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Bug-Jargal

Victor Hugo


Novela


Prólogos

Primera edición

Enero de 1826


El episodio que vais a leer, cuyo fondo está tomado de la rebelión de los esclavos de Santo Domingo en 1791, tiene cierto aire de circunstancia que hubiese bastado para que el autor no pudiera publicarlo. Sin embargo, habiendo sido ya impreso y distribuído un corto número de ejemplares de un bosquejo de este opúsculo en 1820, en una época en que la política del día se ocupaba muy poco de Haití, es evidente que si el asunto que trata ha tomado luego mayor interés, el autor no tiene la culpa. Los acontecimientos se han conciliado con el libro y no el libro con los acontecimientos.

Sea como sea, el autor no pensaba sacar esta obra de la penumbra en que estaba como sepultada; pero al saber que un librero de la capital se proponía reimprimir su anónimo boceto, se ha creído en la obligación de evitar esta reimpresión poniendo él mismo al día su trabajo revisado y en cierto modo rehecho, precaución que ahorra una molestia a su amor propio de autor, y al susodicho librero una mala especulación.

Habiendo sabido varias personas distinguidas que, ya como colonos, ya como funcionarios, estuvieron interesadas en los disturbios de Santo Domingo, la próxima publicación de este episodio, han tenido gusto en prestar espontáneamente al autor materiales tanto más preciosos cuanto que en su mayoría son inéditos. El autor les atestigua aquí su agradecimiento. Tales documentos le han sido de gran utilidad para rectificar lo que el relato del capitán d’Auverney presentaba de incompleto en lo que se refiere al color local y de falso en lo relativo a la verdad histórica.


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Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Hernani

Victor Hugo


Teatro


Prefacio

El autor de HERNANI decía hace poco tiempo, a propósito de la prematura muerte de un poeta:

«… En los actuales momentos de lucha y de borrasca literaria, no sabemos si son más dignos de compasión los que mueren que los que viven peleando; triste es que pierda la vida un poeta a los veinte años, y que vea desvanecido un porvenir risueño; pero, en cambio, el que muere reposa. Séales permitido volver algunas veces con envidia los ojos hacia los que duermen en el sepulcro, a los hombres en quienes se ceba la calumnia, la injuria y el odio; a los hombres leales, que tienen que sufrir guerra desleal; a los hombres llenos de abnegación, que tratan de dotar a su patria de una libertad más, de la libertad del arte; a los hombres laboriosos, que perseveran en realizar su obra de progreso y son víctimas de las viles maquinaciones de la censura y de la policía, por una parte, y por otra de la ingratitud de los hombres por quienes trabajan. Invideo, decía Lutero en el cementerio de Worms, invideo quia quiescunt.


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Dominio público
72 págs. / 2 horas, 6 minutos / 730 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Nuestra Señora de París

Victor Hugo


Novela


Prefacio I

Cuando hace algunos años el autor de este libro visitaba o, mejor aún, cuando rebuscaba por la catedral de Nuestra Señora, encontró en un rincón oscuro de una de sus torres, y grabada a mano en la pared, esta palabra:

'AN'AΓKH.

Aquellas mayúsculas griegas, ennegrecidas por el tiempo y profundamente marcadas en la piedra, atrajeron vivamente su atención. La clara influencia gótica de su caligrafía y de sus formas, como queriendo expresar que habían sido escritas por una mano de la Edad Media, y sobre todo el sentido lúgubre y fatal que encierran, sedujeron, repito, vivamente al autor.

Se interrogó, trató de adivinar cuál podía haber sido el alma atormentada que no había querido abandonar este mundo sin antes dejar allí marcado (en la frente de la vetusta iglesia) aquel estigma de crimen o de condenación. Más tarde los muros fueron encalados o raspados (ignoro cuál de estas dos cosas) y la inscripción desapareció. Así se tratan desde hace ya doscientos años estas maravillosas iglesias medievales; las mutilaciones les vienen de todas partes tanto desde dentro, como de fuera. Los párrocos las blanquean, los arquitectos pican sus piedras y luego viene el populacho y las destruye.

