, ¿qué tal ha ido con el hombre?


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Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Perro y el Gorrión

Hermanos Grimm


Cuento infantil


A un perro de pastor le había tocado en suerte un mal amo, que le hacía pasar hambre. No queriendo aguantarlo por más tiempo, el animal se marchó, triste y pesaroso. Encontróse en la calle con un gorrión, el cual le preguntó:

— Hermano perro, ¿por qué estás tan triste?

Y respondióle el perro:

— Tengo hambre y nada que comer.

Aconsejóle el pájaro:

— Hermano, vente conmigo a la ciudad —, yo haré que te hartes.

Encamináronse juntos a la ciudad, y, al llegar frente a una carnicería, dijo el gorrión al perro:

— No te muevas de aquí; a picotazos te haré caer un pedazo de carne —y, situándose sobre el mostrador y vigilando que nadie lo viera, se puso a picotear y a tirar de un trozo que se hallaba al borde, hasta que lo hizo caer al suelo. Cogiólo el perro, llevóselo a una esquina y se lo zampó. Entonces le dijo el gorrión:

— Vamos ahora a otra tienda; te haré caer otro pedazo para que te hartes.

Una vez el perro se hubo comido el segundo trozo, preguntóle el pájaro:

— Hermano perro, ¿estás ya harto?

— De carne, sí —respondió el perro—, pero me falta un poco de pan.

Dijo el gorrión:

— Ven conmigo, lo tendrás también — y, llevándolo a una panadería, a picotazos hizo caer unos panecillos; y como el perro quisiera todavía más, condújolo a otra panadería y le proporcionó otra ración. Cuando el perro se la hubo comido, preguntóle el gorrión:

— Hermano perro, ¿estás ahora harto?

— Sí —respondió su compañero—. Vamos ahora a dar una vuelta por las afueras.

Salieron los dos a la carretera; pero como el tiempo era caluroso, al cabo de poco trecho dijo el perro:

— Estoy cansado, y de buena gana echaría una siestecita.

— Duerme, pues —asintió el gorrión;— mientras tanto, yo me posaré en una rama.

Y el perro se tendió en la carretera y pronto se quedó dormido.


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Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Gato y el Ratón Hacen Vida en Común

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Cuentan que hubo una vez un ratón que se convirtió en el mejor amigo de un gato. Tanto le quería y tal amistad y cariño había trabado con él, que elgato le ofreció la posibilidad de convivir juntos en una pequeña casita. — Lo primero que debemos hacer — avisó el gato, — es asegurarnos de que no pasaremos penalidades en invierno y que no nos faltará comida.

El ratón accedió encantado a la propuesta, y después de haberse instalado en la casita, convinieron en comprar un pucherito y llenarlo de grasa para cuando vinieran los duros fríos de enero. — Para que no haya problemas, ni caigamos en la tentación de comerlo antes de tiempo — previno el gato, — lo esconderemos en la iglesia. Bajo el altar estará a buen recaudo.

Así lo hicieron, y cuando volvieron a la casa, el gato comentó al ratón: — ¿Ves? De esta forma, no tendrás que salir a buscar comida por la calle en invierno, arriesgándote a caer en una ratonera. Y escuchando estas palabras, el ratón pensó en cuánto le quería su compañero. Plácidamente pasó el tiempo en la casa en la que el gato y el ratón hacían vida en común.

Pero cierto día, al gato le entraron unas ganas irrefrenables de catar la manteca, y mintió al ratón: — Me han invitado al bautizo del gatito de mi prima y debo ausentarme. No me esperes hasta esta tarde — Advirtió al ratón. E inmediatamente echó a correr hacia la iglesia, comiéndose toda la parte superior de la grasa del puchero.

De vuelta a casa, el ratón, curioso, preguntó por el nombre del pequeño gatito ahijado: — Le hemos puesto "Empezado" — Contestó el gato. — ¡Vaya un nombre más raro! Seguro que no viene en el santoral — Se extrañóel ratón. — No veo qué tiene de particular ese nombre — continuó el gato, — Tu abuelo se llamaba Robamigas, que tampoco es muy común.


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Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Sastre en el Cielo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un día, en que el tiempo era muy hermoso, Dios Nuestro Señor quiso dar un paseo por los jardines celestiales y se hizo acompañar de todos los apóstoles y los santos, por lo que en el Cielo sólo quedó San Pedro. El Señor le había encomendado que no permitiese entrar a nadie durante su ausencia, y, así, Pedro no se movió de la puerta, vigilando. Al cabo de poco llamaron, y Pedro preguntó quién era y qué quería.

— Soy un pobre y honrado sastre —respondió una vocecita suave— que os ruega lo dejéis entrar.

— ¡Sí —refunfuñó Pedro—, honrado como el ladrón que cuelga de la horca! ¡No habrás hecho tú correr los dedos, hurtando el paño a tus clientes! No entrarás en el Cielo; Nuestro Señor me ha prohibido que deje pasar a nadie mientras él esté fuera.

— ¡Un poco de compasión! —suplicó el sastre—. ¡Por un retalito que cae de la mesa! Eso no es robar. Ni merece la pena hablar de esto. Mirad, soy cojo, y con esta caminata me han salido ampollas en los pies. No tengo ánimos para volverme atrás. Dejadme sólo entrar; cuidaré de todas las faenas pesadas: llevar los niños, lavar pañales, limpiar y secar los bancos en que juegan, remendaré sus ropitas...

San Pedro se compadeció del sastre cojo y entreabrió la puerta del Paraíso, lo justito para que su escuálido cuerpo pudiese deslizarse por el resquicio. Luego mandó al hombre que se sentase en un rincón, detrás de la puerta, y se estuviese allí bien quieto y callado, para que el Señor, al volver, no lo viera y se enojara. El sastre obedeció. Al cabo de poco, San Pedro salió un momento; el sastre se levantó y, aprovechando la oportunidad, se dedicó a curiosear por todos los rincones del Cielo.


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Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

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