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El Hombre de Hierro

Robert E. Howard


Cuento


1. El hombre de hierro

«¡Una izquierda como un cañonazo y una derecha fulgurante! ¡Una mandíbula de granito y un cuerpo de acero templado! ¡La ferocidad de un tigre y el corazón de combatiente más grande que haya latido en un pecho con las costillas de hierro! Así era Mike Brennon, aspirante al título de la categoría de los pesos pesados».

Mucho antes de que los periodistas deportivos descubrieran la existencia de Brennon, yo me encontraba en la «tienda de atletismo» de un circo que alzó sus carpas a las afueras de una pequeña ciudad de Nevada, sonriendo y admirando las bufonadas del presentador, que ofrecía con toda facilidad cincuenta dólares a cualquier hombre que resistiera cuatro asaltos frente a Young Firpo, el Asesino de California, ¡campeón de California y de Insulindia! Young Firpo, un muchacho recio y peludo, con los músculos sobresalientes de un levantador de pesas y cuyo verdadero nombre sería algo así como Leary, estaba a su lado, con una expresión aburrida y despectiva dibujada en sus gruesas facciones. Todo aquello era rutina para él.

—Vamos, amigos —gritaba el presentador—, ¿no hay ningún joven entre los presentes capaz de arriesgar su vida en el cuadrilátero? ¡Naturalmente, la dirección declina toda responsabilidad si tan valiente joven se deja matar o desgraciar! Pero si alguien de los presentes se arriesga a correr semejantes peligros...

Vi a un individuo de rostro patibulario levantarse de su asiento —uno de los habituales «comparsas» en connivencia con los feriantes, claro—, pero en aquel momento la multitud empezó a bramar:

—¡Brennon! ¡Brennon! ¡Vamos, Mike!


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46 págs. / 1 hora, 21 minutos / 63 visitas.

Publicado el 22 de julio de 2018 por Edu Robsy.

El Hombre de Arena

E.T.A. Hoffmann


Cuento


Nataniel a Lotario

Sin duda estarán inquietos porque hace tanto tiempo que no les escribo. Mamá estará enfadada y Clara pensará que vivo en tal torbellino de alegría que he olvidado por completo la dulce imagen angelical tan profundamente grabada en mi corazón y en mi alma. Pero no es así; cada día, cada hora, pienso en ustedes y el rostro encantador de Clara vuelve una y otra vez en mis sueños; sus ojos transparentes me miran con dulzura, y su boca me sonríe como antaño, cuando volvía junto a ustedes. ¡Ay de mí! ¿Cómo podría haberles escrito con la violencia que anidaba en mi espíritu y que hasta ahora ha turbado todos mis pensamientos? ¡Algo espantoso se ha introducido en mi vida! Sombríos presentimientos de un destino cruel y amenazador se ciernen sobre mí, como nubes negras, impenetrables a los alegres rayos del sol. Debo decirte lo que me ha sucedido. Debo hacerlo, es preciso, pero sólo con pensarlo oigo a mi alrededor risas burlonas. ¡Ay, querido Lotario, cómo hacer para intentar solamente que comprendas que lo que me sucedió hace unos días ha podido turbar mi vida de una forma terrible! Si estuvieras aquí podrías ver con tus propios ojos; pero ciertamente piensas ahora en mí como en un visionario absurdo. En pocas palabras, la horrible visión que tuve, y cuya mortal influencia intento evitar, consiste simplemente en que, hace unos días, concretamente el 30 de octubre a mediodía, un vendedor de barómetros entró en mi casa y me ofreció su mercancía. No compré nada y lo amenacé con precipitarlo escaleras abajo, pero se marchó al instante.


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33 págs. / 58 minutos / 168 visitas.