Así pues, fuera del frágil recuerdo dedicado por el autor de este libro, hoy no queda ya ningún rastro de aquella palabra misteriosa grabada en la torre sombría de la catedral de Nuestra Señora; ningún rastro del destino desconocido que ella resumía tan melancólicamente.

El hombre que grabó aquella palabra en aquella pared hace siglos que se ha desvanecido, así como la palabra ha sido borrada del muro de la iglesia y como quizás la iglesia misma desaparezca pronto de la faz de la tierra.

Basándose en esa palabra, se ha escrito este libro.

París, marzo de 1831.


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580 págs. / 16 horas, 55 minutos / 1.282 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Hombre que Ríe

Victor Hugo


Novela


En Inglaterra todo es grande, inclusive lo que no es bueno, inclusive la oligarquía. El patriciado inglés es el patriciado en el sentido absoluto de la palabra. No hay feudalismo más ilustre, más terrible y más vivaz. Digamos que ese feudalismo fue útil en su época. Es en Inglaterra donde ese fenómeno, el Señorío, debe ser estudiado, así como es en Francia donde hay que estudiar el fenómeno llamado la Realeza.

El verdadero título de este libro sería La aristocracia. Otro libro, que seguirá, podrá titularse La monarquía. Y estos dos libros, si al autor le es posible terminar este trabajo, precederán y llevarán a otro que se titulará El Noventa y Tres.

Hauteville-House, 1869

Primera parte. El mar y la noche

Dos capítulos preliminares

1. Ursus

I

Ursus y Homo estaban unidos por una amistad estrecha. Ursus era un hombre, y Homo era un lobo. Sus índoles concordaban. Era el hombre el que había bautizado al lobo. Probablemente también había elegido su propio nombre; como consideraba que el de Ursus era bueno para él, le pareció que el de Homo era bueno para el animal. La asociación de este hombre con este animal se beneficiaba con las ferias, las fiestas parroquiales, las esquinas de las calles en las que se agolpan los transeúntes y la necesidad que siente en todas partes el pueblo de escuchar pataratas y comprar drogas de charlatán. El lobo, dócil y graciosamente subalterno, agradaba a la multitud. Ver amansamientos es algo que complace. Nuestra satisfacción suprema consiste en contemplar cómo desfilan todas las variedades de la domesticación. Es lo que hace que acuda tanta gente a ver cómo desfilan los cortejos reales.


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Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Claude Gueux

Victor Hugo


Cuento


Nota a la primera edición

La siguiente carta, cuyo original se halla en las oficinas de la Revue de Paris, honra demasiado a su autor para que no la reproduzcamos aquí. En adelante irá unida a todas las reimpresiones de Claude Gueux.


Dunkerque, 30 de julio de 1834.

«Señor director de la Revue de Paris:

»Claude Gueux, de Victor Hugo, publicado por ustedes en su entrega del 6 del corriente, es una gran elección; ayúdeme, se lo ruego, a hacer que se la aproveche.

»Le ruego que me haga el favor de publicar a mi costa tantos ejemplares como diputados hay en Francia y de enviárselos individualmente y muy exactamente.

»Tengo el honor de saludarle,

»Charles Carlier, negociante».
 

Claude Gueux

Hace siete u ocho años un hombre llamado Claude Gueux, obrero pobre, vivía en París. Tenía con él una hija que era su querida, y un niño de esa hija. Digo las cosas como son, dejando que el lector saque las moralejas a medida que los hechos las siembren en su camino. El obrero era capaz, hábil, inteligente, muy maltratado por la educación, muy tratado por la naturaleza, pues no sabía leer pero sabía pensar. Un invierno se quedó sin trabajo. No había fuego ni pan en la buhardilla. El hombre, la hija y el niño tenían frío y hambre. El hombre robó. No sé qué robó ni sé dónde robó. Lo que sé es que el resultado de ese robo fueron tres días de pan y de fuego para la mujer y el niño, y cinco años de cárcel para el hombre.

El hombre fue enviado para que cumpliera su condena a la cárcel central de Clairvaux. Clairvaux es una abadía de la que han hecho una bastilla, una celda convertida en calabozo, un altar transformado en picota. Cuando hablamos de progreso, es así como lo entiende y lo ejecuta cierta gente.

