NOUSIGI 2
Edwin González
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Publicado el 8 de mayo de 2025 por Edwin González.
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Publicado el 8 de mayo de 2025 por Edwin González.
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Publicado el 7 de mayo de 2025 por Edwin González.
Dominio público
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Publicado el 3 de mayo de 2025 por Alejandro baiz.
Creative Commons
22 págs. / 38 minutos / 23 visitas.
Publicado el 24 de abril de 2025 por Álvaro Bozinsky.
Todas las adolescentes —varones no nacieron del matrimonio— morían tísicas en las grandes camas llenas de cortinas y brocados, vestidas con ropas de blancos desvaídos y puntillas color marfil que parecían enfermas como ellas. Según las gentes, cosas y ropas estaban contagiadas del mal terrible.
La amplia sala de los lejanos saraos se abría con frecuencia para los velatorios. Tras la ancha puerta de medio punto, que limitaba la sala con las piezas de labor, cerrada herméticamente, el ataúd blanco con moños celestes como para unos esponsales, aparecía como levantado por una marea de flores. También blancas las flores como el ataúd y el rostro de la muerta.
Aquellas muertes vaciaban de flores los patios del pueblo.
Criadas con túnicas duras de almidón, cruzaban las calles rumbo a la casa señalada por la muerte.
Magnolias y jazmines con su olor caliente, dejaban por días su perfume de boda con la muerte, dulce y sin sangre, por los rincones y los terciopelos profundos.
* * *
Se salvó la niña Angela —la menor de la familia— por los pechos
de la negra Alcira que daba a luz todos los años, destetando un hijo
para ponerle el pezón en la boca al otro recién nacido.
Angela compartió con cuatro negritos la leche de aquella mujer de pechos inexhaustos.
Cuando nació María Celeste —el quinto hijo de la amamantadora— Angela terminó la lactancia.
Fue entonces que Alcira anunció que María Celeste sería de la niña Angela. Aquel regalo resucitaba la abolida costumbre de la colonia —cuando "los esclavos se podían dar, regalar y vender"— y los esclavitos negros eran los juguetes vivos de los "niños" hasta que dejaban de ser niños.
* * *
Dominio público
2 págs. / 5 minutos / 20 visitas.
Publicado el 23 de abril de 2025 por Edu Robsy.
Almeida cerraba definitivamente el boliche. Por eso había invitado a comer a aquellos hombres. Amigos, lo que se llama amigos no tenía. Seguramente por aquello que repetía frecuentemente:
—Mi único amigo es el mostrador porque es el único que me da... El amigo pobre, pide... y el rico no da ni presta.
Ahora estaba gordo y se acordaba de los flacos.
Uno de los invitados era Tertuliano. Tampoco éste tenía amigos. Y no los tenía porque no los necesitaba. Se acompañaba solo, como buen
cantor. Era soldado y cuando estaba "franco" iba a lo de Almeida a tomar tres o cuatro cañas. Algunas veces se quedaba horas allí, ayudándole a sacar grelos a las papas almacenadas, llamadas antes de tiempo por la temperatura tibia y húmeda, o paleaba maíz para que no se calentara en las estibas.
Otro de los invitados era Antonio Fretes, pariente de Almeida, que le visitaba cada cuatro o cinco meses y alojaba allí por días.
Fretes era contrabandista. Se daba buena vida y el mismo Almeida participaba de su generosidad. Fretes no pagaba pensión, pero mandaba echar vino del mejor, hacía abrir latas de sardinas o traía del matadero achuras y "vacaraises" de tres o cuatro lunas, que guisados por él mismo se deshacían en la boca.
El otro invitado, Toledo, era el chacrero que proveía a Almeida de zapallos, boniatos, papas y maíz, pues "los frutos del país y la compra de sueldos eran la especialidad de la casa" de éste.
Toledo se había acercado a la fiesta trayendo un lechón asado que ahora estaba allí, sobre la mesa, tironeando de la nariz a los presentes con su color dorado y el olor de su adobe.
* * *
—Yo —decía Almeida—, estoy contento de mi marcha y de ser como soy... Con este boliche mugriento me he llenado de plata...
Había empezado comprando sueldos de seis pesos a los viejos de la pensión, y "ahora compraba de trescientos a muchos grandes"...
Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 17 visitas.
Publicado el 21 de abril de 2025 por Edu Robsy.
Domínguez llegaba recién de las lagunas cortadas, con la ración para el caballo. Era su única tarea. Iba allá todos los días a recoger gramilla de superficie, y hojas de parietaria de los troncos podridos de los sauces, para darle a su viejo caballo. Era éste un animal sin dientes, bichoco y con los ojos opacos de nubes lechosas. Pero era también la única cosa viva que tenía Domínguez, para ocuparse de algo en la vida. Después de alimentarse él, no tenía nada, absolutamente nada de qué ocuparse. Estas hierbas que Domínguez traía a su caballo, eran el único alimento que el pobre animal podía comer. Enflaquecía a ojos vistas y era seguro que no salvaría con vida el invierno que comenzaba.