Publicado el 20 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

El Holocausto del Mundo

Nathaniel Hawthorne


Cuento


En cierta ocasión si bien es asunto de poca o ninguna importancia que fuera en el pasado o en tiempos venideros, este ancho mundo había llegado a estar tan sobrecargado, había llegado a tener tal acumulación de cosas viejas e inútiles que sus habitantes decidieron librarse de ellas por medio de una hoguera general. El sitio elegido por gestiones de las compañías de seguros, al ser un lugar tan céntrico como cualquier otro del globo, fue una de las más vastas praderas del oeste donde ninguna morada humana pudiera verse expuesta al peligro de las llamas y donde una amplia asamblea de espectadores pudiera cómodamente admirar la función. Y puesto que yo tenía un cierto gusto por espectáculos de este tipo e imaginándome así mismo que el resplandor de la hoguera podría revelar alguna profunda verdad moral hasta el presente oculta en la niebla o en la oscuridad, me pareció oportuno viajar hasta allí para estar presente. A mi llegada, aunque la cantidad de desechos condenados era relativamente pequeña, se le había aplicado ya la tea. En medio de aquella llanura sin fondo, en la penumbra del crepúsculo, como una lejana estrella sola en el firmamento, de allí salía, apenas visible, un trémulo resplandor del que nadie podía haber anticipado una llamarada tan violenta como la que estaba destinada a producirse después. A cada momento, empero, llegaban caminantes a pie, mujeres sujetándose los delantales, hombres a caballo, carretillas, carromatos de trastos viejos y otros vehículos, grandes y pequeños, de lejos y de cerca, todos cargados de artículos sobre los que se había decidido que no valían para otra cosa que para que los quemaran.

—¿Qué materiales se han usado para encender la llama? —solicité de uno de los espectadores. Porque yo estaba deseoso de conocer todo el proceso de la operación de principio a fin.


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25 págs. / 44 minutos / 954 visitas.

Publicado el 19 de mayo de 2017 por Edu Robsy.

El hipnotizante

Angela


El hombre hipnotizante


En el antiguo pueblo de majaca existio una criatura sobrenatural muy escalofriante que dejo a mas de uno muertos del panico y no era para menos se trataba de un hombre horrible y malvado un ser oscuro lleno de propositos hacia el mal.A este hombre le decian el hombre de la mirada hipnotizante porque nada mas con mirar a los ojos a alguien los ponia a hacer lo que el quisiera y asi los dejaba para siempre con un mal irremediable. El hombre de la mirada hipnotizante era encorvado de cabellera larga, pies largos, ojos negros horripilantes y de orejas grandes como la de un duende; se alimentaba de animales lo que al parecer lo hacia cada ves mas fuerte por eso los habitantes del pueblo de majaca estaban asustados y muy preocupados por esta situacion, todos los dias se desaparecian personas en manos del hipnotizante les hechaba su mal de ojos y los perdia en el espeso monte y lamentablemente no regresaban jamas en verdad que triste era todo se estaban destruyendo familias enteras que no tenian la culpa de nada sino tener la mala suerte de toparse con este mal hombre sin escrupulos que no le importa absolutamente nada sino satisfacerce asi mismo con su crueldad .Cierta noche un hombre muy valiente decidio buscarlo y terminar de una ves por toda con esta situacion asi que se adentro en los espesos montes para cazarlo y darle muerte, se escondio detras de un matorral de flores que daban un horrible olor y se puso en espera del hipnotizante ya era casi media noche cuando de pronto escucho unas pisadas que se acercaban lentamente, su corazon daba mil latidos estaba asustado pero se decia asi mismo tengo que sacar valor y acabar con este monstruo.Asi fue mientras el hombre estaba descuidado devorando un animal le lanzo una flecha que le dio justo en el corazon, el hombre hipnotizante cayo al suelo y poco a poco se fue desapareciendo esto fue algo muy extraño.El hombre que lo mato decia que clase de ser es este .


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1 pág. / 1 minuto / 136 visitas.

Publicado el 6 de mayo de 2018 por Angela.

El Hipnotizador

Ambrose Bierce


Cuento


Algunos de mis amigos, que saben por casualidad que a veces me entretengo con el hipnotismo, la lectura de la mente y fenómenos similares, suelen preguntarme si tengo un concepto claro de la naturaleza de los principios, cualesquiera que sean, que los sustentan. A esta pregunta respondo siempre que no los tengo, ni deseo tenerlos. No soy un investigador con la oreja pegada al ojo de la cerradura del taller de la Naturaleza, que trata con vulgar curiosidad de robarle los secretos del oficio. Los intereses de la ciencia tienen tan poca importancia para mí, como parece que los míos han tenido para la ciencia.