Continuemos.


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26 págs. / 45 minutos / 287 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Pierre o las Ambigüedades

Herman Melville


Novela


A la excelente Majestad del Greylock

En los viejos tiempos los escritores se sentían orgullosos de dedicar sus obras a la Majestad. Era una costumbre noble y válida y nosotros, aquí en los Berkshire, debemos revivirla pues, querámoslo o no, aquí en los Berkshire la Majestad nos rodea, sentada como en el gran Congreso de Viena sobre las majestuosas cimas de las montañas y desafiando nuestro mismo homenaje.

Pero ya que al Greylock, a la montaña majestuosa, a mi más inmediato rey y señor, le han venido dedicando desde tiempos inmemoriales los primeros rayos de sol de los Berkshire, sé que esta Majestad Imperial Púrpura (de estirpe real: Porphyrogenitus) recibirá la dedicatoria de mi pobre rayo solitario.

En cualquier caso, en tanto que yo, al igual que mis vecinos leales, los olmos y las hayas, en el anfiteatro sobre el que preside su Majestad central, he recibido sus fecundas lecciones, debo ponerme de hinojos con devoción para rendirle toda mi gratitud a la Más Excelente Majestad del Greylock, incline ésta su corona ante mí o no.

Pittsfield, Massachussetts

Libro I

Pierre deja atrás la adolescencia

I

Hay en el campo ciertas mañanas estivales misteriosas, en las que, cuando sale a pasear temprano, el visitante llegado de la ciudad queda extasiado ante el espectáculo que le ofrece un universo verde y dorado, aparentemente sumido en un profundo trance. Las flores están petrificadas; los árboles olvidan dejar mecerse por el viento; la hierba cesa de crecer; la Naturaleza, en suma, consciente por unos momentos de su carácter inextricable, se refugia en el silencio y se sumerge en un reposo indescriptible y sobrenatural.


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490 págs. / 14 horas, 18 minutos / 310 visitas.

Publicado el 22 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Las Encantadas

Herman Melville


Viajes


Primer bosquejo

Las islas en general

—Eso no puede ser —dijo el barquero–
A menos que sin saberlo, por un acaso, estemos predestinados
Pues esas mismas islas que surgen de vez en cuando,
Que no son tierra firme, no tienen punto fijo,
Sino que flotan de aquí para allí
Por el ancho mar; por esto son llamadas
Las Islas Errantes; por esto evítalas
Pues a menudo han hundido a muchos navegantes
En el más mortal peligro y en desesperado trance;
Pues cualquiera que una vez haya puesto
Allí su pie nunca puede recobrarlo
Y se queda eternamente desorientado e inseguro.

Oscura, lúgubre, sombría como tumba voraz,
Que reclama todavía carroñas y osamentas;
Sobre la cual se posa la lechuza espeluznante
Para dejar oír su nota funesta que para siempre apaña
De su guarida a todas las otras aves, más alegres,
mientras en torno suyo espectros errantes gimen o aúllan.

Tome veinticinco cúmulos de ceniza desparramados aquí y allá en un terreno baldío de las afueras de la ciudad; imagine algunos de ellos engrandecidos al tamaño de montañas y que el mar sea la parte baldía y tendrá entonces una idea adecuada del aspecto general de las Islas Encantadas. Se trata más bien de un grupo de volcanes extinguidos que de islas; con un aspecto similar al que tendría el mundo después de una guerra punitiva.


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Publicado el 22 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Viajar

Herman Melville


Viajes


En el solitario macizo montañoso de Greylock se encuentra un profundo valle llamado «The Hopper», amplia y reverdecida región olvidada en el corazón de las colinas. Supongamos que una persona nacida en dicho valle no conozca nada de lo que se encuentra más allá, y que un día decida escalar la montaña: ¡con qué emoción contemplaría el paisaje desde la cima! Le apabullaría y hechizaría tanta novedad. Este tipo de experiencia refleja perfectamente el principal placer de viajar. Cada hogar es una suerte de «Hopper» que, por seguro y agradable que sea, aísla a sus habitantes del mundo exterior. Los libros de viaje no satisfacen el ansia: tan solo estimulan el deseo de ver.