Ahora que había terminado con la tarea de racionar el caballo, Domínguez acercó la silla petisa, de asiento de cuero de vaca, hasta las tunas, se sentó y empezó el mate dulce. Era el desayuno.
Pero no tenía azúcar. Hacía dos días que desayunaba, almorzaba y cenaba con mate dulce y el azúcar se había terminado.
Pensó si iría a lo de un sobrino que tenía del otro lado del pueblo a procurarse algún alimento.
No tenía deseos de ir, porque el sobrino, junto con algún trozo de carne, gustaba darle consejos. Siempre le decía que parecía mentira que siendo tan viejo no hubiera aprendido a vivir. Y Domínguez se tenía "que olvidar sus canas y sujetarse las manos para que no se le estrellaran en los cachetes del mocoso".
Sí. No deseaba ir. Pero dos días sin comer ablandan el cogote... Tal vez podía pedir fiado en el boliche nuevo. Pero a lo mejor el bolichero nuevo estaba avisado por los bolicheros viejos ... a los que Domínguez tenía "marcados y contramarcados". Y no es que fuera mal pagador. Lo que pasaba es que la pensión era muy chica. Y que cuando él cobraba se olvidaba que debía y se iba a comprar al centro con la plata en la mano.
Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 51 visitas.
Publicado el 20 de abril de 2025 por Edu Robsy.
Aún no había aclarado cuando se sintió una explosión. Algunos obreros de la cantera grande, de ésos que duermen una hora menos con tal de tomar mate tranquilos, comentaban:
—¡Ya están los locos meta y ponga! Hoy le ganaron al sol...
"Los locos" eran tres. Rosi, Arboleya y Fagina.
El dueño de la cantera era Rosi, pero se podía decir que era de los tres. La caliza que sacaban de allí la vendían a la "Sociedad Anónima", y el dinero que recibían lo gastaban los tres. Allí no había ni mío ni tuyo.
Ellos perforaban el banco, cargaban los barrenos, los hacían explotar, picaban y repicaban la piedra. Después se la entregaban a "la Anónima", cobraban y asunto terminado.
Eran tres hombres que valían por diez.
Eso sí, cuando les daba por no trabajar lo mismo estaban cinco que diez días, dándose buena vida, hasta que se gastaban la plata.
* * *
Arboleya era un maestro en el arte de abrir una cantera y
llevarla a corte parejo como si fuera un queso, con el piso "sin
tumultos", que parecía de un salón de baile. Llevar una cantera sin que
se aterre, interpretando los nudos —¡la piedra es como la madera,
amigo!— no contrariándola, buscándole las vetas que corren, evitando las
bochas duras, como si fuera un río cuerpeando islas, no es para
cualquiera.
Claro que la cantera de ellos era sin fin. De una caliza noble, ni muy blanda ni muy seca. Fácil de cocer. Tan fácil que anunciaba el punto de cochura pues se empezaba a poner color leche cuando estaba a punto.
Cuando "la Anónima" compró todos los yacimientos de la zona, Rosi se negó a vender su pedazo. Le ofrecieron "un carro de oro" pero no quiso desprenderse de su cerrito.
—Me hago de plata pero quedo bajo patrón... Más, un patrón al que usted no le ve la cara... Las anónimas, mire, tienen eso: usted los sufre pero no los ve... Son como las enfermedades...
Dominio público
3 págs. / 6 minutos / 14 visitas.
Publicado el 20 de abril de 2025 por Edu Robsy.
A través del presente capítulo se analizarán aspectos de suma importancia para la prevención de la violencia y delincuencia, dentro de los cuales y, quizá el más importante, la prevención social y la participación ciudadana, lo que implica una cooperación entre los miembros de la sociedad, así como la participación de las fuerzas públicas en cuanto al cuidado y prevención de los intereses sociales, máxime en temas de protección ciudadana. Así también, se expondrá la necesidad de incorporar una la cultura del riesgo para mitigar e identificar amenazas, para lo que se requiere adoptar estrategias claras de previsión (predecir hechos inminentes) y prevención (evitar y disminuir hechos contingentes).
Licencia limitada
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Publicado el 18 de abril de 2025 por Aquaneix.
Este modelo de hibridación surge del hecho de que, tradicionalmente, la protección ciudadana ha sido una función exclusiva del Estado, el cual se encuentra encargado de proteger a la población en general, mediante fuerzas policiales y diversas instituciones, no obstante, en los últimos años ha tenido mayor auge la participación de entidades privadas en la provisión de los servicios de seguridad, con el fin de tener un servicio más eficaz y, con base en el marco jurídico vigente, respetuosa de los derechos humanos.
Licencia limitada
34 págs. / 1 hora / 11 visitas.
Publicado el 18 de abril de 2025 por Aquaneix.