No hay duda de que los fenómenos en cuestión son bastante simples, y de ninguna manera trascienden nuestros poderes de comprensión si sabemos hallar la clave; pero por mi parte prefiero no hacerlo, porque soy de naturaleza singularmente romántica y obtengo más satisfacciones del misterio que del saber. Era corriente que se dijera de mí, cuando era un niño, que mis grandes ojos azules parecían haber sido hechos más para ser mirados que para mirar... tal era su ensoñadora belleza y, en mis frecuentes períodos de abstracción, su indiferencia por lo que sucedía. En esas circunstancias, el alma que yace tras ellos parecía —me aventuro a creerlo—, siempre más dedicada a alguna bella concepción que ha creado a su imagen, que preocupada por las leyes de la naturaleza y la estructura material de las cosas. Todo esto, por irrelevante y egoísta que parezca, está relacionado con la explicación de la escasa luz que soy capaz de arrojar sobre un tema que tanto ha ocupado mi atención y por el que existe una viva y general curiosidad. Sin duda otra persona, con mis poderes y oportunidades, ofrecería una explicación mucho mejor de la que presento simplemente como relato.


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4 págs. / 8 minutos / 100 visitas.

Publicado el 26 de julio de 2016 por Edu Robsy.

El Himno de Riego

Alejandro Larrubiera


Cuento


I

El Café del Diamante recibía sórdida y melancólicamente la luz diurna por la puerta de entrada y ventana abiertas á la calle del Ave María, una de las más típicas de los barrios bajos madrileños. El color rojo rabioso de sus paredes tenía una solución de continuidad en los espejos, encuadrados en molduras doradas; del techo, pintado alevosamente al óleo por un mamarrachista, pendían los aparatos de la luz del gas. En este café ejercía yo las funciones de pianista.

Como tantos otros aventureros del arte, llegué á la corte (hace ya muchos años de esto, Dios mío) llena la maleta de papel pautado, de aire los bolsillos y de ilusiones el magín.

En mi pueblo, el organista de la catedral, famoso contrapuntista, me había iniciado en el arte de Beethoven; cuando hubo vaciado en mí toda su ciencia, que no era escasa, me dijo: «Perillán, si quieres alcanzar honra y provecho lárgate á los Madriles; aquí, la música no te servirá ni para mal sazonar la puchera.»

Rodé unos cuantos días, como un ave zonza, por la coronada villa, rompiendo en su molestísimo empedrado mis zapatones lugareños; admirando el polisón de las madamas y los sombreros como tubos de chimenea de los pisaverdes, y en aquel vagar forzoso á que me obligaban las circunstancias me encontraba más solo y desamparado de día en día, y de día en día más tenaz y resuelto en conquistar el vellocino de oro: que es prodigiosa fábrica de fantasías un cerebro juvenil.

Un paisano mío, un buen hombre que se despepitaba por servir á los de la tierra, hizo que yo entrara de pianista en el Café del Diamante, que acababa de abrirse al público.

Tal camino no era, ciertamente, el más indicado para llegar al templo de la Fama; pero, señores, todos llevamos en nosotros mismos al más implacable tirano, el estómago, Sancho Panza que casi siempre obliga á claudicar al Don Quijote de nuestros ideales.


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Dominio público
14 págs. / 24 minutos / 60 visitas.

Publicado el 18 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

El hilo de la araña

Ryunosuke Akutagawa


Cuento


Amanece en el paraíso. El sublime Buda camina despacio por las márgenes del Lago de Loto. Las flores, de espléndida blancura, tienen estambres dorados que exhalan, día y noche, un suave perfume.

El sublime Buda permanece un poco junto al lago, para ver lo que ocurre bajo el manto de las flores de loto. Mirando a través del agua cristalina, contempla durante algunos instantes, en el remoto fondo de este lago celeste, las profundidades del infierno. Observa claramente, como imágenes en un límpido espejo, el río Styx, y la siniestra Montaña de las Agujas. Su mirada capta la forma de un hombre, de nombre Kandata, que se debate entre los demás condenados.