Para ser un buen viajero y obtener del viaje verdadero placer son necesarias varias condiciones. La primera consiste en ser joven y despreocupado, dotado de talento e imaginación: si se carece de estas virtudes, es mejor quedarse en casa. Además, si se viene del Norte, la primera parada deberá hacerse un día hermoso, en un clima tropical, rodeado de palmeras y risueños indígenas alegremente vestidos, y para disfrutar así plenamente de los placeres de la novedad. Si no se poseen estas virtudes y se es además de naturaleza algo amargada, se podría incluso viajar al Paraíso y no lograr con ello ningún placer, pues la alegría es prerrogativa de las naturalezas festivas. Resulta esencial ser un buen paseante, ya que el viajero solo puede obtener placer y conocimiento al descubrir museos, magníficos jardines, catedrales u otros lugares de sosegada visita si posee esta cualidad. Pero el placer de abandonar el hogar, despreocupado, sin otro objetivo más allá del disfrute, también se acompaña del placer de la vuelta al viejo y querido hogar, a la casa a donde, tras un largo viaje, el corazón siempre regresa con gusto, olvidando el peso de sus ansias y preocupaciones.


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Publicado el 22 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Los Mares del Sur

Herman Melville


Viajes


El tema de nuestra conferencia de esta noche, «Los Mares del Sur», podría parecer si no ambicioso, al menos sí demasiado amplio, pues se ocupa, según las autoridades, de una proporción de la superficie terrestre que no oso pronunciar: en resumen, más de la mitad del planeta. Tenemos por tanto ante nosotros un tema amplísimo, y mucho me temo que no seamos capaces de abarcarlo en su totalidad de forma exhaustiva esta noche.

Para evitar cualquier malentendido al respecto, deseo que no esperen de mí que repita aquello que ya se publicó sobre mis aventuras en Polinesia. Me propongo abordar temas de un interés más general y hablar de modo informal de los Mares del Sur en su conjunto, bajo diferentes aspectos, añadiendo, si se presenta la ocasión, algunas pequeñas anécdotas personales susceptibles de ilustrar mi tesis.

«Mares del Sur» es un término que designa, sencillamente, el Océano Pacífico. Entonces, ¿por qué no decir simplemente «Océano Pacífico»? Porque se pueden apreciar ciertas viejas reminiscencias que asocian la expresión «Mares del Sur» a antiguos y hermosos libros de viaje, llenos de ilustraciones grabadas en nuestra memoria.


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15 págs. / 26 minutos / 185 visitas.

Publicado el 22 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Estatuas de Roma

Herman Melville


Viajes


Se ha dado por supuesto que los únicos jueces adecuados en la valoración de las estatuas son los escultores, pero es de recibo pensar que otros, además del artista, pueden apreciar y calificar la belleza del arte marmóreo de Roma. Si la valoración de lo que es mejor en la naturaleza y el conocimiento no puede ser privilegio de ninguna profesión, sería increíble que hubiera, en el ámbito llamado arte, cualquier tipo de exclusividad. Cierto, los diletantes podrán emplear su vocabulario técnico, pero ignorar dicha terminología no impide, a cualquier mente naturalmente predispuesta a la belleza o la grandeza, disfrutar del arte. Al igual que las producciones de la naturaleza pueden ser apreciadas por aquellos que no tienen conocimientos de botánica, o que no sienten inclinación hacia tal ciencia, así ocurre para las creaciones artísticas con aquellos que ignoran su ciencia crítica o que son indiferentes a ella. El arte sabe pulsar teclas en lo más alto y en lo más bajo; sienten su influencia tanto los ordinarios e incultos como los corteses y educados. Es una esencia que llega a todas las clases. Es más, dado que es dudoso si las flores otorgaron más satisfacción al riguroso Linneo que al laxo Burns, o si lograron conmover lo más profundo de su interior, la cuestión consiste en saber si el arte no sería capaz de inspirar, en las mentes artísticas, pensamientos o emociones no menos intensos que aquellos que despierta en las mentes de los críticos más destacados.


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16 págs. / 28 minutos / 139 visitas.

Publicado el 22 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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