Kandata fue en vida un notorio malhechor, culpado de robos, incendios y muertes. Pero el sublime Buda se acuerda de la única buena acción por tal hombre practicada. Cierto día, atravesando un denso bosque, Kandata avistó una araña pequeñita que se arrastraba descuidada por el suelo. Sin pensar, levantó el pie para aplastarla, pero se contuvo. “No, no”, pensó. “Aunque no pase de una cosa insignificante, esta araña es un ser vivo. No debo quitarle la vida sin motivo.” Y siguió su camino.

El sublime Buda considera lo que acaba de ver. Teniendo en cuenta que Kandata había perdonado la vida a una araña, decide, por esta única buena acción, encontrar un medio de sacarlo del infierno. Mirando atentamente la superficie del lago, descubre, sobre una hoja de loto de color jade, una araña del paraíso, que engendra su hilo plateado. Satisfecho con el hallazgo, el sublime Buda toma el hilo cuidadosamente y lo hace descender por un espacio entre las bellas flores de loto, hasta las profundidades cavernosas del infierno.


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3 págs. / 5 minutos / 537 visitas.

Publicado el 19 de julio de 2016 por Edu Robsy.

El Hijo del Lobo

Jack London


Cuento


El hombre raras veces hace una evaluación justa de las mujeres, al menos no hasta verse privado de ellas. No tiene idea sobre la atmósfera sutil exhalada por el sexo femenino, mientras se baña en ella; pero déjeselo aislado, y un vacío creciente comienza a manifestarse en su existencia, y se vuelve ávido de una manera vaga y hacia algo tan indefinido que no puede caracterizarlo. Si sus camaradas no tienen más experiencia que él mismo, agitarán sus cabezas con aire dubitativo y le aconsejarán alguna medicación fuerte. Pero la ansiedad continúa y se acrecienta; perderá el interés en las cosas de cada día, y se sentirá enfermo; y un día, cuando la vacuidad se ha vuelto insoportable, una revelación descenderá sobre él.

En la región del Yukón, cuando esto sucede, el hombre por lo común se provee de una embarcación, si es verano; y si es invierno, coloca los arneses a sus perros, y se dirige al Sur. Unos pocos meses más tarde, suponiendo que esté poseído por una fe en el país, regresa con una esposa para que comparta con él esa fe, e incidentalmente sus dificultades. Esto sirve, sin embargo, para mostrar el egoísmo innato del hombre. Nos lleva, también, al drama de "Cogote" Mackenzie, que tuvo lugar en los viejos días, antes de que la región fuera desbandada y cercada por una marea de che-cha-quo , y cuando el Klondike solo era noticia por sus pesquerías de salmón.


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20 págs. / 36 minutos / 128 visitas.

Publicado el 5 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Híbrido

Franz Kafka


Cuento


Tengo un animal curioso mitad gatito, mitad cordero. Es una herencia de mi padre. En mi poder se ha desarrollado del todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad y mitad. Del gato tiene la cabeza y las uñas, del cordero el tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son huraños y chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movimientos a la par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana se hace un ovillo y ronronea; en el campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de los gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna su paseo favorito es la canaleta del tejado. No sabe maullar y abomina a los ratones. Horas y horas pasa al acecho ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato.

Lo alimento a leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche entre sus dientes de animal de presa. Naturalmente, es un gran espectáculo para los niños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me siento con el animal en las rodillas y me rodean todos los niños de la vecindad.

Se plantean entonces las más extraordinarias preguntas, que no puede contestar ningún ser humano. Por qué hay un solo animal así, por qué soy yo el poseedor y no otro, si antes ha habido un animal semejante y qué sucederá después de su muerte, si no se siente solo, por qué no tiene hijos, como se llama, etcétera.

No me tomo el trabajo de contestar: me limito a exhibir mi propiedad, sin mayores explicaciones. A veces las criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos corderos. Contra sus esperanzas, no se produjeron escenas de reconocimiento. Los animales se miraron con mansedumbre desde sus ojos animales, y se aceptaron mutuamente como un hecho divino.


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1 pág. / 3 minutos / 602 visitas.

Publicado el 24 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

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